sábado, 29 de mayo de 2021

Viñedos ecológicos y aves


Un papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), un ave insectívora pequeña pero espartana, descansa en unas viñas de Gallecs antes de continuar con su maratoniana migración. Fotografía de Sergi Canet.

 

Recientemente, la revista Journal of Applied Ecology ha publicado un articulo que profundiza en el efecto de la gestión ecológica de los viñedos y de la riqueza del paisaje sobre las aves:


Barbaro L, Assandri G, Brambilla M, Castagneirol B, Froidevaux J, Giffard B, Pithon J, Puig-Montserrat X, Torre I, Calatayud F, Gaüzere P, Guenser J, Macià-Valverde F. X., Mary S, Raison L, Sirami C, Rusch A (2021) Organic management and landscape heterogeneity combine to sustain multifunctional bird communities in European vineyards. J Appl Ecol.

https://besjournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1365-2664.13885

 

 

El estudio, coordinado por el INRAE francés (Instituto Nacional para la Investigación de la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente) ha contado con la participación de investigadores de Francia, Italia y Catalunya, tres de ellos adscritos al Museo de Ciencias Naturales de Granollers. Podéis acceder a la nota de prensa original del Museo siguiendo este enlace:

 

http://www.museugranollersciencies.org/ca/blog/un-estudi-dut-a-terme-a-334-vinyes-de-franca-italia-i-catalunya-demostra-que-lagricultura-ecologica-i-la-conservacio-del-paisatge-son-claus-per-afavorir-lavifauna-a-les-vinyes/

 

 

Las aves de los paisajes agroganaderos de Europa desaparecen

Las aves asociadas a los paisajes agroganaderos son las que más declive, y con diferencia, han sufrido en Europa a lo largo de las últimas décadas, debido a la intensificación de la producción (simplificación del paisaje agroganadero y utilización de los productos químicos artificiales).

 

Paradójicamente, las aves forman parte de lo que se denomina fauna auxiliar ya que contribuyen a reducir las poblaciones de invertebrados perjudiciales para los cultivos, entre otros muchos servicios ecosistémicos beneficiosos para la especie humana, como lo son también todos aquellos relacionados con el disfrute de la naturaleza (p. ej. sus cantos). Es más, el paisaje que observamos es modelado en buena parte por las aves, atendiendo a que son las principales dispersoras de semillas de plantas, arbustos y árboles, convirtiéndose así en jardineras indispensables del planeta. Piensa en ello cuando recojas una mora u otro fruto silvestre o, simplemente, cuando contemples cualquier tipo de paisaje.

 

Debido a todo ello, en Europa ha ido creciendo una imprescindible, aunque minoritaria, corriente de gestión ecológica de los cultivos (sin uso de plaguicidas o fertilizantes sintéticos) que también abarca a los viñedos y que incluso promueve la conservación de la riqueza del paisaje (lindes arbustivas, arbolados, etc.) y el respeto durante la nidificación de las aves (no eliminar vegetación, no cortar, etc.) con el fin de no provocar fracasos reproductores (mortalidad de pollos y destrucción de huevos).

 

Los resultados de la investigación

El artículo del Journal of Applied Ecology se basó en censar aves a lo largo de 334 viñas (el 30% ecológicas) repartidas por Francia, Italia y Catalunya. Se identificaron 11.500 contactos de aves de 131 especies durante los censos. Una parte importante correspondían a especies con tendencias recesivas, con problemas fuertes de conservación, estando algunas de ellas muy amenazadas (p. ej. El sisón Tetrax tetrax y la tórtola europea Streptopelia turtur).

 

Una vez analizados los resultados del estudio, los investigadores vieron que la gestión ecológica de las viñas favorecía a la diversidad de aves insectívoras y a la de la comunidad de aves al completo. Otros factores que sumaban en este sentido fueron el recubrimiento herbáceo dentro de las propias viñas y la complejidad del paisaje alrededor de ellas. Además, las aves insectívoras y las que emiten un canto especialmente atractivo para nosotros (p. ej. la oropéndola Oriolus oriolus y el ruiseñor común Luscinia megarhynchos, etc.) quedó claro que se beneficiaban de la presencia del hábitat forestal.

 

Es decir, la clave está en procurar que el paisaje sea rico y diverso (con abundante disponibilidad de arbustos, márgenes arbolados, vegetación herbácea, bosques con un buen nivel de sotobosque, etc.) y gestionar las viñas de forma ecológica. Pero ojo, que llevar a cabo una gestión ecológica de los cultivos (sin plaguicidas ni fertilizantes químicos) no comportaría un gran avance en el caso de que se eliminen todos aquellos elementos naturales que conforman la riqueza del paisaje, su heterogeneidad. Con frecuencia, en nuestro país, debido a una pobre cultura de la tierra, los agricultores que se pasan a la gestión ecológica siguen con la costumbre de erradicar márgenes arbustivos, márgenes herbáceos, árboles y todo aquello que no sea estrictamente su cultivo, y encima lo hacen en período reproductor de las aves. La práctica agraria en este caso se debiera llamar agricultura orgánica pero NUNCA ecológica, y esa fórmula de gestión es un CRASO ERROR.

 

La peor opción, por supuesto, y por desgracia la más utilizada sería esquilmar el paisaje a base de eliminar la mayoría de los elementos naturales alrededor de las viñas y encima aplicar fertilizantes y plaguicidas químicos. Esta suma de despropósitos produciría un empobrecimiento drástico de la comunidad de aves con todo lo que significa (pérdida del patrimonio natural, pérdida de servicios ecosistémicos, etc.). Deberíamos reflexionar profundamente teniendo en cuenta que las aves son bioindicadoras y si a ellas les afecta un tipo de gestión radicalmente equivocada, a nosotros también. No somos dioses.

 

La aplicación del conocimiento

Lo importante de este tipo de estudios es que buscan una aplicación práctica en el mundo de la gestión; pretenden cambiar las cosas, mejorarlas. Son un argumento de primera al que cabe acogerse con la finalidad de forzar un CAMBIO (con palabras mayúsculas) en las políticas agrarias que se fomentan desde la administración pública, directa o indirectamente. No nos olvidemos que el sector primario se nutre de forma importante con el dinero de nuestros impuestos mediante las subvenciones. Solamente en el sector agrícola se ha estimado que se destinará el 40% del presupuesto total de la Unión Europea para el período 2021-2027. La agricultura y la ganadería es una realidad que existen gracias al dinero público, ni más ni menos.

 

Consecuentemente, por interés público, por el interés común, se tendría que apoyar por encima de todo la gestión ecológica y sostenible de los cultivos. No obstante, todos sabemos que el apoyo mayoritario de la Unión Europea acaba de forma desmesurada en los bolsillos de los productores de la agricultura y la ganadería industrial, y en última instancia, como no, en los de las multinacionales dedicadas a producir y suministrarles plaguicidas y fertilizantes sintéticos, sin tener apenas en cuenta las conclusiones y resultados de infinidad de estudios publicados durante las últimas décadas. Ya no me refiero solamente a los que hacen referencia a la biodiversidad, sino también a los que tratan aspectos de la salud humana.

 

En este sentido, dentro de la Unión Europea, nuestro país, fiel a su línea de cuanto peor, mejor, es de los que más apuesta por la agroganaderia intensiva y el consumo de plaguicidas y fertilizantes químicos. 


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