lunes, 21 de junio de 2021

Urbanizar la naturaleza

 

Una ardilla atropellada en una vía asfaltada que fragmenta en dos un espacio natural.

Esta iba a ser una semana sabática en Perro Verde. A raíz de un acontecimiento reciente mi voluntad cambió, retomando un tema el cual hacía bastante que quería reflejar aquí.

Resulta que tenemos una moda en auge en la gestión del patrimonio natural. El patrimonio natural nos atañe a todos y no solamente a unos cuantos. Lo aclaro porqué ya sabemos que el personal en este país idolatra la propiedad privada, pero hay cosas que no pertenecen a nadie, sino que son patrimonio público.

 

La moda es realizar intervenciones de obra en los espacios naturales. En efecto, las administraciones públicas (ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autonómicos, consorcios u otros órganos gestores de espacios naturales, etc.) acaban destinando un pastizal a cementar, alquitranar o dejar lisos los caminos rurales y hasta convertirlos en autopistas donde caben dos camiones de ancho, cómo pasó entre el 2018 y el 2019 en el paraje natural de Santiga-Torre-Romeu (Santa Perpétua de Mogoda-Sabadell). En Santiga, el destrozo acabó cargándose parte del bosque galería de la riera de Santiga (Sta. Perpétua de Mogoda).

 

El gasto, por supuesto, se atribuye al presupuesto público en medio ambiente y se lo llevan las empresas que se dedican a hacer obras, en parte destinadas a la obra pública. Cómo no hay dinerillo con el que ejecutar carreteras y demás, pues se les compensa de otras formas esta carencia. Después de todo, ya lo decían algunos de los grandes sindicatos durante los últimos años: es la construcción la que nos tiene que sacar de la crisis. De tocho al tocho.

 

Lógicamente, las actuaciones suelen venir acompañadas de accesorios, mobiliario con el que subir el presupuesto (barandillas de madera, canalizaciones, bancos para sentarse en lugares absurdos que nadie nunca utilizará, etc.). Jajaja, recuerdo un banco justo al lado y debajo de una torre de alta tensión ¿Será un método con el que rebajar el gasto de las pensiones de los jubilados?

 

Estas intervenciones se ejecutan, además, asiduamente, en espacios protegidos a escala europea, o en sus caminos de acceso.

 

¿Qué hay de malo?


La mortalidad por atropellamiento es un tremendo varapalo para el mochuelo común y en la época de dispersión de juveniles (verano) aumenta de forma destacada.

Esta es la pregunta que muchos se hacen cuando hay una crítica relacionada con el auge de estos modelos de gestión del patrimonio natural, o bien opinaran que la crítica es exagerada puesto desconocen la profundidad del tema y de los efectos negativos. Aunque más bien nos debiéramos de preguntar ¿A quién beneficia esto? Espero que vosotros mismos respondáis a esto después de leer el resto del post.

 

De inicio, comenzaré mí argumentación con los aspectos negativos respecto a la biodiversidad, debido a que el enfoque correcto es este, el de la conservación del patrimonio natural, que pertenece a todos y, por lo tanto, cabe gestionarlo teniendo en cuenta los intereses globales y no únicamente los de algunos caciques.

 

Pues bien, la fragmentación de los hábitats, la reducción areal de los fragmentos, la insularización y los efectos negativos respecto a la biodiversidad producidos en el perímetro de los fragmentos se sitúan entre los aspectos más amenazantes para la conservación de la biodiversidad en el mundo (Santos & Tellería 2006). En Europa, el continente más fragmentando del mundo, este problema lo tenemos muy acrecentado.

 

El fenómeno de la fragmentación tiene que ver con la conectividad entre los diferentes espacios naturales y entre los fragmentos. Una pista lo que hace, ni más ni menos, es fragmentar un espacio natural. Uno de los más graves efectos negativos que se produce en el perímetro de los fragmentos atravesados por una pista es el atropellamiento de animales, pero existen muchos otros (perturbación y molestias humanas, p. ej.).

 

El atropellamiento es una de las causas de amenaza que actúa sobre muchas especies, tanto de aves, mamíferos, réptiles y anfibios cómo de invertebrados (escarabajos como las luciérnagas o el ciervo volante, mariposas, etc.). Al disponer de una pista en una zona turística que es apta para el paso de vehículos 4 x 4 pero no para otra clase de vehículos, la velocidad del paso de vehículos va a ser menor y además va a existir un tránsito ínfimo de vehículos. Esa pista representará un efecto negativo asumible. Por el contrario, al arreglar esa pista y convertirla en apta para cualquier vehículo, la velocidad de paso aumentará y se disparará la frecuencia de paso de vehículos.

 

El resultado final de la modificación de la pista es que la mortalidad de animales se incrementará de forma potente y entonces puede llegar a ser muy preocupante. Cuando uno transita a pie por los caminos rurales, a poco que se fije en el ambiente, ve los atropellos. Ahora bien, cierto es que hay personas que raramente caminan por la naturaleza, o cuando lo hacen no saben ver absolutamente nada por qué no se fijan.

 

Entre el aumento de la mortalidad y el creciente aislamiento de las poblaciones entre uno y otro fragmento debido a la gran frontera que supone la pista una vez arreglada, obtenemos cómo resultado que la diversidad genética va a disminuir, aparte del tamaño de las poblaciones. Eso, al cabo de un tiempo se traduce en que algunas especies se rarifiquen y algunas lleguen a desaparecer. Aquellos detalles que el desconocedor de la biodiversidad encuentra menores, son terriblemente cruciales para su conservación.

 

En definitiva, todo forma parte de la simplificación radical de los ecosistemas a la que estamos asistiendo mediante todos los estúpidos métodos de gestión que hemos ido adoptando y normalizando cómo país. Vamos sustrayendo piezas del ecosistema y después tenemos que nos aparece una plaga u otros problemas que lo cambian drásticamente en unos pocos años. Pongo un ejemplo bien actual; para combatir la aparición de un incendio (provocados principalmente por el humano estúpido) hacemos un aprovechamiento de biomasa en plan destroyer y al año siguiente tenemos una plaga de procesionaria o de oruga del alcornoque cómo consecuencia de haber eliminado del lugar con ello a todos los depredadores, parásitos y parasitoides que mantenían a raya a esas especies.

 

En fin, siempre tendremos quién se sorprenda y no entienda que es lo que ha podido fallar, cuando no ha habido, realmente, ningún acierto.

 

Pero el asunto de las pistas tiene otras implicaciones adicionales, no menos graves. En el momento en que damos vía libre a cualquier vehículo en un área previamente tranquila, con poco tránsito de gente, estamos cambiando la composición de la fauna que habita allí. Con la masificación de personas, las especies más sensibles a la presencia humana (rapaces cómo el quebrantahuesos, el águila real, el águila culebrera, etc.) van a dejar de criar tan bien (pérdidas de puestas y pollos) y, en última instancia, puede que abandonen el territorio de cría para siempre.

 

Podría también mencionar que, a mayor tamaño de visitantes, mayor va a ser el riesgo de incendio o de basuras y otros perjuicios de origen humano. Esto es así por qué generalmente quién hace senderismo está bastante más concienciado que el típico dominguero que transitará por la pista una vez arreglada, y entre los humanos estúpidos está muy extendido la subnormalidad ilegal de lanzar la colilla por la ventana.

 

Acabando, habría que ver, por supuesto, cuantas de estas obras cuentan con una evaluación ambiental, porqué en este país estos trámites legales ya se los pasan por el arco de triunfo cómo el que va a mear.

 

El derecho a disfrutar de la naturaleza

Ahora cambio de rumbo y tocaré el derecho a disfrutar de la naturaleza. Es de suponer que los usuarios de los espacios naturales que pasean por ellos, o hacen trekking, buscando la calma, la tranquilidad, la armonía, también son ciudadanos ¿No? La realidad es cada vez van a contar con menos lugares que reúnan las condiciones adecuadas. Así, una vez transformado un camino rural de poco tránsito a un camino de alto tránsito, a la práctica a los excursionistas se nos veta el acceso a no ser que queramos acabar cómo una croqueta de polvo y con ganas de lanzar piedras a todos los vehículos que van pasando sin ningún tipo de respeto por nuestra integridad ni por la velocidad máxima permitida (30 km/hora).

 

Da la casualidad de que los establecimientos turísticos de los espacios naturales se llenan en gran medida de senderistas, excursionistas, naturalistas, etc. Es decir, cabría prever que la gente que dirige estos establecimientos estará cuidando sabiamente la gallina de los huevos de oro, su futuro, atendiendo a que si se alteran las condiciones naturales que el grueso de sus clientes está buscando en los alrededores van a dejar de alojarse ahí.

 

También es de recibo aclarar que los establecimientos turísticos tienen un peso enorme en el tipo de gestión que se lleve a cabo en regiones donde el patrimonio natural a proteger tiene un valor incalculable y es sumamente frágil, que además son áreas donde hay muy pocos habitantes. Puesto que son, les guste o no, un lobby en conjunto, y ejercen cómo tal…esta realidad nos lleva al siguiente apartado.

 

Me voy a vivir al campo


Los ofidios son uno de los grupos más afectados por atropellamiento en caminos rurales y carreteras. En la fotografía una culebra de escalera.

Otra corriente que va a más es irse a vivir de la ciudad al campo, el neoruralismo. No es de extrañar, las ciudades son muy malas para la salud (cáncer, enfermedades autoinmunes, alteraciones hormonales, Alzheimer, Parkinson, etc.) y ser sensato es lo mejor.

 

Entiendo que cuando decides aterrizar e instalarte en un lugar rodeado de naturaleza es porqué te gusta y lo lógico sería no alterar la idiosincrasia del sitio. Así lo entiendo yo al menos, cómo Perro Verde que soy. Pero no, esto no es lo habitual. La gente llega y al principio lo ve todo bien, están enamorados del sitio. Poco más tarde empiezan a ver inconvenientes, ya les molesta que los caminos rurales que no necesitan para acceder a su casa, ir al pueblo o a ningún lugar esencial tengan demasiados baches. Si puede ser los quieren ver alquitranados.

 

Esta semana me alteré al enterarme de uno de esos caminos rurales que ahora van a arreglar en una zona protegida cómo red natura, protección a escala europea. Un lugar donde cría el águila real, el quebrantahuesos, el águila culebrera, etc. No lleva a ninguna casa rural ni alojamiento turístico alguno, no lleva a ningún pueblo habitado. Un terrateniente podrá moverse mejor por su propiedad y pocos más beneficiados van a haber en el territorio. Personalmente, yo no podía pasar con mí coche por el susodicho camino rural, no tengo un 4 x 4, y me parecía fantástica así, iba a caminar a ese paraje tranquilo hasta ahora y lo disfrutaba.

 

A los que nos hemos quemado el culo durante años intentando conservar el patrimonio natural, a los que hemos leído durante décadas artículos científicos, libros, hemos pasado semana tras semana, mes tras mes, año tras año en el campo, aprendiendo y observando, estudiando…se nos desprecia. La frustración que genera el desprecio cuando luchas por el bien de todos llega a herir mucho, hasta te planteas si es culpa tuya por no desarrollar tú papel suficientemente bien. Bastantes de nosotros nos hemos visto en esa situación. Cabe la posibilidad de que alguien de este colectivo lea esto y espero que le ayude, que comprenda que no es culpa suya. Poco se puede hacer en un país de desertores del arado.

 

Cualquiera opina burradas sobre gestión del patrimonio natural sin tener ni pajolera idea. Algo complicadísimo cómo lo es la gestión de los ecosistemas y resulta que a la vuelta de la esquina hay alguien que lo domina innatamente, sin haber hincado los codos ni haberse dedicado jamás. Al fin y al cabo, la educación ambiental que se da en la escuela se limita a la gallina, el conejo, la vaca, la cabra, la oveja y poco más.

 

Le preguntas a un ciudadano neorrural, o a un lugareño, diez especies de aves del lugar y a duras penas te va a decir el nombre, ya ni hablemos de que sepa identificarlas…y resulta que da igual el tema de naturaleza que salga a relucir, el cómo experto te va a dar su inflexible opinión, aliñada con argumentaciones y creencias que te harán saltar los ojos de las cuencas ¿Qué le vas a explicar a él? Lo más divertido es que muchas de las conversaciones comienzan con una pregunta, una inquietud que te lanzan estas personas y cuando tu te pones a explicarle ¡Zasca! Te ves sometido a una disertación alucinante en la que pueden surgir el chupacabras, el gamusino, la culebra con pelo y el lagarto que bebe la menstruación de las mujeres.

 

Tal vez la parte más desesperanzadora de todo, el summum, se produce cuando intentas explicar algo con toda la paciencia del mundo a alguien cercano y no te quiere escuchar. Se cierra en banda con un cortante “estoy en desacuerdo contigo” negándote la atención y le da punto final al tema. Es como si los que nos dedicamos al mundo de la naturaleza tuviéramos que estar hechos de acero y aguantar cualquier tipo de daño a nuestra dignidad y orgullo. Así funcionamos en este país ¿Cuántas veces hemos tenido que aguantar este tipo de comportamientos los naturalistas, botánicos, ornitólogos, entomólogos en este país?

 

Luego se lamentan de que pobre bosque, o pobre salamandra, o pobre lo que sea, y se oye la frase “es que se lo están cargando todo” cómo si la culpa nunca fuera de ellos, tal cual fuera algo lejano, de otro. Todos somos sensibles con la naturaleza, la pachamama y tal, porqué está de moda en el reino de la doble moral, y nunca, nunca somos nosotros los culpables.

 

Está de moda cagarse en los cazadores y, por el contrario, está mal visto oponerse al arreglo absurdo e innecesario de una pista, al despilfarro de los fondos públicos en beneficio de un terrateniente y/o una empresa de obras. No es que sea una pista ¡¡Es que son muchas en todo el territorio catalán!!

 

Llama la atención que tengamos alrededor de un 30% de Catalunya protegido cómo espacio natural y el esfuerzo presupuestario se dinamite en estos impactos negativos en ese preciso 30%. El patrimonio natural protegido se convirtió hace tiempo en una excusa con la que llenar bolsillos no alineados e incluso contrapuestos con la conservación de la biodiversidad. Se lleva a cabo clientelismo, del caro, con dinero de todos.

 

Mí forma, al parecer rara, de ver las cosas es caer en la cuenta de que todos esos centenares de miles de euros nos hacen infinitamente más falta en educación y sanidad, de la pública. Es un tema de prioridades ¿Preferimos caminos rurales asfaltados o doctoras y profesorado?

 

Nos han enseñado a ser sensibles con la conservación del arte, de la cultura, del patrimonio histórico. No nos entraría en la cabeza que un Ayuntamiento organizara un concurso de grafiteros o un trial indoor en el interior de una iglesia románica. Eso sí, vemos normal y aplaudimos que se practiquen bestialidades en el patrimonio natural protegido ¿Es tan difícil de entender? ¿Tanto cuesta escuchar? No digo oír, sino ¡ESCUCHAR!

 

Bibliografía

Santos, T. & Telleria, J.L. 2006. Pérdida y fragmentación del hábitat: efecto sobre la conservación de las especies. Ecosistemas, 15 (2).


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