sábado, 26 de febrero de 2022

El mal-trato del BBVA con sus clientes

 

Se cumplen 50 años desde el estreno de la fantástica película “El padrino” de Francis Ford Coppola y Paramount Pictures la re-estrena en versión remasterizada.

 

Cómo anillo al dedo viene recordar aquel texto de Eduardo Galeano: “La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tirabombas”.

 

En la televisión, los periódicos, las emisoras de radios y las redes sociales fue actualidad la campaña de recogida de firmas de Carlos San Juan hace poquitos días. Con ella se pretendía cambiar la vergonzosa atención de los bancos hacía los clientes de la tercera edad. Nos acabaron contando con alborozo y un optimismo de cuento de hadas que todo se había solucionado, que los bancos habían accedido a firmar un protocolo de atención con la finalidad de cambiar su actitud y que tenían muy buena voluntad y tal. Lo siguiente es que irán al cielo con los angelitos.

 

Nadia Calviño, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, relucía cómo abanderada reivindicando este cambio. Por desgracia, mecachis, el protocolo no es de obligado cumplimiento, sino que los bancos lo pueden o no cumplir y, además, quién controla si se cumple o no es el mismo banco…la candidez fingida es la antesala del cinismo cruel.

 

La tomadura de pelo del protocolo no iba a colar así que Nadia Calviño anunció que se iba a legislar (preparar una ley) una regulación en la atención de los bancos a las personas. Quién se encargaría de controlar el cumplimiento de la ley sería el Banco de España. Jajajaja, estamos salvados, eso es toda una garantía.

 

Tal vez pudiéramos quedarnos más tranquilos sino fuera porqué sabemos que la ministra es presidenta del Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC), principal órgano consultivo de la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), un puesto que asume por dos años y que se “asume” cómo “compatible” con sus funciones de ministra y vicepresidenta del gobierno español.

 

Quién más y quién menos conoce el papel del FMI en el mundo. A través de sus valoraciones económicas, los préstamos y la deuda, ponen la soga en el cuello a los países más pobres y marcan el camino al resto. Obligan a la práctica a aplicar políticas ultraliberalistas ¿Os acordáis de la complicidad entre el FMI y las políticas de Rajoy durante la crisis? El dogma ultraliberalista es el de imponer la verdad absoluta y el poder absolutista del rico y esclavizar al resto de la población.

 

Pero vaya, también quién más y quién menos, siente que le toman el pelo al comprobar que José Luis Escrivá, el actual ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, ha basado su carrera profesional en un peregrinaje por cargos importantes en diferentes bancos (el Banco de España, el Banco Central Europeo, Banco Internacional de Pagos de Basilea y, chachán ¡¡El BBVA!!). En esta tesitura, el sector bancario podría acuñar la frase de “uno de los nuestros” sin despeinarse. Para los malpensados, que conste que no es mi intención hacer alusión a la película de Martin Scorsese.

 

Visto lo visto ¿Quién se va a tragar que el gobierno y el Banco de España garantizaran que los bancos establezcan una relación civilizada con el cliente no rico?

 

Ante ese circo mediático que nos han vendido desde el periodismo colaboracionista del rico, subrayándonos de forma subliminal la supuesta buena voluntad y bondad de los bancos, la realidad nos sigue golpeando cotidianamente. Por eso vale la pena que relate una experiencia de esta semana, en la oficina bancaria del BBVA de Sta. Perpetua de Mogoda.

 

Me gustaría decir que “Nadia” ha cambiado, aunque realmente lo cierto es que “NADA” ha cambiado.

 

El monstruo pide más y más

Santa Perpetua de Mogoda es un municipio con cerca de 26.000 habitantes. Debido a los recortes en oficinas bancarias del BBVA, actualmente solo cuenta con una oficina bancaria en ese municipio, oficina que tiene dos personas atendiendo en ventanilla.

 

En efecto, unos años atrás existían varias oficinas que el BBVA decidió cerrar sin que hubiera ni una sola protesta de una asociación de vecinos o de algún partido político. Una de las oficinas se situaba a unos 200 metros del domicilio materno, en un barrio humilde en el que abunda la gente mayor. Ahora, la oficina más próxima se encuentra a unos 1600 metros lineales del lugar de residencia de mí madre.

 

Total, que esta semana tuve que llevar a mi madre a un cajero con el coche a realizar una transferencia bancaria que superaba los 3000 euros. El cajero impide hacer una operación de ese tipo superior a 3000 euros.

 

Debido a esta situación, nos vimos obligados a acudir al día siguiente a la “exclusiva” oficina bancaria del BBVA en Sta. Perpetua y madrugamos para evitar la larga cola que se forma a lo largo de la mañana. Nada más entrar tienes que pedir turno, pero no a las personas cómo antes. Ahora han puesto un mamotreto electrónico en el que tienes que registrarte nada más entrar, tocando una pantalla táctil para introducir tú DNI o bien hacerlo con credencial bancaria. Ese proceso significa una inversión de varios minutos (el cacharro es francamente malo) yendo todo bien. La estupidez tecnológica nos abraza hasta la asfixia.

 

Una vez conseguimos el dichoso turno y tras haber esperado varias decenas de minutos, nos tocó ser atendidos. En la ventanilla nos dijeron que no podían ampliar el límite de los 3000 euros en las transferencias desde cajeros y nos dieron dos opciones:

 

  • Hacer la transferencia desde la propia ventanilla, en cuyo caso pagaríamos una cuantiosa comisión.
  • Instalar una aplicación del banco en el móvil y llevar a cabo la transferencia desde la aplicación.

 

Mi madre cobra la pensión en esa cuenta y todos los pagos los hace desde ahí, por lo que ese cuento de que el BBVA no cobra comisiones en ese supuesto es MENTIRA. Me quejé, lógicamente, por eso y expuse que el móvil de mí madre no tiene acceso a internet ni ella sabe manejarse. Desde ventanilla respondieron que podía instalarme la aplicación en mí móvil, a lo que alegué que la cuenta era de mí madre, privada, y no mía, y que el móvil era mío.

 

En pocas palabras, abogan por el no respeto a los datos privados…sean o no de una madre, son sus datos privados y los financieros son altamente sensibles.

 

Al estar sometido a tal chantaje, a esa imposición jugando con un dinero que no les pertenece y con el que juegan y sacan provecho, debido la falta de alternativa, me vi forzado a instalar la aplicación. Me tuvo que ayudar un chico joven que me atendía desde la ventanilla y también le costó lo suyo el proceso de instalación; otra muestra más de la tecnología estúpida. En medio del jaleo, crucé unos segundos la vista con otra madre y otro hijo que estaban en la ventanilla contigua. La expresión de sus ojos y aspavientos negativos de cabeza lo decían todo.

 

Finalmente, al cabo de varias decenas de minutos más, conseguí transferir el dinero. Por supuesto, pedí una hoja de reclamaciones. Mientras escribía la queja, había ya otra señora mayor con su hija en la ventanilla de al lado. La hija protestaba porqué estaba exactamente en la misma situación que yo y respondió idénticamente igual “la cuenta es de mí madre y el móvil es mío, yo no tengo por qué mover dinero de mí madre desde mí móvil”.

 

Serían ya sobre las 9 de la mañana y estaba acabando de registrar la queja. La cola comenzaba a crecer de verdad y entró un viejecillo con su bastón y su boina. El humilde señor se encontró frente a frente con el chisme tecnológico de los turnos y, lógicamente, no sabía lidiar con él. Tuvo que pedir ayuda a una persona de la cola, quién se la prestó amablemente.

 

Recuerdo la década anterior cómo si hubieran transcurrido 30 o 40 años. En aquel entonces, la gente podía caminar unos metros desde su casa y entrar en una oficina bancaria. Pedía turno a otras personas y en unos pocos minutos, generalmente, le atendían. Teniendo el sueldo en esa cuenta, hacía transferencias bancarias sin comisiones, sin obstáculos tecnológicos, sin necesidad de acompañamiento.

 

El proceso de involución feudalista en estado de aceleración al que nos están sometiendo mediante herramientas tecnológicas nos lleva al caos, al absurdo. No tienen freno, nunca tienen bastante, quieren más y más.

 

El gobierno obliga a los ciudadanos a tener una cuenta bancaria. Si, obliga. Para cobrar cualquier prestación, tienes que hacerlo en una cuenta. Es tan solo un ejemplo del espíritu colaboracionista de las administraciones públicas con los bancos, que es el mismo que demuestran al no intervenir nunca ante las injusticias de este calibre. Una sociedad que no cuida de sus mayores no se puede llamar civilizada y quién los margina y desprecia, tampoco lo es.

 

Los bancos han impuesto que los hijos, los sobrinos o los nietos tengan que acompañar a sus padres o sus abuelos, o sus tíos, a hacer trámites bancarios. Esto ha venido para quedarse ¡¡No nos cuenten milongas!!

 

Es verdad, con sus maniobras maniqueístas han conseguido que todo ese ruido de fondo, originado por la gente que se queja de los bancos, se apague, de momento. Y si eso fallara, en caso de que la gente la liara, pensarían en otras medidas más drásticas con las que anular al ciudadano pedigüeño.

 

Hablando del tema con un amigo me explicaba que este verano, mientras denunciaba un robo en su vivienda en una oficina de agentes de la autoridad, la radio de la central anunciaba que un señor la estaba liando parda en una oficina bancaria…los dos, riéndonos, comentábamos que, seguramente, los agentes de la autoridad acudirían prestos y veloces a defender al ciudadano.

Estamos llegando a las etapas finales en la evolución del capitalismo. El estadio final es chuparte la sangre sin violencia física, sin recibir ningún beneficio. El rico ha conseguido que tú dinero, de forma obligada, esté en su poder y no te da nada a cambio, sino que te lo quita en forma de comisiones. Si compras cosas que el estado de derecho te fuerza a tener (un ordenador, un móvil, etc.) y cuestan un pastón, tardan poco en funcionar defectuosamente. Muchos servicios privados estás hoy en día obligado a contratarlos si quieres, simplemente, vivir y trabajar, pero la relación entre lo que te soplan y lo que te ofrecen está totalmente desequilibrada. Vas sumando síntomas y la sensación de caos y de ser parasitado es bien patente.

 

Otro amigo me decía ayer que casi que la situación actual requiere que uno de los dos cónyuges no trabaje y se dedique a gestionar todo aquello (servicios de la empresa privada, relación con las administraciones públicas, etc.) que está ocasionando serios problemas a la familia.

 

¡¡Quéjate!!

Quiero acabar el post, aprovechando que todavía tenemos un resquicio de libertad en este sucedáneo de democracia, animándoos a registrar quejas en los bancos siempre que os sintáis ninguneados y despreciados (semana si y semana también).

 

Recordad que el banco os debe facilitar la copia de la reclamación registrada. Dependiendo del tipo de queja, el plazo máximo para responderos variará entre 15, 30 o 60 días hábiles. En caso de recibir una respuesta insatisfactoria del banco, o bien si transcurrido ese tiempo no os han contestado, podréis registrar la queja en el Banco de España. El registro de dicha queja requiere de la presentación de la copia de la primera reclamación que hayáis interpuesto. Cómo referencia, aquí tenéis el enlace del Banco de España donde se concreta la información:

 

https://clientebancario.bde.es/pcb/es/menu-horizontal/podemosayudarte/consultasreclama/comorealizarrecl/

 

Tras la recogida de firmas, irían de perlas medidas más contundentes. Una buena campaña de registro de reclamaciones engrasaría mejor los mecanismos burrocráticos.

 

Y aún quedaría la opción que más les molesta: manifestarse.


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