La culpa de la contaminación de los últimos días es
el polvo del Sáhara.
No son las industrias, no son los coches, ni la
estupidez humana.
Repetid conmigo:
Es el polvo del Sáhara.
¿El polvo del Sáhara? Lo peor.
En TV3 los de la previsión meteorológica han ido narrando
sin parar a lo largo de días y días esto de los niveles altos de contaminación debido
al fastidioso viento del sur que arrastra el polvo del Sáhara. El paisaje
estaba enturbiado, la visibilidad era muy mala y los que tienen problemas
pulmonares u otros relacionados con la contaminación lo han notado a base de
bien. Con las precipitaciones (lluvia y nieve) notamos que el suelo quedaba
manchado de ese polvo.
Ya es mala leche la del polvo del Sáhara venir desde tan
lejos, a 2000 kilómetros de distancia, atravesando el mar y todo, hasta
Catalunya. Pero si siempre ha habido gente en el Sáhara, conviviendo incluso
con las tormentas de arena y manteniéndose saludables.
¿Es tan malo el polvo del Sáhara?
No sé, los saharauis se mueren antes de tiempo…pero ¡Ay no!
que es por la represión de los marroquíes y la connivencia de los países occidentales.
Entonces ¿Por qué es tan malo el polvo del Sáhara?
El polvo del Sáhara no venía solo, se había buscado un
colega, el Cesio 137, un residuo radioactivo. El cesio 137 se origina a través de
una fisión nuclear, básicamente a partir de la explosión de una bomba nuclear o
de la actividad de un reactor en una central nuclear. Los que han confirmado el
hallazgo en esta ocasión han sido los de la Asociación ACRO (Asociación
Francesa por el Control de la Radioactividad en el Oeste) aunque es algo
que diferentes muestreos de diferentes latitudes habían reflejado desde años
atrás.
ACRO relaciona la aparición del Cesio 137 con los ensayos
nucleares que Francia realizó en el desierto argelino durante la década de los
60…otro ejemplo más de la persistencia de las subnormalidades de la especie
inteligente.
Eso sí, nos dicen que no nos preocupemos, son niveles muy
bajos que no nos harán daño, el cuento habitual. Todo es inocuo, siempre, la
creciente incidencia del cáncer y otras enfermedades emergentes es mala suerte.
Mi forma de entender la vida me obliga a encender la alarma
cuando noto que intentan bombardearme repetitivamente con una argumentación y
además veo que son pesados hasta la saciedad no en un canal de televisión sino
en varios a la vez, y en periódicos, radios, etc. Entonces igual que les ocurre
a otros conspiranoicos, se me posa la mosca detrás de la oreja.
En esta ocasión ponen el acento en el cesio 137 apuntando a
la procedencia de unas pruebas nucleares de hace décadas…los autores del desaguisado
o están muertos o les queda poco, y la culpa queda diluida en el tiempo. La
certeza del origen del cesio 137, según la prensa y demás, son las bombas,
nadie flirtea con una sombra de duda al respecto.
El cesio 137 también es un residuo de las centrales nucleares
y lo que pasa o no pasa en el Magreb, en el norte de África, es tan
transparente cómo lo pueda ser el Sáhara después de una tormenta de arena
¿Acaso no existen noticias que ilustran cómo ciertos países envían sus residuos
radioactivos a África? También se sabe que Francia al acabar sus ensayos
nucleares enterró los residuos en lugares secretos en Argelia que no revela ni
tan siquiera al gobierno de este país. De forma que ese nivel de seguridad que
vemos en el conjunto de noticias sobre el origen del cesio 137 que transporta
el polvo del Sáhara…tiene margen para ser una historia incompleta.
Y hay más, mucho más. El cesio 137 no es el único que se
sube al polvo del Sáhara. Cualquiera que use la cabeza para algo más que llevar
gorra es capaz de comprender que hay infinidad de partículas contaminantes con
capacidad de adherirse al polvo, o de ser transportadas simplemente por el
viento. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha estudiado la
composición del polvo desde hace tiempo en las islas canarias donde sufren con gravedad
su impacto ambiental. Según sea el recorrido previo que haya hecho el viento por
los países más cercanos del norte de África (Marruecos, Argelia y Túnez) puede
contener unos u otros contaminantes artificiales (metales pesados, etc.). La
parte escabrosa es que el viento recoge también las partículas de centrales
térmicas que funcionan con carbón o las de las refinerías petroleras…es la
parte que no debe ser mencionada en los espacios periodísticos de mayor impacto
social. Por suerte, todavía es factible encontrar información más profunda en
el periodismo más marginal, y os dejo una noticia:
Verónica Pavés. 4 de marzo de 2021. Lluvias de barro
y calima: no solo polvo, también cesio 137, cromo y níquel. Verde y Azul.
Los que viven en el norte de la península Ibérica reciben
además una colección más completa de contaminantes, puesto que a su paso el
viento sureño cargado del polvo del Sáhara habrá ido transportando lo que haya encontrado
en su camino. No olvidemos las diferentes industrias petroquímicas repartidas
de la punta del sur al norte más el resto.
Menos enredar y más informar.
Se ha
hecho toda la vida
Al margen de la contaminación industrial, existe la
asociada al sector primario y a la de la actividad cotidiana de los ciudadanos.
A eso voy.
¿Cuántas veces habéis escuchado esa solemne frase “Se ha
hecho toda la vida”? Forma parte del costumbrismo de determinados ambientes
y personas con escaso cubicaje. Es un argumento rotundo y universal de apoyo a
la involución.
La afición de quemar la basura, los restos vegetales, los
márgenes arbustivos y arbóreos, los prados y cualquier cosa es algo muy
atávico, conectado a la fascinación que nuestros antepasados prehistóricos
debieron sentir cuando descubrieron que podían crear fuego. Tenemos móviles, el
coche eléctrico, ordenadores, Netflix y tantos y tantos ingenios tecnológicos,
pero cuando observo y escucho a algunos caigo en la cuenta de que la esencia de
la prehistoria nos sale a chorros por los poros.
En Cataluña, la obsesión de prender fuego se manifiesta
todo el año, aunque se radicaliza a lo largo de febrero y marzo, justo antes de
la prohibición general de hacer fuego en terrenos forestales que entra en vigor
en mitad de marzo y acaba en octubre. A los adoradores del fuego les entra el
síncope, la desesperación, les sale espuma por la boca; se acaba el mundo
porqué se acerca la fecha de la prohibición genérica. Entonces, supongo que
presos de una especie de estado de enajenación empiezan a quemar y quemar.
No obstante, en realidad, la Generalitat es sobradamente
generosa concediendo lo que ellos llaman autorizaciones
excepcionales con las que seguir
dando rienda suelta al cambio climático entre el 15 de marzo y octubre.
Recuerdo el año 2014 y 2015 las quemas de márgenes y restos de poda de frutales
en la plana de Lleida a lo largo de la primavera; las autorizaciones eran más
habituales que excepcionales a juzgar por la actividad crematoria, repartida a
lo largo de kilómetros y kilómetros cuadrados de espacios naturales. Prendían
fuego y se iban a otros campos, sin visión directa de las diferentes quemas,
con altas temperaturas y viento. Luego pasa lo que pasa: incendios por lo que
periodistas y administraciones públicas denominan “QUEMAS CONTROLADAS”.
¿Cuántos incendios o conatos al año se producen por
las quemas?
¿Decenas?
¿Centenares?
Hacer fuego, quemar, es otra de las santas e inquebrantables
tradiciones, otro de los santos derechos del ibérico cejijunto. Cuando cojáis
el coche estos días fijaos en el horizonte y divisaréis la infinidad de
columnas de humo. Esta semana por un desplazamiento que tuve que hacer entre el
Vallés y el Berguedà me quedaba atónito. Me pasmaban especialmente las enormes
y anchas columnas de humo entre el Bages y Berga. Y desde hace semanas veo cómo
arden prados y zonas arbustivas hasta llegar a pie de carretera y las
proximidades de las construcciones humanas. Los lugareños le prenden fuego y se
piran. Extraña costumbre…
Todos sabemos además que muchos hortelanos y demás
entienden que una vez iniciada la hoguera con los restos vegetales hay que
animarla echando cualquier despojo al que se le pueda echar mano: muebles
tratados con derivados del petróleo, plásticos, un colchón con derivados del
petróleo, y otros carcinógenos cómo los envases de biocidas, etc. Los que
viváis en zonas urbanas y periurbanas con multitud de esos huertos improvisados
de vallado esperpéntico a base de materiales diversos (somieres, puertas de
madera, mallas de plástico, etc.) sabéis bien de lo que hablo.
¿No hay alternativas? Pues sí, los restos vegetales se
pueden triturar y utilizarlos en jardinería, o bien hacerlos servir cómo
compost. De hecho, si los restos vegetales son herbáceos existe lo que se llama
el abono verde, existe una solución que tradicionalmente
se ha aplicado de forma regular: mezclarlos con la tierra. En efecto, así se
enriquece la tierra y no se putea la atmósfera.
La Generalitat de Catalunya y otras administraciones
públicas hablan de sostenibilidad, de revertir el cambio climático y luego dan
rienda suelta a las actitudes suicidas tan estúpidamente enraizadas en una
parte de la ciudadanía que, además, proporcionalmente es una minoría del total
de la sociedad. Esa actitud hipócrita de los dirigentes políticos representa una
condena hacía nuestra salud y el medio ambiente, una falta de respeto a los
ciudadanos que ya hoy en día lo tienen crudo por sus problemas de salud
relacionados directamente con la contaminación atmosférica. Quizá tengamos fuentes
de emisión de contaminantes que hoy por hoy no se puedan erradicar, no podemos
evitar el polvo del Sáhara…
En cambio, si es factible reducir altos niveles de
contaminación generados desde la inconsciencia colectiva, desde la estupidez
gratuita de una parte de los ciudadanos premiada por políticos torpes y
encariñados con una tendencia homicida que no beneficia a nadie, ni a ellos
mismos.
¿Por qué no cambian su cerebro de una vez?
¿Son extraterrestres infiltrados cuya misión es acelerar el
fin de la especie humana en la Tierra?
Iker Jiménez tendría tema para muchos programas.
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