domingo, 4 de abril de 2021

Adiós a Josep Ribas Falomir

 


Por Francesc Xavier “Xesco” Macià

El día 12 de marzo de 2021 las aves del Vallès se quedaron huérfanas. Falleció Josep Ribas Falomir, por COVID.

 

No era futbolista, torero, o cantante de Operación Triunfo, ni ningún subproducto con el que entretener a las masas. Era ornitólogo honrado de los que gastan las botas en el campo, lejos de los ambientes almidonados del esnobismo, a leguas de los despachos y los salones.

 

Consagró su vida a la corología de las aves de la comarca del Vallès Oriental y Occidental, cubriendo también una porción del Maresme y de Osona. La corología busca conocer la distribución de las especies y el por qué de la distribución.

 

Comenzó su labor cuando apenas se conocía nada en su zona de estudio y no existían medios, picó piedra casi desde cero. Abrió el camino buscando respuestas, estudiando las poblaciones de aves, las abundancias y sus cambios, y nos regaló su saber. Su existencia transcurría censando aves. Una hora antes de que amaneciese empezaba el censo de nocturnas y después seguía con el censo de aves diurnas que duraba alrededor de unas 5 horas más. Por la tarde digitalizaba los datos. Tal disciplina férrea marcó su día a día a lo largo de décadas, centrado en una misma zona de estudio enorme muestreada en detalle, minuciosamente, una auténtica rara avis entre los ornitólogos.

 

El conocimiento que obtuvo sobre las abundancias de todas las especies presentes estaba grabado en su cerebro de tal forma que podía darte cifras de cualesquiera de los cuadrados UTM de 1 x 1 km en los que había dividido su ámbito de estudio. Alcanzó la sabiduría.

 

Su primer libro (Els Ocells del Vallès Oriental) lo publicó el año 2000. Los cuatro locos que mirábamos aves en aquellos entonces en su zona de estudio lo convertimos en una obra básica de consulta. Ante cualquier duda, cualquier inquietud, acudíamos a su libro y absorbíamos lo que él había plasmado. Hoy en día, sigo haciendo lo mismo y es, con diferencia, el libro más gastado de mí biblioteca. Es de esos libros entrañables que se nota están hechos con amor. Sus textos son sencillos, concisos, precisos, con rigor y un léxico a su vez que ralla lo poético, introduciendo palabras innovadoras en una obra sobre aves. Un equilibrio y un estilo que en un libro de ornitología que versa sobre la distribución, la abundancia y la evolución de las poblaciones aves era y es extraño de ver en el siglo XXI.

 

Sin Josep nos quedaremos sin conocer a fondo que tal le ha ido a esta o a la otra especie en el Vallés durante los próximos años, un agujero inquietante del conocimiento que nos recordará que una sola persona es capaz de marcar la diferencia. Este sería el sentido frío de la pérdida en el mundo ornitológico.

 

En el plano personal, a los que lo conocimos, nos queda acostumbrarnos a no poder disponer de su conversación, las largas charlas que giraban entorno a anécdotas, experiencias, observaciones, conocimientos y curiosidades sobre estos seres alados y nuestras correrías de chalados por el campo. Compartir la alegría de una nueva observación de un reproductor escaso o raro en la comarca, o la frustración, tristeza e impotencia por un nuevo atentado contra la naturaleza, son cosas que no se pueden hacer con cualquiera ¿Quién nos iba a comprender en profundidad más que él?

 

Personalmente, significó mucho en la última década. La gran mayoría de ornitólogos y naturalistas catalanes me habían girado la espalda, coincidiendo con mí etapa más intensa de activismo por la conservación de la naturaleza vallesana. La falsa moral de siempre; te expones en público, pones la cara por algo colectivo y te encuentras con el premio del ostracismo más completo. Fue entonces cuando él más me apoyó y creyó en mí. En el 2019-2020, cuando enfermé gravemente, estuvo ahí. Vino a verme y continuó el contacto conmigo. Me sobran dedos de una mano para contar los naturalistas u ornitólogos que hicieron eso. Su calidad humana sobresalía.

 

Estos últimos días recordaba cómo lo conocí; fue cuando estaba preparando su primer libro. Cómo hizo con otros naturalistas y ornitólogos, pidió datos de interés con los que poder complementar su vasta información. La vida es extraña; nuestra última conversación se produjo a raíz de su próximo libro sobre el Vallés en el que estaba trabajando. Me pidió colaboración, igual que a tantas otras personas. Desgraciadamente, este último capítulo de la historia se ha quedado incompleto. No podremos ver nunca más un libro verdaderamente suyo.

 

En un momento tan tierno, lamentablemente, suceden comportamientos fuera de lugar que forman parte ya de la normalidad en nuestra sociedad alienada. Esta vez se me giró el estómago, no lo esperaba. La actitud de sacar partido, autopromocionarse en el escenario mediático aprovechando cualquier oportunidad es grotescamente vomitiva. Pero incluso, en los peores momentos, la miseria de estar en el escaparate en el momento más inadecuado, el afán de protagonismo inmediato, en definitiva, la esencia del fastfood llevada a cualquier expresión y circunstancia de la vida, borran por completo el sentido de la decencia, el pudor y la sensibilidad. Unos cuantos conocemos a quién va dirigida mí crítica y otros lo acabarán descifrando a poco que piensen. Es de imaginar que esta crítica las generaciones más jóvenes no alcancen tal vez a comprenderla porqué tienen otra escala de valores, la de los hechos consumados y el plantar primero la bandera al precio que sea.

 

Desde el principio, Josep Ribas enriqueció sus publicaciones con la aportación complementaria de multitud de colaboradores, una generosidad y humildad que es la base de la ciencia bien hecha porqué lo que en realidad debe mover a una persona de ciencia es conocer. Quizá la noche y los focos confundan a unos pocos que no conciben la vida así.

 

¿Quién sabe si se podrán trabajar los datos inéditos de Josep en el futuro? A pesar de ello, sin el profundo conocimiento sobre el terreno de Josep, sin experiencia suficiente en la aplicación de su particular metodología, la interpretación estará cercana a la imprecisión y el error. Sería el peor legado a su memoria. De cualquier modo, se fue demasiado pronto, es una gran lástima que nos dejara tan temprano. Es lo que debiera importar ahora y nada más.

 

Otra espina punzante, la estocada final en una pérdida, es no poderse despedir. Es de los aspectos más malditos del COVID y descubres la dimensión de ello cuando una persona especial en tú vida desaparece, de repente. Sin embargo, el consuelo que nos abraza al recordar a Josep Ribas es saber que fue de esas pocas personas con la suerte de ejercer su tan sentida vocación a diario, alimentarse de la observación de aves durante casi toda su vida. Su vida estuvo repleta de intensidad y emociones, la de los colores de las plumas, los cantos y los paisajes de la geografía que tanto amó.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.