domingo, 5 de septiembre de 2021

La Lista Roja (Equipo de Investigación)

 

En nuestra sociedad se empeñan en hacernos ver la virtud de la cantidad y la calidad, el sabor sabrosón, ese es ignorado. La foto es de un pepino procedente de agricultura orgánica (ecológico) y fue tomada con una regla de comparativa por aquello de despejar las dudas de los seguidores de la filosofía del caballo grande, ande o no ande. Tal y cómo se aprecia, se trata de un señor pepino que supera los 20 cm y además es muy jugoso.

 

Este año el programa Equipo de Investigación de La Sexta emitió un capítulo dedicado a los plaguicidas y tocó de refilón la Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Titularon el capítulo “La Lista Roja” y está disponible dentro de la temporada 12, en la web:

 

https://www.atresplayer.com/lasexta/programas/equipo-de-investigacion/

 

El universo de los plaguicidas daría contenidos con los que llenar varías temporadas. La Lista Roja lo abordó por encima, dando una idea general, y en un afán de profundizar en la problemática focalizó la atención en un par de productos que fueron prohibidos recientemente: Clorpirifos y Clorprofam.

 

El clorpirifos

El programa entrevistó a Esther Domínguez, ingeniera agrónoma del departamento técnico de la Asociación de Plátano de Canarias (ASPROCAN). Esther explicaba que el clorpirifos lo prohibió el Ministerio porqué podía ser un peligro para los trabajadores que usaban el producto. Esto no es del todo es cierto. El clorpirifos lo prohibió la UE porqué el peligro potencial abarca a toda la población, incluidos los consumidores.

 

Entre las diferentes evidencias científicas publicadas, destaca que el clorpirifos está relacionado con efectos genotóxicos y neurológicos durante el desarrollo de los menores. Otro de los descubrimientos importantes es que Cocca et al. (2015) concluyeron (cito textualmente):

 

que podía comportarse cómo un disruptor hormonal modulando la acción de los estrógenos y alterando la estructura normal del tejido mamario” y ser un factor de riesgo para el cáncer de mama, manifestando un efecto en este sentido a dosis encontradas en el medio.

 

Es decir, era y es un peligro a dosis de esas que la evaluación toxicológica de las administraciones públicas consideró en su tiempo cómo seguras y bajas cuando legalizaron el producto.

 

En resumen, el Ministerio se vio obligado a obedecer lo que la UE había dictaminado (igual que el resto de los países miembros) en base a las evidencias científicas publicadas. Esta es la realidad precisa.

 

Continua La Lista Roja con una entrevista al gerente de ASPROCAN, Sergio Cáceres. El gerente habla de la importación de plátanos procedentes de fuera de la UE, plátanos que han sido tratados con el clorpirifos ya que la prohibición no afecta a países no pertenecientes a la UE. Es este un aspecto vital y sumamente interesante que muestra la estupidez injusta de las normativas de la Unión Europea. En la lista de prioridades de la UE la salud y el medio ambiente van por detrás del miedo a fastidiar los intereses comerciales de terceros ligados a la importación (intermediarios, etc.). Esta política es nociva en varios sentidos:

 

  • Se sigue poniendo en riesgo la salud de los ciudadanos europeos.
  • Se sigue promoviendo la contaminación del planeta con sustancias no seguras.

 

Extrapolando, sabemos que la legislación europea prohíbe el asesinato ¿Concebís que el asesinato se permita en territorio europeo a una persona procedente de un país extracomunitario?

 

Cómo el plátano de países de Sudamérica tratado con clorpirifos es bastante más barato que el de Canarias, se potencia que el ciudadano compre ese plátano y no el de aquí. El desenlace es que quién fabrica clorpirifos se vea beneficiado indirectamente. Por mí parte, voy a seguir comprando plátano de Canarias, cómo ejercicio de responsabilidad ambiental, pero los que actuemos así seremos unos pocos.

 

El Clorprofam

El clorprofam es un herbicida, usado también con el fin de evitar la germinación en la patata recolectada.

 

La Lista Roja cede buena parte del programa a considerar los agravios que la prohibición del clorprofam ocasiona a los productores de patata gallegos y el sector industrial gallego que las procesa. Los productores agroganaderos son uno de los colectivos mejor tratados desde los medios periodísticos; cuentan con una atención destacada en espacios informativos y documentales. Personalmente, encuentro pertinente escuchar y dar voz a cualquier sector molesto o perjudicado por un acto o decisión administrativa, cosa que no se practica con todos ¿Existen el resto de los autónomos y pequeñas empresas?

 

Sea cómo sea, a mí me interesa escuchar las quejas de un agricultor afectado por un cambio normativo si estas se circunscriben a su pérdida y los problemas que le va a ocasionar. Pero es estridente que a un representante de un lobby se le deje hablar sobre aspectos técnicos que no conoce en absoluto y se salga de madre comparando un plaguicida tóxico prohibido con la cafeína, o el beicon. Semejante barbaridad, señores periodistas, se puede editar y recortar.

 

Además, entiendo que cualquier representante de un lobby tendría que ser responsable con sus palabras en los medios periodísticos puesto que el ciudadano, su cliente potencial, puede cabrearse y evitar su producto en el futuro. En lo relativo a la responsabilidad, adicionalmente, poniéndome en la piel de un agricultor, yo estaría muy preocupado y enfadado por el hecho de que me hubieran vendido a lo largo de años y paños un producto gravemente perjudicial para la salud de todos (incluyendo a los de mí familia). A mí me costaría dormir sabiendo esto; sentiría rabia, impotencia y culpabilidad.

 

Por añadidura, cabe resaltar que las administraciones públicas destinan un esfuerzo importante en subvenciones al sector agrario. Se estima que la Unión Europea dedicará un 40% de su presupuesto en el período 2021-2027 al sector agrario. Y un sector subvencionado está en deuda con la sociedad. A veces me da la sensación de que nos hacen un favor produciendo alimentos y bien que los pagamos, por vía directa al comprarlos y con las subvenciones por vía indirecta.

 

El problema de base, lo que acaba esclavizando al agricultor convencional es el intermediario y los costes de producción (entre ellos los plaguicidas y fertilizantes sintéticos, etc.) ¿Quién no lo sabe a estas alturas? Parte de la solución es no depender del intermediario: vender directamente al cliente, elaborar productos procesados a partir de lo que uno produce, etc. La otra opción es evitar la dependencia radical de las corporaciones petroquímicas.

 

Los pesticidas convencionales son necesarios

Sin duda, lo que me dejó un mal sabor de boca de La Lista Roja son dos mitos que se van repitiendo a lo largo del programa en boca de diferentes personas entrevistadas:

 

  • No se puede prescindir de los pesticidas convencionales.
  • Haciendo agricultura ecológica se produce menos y no se puede alimentar a toda la población.


Debieran haber entrevistado a un productor de agricultura ecológica y entonces hubiéramos tenido una visión menos sesgada de la realidad. Este productor habría dejado bien claro que es viable alimentar a toda la población con hortalizas, verduras, frutas y cereales cultivados con las técnicas de la producción ecológica.

 

El consumo y la producción de los alimentos ecológicos está en auge y los agricultores que se dedican a él, ídem. Es más, existen agricultores que llevan años consolidados en la producción ecológica. Por algo será por lo que no han cambiado a la gestión convencional ¡Les va mejor! Vieron que no les convenía poner su negocio en manos de las agroquímicas convencionales.

 

En el papel de cliente compro patatas ecológicas a los agricultores de mí pueblo que anualmente producen toneladas, y garbanzos y manzanas…sus cultivos están lozanos y el sabor es otro mundo. Ni que decir tiene que el productor ecológico tiene que estar encima de sus cultivos día tras día, cómo se hacía antiguamente. Es un tipo de agricultura que requiere pasión y entrega.

 

Al comparar un campo de cereal convencional en Catalunya con uno de agricultura ecológica, con frecuencia el ecológico está exuberante y produce más. Esto ha sido así durante la última década porqué las variedades utilizadas en cultivo ecológico son las tradicionales de crecimiento lento, variedades adaptadas al clima seco del lugar. La variedad de crecimiento lento con poca lluvia repartida en muchos meses tiene suficiente para producir una buena cosecha. En cambio, las variedades de agricultura intensiva utilizadas convencionalmente tienen un ciclo de crecimiento muy rápido y cuando la lluvia escasea en los pocos meses esenciales de su ciclo vital, el resultado final es la ruina (tallos de un palmo, con espigas raquíticas). Esto se puede apreciar en campos cerealísticos de las planicies de Lleida o de las comarcas cercanas a Barcelona. La dinámica de sequía no va a variar demasiado, así que más vale que el agricultor vaya adaptándose a la realidad; nos conviene a todos.

 

También, un agricultor ecológico en el programa La Lista Roja habría hablado del sabor y las cualidades nutricionales de las variedades tradicionales empleadas en este tipo de gestión agraria. Desgraciadamente, La Lista Roja se limitó a entrevistar a una frutera que dio unas impresiones subjetivamente negativas de la fruta ecológica y ahí acabó todo.

 

Tal vez, la guinda definitiva sería haber listado una serie de plaguicidas comunes en la agricultura convencional y los efectos nocivos descritos en la salud humana y el medio ambiente. No hay argumento con mayor peso que ese.

 

La gestión agraria ecológica

Abunda el desconocimiento en cuanto a lo que conlleva la agricultura ecológica. Para empezar, cabe resaltar que un agricultor convencional que decida pasarse a producción ecológica estará sometido a un período de seis años de reconversión, durante los cuales no podrá utilizar productos convencionales (fertilizantes o plaguicidas artificiales drásticos) en sus tierras. Tampoco podrá vender durante esos seis años sus productos con el sello de producción ecológica y, por lo tanto, con un precio más alto.

 

No obstante, la administración pública permite utilizar una lista de fertilizantes y plaguicidas orgánicos. La lucha contra las plagas en un campo de producción ecológica se libra con plaguicidas orgánicos basados en microbios, bacterias, hongos, con invertebrados que atacan a la plaga e incluye fungicidas suaves cómo el sulfato de cobre. Las técnicas sostenibles de la agricultura ecológica en el control de plagas también abarcan los métodos mecánicos y otros de gestión del terreno (creación de márgenes florales, asociación y rotación de cultivos, no masificar un mismo cultivo, etc.). Por encima de todo, se requiere un alto grado de conocimiento del cultivo, la climatología, el terreno, etc. Pero no se permiten sustancias químicas artificiales con un potencial tóxico elevado y una acción poco selectiva sobre el medio (derivados del petróleo, productos basados en el cloro, etc.).  

 

Un agricultor convencional que pretenda cambiar a ecológico se verá sometido a controles de sus tierras, análisis, que practicará la administración pública a lo largo de seis años y que él deberá sufragar económicamente. Es toda una inversión no exenta de riesgo. La administración pública verifica así que el agricultor no emplee productos prohibidos en la agricultura ecológica. Al cabo de seis años, si todo está correcto, la administración pública certificará que los productos son ecológicos y el agricultor los podrá vender con el sello de agricultura ecológica.

 

¿Y qué pasa después? Pues que la administración pública seguirá presentándose a lo largo de los años con el objeto de realizar los análisis de verificación. En el momento en que la administración pública encuentre alguna irregularidad, retirará la certificación de producto ecológico.

 

Estos detalles fundamentalmente esenciales sobre la agricultura ecológica son prácticamente inéditos en televisión, con lo que una fracción importantísima de los consumidores no va a apostar por un producto ecológico del cual no sabe nada más que su precio es más alto. Semanas atrás incidía en la importancia del consumidor en cuanto a promover cambios saludables en la fabricación de productos de higiene, cosmética y limpieza del hogar. En lo referente a la comida es lo mismo.

 

La mayoría de la población, por limitaciones culturales, entre otros motivos, no dispone de la información deseable con la que elegir libremente y de forma bien documentada en cuanto a cualquier producto. Si bien, en lo relativo a la comida, una minoría de personas intuye o sabe que elegir un producto ecológico será seguro para nuestra salud y el medio ambiente que uno convencional. No obstante, sin la masa no es posible el cambio y la seducción requiere de un mínimo de información.

 

Por otro lado, a cuanto mayor consumo exista, más barato se va a volver el producto ecológico. Parte de la culpa del agravio comparativo entre el precio de un producto de agricultura intensiva y uno de agricultura ecológica es el político que decide destinar un pastizal enormemente mayor a ayudar a la agricultura más nociva con nuestra salud y la del planeta. O ¿No es cierto que la mayoría de las subvenciones agrarias se destinan al sector de la agricultura convencional?

 

¿Y quién es el destinatario final de ese pastizal? El que produce los plaguicidas y fertilizantes químicos de la agricultura convencional, las semillas que soportan esos productos, etc.: La industria petroquímica.

 

La Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas

La Lista Roja aborda el lobby de la industria química, sin timidez. Es el lobby con mayor peso en el parlamento europeo. Mueve decenas de millones de euros al año con el objeto de promocionar e imponer sus productos, de todas las formas posibles. Entre otras tácticas, se influye en la decisión del político, hablando muy diplomáticamente ¿A que me entendéis?

 

El programa entrevista a Carlos Palomar, el director general de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA). El nombre de la entidad evoca un idealismo altruista y me despistó un segundo. En cambio, el fin verdadero de la entidad es representar los intereses del lobby de los plaguicidas de la agricultura convencional. Carlos Palomar dice, sin rubor, en lo referente a los plaguicidas y AEPLA:

 

“Se pagan estudios para tratar de demostrar la seguridad”

 

Es la síntesis de lo que nunca debe ser el espíritu científico. La ciencia busca conocer la realidad de forma imparcial. Cuando una fuente de financiación de la investigación apuesta de forma sesgada en un sentido ya estamos errando, y existiendo una intencionalidad picaresca detrás, prostituimos la ciencia.

 

En cuanto a la salud humana, lo correcto sería financiar estudios que planteen la siguiente pregunta:

 

¿Este producto químico es, o no, nocivo?


La pregunta desembocaría en muchas otras ¿Es o no disruptor hormonal? ¿Es o no carcinógeno? Etc.

 

A partir de la pregunta se plantea el método del estudio, se obtienen la muestra y los resultados, se analizan y eso nos acercará a la respuesta final: es o no nocivo. Cuando la finalidad científica es la intención de demostrar un resultado concreto, se comete uno de los más nefastos errores y, por extensión, se crea un ambiente social (del gremio científico y de la población) de poca credibilidad, fiabilidad y confianza entorno a los resultados y conclusiones. Se acaba dañando la imagen misma de la ciencia.

 

Cuando le preguntan a Carlos Palomar sobre si en caso de sospecha de que un producto sea cancerígeno se debería sacar al mercado, su respuesta es “La sospecha nunca nos debe gobernar”.

 

Respecto a esa respuesta, diría: me extraña que siendo tú araña te caigas de la pared. Él bien debe conocer que el Principio de Precaución está incorporado a la normativa europea.

 

Tal molesto principio jurídico permite reaccionar rápidamente ante un posible peligro para la salud humana, animal o vegetal, o para el medio ambiente, aun no habiendo suficientes datos científicos que permitan una determinación completa del riesgo.

 

En definitiva, la sospecha es aceptada en términos jurídicos con objeto de legislar, gobernar, etc., en materia de medio ambiente y salud.…malo es que cueste aplicarlo a las arañas.

 

Juana Muñoz, enferma de SQM por un antigerminante de unas patatas

No sería justo por mí parte olvidarme de felicitar a La Lista Roja por el trato periodístico de la SQM y fue un acierto osado que quedara relacionada con los plaguicidas. Aplaudo que el programa se atreviera a tocar tantos aspectos peliagudos y, en global, fueron valientes; me gustó.

 

La Lista Roja entrevistó a una enferma de SQM, Juana Muñoz, auténtica veterana de esta patología. La entrevista la podéis ver íntegra mediante el siguiente enlace:

 

https://www.lasexta.com/programas/equipo-investigacion/noticias/duro-testimonio-mujer-que-lleva-30-anos-encerrada-reaccion-pesticida-puedo-levantarme-cama-dolor_20210430608c7cf0a58b3f0001d132e3.html

 

A Juana tardaron 19 años en diagnosticarla. La incapacidad y negligencia premeditadas en el retraso o negación del diagnóstico de la SQM es un tópico común todavía en nuestros días en España (Catalunya también).

 

El origen de la SQM de Juana fue una reacción anafiláctica en toda regla, justo después de la exposición a un antigerminante de las patatas (cómo el clorprofarm). Recordad que la similitud entre los síntomas de una anafilaxia/reacción anafilactoide y los de una SQM fue abordada en los posts de abril-mayo de 2021:

 

La SQM en TV3

https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/04/la-sqm-en-tv3.html

 

La SQM en TV3 (II)

https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/05/la-sqm-en-tv3-ii.html

 

La SQM en TV3 (III)

https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/05/la-sqm-en-tv3-iii.html

 

La SQM en TV3 (IV)

https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/05/la-sqm-en-tv3-iv.html

 

Volviendo a La Lista Roja, por fin, en un programa ofrecen una cifra de prevalencia más acorde con la realidad: un 4% de la población. Según la cifra, en España hablamos entonces de 1.895.769 millones de enfermos de SQM. Es momento de señalar que existen 4 grados de gravedad de la SQM. Los enfermos de grados 1 y 2 no suelen ser diagnosticados, pasan desapercibidos a ojos de la medicina. A sus picores de piel insufribles e inexplicables después de la ducha, la piscina o la playa, o en momentos álgidos de contaminación, o con determinados tejidos o productos, les ponen la etiqueta de piel atópica. Sufren durante años este y otros síntomas hasta que llegan a un estado de gravedad que les impide realizar casi cualquier actividad normal.

 

Ahora, creo obligatorio entrar en la comparación entre la prevalencia ofrecida por La Lista Roja de La Sexta (una cadena privada) y la ridículamente baja aparecida en TV3 (0,02%-0,04%), una cadena pública:

 

La SQM en TV3

https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/04/la-sqm-en-tv3.html

 

Esta semana, solamente hablando con unas pocas personas no relacionadas con la medicina, me he enterado de tres casos más diagnosticados de SQM en Catalunya, una de ellas otra enfermera más, y todos de gravedad. Entonces, te planteas ¿De verdad nos tenemos que creer que la cifra de prevalencia utilizada desde la administración pública catalana se basa realmente en los casos diagnosticados oficialmente?

 

Respecto la enfermera. Evidentemente, las enfermeras trabajan constantemente en contacto con productos tóxicos con los que esterilizan y limpian utensilios y lugares. Su exposición laboral es conocida, y son uno de los colectivos en los que la SQM golpea, hecho consabido. Sin embargo, los doctores y los médicos, puesto que no sufren esa exposición continua, es más raro que desarrollen la enfermedad. En tamaña tesitura, aquella frase histórica de “Ahí me las den todas” cobra viveza y realidad cuando lo común son las actitudes de pésimo y negligente desarrollo de la medicina, vastos campos abonados por el abandono y el desprecio hacía el enfermo.

 

Responsabilidad penal

Nos iría fenomenal con una responsabilidad corporativa obligatoria para las empresas químicas y una repercusión penal (los responsables al trullo). No me viene a la cabeza ninguna demanda colectiva en España que haya puesto contra las cuerdas a las industrias petroquímicas y menos aún que alguna fuera derrotada en los tribunales.

 

Desgraciadamente, por nuestras latitudes tampoco hay cultura de demandas colectivas. Sobre cómo se comportan los tribunales cuando un ciudadano ambientalmente perjudicado demanda a una empresa, un día u otro, hablaremos…mala política que el pez chico se crezca.

 

Puestos a soñar, un ejercicio fantástico es imaginar el enorme horizonte que se abriría en el caso de que la Organización Mundial de la Salud y la comunidad científica internacional aceptara oficialmente de una vez que la SQM es una enfermedad de origen físico, causada por los productos químicos artificiales y cuya sintomatología es agravada por ellos.

 

Entonces en el sueño surgiría un horizonte legal que cobijaría al enfermo de SQM y le daría amparo para demandar a una administración pública cómo la sanidad pública por discriminación (incluyendo a sus doctores), por no adaptar a sus profesionales y sus dependencias para su atención sanitaria, y por ocasionarles un daño en su salud.

 

Esto mismo sería aplicable a cualquier administración pública. Hasta se podrían demandar a las empresas que imponen sus fragancias en los espacios públicos al vender sus productos tóxicos de forma generalizada e impedir a los enfermos de SQM la libertad de movimientos y otros derechos esenciales. También la caja de Pandora quedaría abierta en lo relativo a denunciar a las empresas por contaminar la atmósfera, y ahí cabrían las automovilísticas y cualquier otra.

 

Se escapa a mí comprensión el por qué el miedo de los poderosos logra que la administración pública desprecie, maltrate y torture a las enfermas de SQM. Al fin y al cabo, todos sabemos que aquí siempre ganan los malos. Más nos vale procurar no abandonarnos a los sueños y tener los pies bien afianzados en el suelo. Aquí no existen ni los abogados que tengan narices de plantar una demanda colectiva respecto al maltrato sistemático a las enfermas de SQM por parte de la administración pública. No llegamos ni a un intento de esto que es tan obvio y necesario.

 

El lema de Carlos Palomar La sospecha nunca nos debe gobernar, solemne. Lástima que chirríe en unos países gobernados por ¡¡CULPABLES!!

 

Pero adonde iremos a parar con tanto sospechar…con lo fácil que es dejarlo todo en sus manos.

 

Bibliografía

Cocca, Claudia & Ventura, Clara & Núñez, Mariel & Randi, Andrea & Venturino, Andrés. (2015). El organofosforado clorpirifos como disruptor estrogénico y factor de riesgo para el cáncer de mama. Acta toxicol. Argent., 23 (3).


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