martes, 9 de julio de 2019

Los Pirineos

Junio y julio son meses idóneos para visitar los Pirineos, la abundancia de flores y de mariposas nos alegraran cualquier caminata....he dicho caminata, porqué a los que van corriendo con el cabestro puesto, esto les va a dar igual. A la vez, esto de huir del calor insoportable de las tierras bajas y visitar una zona saludable donde se está fresco a la sombra, no tiene precio.

Pero ¡Como han cambiado los Pirineos!
O mejor dicho, la gente que los frecuenta.

Décadas atrás ya existían lugares donde te encontrabas con bastante gente, educada. Lo habitual cuando se llevaba a cabo una ascensión cercana a los 3000 metros era la buena educación, saludar. Entonces los que bajaban por el sendero cedían el paso a las personas que ascendían; compañerismo, cortesía. Lo normal incluso era entablar conversación con personas que como tú disfrutaban de la montaña, de lo sencillo.

Hace unas semanas ascendí al Pic del Canigó, desde el refugio de Cortalets. Sabía lo que me esperaba, iba a haber bastante gente seguro. Aún así, es un pico al cúal no había subido nunca, fácil, y tenía ganas. Subiendo ya me encontré con los runners, preocupados en bajar rápido, cuanto más mejor. Y claro, los que subíamos, pobres mortales caminadores, eramos obstáculos. Así que eso de observar el paisaje mientras asciendes, empaparte de sosiego, pues quedaba enturbiado por la obligada vigilancia para detectar a tiempo esos esperpentos de colores con bastones que bajaban a toda máquina por ese sendero donde solamente cabe una persona y que, si o si, debía ser compartido...o mejor dicho, había que dejarles paso. Hemos llegado a este punto, parece que las personas de hoy han perdido la facultad para saber compartir los espacios públicos con los demás, la cortesía, la cordialidad. Quizá ya es hora de comprarse un traje con pinchos.

Vista del Canigó desde Les Estanyols, un lago muy cercano al refugio de Les Cortalets.

Una vez en el pic del Canigó, la gente que me encontré bien, eran normales, saludaban, estaban abiertos a la charla y habían subido como tantos otros para buscar esa calma que te da divisar grandes porciones de un paisaje espléndido, sentirte minúsculo y esa pequeña satisfacción ególatra de disfrutar sabiendo que lo has conseguido, has llegado arriba. Todo allí arriba estaba bien, sino fuera por la cantidad de papelitos, de plastiquitos, que podías observar desparramados por el suelo. Es lo que pasa, la frecuentación masiva y la poca sensibilidad tienen como resultado esto. Quizás para corregirlo los políticos pongan barrenderos también allí arriba, con sus sopladoras y sus artilugios con pinzas para la recogida de pequeñas inmundicias. Lo que sea para evitar dejar de promover la masificación (el turismo da empleo y es una fuente de riqueza...eso dicen). A los gestores eso de poner en marcha los mecanismos y medios necesarios para sensibilizar a los visitantes no les cabe dentro de sus cabezas.

Vista de la parte de los Pirineos que queda al occidente del Canigó.

Y bueno, este fin de semana, domingueando, llegué al Parque Natural de les Capçaleres del Ter i del Freser. Esta vez no busqué la emoción de subir a un pico, solamente una caminata normal para contemplar las flores, las mariposas, las aves y los mamíferos.

Las intrépidas migradoras de los cardos (Cynthia cardui) estaban por allí, las últimas semanas me las encuentro en cualquier lugar; sea litoral, sea la Depresión Prelitoral, la Serralada Prelitoral, o la Serralada Litoral. Los márgenes floridos de los caminos estaban llenos de mariposas de otras especies, y entre ellas, en algún rincón más rocoso, el vuelo majestuoso de las mariposas Apolo (Parnassius Apollo).

Para mí, una de las mariposas más bellas de los Pirineos, la Apolo.

La Gitana o Zigena de 5 puntos (Zygaenas trifoli) era otra de las mariposas comunes. Esos colores llamativos avisan de su contenido en cianuro, un aviso para las aves glotonas.

Una de los mejores estímulos de la caminata fue contemplar las espectaculares orquídeas moteadas de los pantanos (Orchis maculata). Solamente en un rincón ya había cerca de 100 pies y sus flores estaban espléndidas.

Una de las orquídeas moteadas de los pantanos

¿Y que sería un día sin bárbaros en Catalunya? una auténtica anomalía. Tenían que hacer aparición, esta vez en forma de 4 buggies levantando polvareda a toda mecha en la pista que lleva de Pardines a Tregurá, en el sector que discurre por el llamado Bosc de Pardines, en el límite del parque. Superaban con creces la velocidad permitida, aunque ya estamos habituados a que los vehículos motorizados campen a su puta bola por los espacios naturales catalanes, esté o no permitida su circulación, y sin tener en cuenta a otros visitantes. Gracias al cambio de normativa que llevaron a cabo los patriotas de la Generalitat casi nada más entrar en el poder a principios de la década, los últimos años también pueden circular por cualquier sendero o trialera, a no ser que se prohíba explícitamente, cosa que no acostumbra a pasar. De todas formas, si se prohíbe ¿quién lo va a sancionar?

Y de eso se trata ¿no?
El problema del campo son los que caminan, debe tratarse de alguna estrategia por el bien de la patria, para que se queden en casa y no molesten. 
El progreso es el progreso.