Vivir en paisajes cómo este es demasiado tentador.
Los jóvenes
se van a la ciudad, la gente mayor muere, los pueblos se vacían y es el fin de
todo. Han llenado
programas informativos sobre la temática, mostrándonos casos de personas de
ciudad que se mudan a pedanías y pequeños pueblos perdidos, cómo si con esas cuatro
excepciones el problema estuviera solucionado.
Es cierto que,
con la pandemia, experimentamos un pequeño boom de gente que cambió de
residencia, pero no fue más que una gota en el océano y muchos recogieron cable
una vez se superó aquel período en el que vivir en sociedad llegó a ser
sumamente peligroso, y mucho más molesto de lo normal.
Las razones del
por qué el entorno rural se vacía son diversas. Vivir en un pueblo suena a
bucólico y conlleva pros incuestionables: tranquilidad, salud ambiental, armonía
en el entorno y belleza natural, libertad, silencio, etc. Sin embargo, los
inconvenientes con frecuencia impiden que sea viable habitar determinados ambientes
rurales.
Los inconvenientes
Por supuesto, cabe
tener claro que no dispondremos de cualquier producto a la vuelta de la esquina.
Así, con frecuencia, comprar una bombilla o acudir a una farmacia significará
hacer 40 minutos de coche por una carretera de montaña. Es un inconveniente de
importancia secundaria al tener en cuenta el global de cosas positivas. Evidentemente,
el yonqui de los centros comerciales se cortaría las venas viviendo en una
pedanía.
Entre el
inconveniente más preocupante tal vez figure que bastantes pueblecitos se sitúen
a 45-60 minutos o más del hospital más cercano. En muchos pueblos te puedes dar
con un canto en los dientes si el médico o doctor acude uno o dos días por
semana.
Luego está el
gran escollo del trabajo, tremendamente escaso en medios rurales y limitado a
unos pocos sectores: agroganadero, turístico y poco más.
Sobre esto de
ganarse la vida, cabe decir que no paran de publicitar que hoy en día, con
internet, es factible trabajar desde cualquier lugar, lo cual es un buen
reclamo para atraer a la gente que trabaja on-line totalmente, o en gran
medida. Lamentablemente, no es así y te explicaré el por qué.
Imagínate que
encuentras una casita encantadora, barata, con campitos alrededor, aislada y a
corta distancia del pueblo y, además, ves un cable telefónico y, por lo tanto,
deduces que la conexión a ADSL está asegurada. Pensarás que has triunfado. Pues
depende. Si la centralita de la compañía telefónica está a dos kilómetros de
distancia tú ADSL no chutará nada de nada. Aún estando dentro del núcleo urbano
de un pueblecito perdido, pegado a la centralita, es posible que tú ADSL
contratado con una de las grandes compañías alcance de subida la increíble
velocidad vertiginosa de 0,5-3 megas y de bajada 7 ¿Sabes que es eso? Ver
cómo un video de 60 segundos por WeTransfer tarda toda una tarde en subir y, al
final, cuando está al 98%, te dice que se ha cancelado…el grito agónico
resultante viajará entre los ecos de la montaña hasta el día siguiente. Ni tú
sabías que eras capaz de eso.
Los políticos
nos vendieron ese término del despliegue digital en los entornos rurales diciéndonos
que llevarían la fibra óptica a cualquier rincón y tal. Realmente, el despliegue anda tan acartonado,
o más, que las sábanas que salen de la lavadora tras semanas de haber quedado
olvidadas.
La
colaboración público-privada respecto al despliegue digital, como en todos los
ámbitos, huele a azufre y cuerno, y se reduce a mover pastizales a salto de
mata. Comenzando por lo
más básico, ni tan siquiera existe información pública real y veraz sobre los
servicios de internet disponibles en cada municipio: tipo de internet, áreas
mapeadas cubiertas con garantías por ADSL o fibra, velocidad real de subida y
bajada, compañías que operan, etc.
Vivimos en un
engendro de país en el que se carece de un esfuerzo coordinado y estandarizado
en el despliegue público-privado de fibra óptica. Cada administración se
monta sus propios proyectos a su bola y luego se otorga a una operadora
concreta el servicio en un lugar determinado. En paralelo, cada empresa traza
sus propias infraestructuras sin que luego la administración vele por el tipo y
calidad de servicio que proporcionan.
En Catalunya
vemos que florecen las operadoras minúsculas a nivel local en uno o un puñado
de municipios, con un número reducido de trabajadores y de medios con los que
hacer frente con garantías a las necesidades del servicio (averías, etc.) y de los
clientes. Por supuesto,
sin menospreciar que la atención al cliente de las empresas (también de las
grandes) por averías y similares debería figurar cómo una causa más de
accidente isquémico y otras patologías. Pero, cómo gozan de bipolaridad, el
teléfono para contratar servicios funciona cómo la seda.
Al mismo tiempo,
las empresas líderes de siempre se retiran del juego en los entornos rurales al
carecer de un apoyo público, por ejemplo, vía convenios, en el despliegue de
sus infraestructuras, y no compensándoles entonces llevar kilómetros y
kilómetros de fibra óptica a un pueblecito de 200 personas a razón de una baja
o nula rentabilidad económica no compatible con su afán desmesurado de ganar
más. Así que megaempresas cómo Movistar no solo no invierten en instalar fibra
óptica en la Catalunya rural, sino que su política es la de eliminar el
cableado de cobre (ADSL) y sustituirlo por un internet de radiofrecuencia.
Es decir, retrocedemos al Pleistoceno ya que es archiconocido que eso significa
una latencia alta, una velocidad lenta, una conexión inestable que se pierde o
falla con inclemencias meteorológicas normalitas, o cuando todos los de segunda
residencia y turistas acuden en masa y colapsan una red infra dimensionada ¿Quién pierde entonces? ¿Sólo
los ciudadanos rurales o todos?
Las cosas no se valoran
en global. Cuentan que no puede haber vida si muere el cerebro y vas viendo
individuos con atresia cerebral que siguen andando después de décadas, y hasta
procrean. No se vislumbra o no se quiere primar sobre el beneficio colectivo
del hecho de disfrutar de un servicio digno de internet por cable en todo el
territorio, o al menos en gran parte de él. Las grandes empresas quieren forrarse
en cualquier rincón de la geografía y no quieren aceptar la responsabilidad de
proporcionar un servicio de calidad que ellas mismas han convertido en
imprescindible, jugando a las puertas giratorias con los políticos. Se han
negado a ser generosas con los pequeños núcleos de población renunciando a un
pequeño pedazo de los ingentes beneficios que obtienen con las grandes urbes.
¿Perro chico o perro grande?
La clase
política más que apostar por el bien colectivo, se ha fregado las manos con la
de chiringuitos locales y comarcales que se pueden montar con lo del despliegue
público de la fibra óptica y el otorgamiento a pequeñas empresas o similares.
Valga de ejemplo
del despropósito el despliegue de la fibra óptica en Gósol. Se vendió
mediáticamente a golpe de tambor y trompetas. El proyecto denominado “Obras
de la red troncal de fibra óptica bloque Berguedà. Fase 2 (Tramo Guardiola de
Berguedà-Gósol) Basado en acuerdo marco” contaba con la financiación de la
Generalitat de Catalunya y costó 1.394.653,71 euros.
Iba a estar en
marcha sobre el último tercio de 2022. Con algo de retraso, hacía finales de
año, se escucharon suspiros porqué ya estaba instalada. En enero el
Ayuntamiento de Gòsol informó sobre la fibra nuevamente:
Novedades sobre la conexión de fibra óptica (31 de enero de 2023).
Publicado en el Ebando del Ayuntamiento de Gósol
El CTTI (Centro de Telecomunicaciones y Tecnología de la Información)
de la Generalitat, responsable de la instalación de fibra óptica y la empresa
que tiene que llevar a cabo la comercialización de la conexión de internet y
telefonía ha comunicado un nuevo plazo para el inicio de funcionamiento de la
fibra óptica.
Como informamos anteriormente la instalación hasta el pueblo y la
preinstalación a las viviendas ya hace meses que finalizó. Quedaba pendiente la
certificación final y los permisos de conexión. La fecha estimada de conexión
era antes de final del año pasado.
Nos han comunicado que no se pudo cumplir con la fecha prevista a causa de
un error en les pruebas para la certificación. Un tramo de cable de la
carretera no funcionaba. Los técnicos no han podido averiguar el porqué de esta
avería, según dicen podría tratarse de un boicot, una negligencia o algún otro
motivo desconocido.
Actualmente, este tramo de cable ha sido reparado y se encuentran haciendo
las pruebas de nuevo. Se ha determinado finales de febrero como nuevo plazo
para que la instalación entre en funcionamiento. Iremos informando de cualquier
novedad.
Ahora bien, tras
el misterio sin desvelar, estamos casi en abril ¿Ya funciona? Sigue siendo un
enigma. Públicamente, nadie ha vuelto a informar. Asistimos entonces a otro
triunfo de la administración pública. Se han pulido un dineral en soterrar la
fibra a lo largo de decenas de kilómetros de una estrecha carretera de montaña,
pero el despliegue sigue bien arrugado. No trempa, tiene una disfunción eréctil evidente.
Paulatinamente, clientes
de Movistar en Gósol van descubriendo, de repente, sin que la compañía les
informe con anticipación, cómo su internet por ADSL (por cable telefónico) deja
de funcionar. Después de la llamada a averías, los operarios acuden al cabo de
días y les cambian a internet por radiofrecuencia explicándoles que Movistar
renuncia a mantener la señal por cable en el municipio. De hecho, por lo que se,
el cambio del cable telefónico al internet por radiofrecuencia es una
política general que Movistar está aplicando en las zonas rurales catalanas.
Menciono Movistar por ser la que toca de lleno en este pueblecito, aunque en
otros pequeños núcleos obran de forma similar otras empresas grandes y
populares.
En realidad, la
brecha digital es un tipo de centralismo más feroz en el que se margina y borra
del mapa a los ciudadanos que no viven en la gran urbe, a pesar de que pagan
impuestos lo mismo que los demás. Aportan y no reciben. Fijaos que, ante
cualquier convocatoria o trámite, con la administración pública o con una
empresa, un ciudadano rural, al no poder acceder por internet porqué su
conexión se cuelga o no es lo suficientemente potente, o se va durante semanas
por averías sin solventar, se ve obligado a desplazarse durante una hora o más
en coche y perder tal vez toda una mañana. Pero es que, además, ha habido y hay
convocatorias privadas y públicas a las cuales no se puede acceder más que por
internet.
Consejo: los
que queráis comprar una casita en un entorno rural, es mejor que os informéis
bien de que servicio de internet hay y de su funcionamiento. Es más, no está
mal indagar sobre cuales son los planes a media o larga distancia.