Se cumplen 50 años desde el
estreno de la fantástica película “El padrino” de Francis Ford Coppola y Paramount Pictures la re-estrena
en versión remasterizada.
Cómo anillo
al dedo viene recordar aquel texto de Eduardo Galeano: “La economía mundial
es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos
internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el
terrorismo contra los países pobres y contra los pobres de todos los países,
con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los
tirabombas”.
En la televisión, los periódicos, las emisoras de radios y las
redes sociales fue actualidad la campaña de recogida de firmas de Carlos San
Juan hace poquitos días. Con ella se pretendía cambiar la vergonzosa
atención de los bancos hacía los clientes de la tercera edad. Nos acabaron
contando con alborozo y un optimismo de cuento de hadas que todo se había solucionado,
que los bancos habían accedido a firmar un protocolo de atención con la finalidad
de cambiar su actitud y que tenían muy buena voluntad y tal. Lo siguiente es que
irán al cielo con los angelitos.
Nadia Calviño, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de
Asuntos Económicos y Transformación Digital, relucía cómo abanderada reivindicando
este cambio. Por desgracia, mecachis, el protocolo no es de obligado
cumplimiento, sino que los bancos lo pueden o no cumplir y, además, quién
controla si se cumple o no es el mismo banco…la candidez fingida es la
antesala del cinismo cruel.
La tomadura de pelo del protocolo no iba a colar así que
Nadia Calviño anunció que se iba a legislar (preparar una ley) una regulación en
la atención de los bancos a las personas. Quién se encargaría de controlar
el cumplimiento de la ley sería el Banco de España. Jajajaja, estamos salvados,
eso es toda una garantía.
Tal
vez pudiéramos quedarnos más tranquilos sino fuera porqué sabemos que la
ministra es presidenta del Comité Monetario y Financiero Internacional (IMFC),
principal órgano consultivo de la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional
(FMI), un puesto que asume por dos años y que se “asume” cómo
“compatible” con sus funciones de ministra y vicepresidenta del gobierno
español.
Quién
más y quién menos conoce el papel del FMI en el mundo. A través de sus
valoraciones económicas, los préstamos y la deuda, ponen la soga en el cuello a
los países más pobres y marcan el camino al resto. Obligan a la práctica a
aplicar políticas ultraliberalistas ¿Os acordáis de la complicidad entre el
FMI y las políticas de Rajoy durante la crisis? El dogma ultraliberalista
es el de imponer la verdad absoluta y el poder absolutista del rico y esclavizar
al resto de la población.
Pero
vaya, también quién más y quién menos, siente que le toman el pelo al comprobar
que José Luis Escrivá, el actual ministro de Inclusión, Seguridad Social y
Migraciones, ha basado su carrera profesional en un peregrinaje por cargos
importantes en diferentes bancos (el Banco de España, el Banco Central
Europeo, Banco Internacional de Pagos de Basilea y, chachán ¡¡El BBVA!!). En
esta tesitura, el sector bancario podría acuñar la frase de “uno de los nuestros” sin despeinarse.
Para los malpensados, que conste que no es mi intención hacer alusión a la
película de Martin Scorsese.
Visto
lo visto ¿Quién se va a tragar que el gobierno y el Banco de España garantizaran
que los bancos establezcan una relación civilizada con el cliente no rico?
Ante
ese circo mediático que nos han vendido desde el periodismo colaboracionista
del rico, subrayándonos de forma subliminal la supuesta buena voluntad y bondad
de los bancos, la realidad nos sigue golpeando cotidianamente. Por eso vale la
pena que relate una experiencia de esta semana, en la oficina bancaria del BBVA
de Sta. Perpetua de Mogoda.
Me gustaría decir que “Nadia”
ha cambiado, aunque realmente lo cierto es que “NADA” ha cambiado.
El monstruo pide más y más
Santa Perpetua de Mogoda es un municipio con cerca de 26.000
habitantes. Debido a los recortes en oficinas bancarias del BBVA, actualmente
solo cuenta con una oficina bancaria en ese municipio, oficina que tiene dos
personas atendiendo en ventanilla.
En efecto, unos años atrás existían varias oficinas que
el BBVA decidió cerrar sin que hubiera ni una sola protesta de una asociación
de vecinos o de algún partido político. Una de las oficinas se situaba a
unos 200 metros del domicilio materno, en un barrio humilde en el que abunda la
gente mayor. Ahora, la oficina más próxima se encuentra a unos 1600 metros
lineales del lugar de residencia de mí madre.
Total, que esta semana tuve que llevar a mi madre a un
cajero con el coche a realizar una transferencia bancaria que superaba los 3000
euros. El cajero impide hacer una operación de ese tipo superior a 3000
euros.
Debido a esta situación, nos vimos obligados a acudir al
día siguiente a la “exclusiva” oficina bancaria del BBVA en Sta. Perpetua y
madrugamos para evitar la larga cola que se forma a lo largo de la mañana. Nada
más entrar tienes que pedir turno, pero no a las personas cómo antes. Ahora
han puesto un mamotreto electrónico en el que tienes que registrarte nada más
entrar, tocando una pantalla táctil para introducir tú DNI o bien hacerlo con
credencial bancaria. Ese proceso significa una inversión de varios minutos
(el cacharro es francamente malo) yendo todo bien. La estupidez tecnológica nos
abraza hasta la asfixia.
Una vez conseguimos el dichoso turno y tras haber esperado
varias decenas de minutos, nos tocó ser atendidos. En la ventanilla nos
dijeron que no podían ampliar el límite de los 3000 euros en las transferencias
desde cajeros y nos dieron dos opciones:
- Hacer la transferencia desde la propia ventanilla, en cuyo caso pagaríamos una cuantiosa comisión.
- Instalar una aplicación del banco en el móvil y llevar a cabo la transferencia desde la aplicación.
Mi madre cobra la pensión en esa cuenta y todos los
pagos los hace desde ahí, por lo que ese cuento de que el BBVA no cobra
comisiones en ese supuesto es MENTIRA. Me quejé, lógicamente, por eso y
expuse que el móvil de mí madre no tiene acceso a internet ni ella sabe
manejarse. Desde ventanilla respondieron que podía instalarme la aplicación en
mí móvil, a lo que alegué que la cuenta era de mí madre, privada, y no mía, y
que el móvil era mío.
En pocas palabras, abogan por el no respeto a los datos privados…sean o no
de una madre, son sus datos privados y los financieros son altamente sensibles.
Al
estar sometido a tal chantaje, a esa imposición jugando con un dinero que no
les pertenece y con el que juegan y sacan provecho, debido la falta de
alternativa, me vi forzado a instalar la aplicación. Me tuvo que ayudar un
chico joven que me atendía desde la ventanilla y también le costó lo suyo el
proceso de instalación; otra muestra más de la tecnología estúpida. En medio
del jaleo, crucé unos segundos la vista con otra madre y otro hijo que estaban
en la ventanilla contigua. La expresión de sus ojos y aspavientos negativos de
cabeza lo decían todo.
Finalmente, al cabo de varias decenas de minutos más,
conseguí transferir el dinero. Por supuesto, pedí una hoja de reclamaciones.
Mientras escribía la queja, había ya otra señora mayor con su hija en la
ventanilla de al lado. La hija protestaba porqué estaba exactamente en la misma
situación que yo y respondió idénticamente igual “la cuenta es de mí madre y
el móvil es mío, yo no tengo por qué mover dinero de mí madre desde mí móvil”.
Serían ya sobre las 9 de la mañana y estaba acabando de
registrar la queja. La cola comenzaba a crecer de verdad y entró un viejecillo
con su bastón y su boina. El humilde señor se encontró frente a frente con el
chisme tecnológico de los turnos y, lógicamente, no sabía lidiar con él. Tuvo
que pedir ayuda a una persona de la cola, quién se la prestó amablemente.
Recuerdo la década anterior cómo si hubieran transcurrido
30 o 40 años. En aquel entonces, la gente podía caminar unos metros desde su
casa y entrar en una oficina bancaria. Pedía turno a otras personas y en unos
pocos minutos, generalmente, le atendían. Teniendo el sueldo en esa cuenta, hacía
transferencias bancarias sin comisiones, sin obstáculos tecnológicos, sin
necesidad de acompañamiento.
El proceso de involución feudalista en estado de
aceleración al que nos están sometiendo mediante herramientas tecnológicas nos
lleva al caos, al absurdo. No tienen freno, nunca tienen bastante, quieren más y más.
El gobierno obliga a los ciudadanos a tener una cuenta
bancaria. Si, obliga. Para cobrar cualquier prestación, tienes que hacerlo en
una cuenta. Es tan solo un ejemplo del espíritu colaboracionista de las
administraciones públicas con los bancos, que es el mismo que demuestran al no
intervenir nunca ante las injusticias de este calibre. Una sociedad que no
cuida de sus mayores no se puede llamar civilizada y quién los margina y desprecia,
tampoco lo es.
Los bancos han impuesto que los hijos, los sobrinos o los
nietos tengan que acompañar a sus padres o sus abuelos, o sus tíos, a hacer
trámites bancarios. Esto ha venido para quedarse ¡¡No nos cuenten milongas!!
Es verdad, con sus maniobras maniqueístas han conseguido
que todo ese ruido de fondo, originado por la gente que se queja de los bancos,
se apague, de momento. Y si eso fallara, en caso de que la gente la liara, pensarían
en otras medidas más drásticas con las que anular al ciudadano pedigüeño.
Hablando del tema con un amigo me explicaba que este
verano, mientras denunciaba un robo en su vivienda en una oficina de agentes de
la autoridad, la radio de la central anunciaba que un señor la estaba liando
parda en una oficina bancaria…los dos, riéndonos, comentábamos que,
seguramente, los agentes de la autoridad acudirían prestos y veloces a defender
al ciudadano.
Estamos llegando a las etapas finales en la evolución del
capitalismo. El estadio final es chuparte la sangre sin violencia física, sin recibir
ningún beneficio. El rico ha conseguido que tú dinero, de forma obligada, esté
en su poder y no te da nada a cambio, sino que te lo quita en forma de
comisiones. Si compras cosas que el estado de derecho te fuerza a tener (un
ordenador, un móvil, etc.) y cuestan un pastón, tardan poco en funcionar
defectuosamente. Muchos servicios privados estás hoy en día obligado a
contratarlos si quieres, simplemente, vivir y trabajar, pero la relación entre
lo que te soplan y lo que te ofrecen está totalmente desequilibrada. Vas sumando
síntomas y la sensación de caos y de ser parasitado es bien patente.
Otro amigo me decía ayer que casi que la situación actual requiere
que uno de los dos cónyuges no trabaje y se dedique a gestionar todo aquello
(servicios de la empresa privada, relación con las administraciones públicas,
etc.) que está ocasionando serios problemas a la familia.
¡¡Quéjate!!
Quiero acabar el
post, aprovechando que todavía tenemos un resquicio de libertad en este
sucedáneo de democracia, animándoos a registrar quejas en los bancos siempre
que os sintáis ninguneados y despreciados (semana si y semana también).
Recordad que el
banco os debe facilitar la copia de la reclamación registrada. Dependiendo del
tipo de queja, el plazo máximo para responderos variará entre 15, 30 o 60 días
hábiles. En caso de recibir una respuesta insatisfactoria del banco, o bien si
transcurrido ese tiempo no os han contestado, podréis registrar la queja en el Banco
de España. El registro de dicha queja requiere de la presentación de la copia
de la primera reclamación que hayáis interpuesto. Cómo referencia, aquí tenéis
el enlace del Banco de España donde se concreta la información:
Tras la recogida de firmas, irían de perlas medidas más contundentes.
Una buena campaña de registro de reclamaciones engrasaría mejor los
mecanismos burrocráticos.
Y
aún quedaría la opción que más les molesta: manifestarse.