sábado, 25 de abril de 2020

Los disruptores hormonales (V)


Exposición a los disruptores hormonales en fetos y niños

Una de las características de las sustancias químicas que actúan como disruptores hormonales es que la exposición a ellas durante los períodos críticos y sensibles del desarrollo (feto, infancia, pubertad, menopausia) puede afectar a los individuos haciéndolos más propensos a padecer un extenso abanico de enfermedades (Schug et al. 2011; Tabb & Blumberg 2006). En efecto, los disruptores hormonales pueden provocar cambios sutiles en la expresión de los genes y los procesos moleculares biológicos, acabar alterando así el desarrollo y llegar a producir una disfunción de larga duración (Papalou et al. 2019).
¿Cómo lo logran?
El epigenoma son todas aquellas sustancias químicas que le dicen a los genes, actores básicos intervinientes en mil procesos que se dan en nuestro cuerpo, que deben hacer, donde y como. En principio, estas sustancias químicas, eran de origen natural. Pero desde la entrada en acción de los disruptores hormonales químicos de origen artificial (las sustancias creadas por la especie humana), ellos también pueden jugar el partido como titulares. Al hacerlo contribuyen negativamente, alterando el epigenoma en las células sexuales (células germinales) que son las encargadas de transmitir los genes a la siguiente generación, y por tanto los cambios llegan hasta la siguiente generación (Crews & McLachlan 2006).
El problema de los disruptores hormonales es tan siniestro que una de las exposiciones más importantes para los niños a estos contaminantes es precisamente a través de la madre, ya que las sustancias químicas persistentes acumuladas en la grasa de esta, pasan al niño durante el embarazo y también mediante la leche materna (pág. 302 en Olea 2019).
Durante el primer embarazo las mujeres transfieren al feto más del 50% de los contaminantes acumulados en su cuerpo (pág. 114 en Olea 2019). Olea (2019) nos explica en las páginas 117 y 118 que la exposición de la madre a los disruptores hormonales incide en el feto (el hijo/la hija), y aún peor, en la descendencia del feto (es decir, el nieto o nieta), ya que las células germinales de este también quedarán expuestas. Las células germinales son aquellas que incluyen el material genético que heredará la próxima generación (el nieto o nieta).
Recuerda a la peli Regreso al Futuro pero sin final feliz.
En esta línea, uno de los casos más sonados y bien documentado que se hizo bien popular fue el del DES (Diethylstilbestrol) que se prescribió a multitud de mujeres embarazadas para prevenir abortos (y por otros “supuestos” fines) y causó tantos problemas de salud…entre ellos el cáncer de mama en las hijas (Newbold 2004). El DES fue objeto de diversos estudios, en humanos y animales, y también se describió que predisponía a la obesidad a la descendencia una vez se encontraban en la edad adulta (Hatch et al. 2015; Newbold et al. 2009) ¿No es una maravilla? Es algo genial porqué décadas después vete a buscar culpables e indemnizaciones…han prescrito o han muerto, o a los encargados de ajustar las cuentas no les da la gana de complicarse la vida.
Obviando toda esta mochila que ya de entrada le damos al retoño antes de salir al mundo, una vez que salga del vientre materno, en caso de necesitar ayuda de cuidados intensivos…le espera otra dosis de exposición en un centro de salud. Un estudio detectó que el Bisfenol A estuvo presente en el 65% de los artículos de las unidades de cuidados intensivos pediátricos de los recién nacidos (pág. 209-2010 en Olea 2019), incluidos los chupetes. Después el recién llegado al mundo continuará a lo largo de toda su vida sumando y sumando exposiciones a BPA y a otros disruptores. Y es que los niños españoles y los europeos mean, por ejemplo, BPA cada día (pág. 239 en Olea 2019), otro logro del progreso.
Claro que esto
¿En qué se puede traducir?
En el mismo libro, Nicolás Olea menciona la asociación que habían descubierto en Barcelona unos investigadores entre la presencia de BPA en la orina de las mujeres embarazadas y el riesgo de la descendencia a sufrir asma e infecciones respiratorias (pág. 240 en Olea 2019). No penséis los de otras regiones que estáis a salvo, la globalización hace común lo malo así que aproximadamente el 93% de los norteamericanos tienen niveles de BPA en la orina (Papalou et al. 2019).
Otras evidencias científicas del efecto transgeneracional del BPA incluyen, además de los estudios en personas, los de exposición de animales en laboratorio. Por ejemplo, se ha estudiado la exposición transgeneracional del BPA induciéndola en ratones y la exposición en las madres se asoció con la disfunción mitocondrial y los niveles de citoquinas proinflamatorias en el páncreas de los machos descendientes a lo largo de dos generaciones (Bansal et al. 2017).
Otros estudios con ratones, sobre exposición de los fetos a BPA, dieron lugar a alteraciones en genes que tienen que ver con el cáncer de próstata (Ho et al. 2006; Tang et al. 2012). También con ciertos plaguicidas se han realizado experimentos en ratones, dando lugar a evidencias científicas de alteración en las siguientes generaciones. Son ejemplos del riesgo para las próximas generaciones de ciertos disruptores hormonales…
y los seres humanos tenemos una capacidad superior de almacenaje de contaminantes, ya que vivimos muchos más años que los roedores.
La relación de los plaguicidas y otras fuentes de disruptores hormonales con la orquidopexia (que uno o dos testículos se queden suspendidos, fuera del saco escrotal), con la pérdida de calidad seminal y con la alteración de los niveles de testosterona ha sido motivo de investigación de diversos científicos en latitudes europeas muy alejadas entre sí, con resultados que apuntan en una misma dirección (pág. 175-186 en Olea 2019). El problema no es si el niño es más o menos varonil, es que la alteración de los niveles de las hormonas acaba teniendo unas repercusiones en cascada en el organismo que seguro que no son gratuitas y acabaran incidiendo en la salud de ese ser humano.
Olea (2019) nos cuenta que la OMS clasifica los PFAS/PFOA bajo sospecha de ser cancerígenos, tóxicos para la reproducción y nocivos para población vulnerable (niños, etc.). Uno de los artículos cotidianos con los que se contribuye a la absorción de estos contaminantes por parte del organismo son las sartenes, recubiertas por estas sustancias para evitar la adherencia de la comida. Que sepáis que hay alternativas, ollas y sartenes sin sustancias con conocida capacidad nociva para la salud, por ejemplo de cristal, pirex, hierro colado (sin esmaltes nocivos), etc.
Olea (2019) remarca en las páginas 350-351 la importancia de los primeros 1000 días, desde el inicio del desarrollo de la nueva vida hasta el segundo año de edad. Una etapa, nos cuenta, en la que el cerebro es capaz de activar y desactivar mil conexiones neuronales por segundo…¡¡a los 3 años el cerebro es el doble de activo que el de un adulto!!
Un infante es asombroso
¡Cuesta hasta de imaginar tal capacidad!
Después de todo lo que si sabemos
¿Vamos a dudar de lo que puedan representar para su futuro los impactos que le estamos preparándoles en herencia?
Ante la cada vez más insignificante duda sobre la inocuidad de determinadas sustancias
¿Vamos a continuar mirando hacía otro lado?
El cáncer y los disruptores hormonales
Los cánceres relacionados con las hormonas son otro de los grandes problemas de salud modernos que se asocian a los disruptores hormonales. No me voy a extender con ello todo y que esta temática ha generado multitud de trabajos científicos que apuntan nuevamente a la disrupción hormonal de sustancias químicas artificiales.
El efecto de los pesticidas y otros químicos hace ya tieeeempo que está descrito en la bibliografía científica. Olea (2019) menciona por ejemplo un trabajo (López-Abente 1990) en el que se índica una probabilidad mayor de los agricultores españoles a padecer una muerte debida a unos determinados tipos de cáncer (estómago, leucemia, linfoma no Hodgkin y tumores cerebrales).
Y bueno, a estas alturas de la película hace falta casi ser memo para creerse que la culpa de todo es del código genético cuando tantos estudios e investigadores han revelado al mundo que es el código postal (las exposiciones a tóxicos del lugar donde vives) y también tú ocupación laboral quiénes mejor explican el cáncer que sufrirás.
Quién desee aumentar su nivel de conocimiento respecto la asociación entre el código postal y la incidencia de cada tipo de cáncer en España, puede consultar López-Abente et al. (2014).
Entonces
¿Por qué se empeñan en insistir en el código genético como clave para la lucha contra el cáncer?
Toda esta historia de achacar todos los males modernos en aumento al código genético tiene un punto muy en línea con el DETERMINISMO de la religión monoteísta. Porqué si todo está escrito en los genes (la enfermedad que vamos a sufrir, etc.).
¿Para que ponerse a cambiar hábitos de producción de las industrias y otras fuentes de exposición a agentes tóxicos? 
Alea jacta est, nuestro destino está escrito, no nos metamos en líos, no nos hagamos daño entrando en conflicto con los grandes intereses de las industrias. Por supuesto, mirar cuales son los contaminantes que alteran la expresión genética, eso siempre va a ser un camino lleno de minas, abrupto y sin facilidades.
Por el contrario, zambullirse en el determinismo genético, ahí si que hay pasta para investigar y una autopista sin límites de velocidad.
Bisfenol A (BPA)
Como estrella invitada dedico un apartado a esta maravilla del ingenio humano. El Bisfenol A es reconocido como estrógeno sintético desde 1936 (pag. 234 en Olea 2019). Se viene conociendo su capacidad de alterar el equilibrio hormonal en el individuo expuesto y su descendencia desde hace muuuucho.
  • La EPA (Agencia Americana del Medio Ambiente) clasifica los efectos de las emisiones procedentes de la fabricación de BPA como materiales peligrosos que pueden afectar al sistema nervioso y los órganos causando cáncer, además de desórdenes reproductivos y defectos de nacimiento (pág. 237 en Olea 2019).
  • La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas lo considera “Tóxico para la reproducción” (pág. 242 en Olea 2019).
  • El año 2017 el BPA se incluye en la Lista Europea de sustancias de muy alta preocupación porqué también se considera oficialmente un disruptor endocrino (pág. 242 en Olea 2019).
Por cierto, la quema de plásticos puede generar BPA a la atmósfera (incineradoras, plantas que consiguen energía con la combustión de residuos, y quemas de particulares en huertos y demás). Pensad que el BPA se encuentra en muebles e infinidad de artículos…lo digo por la manía de quemar cualquier tipo de madera en los huertos.
Reitero, no es el único químico artificial que anda relacionado con muchas de las patologías emergentes…pero está en todos lados y hay una gran colección de evidencias científicas que lo señalan como culpable.
En la próxima entrega tocaré el tema de la evaluación toxicológica de las sustancias, ese paso previo para poder utilizar un químico de forma legal en la fabricación y comercialización de productos. Veréis como nos podemos sentir tranquilos…
Bibliografía
Bansal A, Rashid, C., Xin, F., Li, C., Polyak, E., Duemler, A., van der Meer, T., Stefaniak, M., Wajid, S., Doliba, N., Bartolomei, M. S. & Simmons, R. A. 2017. Sex-and dose-specific effects of maternal bisphenol A exposure on pancreatic islets of first and second generation adult mice offspring. Environ. Health Perspect., 125 (9).

Crews D, McLachlan JA. 2006. Epigenetics, evolution, endocrine disruption, health, and disease. Endocrinology, 147.
Hatch EE, Troisi R, Palmer JR, Wise LA, Titus L, Strohsnitter WC, et al. 2015. Prenatal diethylstilbestrol exposure and risk of obesity in adult women. J Devel Orig Health Dis., 6.

López-Abente, G. 1990. Cáncer en agricultores: mortalidad proporcional y estudios caso-control con certificados de defunción. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Medicina; Universidad Autónoma de Madrid. Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública.
López-Abente, G., Aragonés, N., Pérez-Gómez, B., Pollán, M., García-Pérez, J., Ramis, R. & Fernández-Navarro, P. 2014. Time trends in municipal distribution patterns of cancer mortality in Spain. BMC Cancer, 14.
Newbold RR. 2004. Lessons learned from perinatal exposure to diethylstilbestrol. Toxicol. Appl. Pharmacol., 199.
Olea, N. 2019. Libérate de tóxicos. RBA Libros, S. A. Barcelona.
Papalou O, Kandaraki EA, Papadakis G & Diamanti-Kandarakis E. 2019. Endocrine Disrupting Chemicals: An Occult Mediator of Metabolic Disease. Frontiers in Endocrinology, 10.
Schug TT, Janesick A, Blumberg B, Heindel JJ. 2011. Endocrine disrupting chemicals and disease susceptibility. J. Steroid Biochem. Mol. Biol., 127.
Tabb MM, Blumberg B. 2006. New modes of action for endocrine-disrupting chemicals. Mol. Endocrinol., 20.

jueves, 23 de abril de 2020

COVID-19 (SPAIN TOUR 2020)


Iba a continuar con la serie de contenidos dedicada a los disruptores hormonales…no pensaba intervenir con mis reflexiones y crítica en cuanto a la gestión del COVID-19. Los últimos días mí vaso de paciencia ha rebasado con tanta tontería y el agua ha llegado hasta aquí.

¡Ahí va el Ebro!

No paro de escuchar que vivimos en un estado de derecho, como si repitiéndolo mil veces tuviéramos que creerlo…no obstante, en mí cabeza aparece este pensamiento:

Si esto es un estado de derecho, anda muy torcido.

En la tele no dejan de mentar a China como un modelo de gestión de la crisis del COVID-19, un país referente del totalitarismo, censurador y represor.

Al mismo tiempo mis ojos me comunican una puesta en escena que no identifico con una democracia: un comité técnico integrado por mandos militares, un mando de la policía y algún representante político del gobierno, hasta en desventaja numérica.

¿Es esto un comité técnico para luchar contra una pandemia?
Hasta hace poco creía que las enfermedades las curaban los investigadores y los médicos, no las balas ni las porras.

He escuchado atónito algunas ruedas de prensa del comité técnico, alucinado. Lo máximo, las anécdotas de los diferentes mandos en cuanto a individuos que se saltaban el confinamiento y etc. Ya no sabía si aquello era real, si estaba despierto o teniendo una pesadilla.

¿En serio en este escenario dramático tenía cabida una información naïf?
¿Era el lugar y momento apropiado?

No sé, si la intención era representar sainetes con el objeto de quitar carga de tensión dramática y rellenar tiempo, la próxima vez con un buen humorista, un clown, o un trapecista, seguro que se sube más el ánimo a la tropa.

Ya lo último que escuché, la declaración en rueda de prensa del jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil:

“Minimizar ese clima contrario a la gestión de crisis por parte del gobierno”

De verdad, la sobriedad militar, el estar en un segundo plano en estos momentos, vestiría mejor una democracia.

Sea como fuere, este es un gobierno, dicen, de “izquierdas”. Quizá esté equivocado pero siento un olor a naftalina, como al rancio lúgubre y agrio de un baúl con telarañas que, de repente, se abre de sopetón haciendo chirriar las bisagras.

Al otro lado del ring, algún exministro y otros personajes de la derecha con actitud benévola hacía los ciudadanos, con discurso escorado a la izquierda. Quizá estén deseosos y muertos de envidia por no estar al mando de esta oportunidad histórica que ofrece el estado de alarma.

Les sale bien el papel…otra cosa es ser tan ingenuos como para creerlos.

Mientras acontecen las deprimentes noticias y los diferentes episodios de vergüenza ajena en la gestión del COVID-19, M. Rajoy muestra fugazmente sus habilidades psicomotrices en la calle.

La influencia de los Monty Python en el humor sigue vigente.
¡Delirante aquel Ministerio de los Andares Tontos!
Echadle un ojo en youtube.

Muchos políticos desaparecidos de la escena pública que siguen cobrando un pastizal…

¿No eran los sanitarios y los investigadores los que curaban?

Caigo en la cuenta de la gran suerte de los políticos importantes que están activos.

¿Alguno llegó a ingresar en la UCI?
¿Murió alguno en España u otro país europeo?
Y eso que abundan los mayorcitos…caramba
¡Que rara es la vida!
Es lo que tiene el COVID-19 cuando te tratan adecuadamente la primera semana de enfermar.

Pagando su incapacidad, su culpa
El COVID-19 es del año pasado (de ahí el 19).

SI ¡DEL 2019!

Nadie preparó el sistema sanitario, ni tampoco el anémico músculo de la investigación. Un sistema sanitario raquítico por la gestión crápula continuada de unos políticos al servicio de los intereses privados.

Durante meses los políticos no escucharon, no reaccionaron y así nos ha ido. Una de tantas ocasiones en las que nos toca pagar a los de siempre su incapacidad, su temeridad, su ignorancia, su irresponsabilidad, su incompetencia.

Los mismos políticos, estatales y autonómicos, salen por la tele solemnes, serios y hasta amenazantes, apelando a la “responsabilidad, solidaridad”…ellos ¡Nos sermonean ELLOS!

Almidonados, con sus trajes flamantes y peinados impecables tal cual empresarios de postín, con la expresión facial inmutable; no reconozco ninguna muestra o mueca de afectación, fríos ante la gran tragedia en la que participan como protagonistas…pero sin mancharse las manos con los enfermos ¡Por supuesto!

Cualquiera en esa situación, el más templado, denotaría una huella de pesar en los ojos, en la cara.

Esto ya nos dice mucho.

No se han hecho con el control de los laboratorios privados. Vemos que siguen sin arremangarse para convertir el país en una máquina de hacer pruebas fiables, para ver la incidencia, la prevalencia y la inmunidad del COVID-19.

Un estado de alarma curioso, aplicado excéntricamente.

Así, mientras unos no trabajan ni cobran, otros se pueden lucrar con las pruebas privadas gracias a la deficiencia del sistema sanitario público que no las hace ni por asomo en la medida que la situación dramática exige.

En el éxtasis del drama, las cifras dispares de muertos.

¿También en esto hay contabilidad B?

Tenemos los muertos del hospital diagnosticados de COVID-19. Y después, aquellos que murieron fuera del hospital, registrados a través de la vía funeraria…de estos, algunos fueron diagnosticados de COVID-19 y otros no. Los muertos de las funerarias, después de semanas, ahora están pensando en tenerlos en cuenta ¿Reminiscencias de una peli de los hermanos Marx? “La parte contratante de la primera parte…”

En una situación como esta
¿Nadie había pensado antes en centralizar toda la información de defunciones en un único registro?
¿No se habían preocupado de certificar la causa real de cada muerte?

No vayamos a pedir peras al algarrobo.

La otra parte de la peli, los pregoneros, nos muestran unos gráficos con la evolución temporal de muertos por COVID-19…yo ya me perdí, me explota la cabeza ¿Cuáles? ¿Los del hospital? ¿Los del hospital más los de las funerarias con o sin diagnóstico? ¿Los del hospital más los de las funerarias con diagnóstico?

¿Hasta qué punto esos datos representan la realidad de forma fidedigna?

Llevo días y días escuchando diferentes periodistas en televisiones públicas y privadas presentando los gráficos de evolución temporal de muertes y ¡HABLAN SIN PARAR DE TENDENCIA! cuando en el gráfico tan solo aparece una evolución temporal de las muertes.

¡NO SEAMOS FURROS!
¡No se ha calculado estadísticamente la línea de la tendencia!

Los olvidados
Son los enfermos crónicos que ya padecían por ejemplo problemas coronarios (trombosis, ictus, problemas de corazón, etc.), de azúcar, los que sufrían lesiones degenerativas con dolor neuropático, los afectados por síndromes de sensibilización central, etc.

Son una gran mayoría (no olvidemos que la gente mayor abunda en el país) que ya vivían antes del COVID-19 en un equilibrio precario, con una calidad de vida de mala a peor.

Necesitaban hacer ejercicio, caminar regularmente, PARA SEGUIR VIVIENDO.

El sin sentido de unos políticos que no están a la altura condena a sufrir a estos enfermos un empeoramiento mayor de su salud.

Me pregunto:

¿Cuántos enfermos coronarios han muerto durante el confinamiento?
¿Cuántas personas han padecido un infarto, una trombosis, un ictus durante el confinamiento?
¿Hasta adonde habrá llegado su empeoramiento?

Seguro hay material para que un investigador aguerrido compare los resultados de estos meses con los históricos de los mismos meses correspondientes a años anteriores y les saque los colores a los políticos.

Aquellos que sufren un grado 3-4 de SQM machacados con los químicos que se están utilizando generosamente. Los enfermos de SQM que aún podían valerse de sí mismos para escapar a zonas blancas con poca exposición de tóxicos y así poder tener un respiro del sufrimiento, desde el confinamiento ya no disponen de esta posibilidad.

Los que son electrohipersensibles (ELHS), más calcinados que nunca con todos los wi-fi posibles e inimaginables radiando como nunca, sin poder huir de casa a un lugar con pocas ondas durantes unos minutos; inmersos en el terror de síntomas.

Los que padecen fibromialgia (SFM) y fatiga crónica (SFC), más lesiones neuropáticas, sumidos en el dolor, sin poder minimizar los síntomas haciendo ejercicio moderado…CAMINAR.

Los que coleccionan los 3 síndromes (SQM, SFM, SFC Y ELHS) más las patologías asociadas ¡Que difícil debe ser agarrarse a la vida estos días! buscar algún sentido desde los cerebros embotados, con todo el impacto a nivel cognitivo, de dolor, de acúfenos, etc..

Toooodos los que aún podían salir de casa antes del COVID-19, necesitaban hacerlo cada día por salud, su vida pendía de un hilo y la ínfima calidad de vida también.

¡Nadie tuvo ni tiene empatía ni sensibilidad para con ellos!

Otros países, avanzados
Uno intenta ver poco la tele, lo justo para no dejarse enredar demasiado o apenas nada. Lo que sea con tal de no entrar en cólera. Sin embargo, aun así acabo enterándome de que el grado de confinamiento en países como Holanda o Francia, avanzados, ha sido racional.

Otros países europeos tomaron medidas y al mismo tiempo dejaron salir mínimamente a las personas al aire libre.

Lógico, de sentido común, de sentido de la medida, inteligente y razonable.

Esta pequeña válvula de escape es acertada en múltiples direcciones a mí entender. Por ejemplo, puede permitir que los ciudadanos resistan mejor una situación de confinamiento larga.

Las cifras de muertos en Francia y Holanda son bastante inferiores a las de España, a pesar de dejar salir un mínimo diario a la gente. Algo no me cuadra.

¿Por qué convertir toda España en algo más parecido a un campo de concentración que a un país democrático durante semanas y semanas?

Polis persiguiendo a la gente, reprimiendo y sancionando con desproporción económica de forma generalizada, al menor escape insignificante.

¿Por qué?

¿Se trata de seguir fieles a aquel mantra patrio del sufrimiento penitente?
¿La reserva espiritual de occidente?
¿Qué culpa tenemos que expiar?
No sé qué habremos hecho los ciudadanos de este país para que nos toquen siempre políticos que son una calamidad.

Hasta hace poco ni se barajaba seriamente poner fecha para dejar salir a los niños y con esta circunstancia asistimos a otra muestra de la calidad de la materia gris (en principio, sólo lo iban a permitir para acompañar a los padres a COMPRAR). De nuevo fue la crítica la que provocó un giro, una rectificación…el rumbo a remolque de otros. La improvisación en la música está muy bien, en el timón de un barco es una catástrofe.

No se prevé salir a los ancianos, ni a ningún enfermo (aparte de autistas y enfermos terminales). Solo se puede ir al yugo, a trabajar…

Hablan de mayo…como esperanza que no aseguran, esperanza que semana a semana han ido sembrando para verla desaparecer al poco como una utopía en el horizonte. Hablan de meses de restricciones. Al principio eran un par de semanas de confinamiento, ahora ni vemos la luz al final del túnel.

Oigo propuestas de condiciones, que convertidas a medidas considero como totalitarias.

¿Piensan obligarnos a utilizar aplicaciones de móvil para monitorizar nuestros movimientos?
¿Una aplicación como pasaporte para moverse?

Esto, ciertamente, puede colisionar con derechos y libertades. Es más ¿Qué pasa con el que no tiene móvil? o ¿Quién no tiene un móvil capaz de albergar esas aplicaciones? ¿Quién no es competente para instalar esa tecnología en su móvil que sólo usa para llamar o que lo llamen? Y ¿Quién padece Electrohipersensibilidad?

¿A quién beneficia esto?

La tele nos sigue metiendo con cucharada sopera las imágenes de aplicación desmesurada de tóxicos en espacios públicos (al aire libre). Los periodistas apoyando sin fisuras esa desproporción no exenta de riesgos para la salud y el medio ambiente, sin documentarse como deberían, cómo viene siendo habitual. Ni ellos ni nadie nos informa sobre qué productos se utilizan.

¿Cuántos enfermos de SQM se van a crear?

Un microorganismo como el COVID-19 con esta capacidad de propagación
¿Tiene algún sentido real, de eficacia científicamente demostrada llenar masivamente las calles de tóxicos para luchar contra el COVID-19?

Estos productos
¿No pueden, entre otros, alterar nuestras defensas, nuestro sistema inmune?

Sopesando los pros y contras en una balanza
¿No será peor el remedio que la enfermedad?

Pienso por un momento en un invertebrado, una cucaracha, un mosquito…aun siendo más fácil de erradicar que un virus, cuando se intenta eliminar un invertebrado hasta su desaparición de grandes áreas, es del todo imposible. Cuanto más un minúsculo microorganismo como el COVID-19 que utiliza el cuerpo humano como alojamiento VITAL y que muere en pocas horas estando al aire libre si no logra penetrar en ninguna persona.

¿Me tiene que parecer inteligente y sana toda esta aplicación masiva de tóxicos al aire libre en pueblos y ciudades?
Lo siento, no lo entiendo, no doy para más.

Y nada, las medidas salen de la boca del periodista que nos dice que las aconseja un experto…pero no escucho al experto, tampoco veo su nombre y cuando escuetamente sale alguno no veo en que se basa (artículo científico, manual científico, etc.).

Los borregos
Hacer pasar las ovejas al redil diría que nunca fue más fácil en la historia. No les ha costado apenas nada. Amansados por los medios de información, metidos en nuestras jaulas, la reacción social se ha limitado a los aplausos a los sanitarios.

Pues muy bien, genial esto de felicitar a los sanitarios…pero ¿Ya está? ¿Ahí acaba todo?
¿Ninguna asociación alza la voz para forzar a que nos dejen una mínima válvula de escape?
La situación de los enfermos crónicos es desesperada
¿DONDE ESTÁN LAS ASOCIACIONES?
¿DONDE ESTÁ LA VOZ DE LOS POLÍTICOS DE LA OPOSICIÓN?

Inaudito que las asociaciones de enfermos de SFM-SFC, SQM y ELHS no estén presentando batalla legal o mediática, conociendo de primera mano que los enfermos viven una tragedia diaria ahora más que nunca.

¿Por qué no exigen que se les deje salir cada día de casa al menos 1 hora de casa?
¿Por qué no toman medidas jurídicas?
¿No defendían el DERECHO A LA SALUD para estos enfermos continuamente maltratados por la administración?

Esta crisis también la pagamos nosotros
Otra barra libre, otra sangría en marcha. Los autónomos, los de ETTs, los que no tienen trabajo...¡Era un estado de alarma! ¡Imprevisible!

El collar del perro se debe apretar de tal forma que el can no recupere las fuerzas y muerda a quién lo castiga.

Algún líder progre ya lo decía bien clarito últimamente; no eran comunistas..me sonó a Déjà vu, a aquel “¡Marxistas no, socialistas!” de finales de los 70s.

No nos confundamos. Limaron el lenguaje, el tono, se peinaban mejor, cambiaron la indumentaria.

¿No los vimos venir?
Ya estaban en otro nivel…ahora son casta, parte del problema.

Los niños
Estos días me explicaba la gente cercana historias de niños que lloran. No entienden esta situación, encerrados día tras día…la vida está fuera.

Hemos llegado a ese punto, los niños son más sabios que nosotros.

No se puede ser tan indulgente, no se puede ser tan manso.

¿Por qué no empezamos a salir con las cazuelas para expresar nuestro cabreo cada día?
Ahora todos tenemos TIEEEMPO de sobras para protestar y eso no cuesta dinero.

La próxima entrada será un nuevo capítulo de los disruptores hormonales. Todavía queda mecha para tiempo, esto ha sido un inciso.

domingo, 19 de abril de 2020

Los disruptores hormonales (IV)


Las enfermedades inflamatorias del intestino
Las enfermedades inflamatorias del intestino (síndrome de Crohn, colitis ulcerosa, colon irritable) son un grave problema de salud que está en aumento. Son típicas de países avanzados aunque se han incrementado con rapidez en aquellos de Sudamérica, Europa del Este Asia y África en los que se ha producido una reciente industrialización (Alatab et al. 2019).
El impacto de estas enfermedades predomina en los países desarrollados, un hecho que se conoce desde hace tiempo. Así, por ejemplo, en la pasada década se describió que el síndrome de Crohn y la colitis ulcerosa eran diagnosticados principalmente en Norte América y el norte de Europa (Xavier & Podolsky 2007).
Alatab et al. (2019) hacen un análisis a escala mundial de la prevalencia de las enfermedades inflamatorias del intestino y su mortalidad en el período 1990-2017, una publicación en una revista que cuenta con un alto factor de impacto científico (aproximadamente un 12). Representan la prevalencia por cada 100.000 habitantes por país durante el año 2017 en el mapa que veréis a continuación.

Proporción por cada 100.000 habitantes de ciudadanos diagnosticados de enfermedades inflamatorias del intestino en el año 2017 por país. Fuente: Alatab et al. 2019.
Para España dan una proporción de entre 60-80 habitantes por cada 100.000 habitantes (el 0,06-0,08%), dato que me cuesta de creer, observando la cantidad de gente de mí circulo que conozco y están dentro del saco. Ya pensando únicamente en el municipio donde he residido prácticamente toda mi vida junto a unos 25.000 habitantes más, esta estima me cuesta creerla atendiendo que en unos 25 metros alrededor de mí casa conozco un mínimo 4 enfermos.
Los datos disponibles de cada país dependen de los registros oficiales que existan. Es decir, de la diagnosis correcta de todos los enfermos por parte de la sanidad pública y también de que se codifiquen CORRECTAMENTE todos y cada uno de los enfermos diagnosticados en el registro oficial CENTRAL de la sanidad pública. Efectivamente, para eso sirve disponer de un buen sistema sanitario con una forma de funcionar metódica desde que entra el paciente por la puerta hasta que sale, con unos buenos medios, con tiempo suficientemente para atender y cumplimentar administrativamente como toca el registro de datos, el historial.
Esos son los datos que se pueden emplear para hacer estudios epidemiológicos, hallar las causas de los problemas y corregirlos.
En cualquier caso, salvando el caso particular de España y algún que otro país europeo (también me cuesta de creer la prevalencia en otros) en ese mapa cantan de todas formas los colores inflamados de los países más industrializados.
En Alatab et al. (2019) presentan los resultados del período 1990-2017 agrupados por diferentes áreas geográficas mundiales, una forma de distinguir de forma más clara la relación entre la prevalencia de la enfermedad inflamatoria intestinal y el nivel de vida de cada área geográfica ya que esta división se hizo teniendo en cuenta el Índice Sociodemográfico de los diferentes países. El gráfico lo tenéis seguidamente.
Proporción de la prevalencia estandarizada por edad de las enfermedades intestinales inflamatorias en todo el mundo, y para 21 regiones determinadas según el Índice Sociodemográfico, durante el período 1990-2017. De cada tipo de símbolo hay una repetición por año, referente a una estima anual que va desde el año 1990 (el símbolo situado más a la izquierda) hasta el 2017 (el símbolo más a la derecha). La barra inferior del gráfico (SDI) es el índice Sociodemográfico, contra más a la derecha mayor nivel de vida y de progreso tiene la región. Fuente: Alatab et al. 2019.
El resultado apunta a Norte América (Canadá, Groenlandia y USA) como la región con más afectados y el Caribe, la América Andina y cuatro regiones subsaharianas como los lugares con menos impacto registrado de este grupo de enfermedades. España se encuentra en la región Europa Occidental (West Europe) representada con el simbolito de la cruz, y desde luego esta región “avanzada” ha experimentado un importante incremento en la evolución temporal del número de enfermos, además de competir con Europa del Este y Asia del Este por la tercera posición a escala global.
En lo malo, avanzamos bien.
Un dato espectacularmente revelador es que USA obtuvo el honor de tener casi un cuarto (el 25%) de los enfermos globales del 2017 en su territorio...todos conocemos el tipo de dieta y tantas otras coses que ingieren (echad un ojo a la cantidad de anuncios de fast food que dan en los canales norteamericanos de televisión, alimentos procesados).
La culpa no sólo es de las grasas y la carne, los disruptores hormonales juegan duro y por todo lo alto.
Confrontando el Índice Sociodemográfico de cada país con la prevalencia de la enfermedad, lo que resulta es que la prevalencia es mayor en los países con alto índice de desarrollo (Alatab et al. 2019). El mismo trabajo cita otros estudios que sugieren la misma correlación (Binder 2004; Economou & Pappas 2008; Kaplan 2015). Alatab et al. (2019) dicen que estas correlaciones “podrían” indicar que hay presiones ambientales que actúan como importantes factores de riesgo…pero se excusan aclarando que no evaluaron el potencial de los factores de riesgo en la prevalencia de las enfermedades intestinales inflamatorias para este estudio.
A pesar de la excusación anterior, el trabajo de Alatab et al. (2019) acaba mencionando, apoyándose en otros trabajos, que los factores de riesgo podrían incluir la urbanización, ambientes más higiénicos y dietas bajas en fibra y altas en carne (Bernstein et al. 2001; Kaplan 2015), y un “sugerido” nexo entre un alto estatus socioeconómico con respecto al retraso o el bajo nivel de exposición a infecciones comunes durante la infancia…y relacionan esto con una respuesta inmune alterada en individuos genéticamente susceptibles (Alexander et al. 2014; Kostic et al. 2014).
Osea, para que lo entendamos todos, que esto de que en los países más desarrollados (donde hay más contaminación de todos los tipos y comemos más contaminantes) haya una claramente mayor proporción de ciudadanos que padecen una enfermedad intestinal inflamatoria es porqué de niños no nos expusimos a las infecciones comunes o lo hicimos tarde, y entonces el sistema inmune es algo así como “defectuoso”, tiene una respuesta rara, sobretodo en aquellos individuos que genéticamente que son ya de por si “delicados” de serie.
Es que, al final, al final, la culpa siempre es del ciudadano y nunca, nunca, nunca, de las industrias.
Otro factor de riesgo que enumeran en el artículo (la urbanización) me parece una forma eufemística de señalar el megagrupo conflictivo (para los de siempre) de factores que realmente está causando esas enfermedades. El alquitrán y el cemento por si sólo es absurdo que guarden relación con las enfermedades del intestino, este problema no tiene nada que ver física y directamente con ellos. Lógicamente, todo aquello que viene asociado a la urbanización: la contaminación masiva en todos los niveles cuando se trata de grandes núcleos de población (industria química, tránsito de vehículos, utilización de productos perjudiciales a saco, dieta-basura con contaminantes químicos, plaguicidas, etc.) es un gran saco altamente problemático para la salud, en cualquier sentido y dirección.
En definitiva, Alatab et al. (2019) ya explicaban en la introducción como preludio que el papel de los factores ambientales como causas o desencadenantes de la respuesta inmune incontrolada continuaba siendo debatida (Sairenji et al. 2017)…mencionaban este aspecto escuetamente y casi diríase que “sembrando duda”.
Lo que llevaron a cabo Alatab et al. (2019) es un trabajo enorme que cuenta con decenas de científicos como autores, afiliados a centros de 25 paises diferentes, con una más que importante participación de los centros pertenecientes a importantísimos países petroleros (Arabia Saudita, Irán, Iraq, Qatar, Nigeria, USA) en la que destaca en mayúsculas una clara predominancia de Irán…¡Hasta 17 universidades diferentes de Irán participaron en el trabajo!
El trabajo muy potente, mucho esfuerzo, mucha gente interviniendo y tal, los resultados muy bien presentados…pero la verdad, si no hubieran dado ninguna explicación sobre la posible etiología de las enfermedades inflamatorias del intestino, puesto que ya aclaraban que no habían entrado a evaluar los potenciales factores de riesgo, hubiera quedado exquisito.
Mencionar unos factores, una posible etiología, de una forma hasta poco clara (urbanización) obviando otros muy importantemente señalados en una larga lista de publicaciones científicas, relacionados con la contaminación y las implicaciones con las industrias petroquímicas, pues como que estropea el resultado científico global y no acabo de entender bien como desde la revisión del artículo no han estado al tanto del tema.
Por cierto, aparte de la gran participación de la ciencia por parte de países situados entre los mayores productores de petróleo a escala mundial, cabe señalar que el estudio de Alatab et al. (2019) estuvo financiado por Bill & Melinda Gates Foundation (la fundación de Bill Gates y su mujer).
Como moraleja, mola saber quién paga el bautizo.
Salvando los tupidos velos potencialmente “previsibles” o no, hay muchos datos interesantes resultantes. Por ejemplo, Alatab et al. (2019) describen un incremento en el período 1990-2017 a escala global del número de ciudadanos con enfermedades intestinales inflamatorias..¡¡de un 85,1%!!
Es algo bestial.
Ahora, después de este preludio para poneros en situación, viene la parte de la historia que uno pueda contemplar que algunos quisieran pretender…menoscabar.
Las enfermedades inflamatorias del intestino y los disruptores hormonales
La exposición a tóxicos, entre ellos los xenoestrógenos (disruptores hormonales), es contemplada como un posible factor de riesgo para el desarrollo y la recaída de las enfermedades inflamatorias del intestino. El Bisfenol A por ejemplo es capaz de tener actividad estrogénica en el colon y alterar la función intestinal. En ratones se ha demostrado que la exposición al bisfenol A aumenta la mortalidad y empeora estas enfermedades, identificando además un mecanismo potencial de afectación negativa sobre la fisiología intestinal que agrava la inflamación (DeLuca et al. 2018).
Empezamos con un bingo, pues.
El microbioma intestinal tiene un papel destacado en la regulación del almacenamiento de grasa (Backhed et al. 2004), la regulación de la capacidad de extraer energía de los alimentos (Teixeira et al. 2012), modular los niveles de hormonas que intervienen en la regulación del apetito (Cani et al. 2009) y alterar las rutas inflamatorias (Cani et al. 2008; Kelly & Mulder 2012; Membrez et al. 2008). Los disruptores hormonales tienen un efecto sobre los microorganismos que viven en nuestro intestino, llamados en conjunto “microbiota intestinal” (Jin et al. 2017; Snedeker & Hay 2012; Velmurugan et al. 2017) y pueden influenciar el microbioma intestinal (Bansal et al. 2018). En este sentido se han encontrado también asociaciones entre las alteraciones del microbioma intestinal y la obesidad (Teixeira et al. 2012; Turbaugh et al. 2009) y la diabetes (Larsen et al. 2010)…¿Recordáis el capítulo anterior?
Las bacterias presentes en el tracto gastrointestinal y los disruptores hormonales guardan una relación entre sí, y ambas partes pueden jugar un papel en las enfermedades metabólicas. Las bacterias pueden aumentar o disminuir la toxicidad de los disruptores y estos pueden alterar las funciones de las bacterias (Claus et al. 2016).
¿Quién tiró la primera piedra?
De entrada, como especie hemos coevolucionado con las bacterias, así que no me explico como ahora pueden haber creado toda esta epidemia de problemas intestinales, curiosamente en coincidencia con todo el incremento temporal de contaminantes de los últimos tiempos, historia que se vuelve más clara cuando se observa un aumento de estas enfermedades en paralelo a la reciente industrialización y desarrollo de los países menos avanzados.
Me inclino a pensar que sean los disruptores los que comenzaron primero a liarla y alterar a las bacterias…o eso, o no sé cómo diantres hemos sobrevivido como especie durante tantos miles de años sin medicamentos, neveras, hospitales y mil medidas higiénicas.
La microbiota intestinal tiene una importante variación entre individuos y esto podría redundar en diferencias en la metabolización de los disruptores hormonales y ocasionar diferentes repercusiones en la salud (Arumugam et al. 2011)…no solamente las intestinales.
Esto juega  favor de los malos porqué lo complica todo aún más a nivel científico de cara a establecer relaciones entre causa-efecto, lamina los afectados por un mismo problema en una disparidad de enfermedades...aún más difícil de estudiar y demostrar el efecto de los contaminantes de forma estadística.
Diferentes manifestaciones para un mismo grupo de detonadores.
A cada cuál le explota el problema en un lugar diferente o de formas diferentes, como se prefiera concebir.
Una de las peculiaridades de estas enfermedades del intestino es que la prevalencia es más alta en mujeres que en hombres. Alatab et al. (2019) describían un sesgo significativo del impacto en mujeres respecto a los hombres. En mujeres, el desarrollo de las enfermedades inflamatorias intestinales se ha asociado con los anticonceptivos orales (Godet et al. 1995; Khalili et al. 2012). Del mismo modo, la desaparición de la clínica y de los síntomas de las enfermedades inflamatorias intestinales se han asociado con el hecho de dejar de tomar la píldora anticonceptiva (Cornish et al. 2008; Villafruela Cives 2009).
Y es que hombres y mujeres son diferentes hormonalmente.
Otra vez las hormonas, otra pista apuntando al mismo grupo de asesinos en serie: los disruptores.
El papel que juegan las hormonas sexuales en las enfermedades autoinmunes es complejo pero lo que se conoce sin lugar a dudas es que las mujeres son más propensas a sufrir muchas de las enfermedades autoinmunes (Whitacre 2001; Beagley & Gockel 2003). Es más, para algunas de estas enfermedades los cambios en los niveles de estrógenos (hormona sexual básicamente femenina) se relacionan con un cambio en la gravedad de la enfermedad (Beagley & Gockel 2003; Jansson & Holmdahl 1998).
Otro aspecto conocido es que el sistema inmune de la mucosa del estómago y el intestino podría ser altamente influenciable por la actividad de señalización del estrógeno, hecho que ayuda a entender el por qué las mujeres tienen una mayor tendencia a presentar el síndrome de Crohn (Brant & Nguyen 2008). Las diferencias metabólicas marcadas por el sexo y la intervención de las hormonas gonadales (sexuales) en la regulación del metabolismo son aspectos descritos de forma amplía (Mauvais-Jarvis 2015).
En definitiva, la actitud de intentar pasar todo el conjunto de evidencias científicas (las mostradas aquí son solamente algunas de las existentes) por alto desde algún sector de la investigación o desde la medicina misma me parece vergonzoso. Lo peor es que quizás los periodistas se dediquen básicamente a dar un paso más para acabar de enredar a la gente y provocar una diarrea mental que hiede de verdad a fétido.
Quedaros con este último párrafo porqué al final de esta serie de contenidos dedicados a los disruptores hormonales, voy a ir de lleno a analizar como se está enfocando este grave problema de las enfermedades inflamatorias intestinales desde el mundo periodístico utilizando para ello una noticia que brotó masivamente en diversidad de medios de información este año.
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