domingo, 11 de septiembre de 2022

EL SISÓN DE GALLECS

 

La carena de Bandolers es una de las mejores zonas del Vallés para el descanso de las aves migratorias. Se encuentra en el espacio de interés natural de Gallecs, un lugar que sigue sin protegerse cómo Red Natura Europea. De esta forma, en el futuro, será más fácil trazar las infraestructuras planeadas por la Generalitat de Catalunya o ampliar las existentes (p. ej. la AP7), al no tener que depender del visto bueno de Europa para ello. Autor fotografía: Xesco Macià (invierno del 2011).

Días atrás Eric Corella observo un sisón, un ave típica de hábitats esteparios, en la carena de Bandolers, dentro del Espacio de Interés Natural de Gallecs (Catalunya). El ave le pasó en vuelo y al no llevar cámara fotográfica no pudo obtener una imagen con la que documentar la cita.

 

En los últimos dos años es la segunda vez que Eric descubre un ejemplar de esta especie en Gallecs. A nivel histórico, solamente existía un dato previo, del gran ornitólogo vallesano, Josep Ribas, correspondiente al dos de mayo de 1980 (Ribas, J. 2000. Els Ocells del Vallès Oriental) que a su vez era la única cita conocida para la comarca del Vallès Oriental.

 

Al tratarse de una especie rara en este lugar y en la región, y dado que se encuentra en peligro de extinción y, además, figura cómo especialmente protegida en la Directiva Aves europea (en el anexo I) era sumamente interesante documentar con pruebas fehacientes la observación, el registro del ave. Con este afán, Eric procedió a comentar el hallazgo en un grupo whatsapp de observadores de aves de escala comarcal, sabiendo que casi seguro que, en breve, alguien acudiría con una cámara. En efecto, el mismo día una persona consiguió fotografiar al sisón en Gallecs, quedando documentada la interesante cita. Hasta aquí, perfecto.

 

¿Observar o coleccionar?

En la sociedad actual las noticias vuelan inmediatamente a través de internet y los móviles. En el caso de los aficionados a la observación de aves existen redes sociales y portales en los que se cuelgan las citas de aves, pudiendo añadir la geolocalización precisa y fotografías casi en el mismo instante en que se observan. Se produce entonces un efecto llamada entorno a las aves raras, escasas, atípicas y las más raras aún (p. ej. Las que provienen de fuera de Europa). En ocasiones, en un mismo lugar, dependiendo de la especie avistada, se pueden producir concentraciones de hasta más de un centenar de personas que acuden a observar el ave. Los gregarismos de fotógrafos y observadores de aves asociados a estas circunstancias se prolongarán a lo largo de días y semanas, en función de la permanencia del ave en cuestión. Es un caso más de lo que en psicología se denomina el efecto Bandwagon o, dicho sin tapujos, la mentalidad de rebaño.

 

La observación de las aves ha ido evolucionando a lo largo de la última década hacía el coleccionismo puro y duro, en paralelo a la universalización de internet (las redes sociales y etc.). Hoy en día, lo importante en este mundillo es el figurar en las redes y portales de internet cómo una persona que no se pierde ninguna ave citada cómo rara, escasa, atípica. Así que cuando una persona cita un pájaro singular en cualquier lugar de la geografía, el personal acude allí para verlo y colgar después en internet que él también lo ha visto. Igual podría tratarse de una especie que ya avistó previamente en infinidad de ocasiones, pero…es vital para la persona verla de nuevo para añadirla a su lista anual. Y es que entre los observadores se compite también haciendo listas anuales de especies vistas en el mundo, en España, en su comunidad autónoma, en su comarca, en su ciudad, o en su lugar preferido, etc.

 

En este círculo se asume que, a mayor número de especies observadas, mayor calidad y prestigio del observador, y a mayor número de especies raras, atípicas o escasas, más de lo mismo. Lógicamente, esto, en realidad, no es sinónimo de que un observador sea más o menos habilidoso o experimentado en el campo. El mérito es de quién se pasa horas escudriñando el campo, el mar, los ríos, las lagunas, los bosques, los cielos y tantos y tantos rincones, dejándose la vista y el oído para detectar las aves no colgadas en internet. Por supuesto, la valía de un observador de aves dependerá también de sus facultades, de su habilidad y destreza, del talento necesario para encontrar esas especies huidizas sumamente difíciles de detectar e identificar.

 

Visto desde fuera del círculo de los aficionados a las aves seguramente debe parecer algo estúpido la moda de competir por ver quién colecciona más especies diferentes al cabo del año y a lo largo de toda su vida ¿Ha sido siempre así? La respuesta es que no. En el pasado dicho comportamiento era anecdótico e ir tras las especies raras y etc., solamente lo hacía una pequeña proporción del colectivo. Predominaba con mucho mayor peso un sentimiento de fascinación contemplativa, del respeto por el ave y un ansia por aprender para conservar la naturaleza y luchar activamente por ella.

 

Antaño, en Catalunya, era más probable encontrarse con “amantes” de los pájaros cuya motivación para salir al campo estaba bastante relacionada directamente con la protección y conservación de las especies y sus hábitats. Los protagonistas de la película eran las aves y no hacía falta alguna ir aparentando a cualquier minuto lo bueno que se era a partir de colgar más y más datos en internet que a la postre o no son interesantes, o son replicaciones de observaciones de terceros.

 

Se inculcaba entre el colectivo, y también fuera del mismo, el respeto por las aves, el no molestarlas durante la actividad de observación y de fotografía. Hablo de ornitología de campo (“el estudio de las aves” en el campo) atendiendo a que el aficionado, el amateur o el profesional, contemplaba, pero también “estudiaba” a las aves entonces.

 

Una gran proporción de los observadores de pájaros actuales basan su actividad en la corriente frívola del competir y aparentar, del poner la cruz al máximo de aves raras, escasas y atípicas que fueron citadas los últimos días. Planifican sus jornadas de campo mirando en internet lo que otros colgaron y en un mismo día habrá decenas de personas que citaran los mismos pájaros en los mismos lugares, clonando una y otra vez datos sin ningún tipo ya de interés científico. A esto se le está llamando ciencia ciudadana. Por supuesto, entre los círculos (científicos incluidos) que apoyan este tinglado no se tiene en cuenta que el uso de internet es de las cosas más contaminantes que existe hoy en día, y hacerlo de forma tan absurda, por hedonismo puro y duro, es altamente irresponsable (cambio climático, etc.) y afecta indirectamente a las aves.

 

Fijaos que cuando hablo de esta ola de personas que va con prismáticos no hablo de “amantes” de las aves o de “ornitólogos”. Hablo de observadores de aves y los hay que ni tan siquiera se les debiera clasificar así porqué miran el ave lo justo para poner la cruz de vista, o bien tirar la foto, sin prestar atención a los detalles de plumaje, a su comportamiento, a su uso del hábitat y los recursos tróficos, etc. Una cosa es mirar y otra muy diferente, observar.

 

El caso es que este último año me he cruzado con viejos conocidos, antiguos compañeros de prismáticos, que antaño fueron grandes críticos de toda esta corriente puesto que su forma de entender la ornitología se encauzaba de forma más clara en el respeto y la conservación, y en el estudio de las aves. Me he dado cuenta de nuevo que la gente cambia, o sucumbe, ante las grandes olas, y de precisarse, se traiciona la integridad de uno mismo y sus principios, porqué lo contrario significaría ser excluido del grupo social. El rechazo social y la pérdida del estatus son mecanismos que modifican el comportamiento de las personas y tienen éxito cuando son impuestos desde arriba, por personas influyentes en un determinado círculo.

 

Plantearse dilemas morales, ser crítico en público y estar sensibilizado con la conservación de las aves y la naturaleza está mal visto, en general, en el mundo de los observadores de las aves en Catalunya. Se interpreta como una debilidad, y se critica y censura. Se estigmatiza a quién intenta aguar la fiesta a los demás.

 

La conservación de las aves en Catalunya

El chorlito carambolo se observa divinamente desde los caminos de Gallecs, así de relajado, sin molestarle. No es necesario entrar en los campos de cultivo para verlo posado. Autor fotografía: Xesco Macià (Gallecs, verano del 2012).

 

Da la casualidad de que el momento de observación del último famoso sisón de Eric coincidió con uno de los períodos más cruciales de la vida de las aves: la migración. A partir de agosto gran cantidad de aves migratorias se paran en los campos de Gallecs con la intención de reponer fuerzas y alimentarse después de centenares o miles de kilómetros volados. Requieren de lugares cómo este porque de no existir les sería imposible concluir sus viajes maratonianos. Entre la larga lista de aves migratorias de Gallecs figuran otras especies amenazadas, cómo es el caso del chorlito carambolo, que además tiene en la carena de Bandolers uno de los pocos lugares de Catalunya en los que se para anualmente a descansar.

 

El chorlito carambolo es otra especie incluida en el Anexo I de la Directiva Aves Europea. La población reproductora catalana se encuentra amenazada, catalogada cómo VULNERABLE por el último Atlas de aves reproductoras de Catalunya (Atles dels Ocells Nidificants de Catalunya 2015-2018. Institut Català d’Ornitologia). Sobre este particular, cabe clarificar que en este último Atlas se establecieron únicamente cuatro categorías, según el estatus de conservación de cada especie, correspondiendo dos de ellas a especies amenazadas bajo riesgo de extinción (Vulnerable; En peligro de extinción), una tercera a las extintas y entendiéndose una cuarta sin nombre para las especies que se valora de un plumazo que no están en ningún tipo de riesgo ni cercanos a él. Con respecto al chorlito carambolo, la categoría VULNERABLE es la segunda con mayor riesgo de extinción, por detrás de la de EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.

 

Los dos últimos Atlas de aves reproductoras de Catalunya.

 

En el Atlas del período 2015-2018 se ha estimado la población de esta especie en de 1 a 5 machos nidificantes para toda Catalunya. En el anterior Atlas catalán que cubrió el período 1999-2002 las evidencias de reproducción fueron prácticamente las mismas que durante el último atlas, estimándose una población por debajo de las 10 parejas. Lo rimbombante es que en aquel atlas, a diferencia del último, se le catalogó EN PELIGRO CRÍTICO, la categoría de más riesgo de extinción. Lo que no se entiende de ninguna forma es que, siendo la situación de amenaza actual, según los datos, prácticamente la misma que antes, se le haya otorgado en la actualidad una categoría de amenaza inferior. Aún no he encontrado a nadie que sepa explicar el porqué de esta incongruencia científica.

 

Por otro lado, el método de categorización del último Atlas catalán tiene escaso valor científico puesto que contiene pocas opciones y quedan sin englobarse como amenazadas un grupo no menor de especies cuya situación no es catastrófica, pero si preocupante. En este último Atlas, el Institut Català d’Ornitologia (ICO) decidió basar los criterios de categorización del estatus de conservación de las especies en el proyecto del Catálogo de la Fauna Salvaje Autóctona Amenazada de la Generalitat, un texto meramente burocrático y no científico, aprobado el año 2020 por POLÍTICOS y no por CIENTÍFICOS.

 

Viajando en el tiempo hasta el Atlas del 1999-2002 para otorgar las categorías del estatus de conservación de cada especie se siguieron los criterios establecidos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que son los que se aplican en el mundo entero por los CIENTÍFICOS en cualquier ámbito faunístico (vertebrados e invertebrados). La UICN es una entidad privada que cuenta con un prestigio internacional inconmensurable en el mundo científico.

 

Así que en el Atlas del 1999-2002, siguiendo los criterios de la UICN, se establecieron ocho categorías para el estatus de conservación y son las siguientes (de mayor a menor gravedad): EXTINTA, EN PELIGRO CRÍTICO, EN PELIGRO, VULNERABLE, PRÓXIMA A LA AMENAZA, PREOCUPACIÓN MENOR, DATOS INSUFICIENTES y NO EVALUADA. Es decir, tres de las categorías correspondían a especies amenazadas (EN PELIGRO CRÍTICO, EN PELIGRO Y VULNERABLE) y una cuarta (PRÓXIMA A LA AMENAZA) recogía aquellas otras cuya situación era delicada. El resultado global fue que, en ese Atlas del 1999-2002, 67 especies reproductoras se evaluaron cómo amenazadas y otras 51 estaban próximas a la amenaza. En comparación, en el último Atlas el cómputo es de 53 especies amenazadas y punto. Basándose en estas cifras, un neófito juzgaría que la situación de las aves en Catalunya entre el período 1999-2002 y el 2015-2018 ha mejorado con creces. La realidad es todo lo contrario.

 

Por otro lado, una de las utilidades más importantes de los Atlas es la de comparar entre escalas de tiempo. Al cambiar los criterios, es imposible hacerlo. Normalmente, en ciencia, cuando se cambian criterios es por una razón científica, en base a un avance en el conocimiento o por un intento de mejorar científicamente algo. La categorización del último Atlas catalán no veo que se ajuste a ninguna de estas opciones.

 

El por qué una asociación “privada” científica basa sus criterios del estatus de conservación en un texto administrativo del gobierno catalán en lugar de los que universalmente se utilizan en el mundo científico y antes utilizaba ella también, digamos, que es un misterio. Es otro misterio más del funcionamiento público-privado en el que las administraciones públicas otorgan dinero a una entidad privada para que lleve a cabo las tareas que ella misma debiera ejercer, tal y cómo dispone la ley europea. Y sale barato porqué les dan cuatro duros y la tarea la desempeña la asociación con la ayuda principal de los voluntarios y sus recursos (esto es la ciencia ciudadana). Otro día hablaremos del por qué un ciudadano aficionado a la medicina sin formación académica no puede operar de forma altruista en un quirófano a una persona (lógicamente, lo hace un cirujano profesional) y, en cambio, de forma habitual, personas no cualificadas ni experimentadas llevan a cabo voluntariamente y gratis un trabajo tan técnico, complejo y científico cómo un censo de aves.

 

A nivel de la preservación de las especies de aves lo que significa el cambio de categorización en el estatus de conservación es que se baje el listón de las aspiraciones. Es decir, menos problemas de imagen para el gobierno catalán, atendiendo a que los Atlas son un instrumento básico en el que apoyarse de cara a reivindicar mejoras en la gestión y llevar a cabo denuncias (divulgativas, mediáticas y jurídicas). Por cierto, sobre aquel proyecto de catálogo de la Generalitat del año 2020, solamente se aprobó el proyecto, pero después de la fumata blanca, seguimos todavía sin un catálogo en firme aprobado (JAJAJAJA).

 

Pero, bueno, salvando detalles que ilustran lo fenomenalmente bien que evoluciona la ornitología catalana, creo que ha quedado explícitamente clara, una vez más, la situación extremadamente delicada del chorlito carambolo y la importancia de conservarlo en Gallecs. Esto es lo importante.

 

Conseguir el trofeo

Es ahora cuando toca volver a hablar de Eric Corella. Al día siguiente de ver el sisón, visitó de nuevo la carena de Bandolers y allí se encontró con un “observador” de aves que caminaba campo a través por los rastrojos, cerca de donde Eric detectó el sisón por vez primera. El sisón es un ave de tamaño más bien grande que en un rastrojo canta cómo una almeja. No hay por qué entrar en un campo para hacer que salga en vuelo, sino que, a gran distancia, desde la red de caminos, se ve perfectamente posado, sin producirle molestias ni hacer que se sienta amenazado.

 

En este particular, Eric reprendió al observador su actitud, pero aquel hizo caso omiso y siguió metiéndose en los campos ese y otros días. Las siguientes semanas, cómo Gallecs se había puesto en el punto de mira de los “perseguidores” de aves, fueron acudiendo más y más personajes de ese tipo, pateando los campos. Al ser Gallecs uno de los poquísimos lugares donde recala el chorlito carambolo de forma regular y al caer estas fechas en su pico de parada migratoria, a la gente le ha dado por perseguir al animal por en medio de los campos. Esto denota dos cosas:

 

  • La falta absoluta de sensibilidad por las aves que descansan y se alimentan en los campos. Es un acto cruel puesto que el observador de aves que penetra en esos campos lo hace a sabiendas de que va a provocar la huida de multitud de pájaros migratorios, que los va a molestar y que eso va a jugar en contra de las probabilidades de supervivencia que tengan durante su viaje migratorio. En infinidad de veces los chorlitos carambolos que intentan descansar en Gallecs son levantados por la gente que entra en los campos y se ven obligados a continuar la migración buscando un lugar de parada alternativo. Una cosa es que un agricultor entre con su tractor a realizar tareas cuando le toca (unas pocas veces al año) y otra es que cada día lo hagan personas a pie por simple y puro capricho.

 

  • La tremenda torpeza y falta de conocimientos del observador de aves. Los chorlitos carambolos en Gallecs se ven posados, de maravilla, desde la red de caminos. Si uno entra en los campos es bastante probable que vuelen sin que el observador los detecte. Es más, en caso de avistarlos, lo más probable es que el observador no los vea posados, sino que tan solo obtenga una observación de mala calidad, fugaz y escueta de la especie en vuelo. El observador hábil y que respeta a las aves, disfrutará con creces de los chorlitos carambolos desde los caminos.

 

La historia ha llegado también al punto de que alguno que otro circula por las pistas del espacio protegido con su coche. Hace poco hubo un fotógrafo comportándose así. Está prohibido el tránsito de vehículos por todas las pistas de Gallecs, exceptuando a los servicios, habitantes de Gallecs y a los agricultores. La prohibición está señalizada de sobras y fue un gran logro de las cuatro personas contadas que lucharon a título individual y altruista durante este siglo para lograr avances en la conservación de Gallecs.

 

Es paradójico que comportamientos así se hayan popularizado puesto que nunca existieron tantas amenazas y tan importantes para las aves cómo ahora, hecho más que conocido en los círculos de aficionados y entendidos de la naturaleza. Máxime en un espacio natural protegido tan sumamente frágil y presionado por usos irregulares, ilícitos y descontrolados cómo Gallecs. Por si fuera poco, siendo este año tan extremadamente duro para las aves por las condiciones climáticas, con temperaturas de récord y sequía en toda Europa a lo largo de semanas y semanas ¿El trofeo justifica cualquier cosa? Es la victoria del narcisismo sin ningún límite, del yo desmedido por encima de la naturaleza ¿Qué les diferencia de un cazador? Un ave exhausta que requiere el descanso y alimentarse, a la que le fallan las fuerzas para alzar el vuelo, si es levantada una y otra vez, acabará muriendo, depredada o de inanición.

 

El mundo científico describió desde hace décadas atrás la transcendencia de que existan lugares de descanso para las aves migratorias (stop over) y se luchó para que la legislación europea y estatal las protegiera en sus lugares de parada migratoria y durante la migración. La Directiva Aves Europea estipula que no se puede molestar a las especies migratorias en sus lugares de reposo, articulación legal que recoge a su vez la Ley de protección de los animales en Catalunya. Me pregunto si alguna vez en la historia se ha impuesto una sola sanción a alguien por molestar a especies migratorias en Catalunya. Las leyes que protegen la biodiversidad en Catalunya son pura comedia.

 

Finalmente, es curioso cómo esos observadores de aves desconsiderados se defienden diciendo que su actividad (la persecución en la modalidad moderna) no afecta a las aves o señalan otras actividades que también lo hacen a modo de coartada. Entienden, o quieren entender, que al llevar prismáticos y telescopio y ser socios de una entidad privada de aves, los pájaros van a confiar en ellos y quedan legitimados para hacer lo que les plazca. Contrariamente, la ciencia ha descrito en infinidad de ocasiones cómo la observación de aves, e incluso su estudio, conlleva un impacto, una perturbación en ellas. El año 2017, por ejemplo, se publicó un artículo científico que concluía que las aves percibían a los observadores de aves cómo una amenaza mayor que las personas que paseaban sin más. Lo tenéis aquí:

 

Radkovic, A. Z.; Van Dougen, W. F. D.; Kirao, L.; Guay, P-J.; Weston, M. A. 2017. Birdwatchers evoke longer distances than pedestrian in some African birds. Journal of Ecotourism, Vol. 18.

https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/14724049.2017.1372765

 

En nuestro país, el ejemplo más bochornosamente famoso de la contradictoria forma de entender la afición por las aves y la fotografía faunística hasta la fecha que ilustra hasta qué punto se puede perder el norte, fue la llegada de aquellos búhos nivales de Asturias en otoño del 2021. Al saltar el tema a los medios periodísticos a lo grande, aún se agravó más. Pocas noticias, en cambio, pusieron de relieve el impacto negativo de la masificación y las actitudes exentas de ética y sensibilidad. El Periódico de España recogió la opinión crítica de un ornitólogo (Juan Carlos Vázquez) en la siguiente noticia:

 

Nel Oliveira. 2021. La presencia del búho de Harry Potter en Asturias genera preocupantes aglomeraciones: “Es un área protegida”. El Periódico de España.

https://www.epe.es/es/asturias/20211122/presencia-buho-harry-potter-asturias-12886349

 

Los gurús

Estos días he mantenido largas conversaciones con Eric sobre sus últimas experiencias. A los dos nos han sucedido cosas idénticas. Al compartir observaciones con otras personas a través de internet u otros medios, con la intención implícita de ayudar a conservar un paraje natural dando a conocer su valía para las aves, hemos originado un tsunami de perseguidores de aves. A partir de ahí acabas viviendo una situación inesperada y ves cómo el lugar se transforma en un escenario donde se ejecutan comportamientos contraproducentes para la conservación, cómo el asedio constante. Una vez se llega a ese punto, no es posible parar ni revertir el problema.

 

Los dos hemos pasado por el mismo trance de darnos cuenta de que fue un error comunicar el avistamiento de determinadas aves. Se acaba sufriendo, te sientes impotente y frustrado, y hasta culpable.

 

En el momento en que alguien comparte una observación o una foto con otro en privado, o en portales de internet o en redes sociales, la capacidad de convocatoria de personas con prismáticos y/o cámaras es, sencillamente, inestimable. No va a cuestionarse el impacto de las molestias humanas que le supone a ese pájaro raro cuyo infortunio empezó en el momento en que una persona lo descubrió, ni tampoco la perturbación que se creará al resto de las aves del lugar. Lo importante es que los humanos le tiren fotos para publicarlas en su instagram, cuanto más cerca y más bonitas mejor. Lo importante es que se apunten la cita en su maldita lista del ego desmedido. Lo de menos es si el pájaro se ve acosado y perseguido, fracasa la reproducción o se ve obligado a dejar de descansar en el lugar de reposo y tiene que continuar la migración en malas condiciones. Se ha llegado a ese punto. Hay amores que matan ¿No lo sabíamos ya?

 

El contrapunto del debate radica en que más de uno se agarra a que al difundir una cita de una especie interesante, en teoría, se proporciona otro argumento más que juega a favor de reclamar la conservación de un espacio natural determinado. Es una falacia. Sería un argumento serio sino fuera porqué, por desgracia, reivindicar, luchar contra la administración pública con el fin de conservar dejó de ser costumbre entre los aficionados a las aves hace décadas. Además, a la Generalitat le da absolutamente igual si hay 40 o cuarenta mil citas de especies amenazadas en un lugar puesto que no va a cambiar su gestión y las medidas de protección sobre el terreno. Así entonces, el ser extraño que observa a las aves y está, además, interesado en protegerlas se encuentra ante el dilema una y otra vez ¿Lo doy a conocer o no? Además, sabe que tiene colegas a los que haría muy felices comunicándoles un lugar en el que ver a esa preciada ave. Ahora bien ¿Son de confianza?

 

La solución intermedia suele ser la mejor. Tratándose de lugares sensibles respecto las molestias humanas, lo mejor es no comunicar la cita más que a personas de estricta confianza (una o dos), haciéndoles comprometerse a no decir ni pio a otros. Respecto a colgar la cita, considero que lo mejor es llevarlo a cabo semanas o meses después de que el animal se deje de ver. Dicha conducta acarrea perder la simpatía del grueso del colectivo de la observación naíf. Pero, al fin y al cabo, los pájaros no los esperan.

 

Sobre el tema del chorlito carambolo en Gallecs, al ser una especie que recala anualmente en las mismas fechas, lo mejor es no fomentar las visitas colgando nuevas citas. Al final es contribuir a que un lugar tan frágil se ponga de moda y acudan hordas de personajes que hacen un flaco favor a la conservación de las aves. No está hecha la miel para la boca del asno.

 

De todas formas, la obsesión enfermiza de colgar citas en grupos whatsapp y demás, a quién favorece sobremanera es a los que ejercen de gurús en esos grupos y mueven sus intereses profesionales así, directa o indirectamente. En este mundillo, la imagen juega un papel importante. Brillan las personas que nunca critican en público los comportamientos inadecuados, pero, en cambio, enseguida dan a conocer citas que debieran guardarse con discreción, fomentando así las congregaciones multitudinarias de observadores de aves en su propio beneficio (el estatus social).

 

La pasada primavera, Eric y yo nos lamentamos de la difusión de la nidificación de la graja en Sta. Perpetua de Mogoda a través de un grupo whatsapp comarcal de observadores de aves y nos temimos lo peor. Era la primera cita histórica de cría en el Vallès Occidental y una de las pocas conocidas en Catalunya. Ese minúsculo núcleo reproductor formaba parte de la avanzadilla de la graja en el noreste del mediterráneo ibérico, de la expansión de la colonización iniciada desde Francia. Una vez que se difundió la noticia, cada día hubo gente en la zona, con sus telescopios y sus cámaras. La graja fracasó.

 

Los que pensamos y hablamos críticamente de temas cómo estos seguimos estupefactos ante la pasividad de las entidades privadas del mundo de la naturaleza y/o la ornitología en particular. Debieran estar dedicando grandes esfuerzos en revertir la situación, en educar a sus socios y simpatizantes por los menos. Pero no es así, sino que se escoraron en el lado contrario y se afanan más en crear tendencia entre la gente (cómo el sector textil) que en mirar por los intereses de las aves ¿Hay peor cosa que zozobrar y naufragar en el lodazal? Que desaparezca la razón de la existencia misma.