Esta iba a ser una semana sabática en Perro Verde. A raíz de un acontecimiento reciente mi voluntad cambió, retomando un tema el cual hacía bastante que quería reflejar aquí.
Resulta que tenemos una moda en auge en la gestión del
patrimonio natural. El patrimonio natural nos atañe a todos y no solamente a unos
cuantos. Lo aclaro porqué ya sabemos que el personal en este país idolatra la
propiedad privada, pero hay cosas que no pertenecen a nadie, sino que son
patrimonio público.
La moda es realizar intervenciones de obra en los espacios
naturales. En efecto, las administraciones públicas (ayuntamientos,
diputaciones, gobiernos autonómicos, consorcios u otros órganos gestores de
espacios naturales, etc.) acaban destinando un pastizal a cementar, alquitranar
o dejar lisos los caminos rurales y hasta convertirlos en autopistas donde
caben dos camiones de ancho, cómo pasó entre el 2018 y el 2019 en el paraje natural de Santiga-Torre-Romeu (Santa Perpétua de Mogoda-Sabadell). En Santiga, el destrozo acabó cargándose parte del bosque galería de la riera de Santiga (Sta. Perpétua de Mogoda).
El gasto, por supuesto, se atribuye al presupuesto público en
medio ambiente y se lo llevan las empresas que se dedican a hacer obras, en
parte destinadas a la obra pública. Cómo no hay dinerillo con el que ejecutar
carreteras y demás, pues se les compensa de otras formas esta carencia. Después
de todo, ya lo decían algunos de los grandes sindicatos durante los últimos
años: es la construcción la que nos tiene que sacar de la crisis. De tocho al
tocho.
Lógicamente, las actuaciones suelen venir acompañadas de
accesorios, mobiliario con el que subir el presupuesto (barandillas de madera, canalizaciones,
bancos para sentarse en lugares absurdos que nadie nunca utilizará, etc.).
Jajaja, recuerdo un banco justo al lado y debajo de una torre de alta tensión ¿Será
un método con el que rebajar el gasto de las pensiones de los jubilados?
Estas intervenciones se ejecutan, además, asiduamente, en
espacios protegidos a escala europea, o en sus caminos de acceso.
¿Qué hay
de malo?
La mortalidad por atropellamiento es un tremendo varapalo para el mochuelo común y en la época de dispersión de juveniles (verano) aumenta de forma destacada.
Esta es la pregunta que muchos se hacen cuando hay una
crítica relacionada con el auge de estos modelos de gestión del patrimonio
natural, o bien opinaran que la crítica es exagerada puesto desconocen la
profundidad del tema y de los efectos negativos. Aunque más bien nos debiéramos
de preguntar ¿A quién beneficia esto? Espero que vosotros mismos respondáis a
esto después de leer el resto del post.
De inicio, comenzaré mí argumentación con los aspectos
negativos respecto a la biodiversidad, debido a que el enfoque correcto es
este, el de la conservación del patrimonio natural, que pertenece a todos y,
por lo tanto, cabe gestionarlo teniendo en cuenta los intereses globales y no
únicamente los de algunos caciques.
Pues bien, la fragmentación de los hábitats, la reducción
areal de los fragmentos, la insularización y los efectos negativos respecto a
la biodiversidad producidos en el perímetro de los fragmentos se sitúan entre los
aspectos más amenazantes para la conservación de la biodiversidad en el mundo
(Santos & Tellería 2006). En Europa, el continente más fragmentando del
mundo, este problema lo tenemos muy acrecentado.
El fenómeno de la fragmentación tiene que ver con la
conectividad entre los diferentes espacios naturales y entre los fragmentos.
Una pista lo que hace, ni más ni menos, es fragmentar un espacio natural. Uno
de los más graves efectos negativos que se produce en el perímetro de los
fragmentos atravesados por una pista es el atropellamiento de animales, pero existen
muchos otros (perturbación y molestias humanas, p. ej.).
El atropellamiento es una de las causas de amenaza que
actúa sobre muchas especies, tanto de aves, mamíferos, réptiles y anfibios cómo
de invertebrados (escarabajos como las luciérnagas o el ciervo volante,
mariposas, etc.). Al disponer de una pista en una zona turística que es apta
para el paso de vehículos 4 x 4 pero no para otra clase de vehículos, la
velocidad del paso de vehículos va a ser menor y además va a existir un
tránsito ínfimo de vehículos. Esa pista representará un efecto negativo
asumible. Por el contrario, al arreglar esa pista y convertirla en apta para
cualquier vehículo, la velocidad de paso aumentará y se disparará la frecuencia
de paso de vehículos.
El resultado final de la modificación de la pista es que la
mortalidad de animales se incrementará de forma potente y entonces puede llegar a ser muy preocupante. Cuando uno transita a pie por los caminos rurales, a poco que se
fije en el ambiente, ve los atropellos. Ahora bien, cierto es que hay personas
que raramente caminan por la naturaleza, o cuando lo hacen no saben ver
absolutamente nada por qué no se fijan.
Entre el aumento de la mortalidad y el creciente
aislamiento de las poblaciones entre uno y otro fragmento debido a la gran
frontera que supone la pista una vez arreglada, obtenemos cómo resultado que la
diversidad genética va a disminuir, aparte del tamaño de las poblaciones. Eso,
al cabo de un tiempo se traduce en que algunas especies se rarifiquen y algunas
lleguen a desaparecer. Aquellos detalles que el desconocedor de la
biodiversidad encuentra menores, son terriblemente cruciales para su
conservación.
En definitiva, todo forma parte de la simplificación
radical de los ecosistemas a la que estamos asistiendo mediante todos los
estúpidos métodos de gestión que hemos ido adoptando y normalizando cómo país.
Vamos sustrayendo piezas del ecosistema y después tenemos que nos aparece una plaga
u otros problemas que lo cambian drásticamente en unos pocos años. Pongo un
ejemplo bien actual; para combatir la aparición de un incendio (provocados principalmente
por el humano estúpido) hacemos un aprovechamiento de biomasa en plan destroyer
y al año siguiente tenemos una plaga de procesionaria o de oruga del alcornoque
cómo consecuencia de haber eliminado del lugar con ello a todos los
depredadores, parásitos y parasitoides que mantenían a raya a esas especies.
En fin, siempre tendremos quién se sorprenda y no entienda
que es lo que ha podido fallar, cuando no ha habido, realmente, ningún acierto.
Pero el asunto de las pistas tiene otras implicaciones adicionales,
no menos graves. En el momento en que damos vía libre a cualquier vehículo en
un área previamente tranquila, con poco tránsito de gente, estamos cambiando la
composición de la fauna que habita allí. Con la masificación de personas, las
especies más sensibles a la presencia humana (rapaces cómo el quebrantahuesos,
el águila real, el águila culebrera, etc.) van a dejar de criar tan bien
(pérdidas de puestas y pollos) y, en última instancia, puede que abandonen el
territorio de cría para siempre.
Podría también mencionar que, a mayor tamaño de visitantes,
mayor va a ser el riesgo de incendio o de basuras y otros perjuicios de origen
humano. Esto es así por qué generalmente quién hace senderismo está bastante
más concienciado que el típico dominguero que transitará por la pista una vez
arreglada, y entre los humanos estúpidos está muy extendido la subnormalidad
ilegal de lanzar la colilla por la ventana.
Acabando, habría que ver, por supuesto, cuantas de estas
obras cuentan con una evaluación ambiental, porqué en este país estos trámites
legales ya se los pasan por el arco de triunfo cómo el que va a mear.
El derecho a disfrutar de la
naturaleza
Ahora cambio de rumbo y tocaré el derecho a disfrutar de la
naturaleza. Es de suponer que los usuarios de los espacios naturales que pasean
por ellos, o hacen trekking, buscando la calma, la tranquilidad, la
armonía, también son ciudadanos ¿No? La realidad es cada vez van a contar con
menos lugares que reúnan las condiciones adecuadas. Así, una vez transformado
un camino rural de poco tránsito a un camino de alto tránsito, a la práctica a los excursionistas se
nos veta el acceso a no ser que queramos acabar cómo una croqueta de polvo y
con ganas de lanzar piedras a todos los vehículos que van pasando sin ningún
tipo de respeto por nuestra integridad ni por la velocidad máxima permitida (30
km/hora).
Da la casualidad de que los establecimientos turísticos de
los espacios naturales se llenan en gran medida de senderistas, excursionistas,
naturalistas, etc. Es decir, cabría prever que la gente que dirige estos
establecimientos estará cuidando sabiamente la gallina de los huevos de oro, su
futuro, atendiendo a que si se alteran las condiciones naturales que el grueso
de sus clientes está buscando en los alrededores van a dejar de alojarse ahí.
También es de recibo aclarar que los establecimientos
turísticos tienen un peso enorme en el tipo de gestión que se lleve a cabo en
regiones donde el patrimonio natural a proteger tiene un valor incalculable y
es sumamente frágil, que además son áreas donde hay muy pocos habitantes. Puesto
que son, les guste o no, un lobby en conjunto, y ejercen cómo tal…esta realidad
nos lleva al siguiente apartado.
Me voy a
vivir al campo
Los ofidios son uno de los grupos más afectados por atropellamiento en caminos rurales y carreteras. En la fotografía una culebra de escalera.
Otra corriente que va a más es irse a vivir de la ciudad al
campo, el neoruralismo. No es de extrañar, las ciudades son muy malas para la
salud (cáncer, enfermedades autoinmunes, alteraciones hormonales, Alzheimer,
Parkinson, etc.) y ser sensato es lo mejor.
Entiendo que cuando decides aterrizar e instalarte en un
lugar rodeado de naturaleza es porqué te gusta y lo lógico sería no alterar la
idiosincrasia del sitio. Así lo entiendo yo al menos, cómo Perro Verde que soy.
Pero no, esto no es lo habitual. La gente llega y al principio lo ve todo bien,
están enamorados del sitio. Poco más tarde empiezan a ver inconvenientes, ya les molesta que los caminos rurales que no necesitan para acceder a su casa, ir al pueblo o
a ningún lugar esencial tengan demasiados baches. Si puede ser los quieren ver alquitranados.
Esta semana me alteré al enterarme de uno de esos caminos
rurales que ahora van a arreglar en una zona protegida cómo red natura,
protección a escala europea. Un lugar donde cría el águila real, el
quebrantahuesos, el águila culebrera, etc. No lleva a ninguna casa rural ni
alojamiento turístico alguno, no lleva a ningún pueblo habitado. Un
terrateniente podrá moverse mejor por su propiedad y pocos más beneficiados van
a haber en el territorio. Personalmente, yo no podía pasar con mí coche por el
susodicho camino rural, no tengo un 4 x 4, y me parecía fantástica así, iba a
caminar a ese paraje tranquilo hasta ahora y lo disfrutaba.
A los que nos hemos quemado el culo durante años intentando
conservar el patrimonio natural, a los que hemos leído durante décadas
artículos científicos, libros, hemos pasado semana tras semana, mes tras mes,
año tras año en el campo, aprendiendo y observando, estudiando…se nos desprecia.
La frustración que genera el desprecio cuando luchas por el bien de todos llega
a herir mucho, hasta te planteas si es culpa tuya por no desarrollar tú papel suficientemente bien.
Bastantes de nosotros nos hemos visto en esa situación. Cabe la posibilidad de que alguien de este colectivo lea esto y espero que le ayude, que comprenda que no es culpa suya. Poco se puede hacer en un país
de desertores del arado.
Cualquiera opina burradas sobre gestión del
patrimonio natural sin tener ni pajolera idea. Algo complicadísimo cómo lo es
la gestión de los ecosistemas y resulta que a la vuelta de la esquina hay
alguien que lo domina innatamente, sin haber hincado los codos ni haberse
dedicado jamás. Al fin y al cabo, la educación ambiental que se da en la
escuela se limita a la gallina, el conejo, la vaca, la cabra, la oveja y poco más.
Le preguntas a un ciudadano neorrural, o a un lugareño, diez
especies de aves del lugar y a duras penas te va a decir el nombre, ya ni
hablemos de que sepa identificarlas…y resulta que da igual el tema de
naturaleza que salga a relucir, el cómo experto te va a dar su inflexible
opinión, aliñada con argumentaciones y creencias que te harán saltar los ojos
de las cuencas ¿Qué le vas a explicar a él? Lo más divertido es que muchas de
las conversaciones comienzan con una pregunta, una inquietud que te lanzan
estas personas y cuando tu te pones a explicarle ¡Zasca! Te ves sometido a una
disertación alucinante en la que pueden surgir el chupacabras, el gamusino, la
culebra con pelo y el lagarto que bebe la menstruación de las mujeres.
Tal vez la parte más desesperanzadora de todo, el summum,
se produce cuando intentas explicar algo con toda la paciencia del mundo a
alguien cercano y no te quiere escuchar. Se cierra en banda con un cortante “estoy
en desacuerdo contigo” negándote la atención y le da punto final al tema. Es
como si los que nos dedicamos al mundo de la naturaleza tuviéramos que estar
hechos de acero y aguantar cualquier tipo de daño a nuestra dignidad y orgullo.
Así funcionamos en este país ¿Cuántas veces hemos tenido que aguantar este tipo
de comportamientos los naturalistas, botánicos, ornitólogos, entomólogos en
este país?
Luego se lamentan de que pobre bosque, o pobre salamandra,
o pobre lo que sea, y se oye la frase “es que se lo están cargando todo” cómo
si la culpa nunca fuera de ellos, tal cual fuera algo lejano, de otro. Todos
somos sensibles con la naturaleza, la pachamama y tal, porqué está de moda en el reino de la doble moral, y nunca, nunca somos nosotros los culpables.
Está de moda cagarse en los cazadores y, por el contrario,
está mal visto oponerse al arreglo absurdo e innecesario de una pista, al
despilfarro de los fondos públicos en beneficio de un terrateniente y/o una
empresa de obras. No es que sea una pista ¡¡Es que son muchas en todo el
territorio catalán!!
Llama la atención que tengamos alrededor de un 30% de Catalunya
protegido cómo espacio natural y el esfuerzo presupuestario se dinamite en estos
impactos negativos en ese preciso 30%. El patrimonio natural protegido se
convirtió hace tiempo en una excusa con la que llenar bolsillos no alineados e
incluso contrapuestos con la conservación de la biodiversidad. Se lleva a cabo
clientelismo, del caro, con dinero de todos.
Mí forma, al parecer rara, de ver las cosas es caer en la
cuenta de que todos esos centenares de miles de euros nos hacen infinitamente
más falta en educación y sanidad, de la pública. Es un tema de prioridades
¿Preferimos caminos rurales asfaltados o doctoras y profesorado?
Nos han enseñado a ser sensibles con la conservación del
arte, de la cultura, del patrimonio histórico. No nos entraría en la cabeza que
un Ayuntamiento organizara un concurso de grafiteros o un trial indoor en
el interior de una iglesia románica. Eso sí, vemos normal y aplaudimos que
se practiquen bestialidades en el patrimonio natural protegido ¿Es tan difícil
de entender? ¿Tanto cuesta escuchar? No digo oír, sino ¡ESCUCHAR!
Bibliografía
Santos, T. & Telleria, J.L. 2006. Pérdida y
fragmentación del hábitat: efecto sobre la conservación de las especies. Ecosistemas,
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