domingo, 7 de mayo de 2023

EL CANCER ES EMOCIONAL

 

Gran parte de la superficie de la depresión del Ebro en Lleida, el mayor secarral de Catalunya, se transformó en regadío permitiéndose todavía el derroche del riego por inundación en grandes parcelas de frutales. Se hizo gracias al desvío de agua que tendría que llegar al Delta del Ebro mediante inversiones millonarias públicas decididas por la clase política, en beneficio del lucro de unos pocos bolsillos. El turismo de la monstruosidad del regadío nos lo promocionan anualmente en la televisión pública catalana (TV3), enseñándonos esas vastas extensiones de monocultivo industrial en flor, cómo si tuviéramos que celebrar y aplaudir el horror. El contrapunto es el Delta del Ebro, la segunda zona húmeda en importancia del mediterráneo occidental, que es ahora un páramo seco. Poco más o menos, lo mismo pasa en Doñana y otros tantos humedales y áreas de secano. Es la lógica española: desecar las áreas ricas en agua para malgastarla en las áridas.

Mientras tanto, nuestros paisajes ibéricos, antaño exuberantes de riqueza biológica, se van transformando poco a poco en los desérticos y subdesérticos del Magreb.

 

…Llevo treinta y cinco años enseñando una asignatura que se llama Psiconeuroinmunoendocrinología. Aunque parezca un trabalenguas, esta ciencia estudia cómo nuestras emociones, o nuestros pensamientos, que acaban generando emociones, influyen en el sistema inmunitario. Si estamos tristes o estresados, por ejemplo, producimos en nuestro cerebro moléculas que llegan a las células inmunitarias, y estas empiezan a funcionar peor, ya no nos defienden adecuadamente. En cambio, cuando estamos contentos, sucede lo contrario. Mónica de la Fuente del Rey.

Psicosomática concluyo. Juan José Millás.

¡Claro! continúa ella, ¡es que la mente no está separada del cuerpo! Todas nuestras emociones, mucho más que lo que comas o la actividad física que realices, van a regular nuestra inmunidad y por tanto influyen en nuestra salud. Mónica de la Fuente del Rey.

Entoncespregunto ¿Qué hay que hacer para mantenerse en forma? Juan José Millás.

Yo soy bastante mala en el tema de la dieta porque me encanta comer y creo que como más de lo debido. No tengo tiempo para hacer ejercicio, aunque intento ir a andando a todas partes y estoy muy activa, pero lo que más procuro es no perder el estado de ánimo, o decaer. A veces cuesta, pero hago todos los esfuerzos posibles porqué sé que es lo que más va a determinar que no envejezca tan deprisa. Mónica de la Fuente del Rey.

 

Millás, Juan José & Arsuaga, Juan Luís. 2022. La muerte contada por un sapiens a un neandertal. Alfaguara.

 

El primer libro del dueto Millás-Arsuaga lo encontré bien equilibrado y altamente recomendable. Lograba divulgar de forma amena sobre aspectos científicos complejos, acerca de la especie humana y la evolución, confrontándolo con otras especies. Mantenía, en general, la objetividad y el rigor, exceptuando algunas aseveraciones que no eran ciertas, o cuanto menos, eran dudosas. En este sentido, cabe aclarar que aquello de que la teoría de la mente se circunscribe exclusivamente a la especie humana es cada vez más incierto.

 

La teoría de la mente es la capacidad que tiene un ser vivo de interpretar lo que piensa o pretende hacer otro ser vivo. De esta forma se explota el potencial de manipularlo o actuar en beneficio propio debido a dicha ventaja cognitiva. Pues bien, las evidencias científicas publicadas sugieren que otras especies, de aves y mamíferos, cuentan también con dicha habilidad cognitiva.

 

Respecto al segundo libro, voy acercándome al final y, sí, hay contenidos interesantes y partes entretenidas, especialmente al principio y hacía el final, pero encuentro que los autores se centran demasiado en ellos mismos para mí gusto y algunas secciones las encuentro repetitivas. Además, siendo el hilo conductor del libro la muerte y, en un segundo plano, la salud, echo en falta alusiones a la contaminación.

 

Es respetable evitar este tema complejo y conflictivo; no es esto lo que más me cabrea. El mosqueo me vino al llegar a la página 189 y encontrarme con el texto que reseño al inicio. Encuentro inadecuado que Mónica de la Fuente, una investigadora y catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, llegue a emitir verdades absolutas tan genéricas con semejante seguridad sobre aspectos de los que ni siquiera existen fundamentos científicos a los que agarrarse con firmeza.

 

La carencia de datos y publicaciones irrefutables en los que basarse en este sentido es algo que Mónica conoce bien, así que en el momento de leer el párrafo me atraganté. Lo admito, eran palabras suculentas a escala populista ¿A quién no le gusta leer algo así? Pero en ciencia no es de recibo convertir opiniones en certeza.

 

La figura de Mónica atrajo mí atención después de leer su intervención en el libro y me puse a comprobar hasta qué punto se trataba de un lapsus puntual de la catedrática, o bien era una línea de discurso bien definida, meditada y medida.

 

Mónica de la Fuente del Rey

Os decía que era catedrática de la Universidad Complutense de Madrid:

https://www.ucm.es/fisiologia-animal-ii/directorio/?id=119

Además, tiene una larga lista de publicaciones científicas:

https://produccioncientifica.ucm.es/investigadores/140875/publicaciones?agrTipoPublicacion=ARTICLE

Tal vez en un tiempo me ponga a leer en profundidad alguno de sus artículos científicos, me pica un interés sano. Sin embargo, por ahora, me interesaba ver su faceta de divulgadora dirigida al gran público. A eso voy y para ello os reseño unas pocas entrevistas que le han hecho. Bajo cada referencia añado un comentario mío sobre el contenido. Pensad que cuenta con bastantes más intervenciones mediáticas, aunque el contenido es más o menos el mismo que el que incluyo aquí. Allá voy:

 

Raquel Rivera. 18-03-11. Mónica de la Fuente “Somos viejos desde los 18 años”. La Opinión de Málaga.

https://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2011/03/18/monica-fuente-viejos-18-anos-28898536.html

Asocia felicidad a longevidad, y tristeza con infecciones. Asegura que existan más probabilidades de que un tumor controlado empeore debido a una etapa triste de la vida.

 

Mónica G. Salomone. 02-04-07. Mónica de la Fuente del Rey, catedrática de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid. Consumer (Eroski).

 

En esta entrevista relaciona una depresión o la pérdida de una persona querida con una mayor probabilidad de sufrir una infección o un cáncer.

 

Luis Marchal. 19-06-08. Apagón emocional. Diario ADN; Universidad de Granada.

https://canal.ugr.es/prensa-y-comunicacion/medios-digitales/adnes/apagon-emocional/

http://newcanalugr.ugr.es/wp-content/uploads/2008/06/pdf14471.pdf

 

Según determinados profesionales de la medicina hay personas que mueren en poco tiempo porqué ya no quieren vivir y no por qué exista alguna causa física. A esta historia que no se sustenta en evidencias científicas se le bautizó cómo el Síndrome del Apagón Emocional. Respecto a este síndrome, Mónica de la Fuente, en este artículo, lo atribuía con seguridad a un desajuste cerebral debido a la pérdida de ilusión y motivación que a su vez causaba que las defensas no defendieran de nada al que lo sufría.

 

Ana Portolés. 12-11-15. Como vivir hasta los 120 años. Crónica Global.

https://cronicaglobal.elespanol.com/vida/como-vivir-hasta-los-120-anos_28205_102.html

 

En esta entrevista relaciona tristeza con corta longevidad, cáncer con viudos, y depresión y ansiedad con menor eficacia de las vacunas y mayor duración de las enfermedades.

 

¿Cuál es el secreto para vivir más y mejor? Farmapremium

https://mobile.farmapremium.es/articulos/secreto-vivir-mejor-entrevista-monica-la-fuente

 

Repite los discursos anteriores…cómo nuevo, afirma que los dulces y comidas preparadas también van bien para generar defensas ¡Olé!

 

¿El hambre proporciona felicidad o tristeza extrema? Según sus palabras, en los países africanos donde la hambruna es alta deduzco que debería existir una mortalidad por cáncer exagerada, mucho mayor que en los más países occidentalizados y contaminados donde la gente come todos los días. Va a ser que es al revés. Siguiendo sus razonamientos, cada guerra habría venido acompañada de un tremendo índice de mortalidad por cáncer debido a la ansiedad, el estrés, el hambre y el resto de las calamidades derivadas.

 

Los datos científicos lo que realmente demuestran es que el riesgo de morir por cáncer en una ciudad contaminada es muchísimo más elevado (abrumador) que en un pueblecito alejado de fuentes contaminantes, rodeado de bosques. Así, por ejemplo, el riesgo de un hombre de Sta. Perpetua de Mogoda de morir por cáncer de vías respiratorias se encuentra un 19% por encima de la media española, el de uno de Montcada y Reixac un 40%, frente al 25% por debajo de la media en Ribes de Freser, un pueblecito del Pirineo Catalán. Estos datos, extraídos del Atlas de Mortalidad por Cáncer y Otras Causas en España, 1978-1992 (López-Absente et al., 2001) los tenéis publicados en un post del 30 de octubre de 2019:

 

El cáncer en Barcelona, el Vallés, Catalunya y España

https://perroverdeweb.blogspot.com/2019/10/hacealgunos-anos-perdi-una-persona-muy.html?m=0

 

¿Son las personas que viven en ciudades contaminadas unos tristes y deprimidos en comparación con las de pueblecitos con un ambiente saludable? Siguiendo las declaraciones de Mónica, para justificar esas diferencias estadísticas de mortalidad por cáncer tendrían que existir una barbaridad de personas con trastornos psicológicos en ciudades…y digo yo que, paralelamente, se daría una alta tasa de mortalidad por suicidio que explicara el alto índice de cáncer. No es el caso.

 

Respecto a la relación que establecía ella entre ansiedad y depresión y una menor eficacia de las vacunas, es más que dudosa. Este año se ha publicado una investigación que demuestra una asociación entre la contaminación atmosférica y una menor respuesta a las vacunas del COVID. El enlace al trabajo entero os lo dejo a continuación:

 

Kogevinas M, Karachaliou M, Espinosa A et al. 2023. Long-term exposure to air pollution 1 and COVID-19 vaccine antibody response in a general population cohort (COVICAT Study, Catalonia). Environmental Health Perspectiveshttps://doi.org/10.1289/EHP11989

 

Hay también un post de tipo más divulgativo sobre la investigación en este enlace de ISGlobal:

https://www.isglobal.org/-/la-contaminacion-se-asocia-con-una-menor-respuesta-a-las-vacunas-covid-19

 

Previamente, el año 2022, los investigadores de ISGlobal probaron una relación entre contaminación y la incidencia del COVID:

https://www.isglobal.org/healthisglobal/-/custom-blog-portlet/los-vinculos-entre-la-contaminacion-del-aire-y-la-covid-19/3098670/0

 

Sólo aporto un par de los muchos ejemplos de investigaciones que profundizan en la relación entre el sistema de defensas, infecciones y contaminación, aprovechando un tema (el COVID) que fue radiante actualidad hasta hace poco.

 

Espero que en el futuro la terapia principal en el tratamiento o prevención del cáncer, o cualquier patología de origen físico, no sea enviarte a ver payasos al circo…

 

Este es el camino

Se observan determinados discursos simpáticos a oídos de los poderes macroeconómicos y es por eso por lo que salen a la palestra. La culpa del incremento del cáncer y la larga batería de enfermedades emergentes que se ha demostrado con creces que están asociadas a la contaminación (inclusive la de la industria agroalimentaria) nos dicen que es de que estamos deprimidos y con ansiedad. Tampoco es esta una estrategia nueva.

 

Ya cuando la guerra del tabaco en Estados Unidos las empresas tabacaleras pagaron a investigadores (de psiquiatría, psicología y etc.) por la puerta de atrás con el fin de que publicaran supuestas investigaciones en las que relacionaban las patologías isquémicas de los fumadores con un patrón de conducta tipo C (gente con problemas de conducta, ansiedad, depresión, etc.). De esta forma pretendían confundir a la opinión pública, a científicos, y a los mismos tribunales, intentando hacer creer que los fumadores no enfermaban por fumar sino por culpa de su patrón de conducta (ya sabéis, el mantra de la culpa es del ciudadano y no de la empresa).

 

Afortunadamente, aquel intento de poco les sirvió puesto que se acabó descubriendo todo el pastel…a pesar de la afición por el baile egipcio de aquellos investigadores lo cierto es que el tabaco con sus centenares de aditivos artificiales provoca accidentes isquémicos y cáncer. Desgraciadamente, siendo el entredicho de la comunidad científica, algún que otro aficionado al baile egipcio siguió desempeñando la misma función: defender a las empresas.

Todavía, en nuestros tiempos, hay quien intenta asociar el cáncer con un patrón de conducta de tipo C…buscad y veréis. Después de décadas y cientos de artículos científicos que demuestran la acción de los contaminantes sobre nuestra salud, en oposición, el poder ha ido creando y/o favoreciendo las palabras que pretenden crear dudas y convencer de que la culpa es nuestra, por acomplejados, tristes, estresados y deprimidos con ansiedad, y yo que se más. Frente a tal gremio, otros investigadores, utilizando la CIENCIA en mayúsculas, se dedican a desmantelar la especulación y aportar luz. De muestra, este botón:

Ahn, H. K. , Bae, J. H., Ahn, H. Y. y Hwang, I.C. 2016. Risk of cancer among patients with depressive disorder: a metaanalysis and implicationsPsycho-Oncology, 25(12), 1393-1399.


Este trabajo es una revisión de artículos científicos que se han ido publicando en relación con el riesgo de padecer cáncer por parte de enfermos con depresión. Los autores, basándose en esos artículos, concluyen que sufrir una depresión no incrementa el riesgo de desarrollar un cáncer.

 

Debe ser casualidad que, en ciudades con cifras récord de contaminación y enfermedades derivadas de esta, surjan personajes públicos con proyección mediática dándole cancha a unas causas que no se ajustan a las evidencias científicas publicadas. Sería un avance que por cada uno de esos discursos hubieran 100 más que dijeran lo contrario en público…aunque eso, más que ayudar a conseguir fuentes económicas con las que investigar y aumentar los beneficios económicos personales, viene a ser cómo ahorcarse en la plaza del pueblo.

 

La ciencia no tiene que ver con creencias personales, credos o con la especulación y el Mago de Oz. Tiene que ver con números, con lo que se puede demostrar o está demostrado y lo que no, pero también es verdad que se requieren fondos económicos para investigar y publicar. Y los premiados brillan y los castigados malviven en la oscuridad, en catacumbas con telarañas.

 

El pensamiento mágico

Ahora toca dar un giro de fantasía y después volveremos al mundo físico. Las religiones animistas son aquellas que otorgan personalidad, alma, a cualquier ser vivo, objeto, astro, paisaje, etc. En este grupo estarían las que rinden culto al dios Sol, a una montaña, a la lluvia, al rio, etc. Son típicos cultos de sociedades poco avanzadas en las que se brinda homenaje, o incluso sacrificios, a una o varias divinidades sin que estas ejerzan una labor moralizante. Las religiones animistas, al ser rudimentarias, no incorporan un código de conducta rígido dictado por las divinidades.

 

A medida que una sociedad avanza en complejidad surgen las religiones con un dios moralizante (el superpoli que todo lo ve y te castiga) que dicta un código ético de comportamiento (los pecados y etc.). Es lo que pusieron de manifiesto unos investigadores en este artículo:

 

Whitehouse et al. 2019. Complex societies precede moralizing gods throughout world history. Nature, 568.

https://www.nature.com/articles/s41586-019-1043-4

 

En los países occidentales la sofisticación de la sociedad y la culturización, entre las últimas décadas del siglo y la actualidad, ha dado lugar a que muchos ciudadanos hayan sustituido la mentalidad y ética religiosa por una concepción del mundo y de los hechos más científica. Han interiorizado que los fenómenos, de la naturaleza y del universo al completo, tienen una explicación objetiva y racional y no es necesario recurrir a la metafísica.

 

A pesar de tal evolución cultural asistimos a un rebrote de la conciencia espiritual, de un misticismo extraño, una necesidad de aferrarse a las ideas fantasiosas y falsas, alejadas de la ciencia, disfrazadas de alternativas y contestarias, y abrillantadas mediante matices pseudocientíficos. Viene a ser una huida de la realidad, una tabla de salvación para los momentos en que es demasiado negra para aceptarla.

 

La paradoja ha querido que semejante ideario se consolide, sobre todo, precisamente, gracias a las nuevas formas de comunicación (redes sociales y etc.) creadas, no por arte de magia, por la tecnología y la ciencia. Estos, relativamente recientes, medios nacidos de la tecnología y la ciencia se han convertido en plataformas ideales con las que difundir masivamente y sin freno historias esotéricas, metafísicas y similares que de otra forma no gozarían de apenas éxito e impacto social.

 

De aquellos barros, estos lodos

Hace cómo un mes, estando en el barrio de Mas Costa de Sta. Perpetua de Mogoda, me vi envuelto en una de esas conversaciones en las que, a toro pasado, me prometí a mí mismo esquivar en lo sucesivo.

 

Hablaba con unas personas que conozco bien poco y surgió el tema de la fibromialgia y el síndrome de la fatiga crónica. Rápidamente, una mujer farmacéutica (según informó ella) relacionó estas enfermedades con el hecho de saber gestionar las emociones. Al salir por esta tangente, me tocó la fibra. Con paciencia, le expliqué que estas patologías tienen un origen físico y que, por lo tanto, su aparición no guarda relación con estar triste o contento. Le remarqué que al ser aproximadamente el 80% de los enfermos mujeres, la desinformación provoca que se les estigmatice asociando su enfermedad a un problema emocional, a una raíz psicogénica, debido al machismo aún existente en la medicina y en la sociedad al completo. Acto seguido puntualicé que, siguiendo tal lógica, sería equiparable decir que el cáncer tiene un origen emocional. Un enfermo de cáncer puede estar bajo de ánimos o pillar una depresión debido al sufrimiento físico, al igual que una enferma de fibromialgia y/o síndrome de fatiga crónica cómo consecuencia de su enfermedad física podrá también tener un decaimiento y padecer efectos psicológicos, dependiendo del grado que alcance su patología FÍSICA. Es, pues, el estado psicológico en estos casos una consecuencia y no una causa.

 

Acto seguido, la farmacéutica, ni corta ni perezosa, afirmó que el cáncer provenía de las emociones. Lo más sorprendente es que había en el círculo de personas una enfermera del Hospital Clínic de Barcelona que se unió a la farmacéutica y armó una defensa radical de esa tesis, concluyendo que todas las enfermedades provenían de las emociones y del estado psicológico de la persona. La enfermera añadió que ella, además, había superado precisamente un cáncer y por eso sabía de lo que hablaba. Sus palabras no admitían interpretación, era tan claras cómo el agua.

 

Me quedé atónito, con una sensación de irrealidad absoluta. Recordé la cínica cita de Mark Twain “Nunca tengas una batalla de ingenio con una persona desarmada”. Claro que, en esta situación, era yo el desarmado por falta de fantasía y libertad creativa. De nada sirvió sacar a relucir datos científicos e investigadores puesto que ellas jugaban en otra liga.

 

Mientras caminaba, tras el baño de realidad, dado que esas dos personas habían cursado una carrera de ciencias y no de teología, me preguntaba ¿Cómo podían haberla superado? ¿Por qué estudiaron una carrera de ciencias? ¿De qué forma una enfermera de un hospital universitario llega a mantenerse en ese puesto teniendo esas creencias tan férreamente opuestas a lo que establece el conocimiento científico sobre la salud y el funcionamiento del cuerpo humano? ¿Quién la había formado? ¿Habría otros profesionales de instancias superiores del mundo de la salud que pensaran así y actuaran en consecuencia?

 

Por supuesto, también se me apareció una inquietud que se contesta sola ¿Acudió la enfermera al oncólogo cuando sufrió el cáncer o se curó con meditación, las piedras de las energías, o psicoanálisis? Quién no cree en hadas, sabe certeramente que utilizó los servicios de oncología.

 

Propagar que una mala gestión de las emociones origina las enfermedades físicas incorpora un matiz hasta perverso. Se estigmatiza a la persona, se le dice que la culpa de estar enfermo es suya y se contribuye así a su sufrimiento. Por añadidura, se le falta al respeto al paciente. Con respecto al cáncer, el concepto alcanza dimensiones mayúsculas por la crueldad de la enfermedad y su prevalencia. Todos hemos perdido personas queridas por esta lacra y pone de mala leche escuchar según que sandeces.

 

Aún existe otra connotación más peligrosa de la corriente que pretender explicar cualquier enfermedad física, dolencia o síntoma mediante el estado emocional, el estrés y demás: el diagnóstico erróneo y la incorrecta asistencia sanitaria ¿Cuántas mujeres que llegan con un infarto en marcha a urgencias se les manda para casa con un ansiolítico? Me entero de casos vergonzosos regularmente.

 

Esta semana llegó a mis oídos la muerte de una mujer de 40 y pocos años que acudía una y otra vez a la sanidad pública con dolores de cabeza. Le decían que era el estrés y estuvo de baja largo tiempo, sin que remitieran sus síntomas. Meses después, muy tarde, se supo que tenía un tumor en el cerebro y metástasis. Murió sin demasiadas opciones, aquí, en el primer tercer mundo.

 

Los unicornios rosas

Al hilo del post, casualmente días después de la trifulca anterior, vi la noticia sobre la médica y monja Teresa Forcades. Fue absuelta por una jueza de Manresa de la denuncia que el Colegio de Médicos de Barcelona (COMB) había interpuesto, argumentando el Colegio que había recetado medicamentos prohibidos y otros remedios fraudulentos para curar el cáncer y otras patologías. El COMB, por su parte, la ha acabado inhabilitando durante 18 meses para ejercer la medicina, debido a que divulgó las propiedades del clorito de sodio.

 

Los desesperados son fáciles de engañar y captar con información fraudulenta falta de rigor, y juega en su contra la seguridad que aporta la actitud de un desalmado o de un temerario. A algunos desalmados les guía el afán de sacar pasta a los enfermos de cáncer, u otros problemas de salud, con pocas o ningunas opciones de cura. Es gravísimo que fallezcan personas que hasta tenían opciones de curarse y al recurrir a terapias falsas en exclusivo, no salieron adelante. Otras veces, más que con un desalmado, los enfermos topan con un temerario o un mitómano. El desenlace es el mismo: conlleva un mal para el enfermo.

 

En el saco de los falsos remedios milagrosos se encuentra el clorito de sodio. El clorito de sodio es un producto químico empleado en la limpieza industrial que está prohibido por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para el uso en personas.

 

Al final se trata del mismo trasfondo, de vendernos la moto apoyándose en la espiritualidad y la fantasía, y no en la ciencia. Es negacionismo de lo objetivable, de la realidad; un comportamiento inmaduro e infantil. En esta corriente se han colado, aprovechando el rebrote de gente desesperada ante la negritud de su futuro y el incremento exponencial de enfermedades asociadas a la contaminación, otros actores.

 

Proliferan los que nos cuentan que estamos fatal de la cabeza y las emociones. Hay una oleada televisiva y mediática global adoctrinante que intenta convencernos. Según ellos, la mayoría sufrimos problemas mentales y estamos deprimidos y estresados. Es la respuesta del poder ante el apabullante incremento sin precedentes de enfermedades emergentes de origen físico relacionadas con la contaminación. Los colaboradores habituales del poder, los políticos, contribuyen saliendo al escenario público a dar fe del engaño. Tenemos que sonreír para no enfermar.

 

Ojo. Una cosa es la falta de recursos en la atención sanitaria de los enfermos mentales y personas con trastornos psicológicos puntuales o duraderos, un problema derivado de la gestión política. Y otra historia, muy distinta, es que pretendan hacernos creer que la mayoría estamos mal de salud mental.

 

La gente trabajaba entre la postguerra y la transición seis días a la semana (incluso siete) de sol a sol, sin vacaciones, sufriendo calamidades sin calzado ni ropa adecuada, sin saber que iban a poder comer de cena y si podrían alimentar a sus hijos al día siguiente, si la burra sobreviviría al invierno y un sinfín infinito de adversidades (incluidas las meteorológicas). Vivían sin ningún tipo de seguridad o tranquilidad, sin sanidad pública ni medicinas hasta en momentos en que morir de enfermedades comunes era normal, hasta comidos por pulgas, liendres, piojos y chinches, sin asistencia social, temiendo que alguien les denunciara por rojos en cualquier momento…siguiendo los rollos psicogénicos y psicosomáticos, casi todos deberían haber desarrollado una demencia sin retorno ya a los 12, 20, 30, 40 o 50 años, o muerto de cáncer o una infección severa.

 

A los que fabulan, cuando desarrollaran un cáncer, más que operarlos o mandarlos a quimioterapia y radioterapia habría que decirles “¿No preferís ir a buscar unicornios rosas con un poquito de ácido lisérgico? Sonreíd y veréis cómo os curáis.”