miércoles, 27 de diciembre de 2023

UN DÍA CUALQUIERA

 

El genocidio siempre será algo inhumano e inaceptable.

Suena el despertador. Le duele cada centímetro del cuerpo y se siente abatido físicamente, con una rigidez generalizada, aturdido y tiene la sensación de no haber pegado ojo. Al salir de la cama el cambio de temperatura le desencadena uno de los episodios clásicos de picores de piel y junto a ello, más rigidez y más cansancio.

 

Al subir las persianas vislumbra el amanecer de un día que promete ser radiante. Abre la puerta del balcón, otea los tejados y huele el ambiente. No observa chimeneas encendidas y tampoco percibe humo en el aire. Normal, son todavía las 6 de la mañana. Podrá mantener las ventanas abiertas unos treinta o sesenta minutos antes de que la gente comience a encender las chimeneas. Es el único momento del día en el que le es factible airear la casa. Mientras ventila su hogar, mantiene la nariz alerta y ante la más mínima señal de olor o visión de columna de humo, procederá a cerrar rápidamente las ventanas y conectar los purificadores de aire.

 

Una vez resuelta esta primera tarea del día, el ritual antes de desayunar pasa por ejecutar la tabla de ejercicios de elasticidad destinados a las lesiones (rodilla, fascitis plantar, tendinitis del supraespinoso, roturas de discos vertebrales, etc.) que se le han ido acumulando y complicando desde el inicio de las manifestaciones más graves de sus patologías de base. Comenzar con los estiramientos es tortuoso hasta que el cuerpo se va calentando y entra en razón. Tras acabar la rutina se siente mejor, aunque extenuado. Ahora toca un buen desayuno. Se lo merece.

 

Finalizado el desayuno, dolor en el lavabo. No hace falta entrar en detalles.

 

Acto seguido le toca el turno al tratamiento para mantener a raya la blefaritis y la meibomitis. Antes de salir a la calle y proceder a dar la excursión matutina, se esfuerza por cambiar la cara de dolor y malestar por una máscara ficticia de normalidad. A la gente no le gusta que las personas con signos de estar sufriendo les afeen la vista y el alma. Las rechazan.

 

Sale por la puerta y piensa que cualquier pesadumbre da igual porqué la belleza de la primavera lo monopoliza todo. El campo está precioso. La vida se encuentra en su plenitud, sea en la tierra, el aire o el agua. Cómo cada día, le cuesta andar. El dolor y la rigidez muscular son una carga y hasta un robot se movería con más soltura. Le aburre corregir la postura corporal continuamente para lidiar con la intolerancia ortostática, las diferentes lesiones y las inflamaciones que le han tocado esta semana. No obstante, sigue adelante. Al cabo de unos minutos de caminar, una vez caliente, la cosa pinta mejor. Tras la lluvia de la noche el ambiente está muy limpio y se siente con energía. Nota esa rara sensación para él de cierta normalidad que le ilusiona cuando aparece.

 

Avanzan sus pasos entre golondrinas, bisbitas comunes, vencejos, y tantas y tantas aves en vuelo activo hacía el norte, luchando espartanamente contra los depredadores, las adversidades climáticas, los parques eólicos y otros artefactos humanos que matan, el hambre, la sed y la extenuación física por llegar a su lugar de reproducción, siguiendo la orden hormonal, con el fin de transmitir la mitad de su carga genética a los descendientes. Son poco más que vehículos en la transmisión de genes, pero tan exultantes de vida y belleza que engranan a la perfección en el paisaje y contribuyen a que sea ese todo que experimenta él en esos momentos a través de sus sentidos.

 

Él está inmerso en esos pensamientos cuando, de repente, el cuerpo empieza a fallarle. Sin ninguna causa aparente el arrebato de energía desaparece y vuelve el abatimiento físico. Parece que cargue con una mochila enorme, tal y como si estuviera a 4000 metros de altura. Cada paso es tan lento y pesado que solamente tiene la certeza de que nadie tira de él hacía atrás con una cuerda elástica por qué sabe que no está loco. Sólo han pasado unas tres horas desde que se levantó de la cama.

 

Por mucho que en ocasiones sucumba al autoengaño optimista es consciente de que su cuerpo no tiene más autonomía que para un paseo de dos o tres horas, parando, evitando realizar un ejercicio aeróbico mantenido de más de 20 o 30 minutos. Mantener el ritmo más de 30 minutos ha sido un error, lo sabe, pero sentía una normalidad en la respuesta física. Nunca llegará a aceptar por completo sus limitaciones ¿Quién es capaz de aceptar que habiendo sido una persona hiperactiva y deportista de la noche a la mañana se pase a esta situación irreversible? No se pueden aceptar cosas así con 20, 30, 40 o 50 años…intenta imaginarse cómo se debe sentir un niño o un adolescente con estos problemas; sabe que los hay. Eso es aún peor.

 

Ahora le queda la penosa tarea de volver a casa sufriendo minuto a minuto la falta de energía y la extenuación. De camino se encuentra con olores inesperados en el sendero: colonia, detergentes y suavizantes industriales. Es fin de semana y los típicos turistas de ciudad acuden en masa con sus malas costumbres a los pueblos de montaña ¿Existe algo más estúpido que rociarse de colonia antes de practicar senderismo en un paisaje inmaculado? En el momento en que gira en una curva, entre los claros de la masa forestal, divisa a unas decenas de metros unos colores chillones artificiales que le indican la posición de los culpables. Han dejado el aire impregnado de esas sustancias que le hacen enfermar a lo largo de todo el sendero y no sopla el aire. Tardará en limpiarse el ambiente, de forma que decide pararse abandonando el camino, lejos de esas mierdas, en la espesura del bosque, y esperar a que bufe la brisa y se disipen los olores que contaminan y enferman. No tiene prisa y tampoco el cuerpo le deja tenerla.

 

Al cabo de un buen rato, reanuda el camino y llega a las afueras del pueblo. Una vez allí, percibe un olor familiar particularmente detestado. Busca con la vista en una dirección determinada y ve ropa colgada en el balcón de unos vecinos que lavan con abundante suavizante. Se trata de uno de esos suavizantes intensos que penetra en su cuerpo y le pone enfermo al momento. Le marea olerlo, le pican los ojos, le sube una tensión por la parte superior del cuello hasta la cabeza que le deja aún más cansado, aturdido y de mal cuerpo, y la garganta se le irrita. A 200 metros ya huele la pesadilla porqué la dirección del viento la trae directo hasta él. Decide huir, dar la vuelta, evitar pasar por ese lugar y entrar en su calle desde otro extremo, rodeando el pueblo.

 

Mientras hace este camino se va encontrando con algún que otro vecino. A veces hasta mendiga conversación y con tal de no acabar loco se sacrifica exponiéndose unos minutos al suavizante o jabón menos intenso y nocivo de otras personas, a pesar de que ello signifique tener que aguantar algunos síntomas…aunque más llevaderos, menos traumáticos, más soportables que el suavizante fuerte, los ambientadores o las colonias. Le cuesta pensar y articular lo que dice…pero por no parecer descortés y antipático, intenta recomponerse y hablar con una mínima normalidad con varios conocidos del pueblo. Le es agotador seguir una conversación durante media hora con varias personas a la vez por la lentitud y la falta de agilidad mental, y se queda bloqueado, fuera de la conversación. Además, las ojeras y la cara de encontrarse mal, de abatimiento, de vencido físicamente, no se pueden disimular por mucho que uno lo intente. Y ¿Qué sentido tiene gastar el tiempo en explicarles lo que le ocurre si ya lo ha hecho tantas veces a lo largo de los años? La gente reacciona mal ante una persona con estos síntomas. Les es más cómodo pensar que la persona se encuentra mal de ánimos, que es rara o tiene un problema mental, que la culpa es suya. Suelen objetar que a ellos también les duele el cuerpo y que todo el mundo tiene problemas de salud, etc. Ellos desconocen lo que significa tener el cúmulo de síntomas, el haber olvidado lo que es encontrarse bien, sentir la glotis cerrándose en segundos ante la exposición a una fragancia artificial u otros aditivos nocivos y tener que salir por patas antes de quedarse sin poder tragar y respirar. Se niegan a entender la magnitud del problema.

 

Es más fácil pensar que la otra persona es un quejica, un vago, un cuentista, que tiene problemas de sociabilización y otras tantas autojustificaciones falsas con las que lavar su conciencia o explicarse aquello que no han querido comprender o intentar comprender.

 

La parte positiva de su vida ahora es que al menos la gente del pueblo, eso sí, no suele ponerse colonia y pocos son los que usan suavizantes y detergentes de olor radioactivo. Tampoco las tiendas usan el maldito ambientador o productos de limpieza con fragancias inmundamente insoportables. Por supuesto, el pueblo es un lugar saludable en comparación con su ciudad de origen donde la contaminación motivada por el tránsito rodado y por la industria química le hacían inviable la vida. Residir en el pueblo ha sido un verdadero salto cualitativo y cuantitativo respecto a la ciudad en la que vivía antes de enfermar tanto, cuando todavía podía vivir con plenitud y trabajar. Además, la gente en la ciudad suele tener la misma falta de empatía y comprensión hacía sus enfermedades e incluso los que le conocían bien antes de estar así se comportan de esta forma. Al final, se vaya donde se vaya, los humanos guardamos mucho parecido con las gallinas. Tenemos su síndrome. Ves una gallina con una diminuta herida en un corral y en poco tiempo la irán rodeando sus compañeras para picotearle una tras otra certeramente ese punto sanguinolento hasta convertirlo en un cráter. La solidaridad es una mentira.

 

Al pasar por la plaza del pueblo recuerda que no tiene pan y le viene de paso comprarlo allí, en la panadería habitual. Lo peor es que hay cola (es fin de semana) con turistas de ciudad embadurnados de colonia y suavizantes. El panadero, al verle y conocer su problema, sale de la panadería y le da el pan de medio que siempre compra. Una verdadera ayuda en el camino.

 

Pero dicen que el diablo está en los detalles...a nuestro protagonista le entra picor en la cara y se la toca con la mano. Inmediatamente, siente picor en los párpados y se los rasca con suavidad, y aparece un escozor y dolor intenso en los ojos. Es entonces cuando entiende que sus dedos se han impregnado de la colonia adherida en la bolsa de papel del pan y al frotarse los ojos se ha provocado una reacción. Acaba de cometer una estupidez. Sabe que sufrirá otro derrame ocular, que la blefaritis-meibomitis se le activará y hasta puede que le salga un chalazión…todo ello le obligará a vigilar aún más que nada dañe sus ojos durante los próximos días, sea viento, polvo, humo de las chimeneas o cualquier otro agente externo, hasta recuperarse.

 

Aprieta el paso y sigue con el regreso a casa para lavarse las manos, la cara y los ojos. En unos minutos se encuentra a pocos metros de la puerta ¡Maldición! . Exclama para sus adentros y acelera con las últimas energías; una de las pocas vecinas que usan una colonia tan fuerte que impregna la calle a lo largo y ancho está en el patio. No le hace falta verla porqué el olor por sí solo delata su presencia. Lo peor son esos momentos en los que se cruza con ella porqué es una mujer mayor que le cae bien y se pone a hablar lo que puede con ella, pero en esas circunstancias no sabe en qué rincón ponerse con tal de que no le lleguen los compuestos volátiles nocivos de su colonia que lo invaden todo y le destruyen. Ella conoce su problema de salud, aunque, lógicamente, él por educación nunca le ha dicho que no tolera su colonia. Sus conversaciones con ella son efímeras y poco más puede hacer.

 

Por si fuera poco, además, hoy es fin de semana, ya lo dije antes. Una chimenea de una segunda residencia encendida en las cercanías expulsa un humo denso y negro que le deja fatal. El humo se estanca en las calles estrechas y encajonadas por los edificios del barrio viejo del pueblo. Por fin, abre la puerta de su casa y cierra rápidamente, intentando que no entren en su casa las sustancias tóxicas de la colonia y el humo. Conecta inmediatamente los purificadores de aire. Extrae el pan de la bolsa de pan y lo huele con la intención de comprobar que no se haya contaminado con la colonia porqué de lo contrario no se lo podrá comer. Afortunadamente, el pan no huele a veneno y lo deposita en una bolsa de tela. Tira la bolsa de papel a la basura y la cierra herméticamente. Se lava la cara y los ojos a conciencia y los examina. Esta vez ha tenido suerte y solo se trata de un leve derrame ocular. Pese a ello, sus ojos y los párpados están enrojecidos y se han inflamado. Aún no sabe si acabará saliéndole algún chalazión que es lo que más le preocupa en esos momentos. Por si acaso, se aplica el antifaz caliente para chalaziones durante diez minutos.

 

Una vez acaba con el antifaz, se descalza, se saca los calcetines y los pone a secar junto a las botas de montaña. Es una de las formas de controlar los hongos y otras afecciones de piel que se suman al resto de problemas crónicos. No es cómo los demás ni es cómo era él antes. Ahora es otro. Es demasiado débil y reactivo ante los agentes externos y el estrés fisiológico. Su piel y su cuerpo reaccionan con exposiciones al sol que son normales para la gran mayoría de personas. Igual le ocurre con el agua, el frio, el calor, el ejercicio físico sea aeróbico o no, los cambios de temperatura y con multitud de sustancias (se encuentren en género textil, pomadas, adhesivo de las tiritas, medicamentos, etc.). Su precaria situación le obliga a llevar una disciplina férrea. De lo contrario, un problema en principio menor se complica gravemente en poco tiempo. A ti que estás leyendo, igual que a otros, te parece extraño. No entiendes nada. Lo asumo, a mí me pasaba igual; es más fácil no creérselo y pensar que son exageraciones.

 

Dan las 12 del mediodía y nuestro personaje está haciendo la comida. Es costumbre que rompa algún plato o vaso, no por pura celebración o ceremonia, sino debido al aturdimiento, a la falta de coordinación visomotora y al deterioro neurocognitivo. En su casa olvidaron lo que es un juego de vajilla doméstica intacto. La rigidez corporal y los pinchazos en los hombros, la espalda y las rodillas le complican la vida al coger ollas o sartenes llenas y eso que después del paseo siente menos dolor. Aun así, prepara la comida y la cena cada día. Es una forma de darle sentido a su existencia. Todavía sirve algo.

 

Más tarde, mientras come con su pareja, ve en la tele la entrevista que le hacen a un ciudadano con una discapacidad física visible, con un grado importante de limitación. Acabó en una silla de ruedas debido a un accidente de tráfico. Es una persona muy positiva y fuerte, un ejemplo de superación. Viaja por todo el mundo en avión, o cómo sea, y no deja que su limitación le impida hacer casi de todo, a pesar de que vivimos en una sociedad que todavía no se ha adaptado a los problemas de movilidad que sufre parte de la ciudadanía. Sólo hay que echar un vistazo a las aceras o incluso a los aparcamientos de coches destinados específicamente a personas con este problema, demasiadas veces ocupados por canallas que no sufren ninguna dolencia física incapacitante más allá de la falta de humanidad y civismo.

 

La entrevista de la tele da pie a que conversando con su pareja aterricen en su ombligo. Comparan la situación de un enfermo cómo él con la de cualquier otro enfermo. Nuestro personaje no padece una movilidad reducida físicamente visible y notoria. Paradójicamente, su libertad de movimiento está mucho más restringida. No hay color. Es un exiliado ambiental y vive excluido de la sociedad en cualquier ámbito. A él la sociedad le impide vivir en sociedad, le niega la sociabilización. Una persona discapacitada está amparada por diferentes ordenamientos jurídicos específicos. Es decir, el colectivo al que pertenece cuenta con una ley hecha a su medida, mejorable, pero destinada a ese grupo de personas. A enfermos cómo el que protagoniza la narración de este post la ley simplemente no los considera. Viven permanentemente hasta el fin de sus días con los derechos sesgados, hasta la raíz más profunda, aislados y desamparados.

 

Tras comer, revisa el correo electrónico y comprueba que no tiene mensajes, lo cual es habitual. La vida social desapareció radicalmente poco a poco, aunque sin pausa, tiempo después de recibir su diagnóstico, paulatinamente, hasta alcanzar la mínima expresión. Lentamente, todos fueron desapareciendo de su vida por la puerta de atrás. No se siente mal por ello puesto que es lo que suele pasarle a los que malviven por estas enfermedades. La culpa no es de los enfermos. Simplemente, dejan de ser útiles para otras personas, sean compañeros de trabajo, amigos, colegas o hasta familia y nadie repara en ellos. Se vuelven invisibles, inmateriales y absolutamente prescindibles. La integración en la sociedad humana se reduce a eso, a ser o no ser útil. Es una gran verdad de la vida que no se aprende hasta enfermar gravemente. Lo comprende hasta cierto punto y, sin embargo, le duele sentir esa soledad permanente que no se acaba nunca porqué la soledad impuesta es de los peores castigos que existen. Sin embargo, pese a todo, jamás se sentirá culpable de una cosa que no está en su mano cambiar.

 

Se agarra a su inquietud, a la curiosidad que le ha acompañado a lo largo de su vida. Es una herramienta con la que combatir la soledad y estimular la mente. En realidad, en cierta manera, él ha acabado viendo que es una ventaja el no tener que leer ni contestar muchos correos. Ahora gestiona ese tiempo de otra manera, invirtiéndolo en la lectura de un artículo científico o buscando información sobre un músico, o cualquier otra cosa que le interese en esos momentos. Le vuelan un par de horas de la tarde enfrascado en la lectura, aunque, por supuesto, se ve obligado a parar cada 20 o 30 minutos debido a que su capacidad de concentración no da para más. No obstante, esta tarde es diferente a otras. Mientras se entrega a la lectura va notando que su barriga comienza a estar inflamada de verdad. Se pregunta el por qué y analiza lo que ha comido durante el mediodía. Se trataba de ingredientes que tolera normalmente ¿Qué ha cambiado entonces? ¿Qué ha podido ser? De repente, recuerda que, si, la pasta era ecológica, pero no de la marca de siempre. Seguramente ese es el motivo. Ha aprendido a base de error y acierto que su cuerpo no tolera el arroz y la pasta convencionales producidos mediante la utilización de fuertes plaguicidas. Es más, sabe que no todos los arroces y pastas ecológicas le sientan bien. Con el tiempo ha encontrado unas marcas de agricultura ecológica que considera seguras puesto que al menos no le causan problemas intestinales a partir de pocos minutos después de consumirlas.

 

Bueno, al menos ahora conoce los alimentos que le sientan bien y los que no. No está perdido cómo al principio, hace cuatro años atrás. En aquel entonces siempre se encontraba fatal del intestino y no sabía discernir de entre todos los ingredientes cuales podrían ser los culpables. Nadie le aconsejó ni le orientó. Tan solo le pusieron la etiqueta de colon irritable. Adquirir ese conocimiento sobre su propio cuerpo representó un trabajo de más de un año, a base de ir reduciendo la dieta al mínimo e introducir uno a uno los ingredientes. Ensayo y error, ensayo y error…y el error lo pagaba con creces en la taza del wáter.

 

Entre estos pensamientos que ocupan a nuestro personaje, llega su pareja con la compra y él le suelta − ¡Que suerte tienen los que pueden hacer la compra! No es que me ría de vosotros, lo digo completamente en serio. Entrar en un supermercado con normalidad, pasearse por las estanterías y elegir lo que te apetecerá comer esa semana; ver a un conocido que hacía tiempo no te encontrabas, echar unas risas y explicarse la vida. Son placeres cotidianos que se dan por normales. −. −Ya, no sabes lo que te pierdes haciendo la cola y más cuando pillas a alguien que no quieres ver por en medio. −. Le contesta. Los dos sonríen.

 

La verdad es que él no puede entrar en el supermercado ni en ningún establecimiento cargado de tóxicos sin sufrir un empeoramiento importante de los síntomas. Le da mucha rabia porqué la compra es una más de las muchas cargas que tiene que asumir su pareja en solitario, el verdadero pilar que le ha permitido sobrevivir hasta ahora. Ayuda a su pareja con la descarga de las bolsas de la compra y percibe el olor a ambientador, colonia y productos de limpieza ¡Es horrible! Todos los envases hieden a enfermedad desde que los supermercados y tiendas decidieron hacer uso del marketing olfativo instalando ambientadores. Los envases de la carne huelen a un producto espantoso con el que han limpiado los cristales de las neveras. Mientras su pareja extrae uno por uno los productos de las bolsas y los envases, él instala el purificador de aire en la cocina. Su pareja limpia las botellas y otros envases con vinagre de limpieza, un método bastante eficaz con el que eliminar buena parte de esas sustancias nocivas (los compuestos orgánicos volátiles) que desprenden y hacen persistir el hedor enfermizo. Es un trabajo más, una carga física muy pesada que el resto de los ciudadanos no afrontan. Una vez acabada esta tarea, entre los dos guardan los alimentos en la nevera y los armarios y su pareja le dice – He comprado una camiseta de manga larga, pero no es de algodón orgánico y no sé si la soportarás. Si la lavamos para eliminar el apresto, los olores y las sustancias químicas, ya no la podremos descambiar y puede que al no ser de algodón orgánico te provoque igualmente un ataque de picores de piel cada vez que te la pongas.−. Él le responde que es mejor que la devuelva, porqué en caso de que le siente mal, habrán perdido el dinero comprando algo que no se va a poder poner. Prefiere la ropa de calidad que le garantiza la certeza de que no enfermará más al vestirla debido a los aditivos tóxicos que incorpora (determinados tintes sintéticos, etc.).

 

Una vez recogida la compra, los dos se preparan para ir a realizar una prueba de esfuerzo en un centro privado. Le tiene que acompañar su pareja por si acaso sufre una crisis con la exposición a algún producto. Debido a que le denegaron cualquier tipo de incapacidad, demandó a la Seguridad Social y esta prueba será crucial con el fin de acreditar una de las muchas de sus limitaciones físicas a lo largo del proceso judicial. Coge su mascarilla de filtro puesto que entrará en un centro médico al que acude gente con todo tipo de jabones, shampoos, suavizantes, colonias, after-shave, desodorantes y tantos otros productos que su organismo no tolera.

 

Antes de entrar en el centro se acomoda una mascarilla con filtros. El doctor lo conduce a la sala en la que hará la prueba y allí se quita la mascarilla. El doctor conoce su problema y es una persona sensible y empática; ha preparado una sala que no huele a productos tóxicos. Es más, la mascarilla que utilizará para la medición de los parámetros respiratorios durante el transcurso de la prueba de esfuerzo, la ha esterilizado con ozono, sin usar ningún producto higienizante ante el cual pueda reaccionar y activarse una anafilaxia. Al acabar la prueba acude agotado, tambaleándose, a recepción con la mascarilla de filtros ajustada a la cara y su pareja se dispone a pagar el servicio. Extrae los billetes de un sobre de papel sellado y la recepcionista mira a los dos extrañada, por el sobre y por la mascarilla. En nuestra casa parecemos narcotraficantes o políticos, siempre con el dinero en sobres y encima yo con la máscara de los clones de la Guerra de las Galaxias bromea él. La recepcionista se ríe y le pregunta que le pasa. Los dos se lo explican. El problema de fondo es que todo el puto dinero huele a colonias y se ven obligados a guardarlo de esta forma con el fin de que él no enferme más. Haced la prueba con cualquier moneda o billete que os den ¡Apestan todos a enfermedad por partida doble!

 

Cuando nuestra pareja llega a casa son las 19 horas y él ya no es capaz de hacer nada más. Conversar le es casi imposible. Años atrás, con 44 años, antes de enfermar con esta gravedad, a estas horas del día, después de trabajar físicamente 8 horas y pasar toda la tarde en el ordenador atendiendo llamadas, redactando, leyendo documentos técnicos, digitalizando datos, habría hecho la mochila. Si, hubiera hecho la mochila y una vez en la piscina hubiese nadado 2000 metros sin descansar. Más tarde, al llegar a casa cansado de nadar, habría ido a dar un paseo con su perra y después regaría el jardín y se iría a la cama sobre las 12 de la noche para levantarse de nuevo a las 4 o las 5 de la mañana al día siguiente cómo un ciclón.

 

Recordar todo eso ahora apenas le hace daño en comparación con años atrás. Ha sido mucho tiempo, años, aprendiendo aceptar que lo que fue antes no volverá jamás. En tres años su vida pasó a ser el 10-20% de lo que fue. No es cómo si aquella persona de entonces fuera otra ¡Es que es otra persona! Hay tantas cosas que ya no puede hacer:

  • Ir al cine, al bar, a un restaurante, a un concierto, a cualquier actividad social que os podáis imagines.
  • Viajar en avión.
  • Acudir a gimnasio, a la piscina o a la playa.
  • Relacionarse con la gente con un mínimo de normalidad sin sufrir físicamente.
  • E infinidad de actividades o situaciones de un día cualquiera para ti.

Este post basado en un caso real es un ejemplo de día cualquiera que vivirá para siempre nuestro protagonista. Os hablo de una persona enferma de sensibilidad química múltiple, síndrome de fatiga crónica y fibromialgia. Y no es de los peores casos. A otros enfermos el más mínimo contacto con cualquier tóxico (p.ej. un tubo de escape) les desencadena una crisis severa y han tenido que dejar de salir de casa. Hoy en día no son pocos los enfermos cómo él y el número de personas con los síntomas y las patologías referidas sigue escalando preocupantemente hasta haberse convertido en algo común en lugares con un alto grado de contaminación. También los hay en lugares sanos…son ciudadanos que sufrieron exposiciones a ciertos productos durante su trabajo o que se empeñan en utilizar productos cotidianos nocivos que las regulaciones hechas a medida de la industria permiten.

 

Al cabo de unas semanas, nuestro protagonista vuelve a su ciudad de origen por unos días, debido a unas de las múltiples pruebas médicas que le practicarán. Últimamente, no paran de surgirle nuevos problemas de salud y algunos de los viejos empeoran. Por la calle, un antiguo compañero de clase y de fiestas le dice al verlo − ¿Cómo estás? – Le pregunta. Él le responde – Buff, tirando −. Su antiguo colega le dice sorprendido − Pues ¡Tienes buen aspecto! −. Su antiguo compañero tal vez lo diga con la mejor intención del mundo. El problema es que no sabe de lo que está hablando. Tampoco conoce que lo que le acaba de decir, él lo escucha a menudo por parte de otras personas y le repatea. Un enfermo en su situación al escuchar expresiones de esa índole siente que, realmente, lo que le están diciendo es − Eres un cuentista porqué decías que tenías todas estas enfermedades y que estabas fatal cada día, pero salta a la vista que estás perfectamente bien −. Viéndose en tales tesituras se obliga así mismo a tener paciencia y explicar con calma que la percepción de su interlocutor se encuentra en las antípodas de ser acertada. Le cuenta que el color rojizo-rosado de su cara y cuello no es un síntoma de salud o de tomar el sol sino de que su organismo no para de liberar histamina, de reaccionar ante cualquier sustancia que los demás toleran a corto plazo. Es por esa razón que se pone cómo una zanahoria nada más llegar a la ciudad y su color se vuelve al instante más pálido una vez que se encuentra en lugares más sanos…en el pueblo, por ejemplo.

 

Nuestro enfermo conoce perfectamente que sus palabras caerán en saco roto. Todos solemos sentir estremecimiento, lástima y empatía al ver una persona con una gran herida abierta, o a otra que le falta un brazo o una pierna. Somos comprensivos con alguien que sufre un cáncer porqué a estas alturas ¿Quién es lo bastante estúpido o cruel cómo para no empatizar con la gravedad que supone padecer un cáncer? Ahora bien, nos podemos olvidar de que una buena proporción de nuestros vecinos, conocidos, familiares o amigos sepan y quieran comprender lo que significa tener una artritis reumatoide, o cualquier otra enfermedad orgánica y sistémica “invisible” que no suponga sangrar por los poros o cosas por el estilo ¿Por qué?

 

Imagino que la selección natural no provocó que la especie humana desarrollará evolutivamente ninguna adaptación innata con el fin de reaccionar con empatía, sensibilidad y solidaridad ante estos problemas de salud. Así pues, cómo la presión de la selección natural no comportó que hubiera individuos humanos con un tipo de respuesta en ese sentido, en una sociedad primitiva, ignorante sobre temas médicos, sería razonablemente comprensible una falta de empatía, sensibilidad y solidaridad ante un enfermo de esta clase. La pregunta clave es ¿Qué provoca que, en una civilización avanzada, sofisticada y compleja capaz de comunicarse a distancia con un móvil o un ordenador, o buscar y acceder a información sobre cualquier cosa (inclusive la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica u otras patologías estigmatizadas), sea común un comportamiento frívolamente cruel respecto a esta clase de enfermos?

 

En una sociedad en la que se educa primando y premiando la competencia y la individualización más radicales, resulta más cómodo para el egoísmo del individuo pensar que los enfermos que no se desangran son unos cuentistas y unos aprovechados. La gente suele enfrentarse a según que tragedias ajenas, a veces, sin pararse a pensar en su comportamiento o en lo que sienten los afectados, y responden de formas inhumanas porque la crueldad ilimitada es otro atributo más de nuestra especie (que se lo pregunten a los palestinos sino es así). Existe un tipo de persona maquiavélica que comienza la conversación con un enfermo de fibromialgia preguntando − ¿Cómo te encuentras? – y acto seguido escuchan dos palabras e interrumpen al enfermo soltando sus arengas venenosas típicas del que no sabe ni quiere saber. Hablo de la clásica respuesta indignante que sueltan: − Bueno, todo el mundo tiene algo −…¿ALGO? ¿ALGO? Desde luego, ellos lo que no tienen es materia gris.

 

La paciencia de muchos enfermos se acaba en el momento en que han contado no hasta cien sino hasta un millón. Cuando han soportado comentarios insensibles y cretinos de centenares de personas con una actitud lamentable respecto a sus problemas de salud. Quizá en ese momento, se hagan una pregunta cómo esta ¿Acaso estamos obligados a pasar por alto a seres vivos con apariencia de personas que cagan por la boca?


Este post se publica el día antes de los Santos Inocentes porqué la industria, la culpable de tragedias cómo esta, ni es santa ni inocente. Dedicado a todos los enfermos de fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, sensibilidad química múltiple, electrohipersensibilidad, artritis reumatoides y la larga lista de enfermedades invisibles.


martes, 29 de agosto de 2023

INTEGRISTAS DE LA DESTRUCCIÓN AMBIENTAL

 


Años atrás nos horrorizábamos al ver cómo los integristas de Estado Islámico destruían a propósito en la ciudad de Palmira (Siria) diferentes monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad. Era una sensación de impotencia absoluta e incomprensión ante la pérdida de tal patrimonio por decisiones absurdas nacidas del capricho de la ignorancia y la estupidez humana. Bastaron apenas unos instantes para negar la posibilidad de contemplar esas joyas a las generaciones venideras.

La mayoría de la población de nuestro país es capaz de entender el valor del patrimonio arquitectónico, histórico, cultural y/o artístico, lo que significa perderlo y la importancia de conservarlo. No es casualidad. Es fruto de que, culturalmente, se nos ha inculcado por diferentes medios (escuela, instituto, universidad, mass media, familiares, etc.) a lo largo de nuestras vidas un respeto y una sensibilidad respecto ese patrimonio. Es más, las administraciones públicas ejercen una acción coercitiva ejemplarizante (normalmente) contra aquel que atente contra dicho patrimonio, el cual está protegido por ley ¿Verdad que no es imaginable que alguien dañe o robe un cuadro de Dalí y las autoridades no procuren echarle el guante al delincuente y que le caiga todo el peso de la ley encima? Todos entendemos que el culpable tiene que pagarlo y nos indignaríamos si las administraciones públicas no ejercieran el papel que les toca.

 

En lo que se refiere a nuestro patrimonio natural, nuestra conducta es radicalmente opuesta. Nos da igual que alguien atente contra la biodiversidad y no reaccionamos. No es casualidad. Nunca se ha hecho una labor mínimamente aceptable (educativa, culturizante, sensibilizadora) desde los centros educativos, los mass media y etc. El periodismo en nuestro país se ha distinguido, básicamente, por cargar contra el respeto y la sensibilidad hacía el patrimonio natural, saliendo a la defensa de cualquier interés económico que lo deprede de una u otra forma.

 

Las administraciones públicas se han destacado por proteger espacios naturales a regañadientes (debido a amenazas de sanción de la Unión Europea p. ej.) y aprobar leyes de protección por presión europea también, pero nunca han dispuesto los mecanismos y los medios necesarios a fin de que las normativas se cumplan con unas mínimas garantías. Las mínimas garantías, para que se me entienda, serían que la finalidad de conservación de los hábitats y especies se cumplieran (al igual que las leyes que en ese sentido se aprobaron) cosa que dista mucho de la realidad. Uno aprende que, aquí, proteger un espacio natural conlleva el objetivo implícito de beneficiar económicamente a unos bolsillos privados, a pesar de que eso ponga en peligro la conservación del patrimonio de todos.

 

Este post va de esto, de un triste espectáculo que va a más, sin que las entidades ambientalistas hayan sabido ni querido luchar contra ello de forma pragmática, más allá del postureo.

 

Los parques nacionales

Quién más y quién menos está al tanto del parque nacional que más noticias ha suscitado este año y el conflicto con el regadío (la sobreexplotación de sus recursos hídricos). Hablo de Doñana, un lugar icónico, baluarte de nuestra biodiversidad y de los más conocidos a nivel internacional. Se ha convertido en un arma arrojadiza entre los diferentes depredadores políticos, pero dudo que algo vaya a cambiar…para bien, ya que el poder no está preocupado realmente por su conservación.

 

No obstante, de todas formas, hoy no me quiero centrar en Doñana sino en otros dos parques nacionales:

 

  • El parque nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici
  • El parque nacional de Ordesa y Monte Perdido

 

El parque nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici

Tras varios años sin visitarlo estuve aquí este verano. El escenario global conservaba parte de su belleza salvaje y, pese a ello, el éxtasis contemplativo, la sensación de encontrarse en otro mundo, el estado de flujo alcanzado caminando en silencio por esos paisajes, una vez el reloj daba las 9 o las 10 de la mañana, quedaba empañado por una rabia y pena similares a la que experimenté viendo la destrucción de la ciudad de Palmira.

 

El primer día subí caminando desde la Palanca de la Molina al Estany Llong por el sendero cuando apenas clareaba. Tras un rato de paz, pronto empecé a escuchar los motores de las furgonetas de los taxistas que subían por la carretera de acceso a toda mecha llevando turistas hasta el Planell d’Aigüestortes situado a unos 1800 metros de altura. A lo largo de todo el día esta situación se repetía decenas de veces, hasta el punto de convertirse el Planell d’Aigüestortes y la ruta hasta el Estany Llong (2000 metros de altura) en una especie de rambla (de los horrores).




En diferentes lugares hay carteles que avisan de que está prohibido bañarse y llevar el perro suelto, entre otros (hacer ruidos estridentes, etc.). Pues bien, allí lo raro fue ver a alguien que llevara el perro atado y tanto los perros cómo los amos se metían en el rio y chapoteaban. Los menos atrevidos solo introducían sus sudorosos pies. Los hábitats alpinos estaban repletos de personas con apenas (o nula) sensibilidad y respeto hacía un patrimonio único. Ni sabían de la importancia de los hábitats que tenían ante sus ojos y bajo sus pies, ni lo valoraban. Aigüestortes y Sant Maurici es el único parque nacional que existe en Catalunya.

 

Enclaves cómo los de este parque deben su estado de conservación, precisamente, a que su difícil orografía los ha mantenido históricamente a salvo de la explotación desmesurada de especie humana. Esto ha sido así hasta hace relativamente poco…hasta que los accesos se han transformado en lo que son ahora.

 

El parque cuenta con hábitats acuáticos sumamente interesantes para la conservación de la biodiversidad, con especies amenazadas que solamente pueblan lugares muy concretos a escala ibérica, europea e incluso mundial. Entre los hábitats acuáticos se encuentran los lagos de origen glaciar situados en la alta montaña, o las zonas encharcadas con especies vegetales interesantes y escasas (p. ej. Las plantas carnívoras) y, por supuesto, los ríos y torrentes.

 

Se trata de ecosistemas sumamente frágiles, con unas condiciones químicas y físicas exquisitamente concretas que comportan que ligados a ellas sobrevivan poblaciones relictuales de unas especies que ya han desaparecido en gran parte del país (o de Europa, o del mundo) por la alteración humana y que mantienen en lugares así sus últimos reductos. Algunas están adaptadas exclusivamente a hábitats alpinos. Además, en el hábitat acuático persiste un grupo de especies que requieren aguas cristalinas pobres en nutrientes y contaminantes, y con escasas alteraciones físicas. Por ejemplo, las plantas carnívoras del género Drosera (cuyo nombre común es Rocío del sol o Hierba de la gota) están adaptadas a la vida en zonas con aguas tranquilas, remansadas y limpias en las que el nitrógeno y el fósforo son escasos. Obtienen el nitrógeno y el fósforo necesarios para vivir capturando insectos que quedan enganchados en sus hojas ¿Qué pasa cuando nos metemos en estas aguas nosotros o nuestro perro?

 

Primeramente, estaremos introduciendo fosfatos y nitrógenos de los detergentes de la ropa, de nuestros jabones, y también derivados del petróleo y otros químicos tóxicos y perjudiciales presentes en estos u otros productos de higiene y cosmética (suavizantes, desodorantes, after-shaves, colonias, protectores solares, maquillaje, etc). Cabe añadir que nuestro perro llevará un collar con productos químicos para prevenir la picada de parásitos más los incluidos en otros tratamientos cutáneos. Además, introduciremos patógenos que llevamos adheridos en la piel (esporas de hongos, bacterias, virus, etc.) que tal vez a nosotros no nos van a provocar ningún daño en circunstancias normales, pero si pueden dañar seriamente las poblaciones de anfibios y peces (e incluso aniquilarlas) y de invertebrados del lugar y, depende de cómo, extinguir toda la población de una especie ¿Somos conscientes de la gravedad de los actos caprichosamente estúpidos?

 

Rocío de sol de hojas redondeadas (Drosera rotundifolia).


Las críticas relativas al uso lúdico de los ambientes acuáticos protegidos en los que está prohibido bañarse o a otras actividades no permitidas se suceden en internet y otros canales. Por ello, cuando la crítica social es tan insostenible y la olla a presión está a punto de saltar por los aires, aparece de tanto en tanto, escuetamente, alguna pequeña noticia que remarca que los agentes rurales interponen sanciones a los malhechores, pese a que eso, en realidad, represente un ínfimísimo porcentaje de los infractores reales (¿Tal vez un 0,000000…% del total?). De muestra, esta noticia en un medio local de alcance anecdótico:

 

14 de agosto de 2023. Denuncian dos grupos excursionistas por bañarse en lagos de los parques de Aigüestortes y Alt Pirineu. Pirineus Digital.

https://pirineusdigital.cat/2023/08/14/denuncien-dos-grups-dexcursionistes-per-banyar-se-en-llacs-dels-parcs-daiguestortes-i-de-lalt-pirineu/

 

Y estas otras dos en medios de gran alcance de la Generalitat de Catalunya:

 

18 de agosto de 2023. Denuncian a una persona por hacer volar un dron sin autorización en el Parque Nacional d’Aigüestortes. Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, S. A.

https://www.ccma.cat/324/denuncien-una-persona-per-fer-volar-un-dron-sense-autoritzacio-al-parc-nacional-daiguestortes/noticia/3246003/

 

26 de agosto de 2023. Telenotícies cap de setmana vespre. TV3.

https://www.ccma.cat/tv3/alacarta/telenoticies/telenoticies-cap-de-setmana-vespre-26082023/video/6237343/

 

En el minuto 16 del telediario del 26 de agosto de 2023 aparece la noticia sobre actividades prohibidas en los dos parques, el del Alt Pirineu y el de Aigüestortes y Sant Maurici. Al llegar al minuto 16 entrevistan a una pareja joven que admite que bañaron a su perro y al mismo tiempo que conocían la prohibición y añaden que “…les gusta mucho la naturaleza y protegerla…”. Es la clásica contradicción que te vas encontrando en la gente que no respeta las normas de protección de la naturaleza. Buena parte del personal, al increparles, te sueltan una argumentación similar…les gusta la naturaleza y protegerla, conocen las normas que la protegen, pero ¡Las infringen! JAJAJAJAJA.

 

Después, en la misma noticia, se refleja esa faceta de la administración pública de hacer de Mamita y Papito buenos con ciertos asuntos. En este caso, sacan a relucir a los agentes cívicos que están de moda y tal para educar al incívico, al infractor, y que no son agentes de la autoridad, con lo que es bien absurdo pretender cambiar nada mediante esta estrategia. Durante años, las administraciones públicas se ha hartado de poner carteles en los que señalan al estilo BARRIO SÉSAMO las prohibiciones, han repartido miles de dípticos y trípticos en los que también las remarcan…¿Por qué se niegan a interiorizar que la gente sabe de sobras lo que no se puede hacer y se lo pasan por el arco de triunfo?

 

Siguiendo este esquema de actuación de la administración pública, en vez de enviar agentes de la autoridad a detener a los ladrones de un banco, podríamos encargar a los agentes cívicos que les den la chapa. Evidentemente, proteger los bancos es algo serio y lo de la naturaleza se lo toman a pitorreo. No es que estas problemáticas sean nuevas y no se hayan evidenciado en noticias de los años anteriores. Al revés, se conocen sobradamente, se han publicado una y otra vez y, contra toda lógica, el problema crece exponencialmente sin que las autoridades muestren “voluntad” alguna de controlarlo.

 

A lo largo del día que pasé entre la Palanca de Molina y el Estany Llong no vi ni un solo agente de la autoridad ni nadie (tampoco agentes cívicos) que ejerciera la más mínima acción de control sobre la infinidad de visitantes que perturbaban las condiciones naturales del lugar. Por un lado, las administraciones públicas (también TV3) invirtieron históricamente e invierten (cada vez más) ingentes recursos y esfuerzos en publicitar y promocionar este y otros espacios naturales protegidos, con el fin de que vengan más y más turistas. Por el otro lado, los mismos actores no ponen mecanismos con los que gestionar el descontrol y las agresiones que los ponen en peligro, y garantizar que las normas se cumplan.

 

No pretendo, para nada, culpar de la situación al cuerpo de los agentes rurales de la Generalitat de Catalunya. En Catalunya, la cantidad de agentes rurales es ridícula y en comarcas en las que existen aún estos tesoros de montaña, su disponibilidad cae aún más en picado. Viene a ser así: protejo sobre papel y luego, a la práctica, articulo los medios necesarios a su alrededor que causarán su destrucción.

 

El objetivo teórico de proteger un espacio es que su biodiversidad al menos se conserve (ya no hablo de recuperar la que se perdió) y la paradoja es que esto no se cumple. Cuando existen gestores y políticos que valoran el aumento del uso público de un espacio natural cómo un indicador positivo y toman este indicador cómo principal en la gestión, igual que lo haría un economista con un indicador de crecimiento de una empresa, no hay forma de conservar la biodiversidad. La conservación de la biodiversidad es del todo incompatible con una alta frecuentación de personas en un entorno natural, algo que es bien conocido por cualquier rama de las ciencias que se centra en la conservación del reino animal y/o vegetal. El por qué los políticos (los de traje y los que estos ponen a dedo en puestos directivos de los diferentes organismos) no lo quieren asumir se explica por su integrismo económico y la ausencia de interés y sensibilidad hacía la naturaleza, y su total incultura.

 

Sin embargo, la desgestión y el caos en lo referente al uso público no fue el único desastre con que me topé. Entre el Estany Llebreta y el Estany Llong conté unos dos centenares de vacas y toros, concentrándose un centenar en el Estany Llong. Habiendo explicado la importancia de mantener las aguas limpias, a salvo de cargas de nitrógeno y fósforo no naturales, os podéis imaginar la incompatibilidad existente entre preservar las condiciones de dichos hábitats y tolerar cargas ganaderas de esa medida. En toda esa excursión vi pocos lugares con Drosera y muchas de las zonas potenciales en las orillas del rio Sant Nicolau estaban pisadas y erosionadas por el trasiego de las vacas.

 

La figura de protección más importante del patrimonio natural es el Parque Nacional y por ello está prohibida cualquier tipo de perturbación humana que afecte a sus hábitats (p. ej. Arrancar plantas, frutos y setas). Sorprende, entonces, que una presión ganadera cómo la mencionada se haya normalizado existiendo tantos kilómetros cuadrados en los que desarrollar la ganadería extensiva (la cual apoyo totalmente) ¿Qué pinta tanto ganado vacuno en esos lugares del parque nacional?

 

No se trata solamente de las Droseras y otras plantas. También en el parque nacional hay anfibios y otros vertebrados (aves, peces, mamíferos, reptiles), e invertebrados, que dependen de unas condiciones exquisitas. Parte de estas especies se distribuyen por un área muy pequeña a escala global, cuentan con poblaciones escasísimas y han sufrido declives importantes, lo que las coloca en candidatas a extinguirse en un período relativamente corto sino cambiamos nuestra forma de gestionarlo todo. En este grupo figura el desmán de los Pirineos (Galemys pyrenaicus), un pequeño mamífero acuático que habita, exclusivamente, las aguas puras y cristalinas, y que es endémico de la Península Ibérica. El desmán, a escala mundial, solamente mantiene poblaciones en unas pocas zonas de los Pirineos, Sierra da Estrela (Portugal), Cordilleras Cantábrica, Sistema Ibérico y Central, y Montes de León (Nores 2017). La contaminación de las aguas es uno de los factores de amenaza de la especie.

 

También podría hablarse del hecho de que lo que antiguamente fueron refugios para unos cuantos montañistas avezados y sufridos, con el paso del tiempo se han convertido en casi establecimientos de hostelería. Ello repercute en el agua del rio, porqué los pipis y las cacas (más otras cosas) acaban allí, de una forma u otra (escorrentía y filtración). Las cacas y los pipis (también los tóxicos vertidos en los inodoros, picas y duchas) es imposible depurarlos al 100% y, por lo tanto, alteran la calidad del agua de ríos y otros hábitats acuáticos. Cabría haber ideado maneras efectivas de evitar que esas aguas residuales vayan a parar (por escorrentía o vertido) a los hábitats naturales de los enclaves que conviene proteger contra viento y marea. Lógicamente, nadie ha hecho el esfuerzo y lo que antes eran ríos de alta montaña sin signos de eutrofización, ahora son ríos con unas algas que no son naturales en esos ambientes.

 

Lejos del Valle de Sant Nicolau (Aigüestortes, Estanys de Llebreta i Llong), en la zona periférica del parque nacional, en toda el área que discurre entre los Lagos de Colomers y Els Bahns de Tredòs (Vall d’Aran) me encontré con otro circo sideral de turistas que son subidos con furgonetas-taxi a las partes altas de la montaña, a pie de los laguitos de alta montaña. El espectáculo era el mismo y, por supuesto, cosa que no había mencionado antes, las típicas inmundicias (papelitos, decenas de pañuelos de papel, plásticos, colillas, etc.) ensombrecían un paisaje radiante. En esta zona, no obstante, había una circunstancia diferente.

 

Curiosamente, en la zona periférica (es decir, fuera del parque nacional) ¡¡No había la cantidad de vacas que entre el Estany de Llebreta y el de Aigüestortes (dentro del parque nacional)!! Maravillas de la gestión. Otro ingrediente favorable para la conservación de los hábitats acuáticos prístinos es que una de las zonas de mayor interés biológico se encontraba, precisamente, antes de llegar a los laguitos que tanto gustan a la gente, en las partes bajas. Esto conlleva que una parte importante de los turistas (los que suben con los taxis) no pase por un sector de hábitats acuáticos extraordinariamente interesantes.  A esto se le suma que al estar bastante encharcado este sector quede protegida del pisoteo humano. Aún así, existe el riesgo de eutrofización de las aguas…no hay que olvidar que rio arriba está el refugio de Colomers por el que pueden pasar tranquilamente más de un centenar de personas por día. El hecho curioso es que en ese lugar acuático (que no mencionaré por no publicitarlo) existen unas poblaciones de plantas carnívoras infinitamente más abundantes y mejores que en el Valle de Sant Nicolau. No en vano, en este lugar concreto, viven dos de las especies de carnívoras (Drosera longifolia y Utricularia minor) que dentro de Catalunya solo encontraremos aquí, extremadamente raras también en el contexto peninsular. El por qué esta área no está dentro del parque nacional es un enigma; solo añadiré un dato: la comarca de la Vall d’Aràn no aporta territorio dentro del parque nacional.

 

Aprovechando que hablo de la comarca del Vall d’Aràn, la primera vez que la visité fue el verano del año 1995. Los refugios de montaña, de libre y gratuito acceso y uso (pernocta), eran solo eso, refugios para montañeros. Estaban dispuestos en diferentes valles de la comarca, estratégicamente, para acometer la ascensión a picos y rutas, cómo la del Aneto. Eran puntos de encuentro entre personas del mismo rollo y el acceso a estos refugios se hacía por pistas no alquitranadas, con más o menos dificultades para coches convencionales. Los valles entonces eran áreas tranquilas, cómo debería ser. Lo que me he encontrado este año es una aberración. Se han alquitranado los caminos rurales a lo largo de decenas de quilómetros hasta los refugios de montaña. Los refugios parecen un establecimiento turístico más. La Artiga de Linn, un valle precioso, está ahora atestado de turistas de sandalias que no llegarían hasta ahí arriba a no ser que se hubiese alquitranado el acceso. Además, se han dispuestos trenes turísticos en el que suben a decenas de personas en cada viaje...no distinguen entre lo que es adecuado en una ciudad y lo que es totalmente inapropiado en una joya del patrimonio natural de los Pirineos.

 

Alquitranar las pistas forestales y los caminos rurales, a golpe de talonario público, es otra cosa más que está de moda entre los políticos. Se desvía dinero público hacía las constructoras y el gañán se pone contento. Automáticamente después aumenta la presión humana, comienzan a existir o incrementarse otros usos, se asesina el paisaje y empiezan a caer como moscas, por atropellamiento, los vertebrados (anfibios, mamíferos, aves, etc.), pero a todo el mundo le gusta conservar y proteger la naturaleza…aprobamos con CUM LAUDE en hipocresía social con el medio ambiente.

 

El disparate del trenecito turístico en el valle de Artiga de Linn.


El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

El acceso a las partes altas del Parque Nacional de Aigüestortes i Sant Maurici con vehículo autorizado (furgonetas taxis) mediante previo pago al empresario privado está sobredimensionado. En el caso del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es más de lo mismo y entra en competición con el anterior. Así, por ejemplo, el acceso mediante vehículo en la temporada alta a La Pradera se lleva a cabo con autobuses (de los grandes). El límite máximo simultáneo de personas permitido en La Pradera se ha estipulado en ¡¡¡1800 personas!!!

 

https://pirineosordesa.com/normativa-del-parque-nacional-de-ordesa-y-monte-perdido/

 

Imagino que solo cuentan los que acceden mediante el bus; aquellos que van a pie es inviable contarlos con un mínimo de rigor…

 

La Pradera es uno de los cuatro sectores del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, ya que en los otros tres (Añisclo, Escuaín y Pineta) se permitiría un límite máximo adicional de casi 2000 personas, lo que daría un total máximo permitido de casi 4000 personas…¡Una burrada!.

 

En realidad, no he visto que se pueda calcular (ni que se haga) la afluencia total de personas por los diferentes accesos al Parque Nacional de Aigüestortes y Sant Maurici y tampoco existe un límite numérico, así que desconozco hasta qué punto la afluencia será mayor en un día en uno u otro parque y, aún menos, en densidad de personas por kilómetro cuadrado.

 

No puedo extenderme más en la crítica de la gestión del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, por qué no he llegado a conocerlo aún. Estoy prácticamente convencido de que las situaciones de incivismo deben ser prácticamente idénticas a las del parque nacional catalán y los medios que disponen las administraciones públicas para controlarlos y corregirlos, ídem. La falta de respeto hacía el patrimonio natural es un hecho diferencial que une a los ciudadanos de nuestro país, se sientan o no catalanes y/o españoles.

 

Integristas de la depravación

Uno y otro caso considero que son ejemplos de un auténtico exceso, incompatible con la preservación de espacios tan especiales, vulnerables y frágiles.

 

¿Sería admisible una competición de motos dentro de la Sagrada Familia? o ¿Que no hubiera ningún vigilante en el Museo del Prado y la gente se dispusiera a montar una barbacoa en su interior o a destrozar directamente las diferentes obras? De existir cosas así, censuraríamos a las autoridades responsables y las podríamos destacar con el galardón de INTEGRISTAS salvajes de la depravación. En el 2015 quisieron celebrar un torneo de Padel en el Anfiteatro de Mérida y fue la presión ciudadana y de algún partido político la que frenó ese disparate…

 

Hay muchos rasgos diferenciales entre el patrimonio natural y el patrimonio de origen artificial (arquitectónico, histórico, artístico, etc.). Por ejemplo, el patrimonio histórico de la ciudad de Palmira destruido por los integristas es posible volverlo a reproducir, tal y cómo anunciaron los expertos (aunque no sería lo mismo, evidentemente). Los INTEGRISTAS que gestionan nuestra biodiversidad acaban con un patrimonio de valor incalculable que, además, es insustituible e imposible restituir. La extinción de una especie es algo rotundo, implacable e irreversible, es para siempre. Es de las peores cosas, de las más egoístas, que el ser humano es capaz de perpetrar. Se acaba con una pieza indispensable de un ecosistema y se le niega la opción de disfrutarla, conocerla, a las siguientes generaciones.

 

En tiempos de Aznar recuerdo que hubo revuelo con unas declaraciones de un responsable político que dijo algo así cómo que los parques naturales tenían que dar beneficios. Esa máxima en nuestros días está aceptada por la clase política y los gestores públicos, en general. Una vez se protege (teóricamente) un espacio natural, las administraciones públicas comienzan a dedicar fondos y a articular estrategias (y normas) que benefician a determinados bolsillos privados y el principal objetivo, a la práctica, pasa a ser ese, siendo incompatible con el objetivo que justifica la verdadera razón de ser de la figura de protección: la conservación de la biodiversidad.

 

Asistimos a la urbanización de la naturaleza más recóndita: alquitranado de accesos, remodelación y creación de lugares de pseudohostelería, incremento de la afluencia de público mediante taxis a mansalva, autocares, trenes turísticos, y etc. Se dan ayudas y se fomenta la presencia de sectores privados hasta un punto absolutamente incompatible con la conservación. Promocionan la llegada de más y más turistas hasta reventar de éxito. No es cuestión de que la gente pague para el acceso VIP a zonas privilegiadas (eso no es democrático)…se tiene que limitar por lista, por orden de inscripción, y limitar el acceso diario aún más.

 

¿Lo próximo que será? ¿Trazarán escaleras mecánicas para subir a los hábitats alpinos? ¿Un teleférico al Aneto? Entre muchos naturalistas con los que he hablado a lo largo de las décadas, corre el temor en ocasiones de que un entorno natural sea declarado protegido porqué de ser tranquilo e inmutable en el tiempo, pasaría a ser un lugar famoso al cual todo el mundo accede. Una vez protegido, la administración pública dedica dinero para transformarlo, para mal.

 

Nuestros ricos y sus políticos (son de ellos, no nuestros) acostumbran a ser personas zafias en todo lo que se refiera a la conservación de la naturaleza. Faltos de sensibilidad y respeto por el medio ambiente, e ignorantes en esta materia, son los mayores enemigos de la biodiversidad. Integristas de su destrucción. De no ser así, de tener unas clases altas, al igual que pasa en países avanzados, interesadas en la naturaleza y amantes de ella, aficionadas a la ornitología, a las orquídeas silvestres, a las mariposas, a los mamíferos...todo sería radicalmente diferente: tendríamos una población educada y culturizada, sensible y respetuosa, y un funcionamiento de la administración pública en consonancia.

 

Bibliografía

Nores, C. (2017). Desmán ibérico – Galemys pyrenaicus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/