En nuestra sociedad se
empeñan en hacernos ver la virtud de la cantidad y la calidad, el sabor
sabrosón, ese es ignorado. La foto es de un pepino procedente de agricultura
orgánica (ecológico) y fue tomada con una regla de comparativa por aquello de despejar
las dudas de los seguidores de la filosofía del caballo grande, ande o no ande.
Tal y cómo se aprecia, se trata de un señor pepino que supera los 20 cm y
además es muy jugoso.
Este año el programa Equipo de Investigación de La Sexta
emitió un capítulo dedicado a los plaguicidas y tocó de refilón la Sensibilidad
Química Múltiple (SQM). Titularon el capítulo “La Lista Roja” y está
disponible dentro de la temporada 12, en la web:
https://www.atresplayer.com/lasexta/programas/equipo-de-investigacion/
El universo de los plaguicidas daría contenidos con los que
llenar varías temporadas. La Lista Roja lo abordó por encima, dando una idea
general, y en un afán de profundizar en la problemática focalizó la atención en
un par de productos que fueron prohibidos recientemente: Clorpirifos y
Clorprofam.
El
clorpirifos
El programa entrevistó a Esther Domínguez, ingeniera agrónoma
del departamento técnico de la Asociación de Plátano de Canarias (ASPROCAN).
Esther explicaba que el clorpirifos lo prohibió el Ministerio porqué podía ser
un peligro para los trabajadores que usaban el producto. Esto no es del todo
es cierto. El clorpirifos lo prohibió la UE porqué el peligro potencial abarca
a toda la población, incluidos
los consumidores.
Entre las diferentes evidencias científicas publicadas,
destaca que el clorpirifos está relacionado con efectos genotóxicos y
neurológicos durante el desarrollo de los menores. Otro de los
descubrimientos importantes es que Cocca et al. (2015) concluyeron (cito
textualmente):
“que
podía comportarse cómo un disruptor hormonal modulando la acción de los estrógenos
y alterando la estructura normal del tejido mamario” y ser un factor de riesgo
para el cáncer de mama, manifestando un efecto en este sentido a dosis
encontradas en el medio.
Es decir, era y es un peligro a dosis de esas que la
evaluación toxicológica de las administraciones públicas consideró en su tiempo
cómo seguras y bajas cuando legalizaron el producto.
En resumen, el Ministerio se vio obligado a obedecer lo
que la UE había dictaminado (igual que el resto de los países miembros) en base
a las evidencias científicas publicadas. Esta es la realidad precisa.
Continua La Lista Roja con una entrevista al gerente de
ASPROCAN, Sergio Cáceres. El gerente habla de la importación de plátanos procedentes
de fuera de la UE, plátanos que han sido tratados con el clorpirifos ya que la
prohibición no afecta a países no pertenecientes a la UE. Es este un aspecto
vital y sumamente interesante que muestra la estupidez injusta de las
normativas de la Unión Europea. En la lista de prioridades de la UE la
salud y el medio ambiente van por detrás del miedo a fastidiar los
intereses comerciales de terceros ligados a la importación (intermediarios,
etc.). Esta política es nociva en varios sentidos:
- Se sigue poniendo en riesgo la salud de los ciudadanos
europeos.
- Se sigue promoviendo la contaminación del planeta con
sustancias no seguras.
Extrapolando, sabemos que la legislación europea prohíbe el
asesinato ¿Concebís que el asesinato se permita en territorio europeo a una
persona procedente de un país extracomunitario?
Cómo el plátano de países de Sudamérica tratado con
clorpirifos es bastante más barato que el de Canarias, se potencia que el
ciudadano compre ese plátano y no el de aquí. El desenlace es que quién
fabrica clorpirifos se vea beneficiado indirectamente. Por mí parte, voy a
seguir comprando plátano de Canarias, cómo ejercicio de responsabilidad
ambiental, pero los que actuemos así seremos unos pocos.
El
Clorprofam
El clorprofam es un herbicida, usado también con el fin
de evitar la germinación en la patata recolectada.
La Lista Roja cede buena parte del programa a considerar
los agravios que la prohibición del clorprofam ocasiona a los productores de
patata gallegos y el sector industrial gallego que las procesa. Los productores
agroganaderos son uno de los colectivos mejor tratados desde los medios
periodísticos; cuentan con una atención destacada en espacios informativos y
documentales. Personalmente, encuentro pertinente escuchar y dar voz a
cualquier sector molesto o perjudicado por un acto o decisión administrativa,
cosa que no se practica con todos ¿Existen el resto de los autónomos y
pequeñas empresas?
Sea cómo sea, a mí me interesa escuchar las quejas de un
agricultor afectado por un cambio normativo si estas se circunscriben a su
pérdida y los problemas que le va a ocasionar. Pero es estridente que a un
representante de un lobby se le deje hablar sobre aspectos técnicos que no
conoce en absoluto y se salga de madre comparando un plaguicida tóxico
prohibido con la cafeína, o el beicon. Semejante barbaridad, señores
periodistas, se puede editar y recortar.
Además, entiendo que cualquier representante de un lobby
tendría que ser responsable con sus palabras en los medios periodísticos puesto
que el ciudadano, su cliente potencial, puede cabrearse y evitar su producto en
el futuro. En lo relativo a la responsabilidad, adicionalmente, poniéndome
en la piel de un agricultor, yo estaría muy preocupado y enfadado por el hecho
de que me hubieran vendido a lo largo de años y paños un producto gravemente
perjudicial para la salud de todos (incluyendo a los de mí familia). A mí
me costaría dormir sabiendo esto; sentiría rabia, impotencia y culpabilidad.
Por añadidura, cabe resaltar que las administraciones
públicas destinan un esfuerzo importante en subvenciones al sector agrario. Se
estima que la Unión Europea dedicará un 40% de su presupuesto en el período
2021-2027 al sector agrario. Y un sector subvencionado está en deuda con la
sociedad. A veces me da la sensación de que nos hacen un favor produciendo
alimentos y bien que los pagamos, por vía directa al comprarlos y con las
subvenciones por vía indirecta.
El problema de base, lo que acaba esclavizando al
agricultor convencional es el intermediario y los costes de producción (entre
ellos los plaguicidas y fertilizantes sintéticos, etc.) ¿Quién no lo sabe a
estas alturas? Parte de la solución es no depender del intermediario: vender
directamente al cliente, elaborar productos procesados a partir de lo que uno
produce, etc. La otra opción es evitar la dependencia radical de las
corporaciones petroquímicas.
Los
pesticidas convencionales son necesarios
Sin duda, lo que me dejó un mal sabor de boca de La Lista
Roja son dos mitos que se van repitiendo a lo largo del programa en boca de
diferentes personas entrevistadas:
- No
se puede prescindir de los pesticidas convencionales.
- Haciendo
agricultura ecológica se produce menos y no se puede alimentar a toda la
población.
Debieran haber entrevistado a un productor de
agricultura ecológica y entonces hubiéramos tenido una visión menos sesgada de
la realidad. Este productor habría dejado bien claro que es viable
alimentar a toda la población con hortalizas, verduras, frutas y cereales
cultivados con las técnicas de la producción ecológica.
El consumo y la producción de los alimentos ecológicos
está en auge y los agricultores que se dedican a él, ídem. Es más, existen
agricultores que llevan años consolidados en la producción ecológica. Por algo
será por lo que no han cambiado a la gestión convencional ¡Les va mejor!
Vieron que no les convenía poner su negocio en manos de las agroquímicas
convencionales.
En el papel de cliente compro patatas ecológicas a los agricultores
de mí pueblo que anualmente producen toneladas, y garbanzos y manzanas…sus
cultivos están lozanos y el sabor es otro mundo. Ni que decir tiene que el
productor ecológico tiene que estar encima de sus cultivos día tras día, cómo se
hacía antiguamente. Es un tipo de agricultura que requiere pasión y entrega.
Al comparar un campo de cereal convencional en Catalunya
con uno de agricultura ecológica, con frecuencia el ecológico está exuberante y
produce más. Esto ha sido así durante la última década porqué las
variedades utilizadas en cultivo ecológico son las tradicionales de crecimiento
lento, variedades adaptadas al clima seco del lugar. La variedad de
crecimiento lento con poca lluvia repartida en muchos meses tiene suficiente
para producir una buena cosecha. En cambio, las variedades de agricultura
intensiva utilizadas convencionalmente tienen un ciclo de crecimiento muy
rápido y cuando la lluvia escasea en los pocos meses esenciales de su ciclo
vital, el resultado final es la ruina (tallos de un palmo, con espigas
raquíticas). Esto se puede apreciar en campos cerealísticos de las
planicies de Lleida o de las comarcas cercanas a Barcelona. La dinámica de
sequía no va a variar demasiado, así que más vale que el agricultor vaya
adaptándose a la realidad; nos conviene a todos.
También, un agricultor ecológico en el programa La Lista
Roja habría hablado del sabor y las cualidades nutricionales de las variedades
tradicionales empleadas en este tipo de gestión agraria. Desgraciadamente, La
Lista Roja se limitó a entrevistar a una frutera que dio unas impresiones subjetivamente
negativas de la fruta ecológica y ahí acabó todo.
Tal vez, la guinda definitiva sería haber listado una serie
de plaguicidas comunes en la agricultura convencional y los efectos nocivos
descritos en la salud humana y el medio ambiente. No hay argumento con mayor
peso que ese.
La gestión
agraria ecológica
Abunda el desconocimiento en cuanto a lo que conlleva la
agricultura ecológica. Para empezar, cabe resaltar que un agricultor convencional
que decida pasarse a producción ecológica estará sometido a un período de seis
años de reconversión, durante los cuales no podrá utilizar productos
convencionales (fertilizantes o plaguicidas artificiales drásticos) en sus
tierras. Tampoco podrá vender durante esos seis años sus productos con el sello
de producción ecológica y, por lo tanto, con un precio más alto.
No obstante, la administración pública permite utilizar una
lista de fertilizantes y plaguicidas orgánicos. La lucha contra las plagas
en un campo de producción ecológica se libra con plaguicidas orgánicos basados
en microbios, bacterias, hongos, con invertebrados que atacan a la plaga e
incluye fungicidas suaves cómo el sulfato de cobre. Las técnicas
sostenibles de la agricultura ecológica en el control de plagas también abarcan
los métodos mecánicos y otros de gestión del terreno (creación de márgenes
florales, asociación y rotación de cultivos, no masificar un mismo cultivo,
etc.). Por encima de todo, se requiere un alto grado de conocimiento del
cultivo, la climatología, el terreno, etc. Pero no se permiten sustancias
químicas artificiales con un potencial tóxico elevado y una acción poco
selectiva sobre el medio (derivados del petróleo, productos basados en el
cloro, etc.).
Un agricultor convencional que pretenda cambiar a ecológico
se verá sometido a controles de sus tierras, análisis, que practicará la
administración pública a lo largo de seis años y que él deberá sufragar
económicamente. Es toda una inversión no exenta de riesgo. La
administración pública verifica así que el agricultor no emplee productos
prohibidos en la agricultura ecológica. Al cabo de seis años, si todo está
correcto, la administración pública certificará que los productos son
ecológicos y el agricultor los podrá vender con el sello de agricultura ecológica.
¿Y qué pasa después? Pues que la administración pública seguirá
presentándose a lo largo de los años con el objeto de realizar los análisis de
verificación. En el momento en que la administración pública encuentre
alguna irregularidad, retirará la certificación de producto ecológico.
Estos detalles fundamentalmente esenciales sobre la
agricultura ecológica son prácticamente inéditos en televisión, con lo que una
fracción importantísima de los consumidores no va a apostar por un producto
ecológico del cual no sabe nada más que su precio es más alto. Semanas atrás
incidía en la importancia del consumidor en cuanto a promover cambios
saludables en la fabricación de productos de higiene, cosmética y limpieza del
hogar. En lo referente a la comida es lo mismo.
La mayoría de la población, por limitaciones culturales,
entre otros motivos, no dispone de la información deseable con la que elegir
libremente y de forma bien documentada en cuanto a cualquier producto. Si
bien, en lo relativo a la comida, una minoría de personas intuye o sabe que elegir
un producto ecológico será seguro para nuestra salud y el medio ambiente que
uno convencional. No obstante, sin la masa no es posible el cambio y la
seducción requiere de un mínimo de información.
Por otro lado, a cuanto mayor consumo exista, más barato se
va a volver el producto ecológico. Parte de la culpa del agravio comparativo
entre el precio de un producto de agricultura intensiva y uno de agricultura
ecológica es el político que decide destinar un pastizal enormemente mayor a
ayudar a la agricultura más nociva con nuestra salud y la del planeta. O ¿No es
cierto que la mayoría de las subvenciones agrarias se destinan al sector de la
agricultura convencional?
¿Y quién es el destinatario final de ese pastizal? El
que produce los plaguicidas y fertilizantes químicos de la agricultura
convencional, las semillas que soportan esos productos, etc.: La industria
petroquímica.
La
Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas
La Lista Roja aborda el lobby de la industria química, sin
timidez. Es el lobby con mayor peso en el parlamento europeo. Mueve decenas
de millones de euros al año con el objeto de promocionar e imponer sus
productos, de todas las formas posibles. Entre otras tácticas, se influye
en la decisión del político, hablando muy diplomáticamente ¿A que me
entendéis?
El programa entrevista a Carlos Palomar, el director
general de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas
(AEPLA). El nombre de la entidad evoca un idealismo altruista y me despistó
un segundo. En cambio, el fin verdadero de la entidad es representar los
intereses del lobby de los plaguicidas de la agricultura convencional. Carlos
Palomar dice, sin rubor, en lo referente a los plaguicidas y AEPLA:
“Se
pagan estudios para tratar de demostrar la seguridad”
Es la síntesis de lo que nunca debe ser el espíritu
científico. La ciencia busca conocer la realidad de forma imparcial. Cuando una
fuente de financiación de la investigación apuesta de forma sesgada en un
sentido ya estamos errando, y existiendo una intencionalidad picaresca detrás,
prostituimos la ciencia.
En cuanto a la salud humana, lo correcto sería financiar
estudios que planteen la siguiente pregunta:
¿Este
producto químico es, o no, nocivo?
La pregunta desembocaría en muchas otras ¿Es o no
disruptor hormonal? ¿Es o no carcinógeno? Etc.
A partir de la pregunta se plantea el método del estudio,
se obtienen la muestra y los resultados, se analizan y eso nos acercará a la
respuesta final: es o no nocivo. Cuando la finalidad científica es la intención
de demostrar un resultado concreto, se comete uno de los más nefastos errores y,
por extensión, se crea un ambiente social (del gremio científico y de la
población) de poca credibilidad, fiabilidad y confianza entorno a los
resultados y conclusiones. Se acaba dañando la imagen misma de la ciencia.
Cuando le preguntan a Carlos Palomar sobre si en caso de
sospecha de que un producto sea cancerígeno se debería sacar al mercado, su
respuesta es “La
sospecha nunca nos debe gobernar”.
Respecto a esa respuesta, diría: me extraña que siendo tú araña te caigas de la pared.
Él bien debe conocer que el Principio de Precaución está incorporado a la
normativa europea.
Tal molesto principio jurídico permite reaccionar
rápidamente ante un posible peligro para la salud humana, animal o vegetal, o
para el medio ambiente, aun no habiendo suficientes datos científicos que
permitan una determinación completa del riesgo.
En definitiva, la sospecha es aceptada en términos
jurídicos con objeto de legislar, gobernar, etc., en materia de medio ambiente
y salud.…malo es que cueste
aplicarlo a las arañas.
Juana
Muñoz, enferma de SQM por un antigerminante de unas patatas
No sería justo por mí parte olvidarme de felicitar a La
Lista Roja por el trato periodístico de la SQM y fue un acierto osado que
quedara relacionada con los plaguicidas. Aplaudo que el programa se
atreviera a tocar tantos aspectos peliagudos y, en global, fueron valientes; me
gustó.
La Lista Roja entrevistó a una enferma de SQM, Juana
Muñoz, auténtica veterana de esta patología. La entrevista la podéis ver
íntegra mediante el siguiente enlace:
https://www.lasexta.com/programas/equipo-investigacion/noticias/duro-testimonio-mujer-que-lleva-30-anos-encerrada-reaccion-pesticida-puedo-levantarme-cama-dolor_20210430608c7cf0a58b3f0001d132e3.html
A Juana tardaron 19 años en diagnosticarla. La incapacidad
y negligencia premeditadas en el retraso o negación del diagnóstico de la SQM
es un tópico común todavía en nuestros días en España (Catalunya también).
El origen de la SQM de Juana fue una reacción anafiláctica
en toda regla, justo después de la exposición a un antigerminante de las
patatas (cómo el clorprofarm). Recordad que la similitud entre los síntomas de
una anafilaxia/reacción anafilactoide y los de una SQM fue abordada en los
posts de abril-mayo de 2021:
La SQM en TV3
https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/04/la-sqm-en-tv3.html
La SQM en TV3 (II)
https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/05/la-sqm-en-tv3-ii.html
La SQM en TV3 (III)
https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/05/la-sqm-en-tv3-iii.html
La SQM en TV3 (IV)
https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/05/la-sqm-en-tv3-iv.html
Volviendo a La Lista Roja, por fin, en un programa ofrecen
una cifra de prevalencia más acorde con la realidad: un 4% de la población. Según la cifra, en España hablamos entonces de 1.895.769
millones de enfermos de SQM. Es momento de señalar que
existen 4 grados de gravedad de la SQM. Los enfermos de grados 1 y 2 no suelen
ser diagnosticados, pasan desapercibidos a ojos de la medicina. A sus picores
de piel insufribles e inexplicables después de la ducha, la piscina o la playa,
o en momentos álgidos de contaminación, o con determinados tejidos o productos,
les ponen la etiqueta de piel atópica. Sufren durante años este y otros síntomas
hasta que llegan a un estado de gravedad que les impide realizar casi cualquier
actividad normal.
Ahora, creo obligatorio entrar en la comparación entre la
prevalencia ofrecida por La Lista Roja de La Sexta (una cadena privada) y la ridículamente
baja aparecida en TV3 (0,02%-0,04%), una cadena pública:
La SQM en TV3
https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/04/la-sqm-en-tv3.html
Esta semana, solamente hablando con unas pocas personas no
relacionadas con la medicina, me he enterado de tres casos más diagnosticados
de SQM en Catalunya, una de ellas otra enfermera más, y todos de gravedad.
Entonces, te planteas ¿De verdad nos tenemos que creer que la cifra de
prevalencia utilizada desde la administración pública catalana se basa
realmente en los casos diagnosticados oficialmente?
Respecto la enfermera. Evidentemente, las enfermeras trabajan
constantemente en contacto con productos tóxicos con los que esterilizan y
limpian utensilios y lugares. Su exposición laboral es conocida, y son uno de
los colectivos en los que la SQM golpea, hecho consabido. Sin embargo, los
doctores y los médicos, puesto que no sufren esa exposición continua, es más
raro que desarrollen la enfermedad. En tamaña tesitura, aquella frase
histórica de “Ahí me las den todas” cobra viveza y realidad cuando lo común son
las actitudes de pésimo y negligente desarrollo de la medicina, vastos campos
abonados por el abandono y el desprecio hacía el enfermo.
Responsabilidad
penal
Nos iría fenomenal con una responsabilidad corporativa
obligatoria para las empresas químicas y una repercusión penal (los
responsables al trullo). No me viene a la cabeza ninguna demanda colectiva en
España que haya puesto contra las cuerdas a las industrias petroquímicas y menos
aún que alguna fuera derrotada en los tribunales.
Desgraciadamente, por nuestras latitudes tampoco hay
cultura de demandas colectivas. Sobre cómo se comportan los tribunales cuando
un ciudadano ambientalmente perjudicado demanda a una empresa, un día u otro,
hablaremos…mala política que el pez chico se crezca.
Puestos a soñar, un ejercicio fantástico es imaginar el
enorme horizonte que se abriría en el caso de que la Organización Mundial de la
Salud y la comunidad científica internacional aceptara oficialmente de una vez
que la SQM es una enfermedad de origen físico, causada por los productos
químicos artificiales y cuya sintomatología es agravada por ellos.
Entonces
en el sueño surgiría un horizonte legal que cobijaría al enfermo de SQM y le
daría amparo para demandar a una administración pública cómo la sanidad pública
por discriminación (incluyendo a sus doctores), por no adaptar a sus
profesionales y sus dependencias para su atención sanitaria, y por ocasionarles
un daño en su salud.
Esto
mismo sería aplicable a cualquier administración pública. Hasta se podrían
demandar a las empresas que imponen sus fragancias en los espacios públicos al
vender sus productos tóxicos de forma generalizada e impedir a los enfermos de
SQM la libertad de movimientos y otros derechos esenciales. También la caja de
Pandora quedaría abierta en lo relativo a denunciar a las empresas por
contaminar la atmósfera, y ahí cabrían las automovilísticas y cualquier otra.
Se escapa a mí comprensión el por qué el miedo de los
poderosos logra que la administración pública desprecie, maltrate y torture a
las enfermas de SQM. Al fin y al cabo, todos sabemos que aquí siempre ganan
los malos. Más nos vale procurar no abandonarnos a los sueños y tener los
pies bien afianzados en el suelo. Aquí no existen ni los abogados que
tengan narices de plantar una demanda colectiva respecto al maltrato
sistemático a las enfermas de SQM por parte de la administración pública. No
llegamos ni a un intento de esto que es tan obvio y necesario.
El lema de Carlos Palomar “La sospecha nunca nos debe gobernar”,
solemne. Lástima que chirríe en unos países gobernados por ¡¡CULPABLES!!
Pero
adonde iremos a parar con tanto sospechar…con lo fácil que es dejarlo todo en
sus manos.
Bibliografía
Cocca, Claudia & Ventura, Clara & Núñez, Mariel
& Randi, Andrea & Venturino, Andrés. (2015). El organofosforado
clorpirifos como disruptor estrogénico y factor de riesgo para el cáncer de
mama. Acta toxicol. Argent., 23 (3).