miércoles, 13 de marzo de 2024

¿POR QUÉ SE MARCHA LA GENTE?

 

Gósol a 8 de marzo de 2023, antes de la gran nevada.

Las experiencias personales influyen en la forma de interpretar lo que nos rodea, pero más que las impresiones o sensaciones, es más acertado fijarse en lo objetivo (los datos, los hechos) porqué a través de ello obtienes una visión más ajustada de la verdad.

En general, abunda el relato de la vida idílica y maravillosa de los pueblos, lo cual ayuda a proporcionar pingües beneficios inmobiliarios. Entre la promoción periodística y en las redes sociales, destaca la dedicada a un micropueblo concreto en el que están empadronados (que vivan es otra cosa) unos 200 habitantes. Hablo de Gósol. Aparte de la información de baja calidad que venden acerca de Gósol chirría que lleven años tergiversando la realidad de una manera tan desinhibida.

 

En este post me propongo ofreceros una mirada realista y crítica desmontando parte de unas noticias que he elegido de ejemplo.

 

La super woman

Empiezo por una noticia publicada el 5 de enero de 2023:

 

La super woman que ha encontrado el secreto de la felicidad en el corazón de los Pirineos. Laura Guillén. ABC.

https://www.abc.es/contentfactory/post/2023/10/23/elige-lo-esencial-la-mujer-que-encontro-la-felicidad-en-el-corazon-de-los-pirineos/

Al reparar en el título se observa un error geográfico, puesto que Gósol no se encuentra en los Pirineos, sino en el Prepirineo.

 

En la noticia se confecciona un relato ensalzando a una persona a un nivel que sorprende a los mismos habitantes del pueblo. Extraña el modo en que se promociona la figura protagonista en diferentes vertientes y hasta llega a dar la sensación de estar viendo una especie de anuncio de soltera con hijos para un programa de solteros en TV o una promoción inmobiliaria. También en el mismo artículo hay un video-anuncio en el que aparece la super woman conduciendo un coche que no es el suyo.

 

En el video de la noticia-promoción se la observa en un decorado perfectamente bucólico: una casa de piedra con dimensiones generosas y una amplia zona verde con mesas. Envuelta por ese decorado explica sus cosas. El resumen de la narración de la noticia y el video es que encontró una casa asequible en Gósol y lo bien que le va y lo SUPER que es todo. El dato que el espectador/lector no conoce es que esa casa de piedra no es la suya ni vive en ella, sino que es el refugio de montaña del pueblo que, además, es de propiedad municipal y lo gestiona otra persona (ni emparentada ni relacionada en ningún modo con la SUPER).

 

Cabría preguntarse ¿Por qué habiendo otras personas venidas de fuera que llevan negocios en Gósol desde hace bastantes más años, aparece ella y los otros no? Por supuesto, que sea regidora del gobierno municipal y primera teniente alcalde (Esquerra Republicana de Catalunya) no significa nada y es por ello por lo que en el artículo no se menciona.

 

https://www.seu-e.cat/ca/web/gosol/govern-obert-i-transparencia/informacio-institucional-i-organitzativa/organitzacio-politica-i-retribucions/cartipas-organitzacio-politica

 

Casualidades…este mismo marzo se publicó otra noticia más, con idéntica protagonista:

 

Nati Adell/Núria Bacardit. 04 de març de 2024. Gósol, d’exemple de repoblament al New York Times a veure perillar l’escola. Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA).

https://www.ccma.cat/324/gosol-dexemple-de-repoblament-al-new-york-times-a-veure-perillar-lescola/noticia/3279961/

 

Ya cuando salió el artículo del New York Times los Gosolans alucinaron con diferentes datos que no eran ciertos y con la imagen que se daba, que no se correspondía con la realidad. En esta del CCMA vuelven con lo mismo. En este sentido es obligatorio aclarar que se logró que la escuela no cerrase bastante antes que la pandemia…¡Que manía con hacer ver que la pandemia fue buena!

 

Lo segundo a comentar es que parte de los niños de la escuela durante los últimos años crecieron (lo normal) y ahora van al Instituto (fuera de Gósol). Eso explica que una parte de los alumnos ahora ya no figuren en la escuela.

 

En el CCMA nos cuentan que la protagonista (Gabriela Calvar) forma parte de la única familia que ha quedado de la treintena de familias nuevas que vinieron al pueblo ¡Guau! ¡Que estoica! ¡Que heroína! Pues es mentira. Es lo que ocurre cuando los periodistas no contrastan la información y solo entrevistan al político recomendado y/o a su corro de incondicionales. Aparte de la suya, siguen viviendo y aguantan en Gósol más familias nuevas de las que realmente salvaron la escuela y hasta alguna otra más que no tiene hijos.

 

Al menos, eso sí, en esta noticia han nombrado su cargo político.

 

Gabriela cuenta de nuevo con sus cinco minutos de gloria, esta vez para explicarnos un problema personal y eso, no lo tiene cualquiera. Su situación fantástica de la noticia del ABC ha cambiado. Su drama, según se explica, es que se le acaba el contrato de alquiler y no es fácil encontrar otra vivienda. Barrunto que no hay por qué preocuparse a tenor de que siendo una SUPER seguro que encontrará un sitio fetén.

 

A ver, de haber viviendas las hay, y bastantes, pero o bien se ponen en alquiler solamente por temporada porqué sus propietarios (de Gósol) lo prefieren así, o bien se venden o alquilan (todo el año) a precios astronómicos, o bien se mantienen cerradas sin uso. Existe una inclinación de los propietarios por ganar dinero más fácil porqué alquilando por temporada a turistas, en unas semanas ganas lo mismo que si alquilaras a alguien todo el año y se produce un menor desgaste en la vivienda.

 

Entre el sentimentalismo inmaterial de mirar por el futuro de tú pueblo y el materialismo personal, la balanza se decanta con demasiada gravedad hacía esto último y, paradójicamente, todo quisqui quiere inmensamente Gósol y siente un orgullo que no le cabe en el pecho por ser de este pueblo o tener antepasados de él.

 

Gósol hoy en día está mayoritariamente integrado por segundas residencias que se abren tal vez unas dos o cuatro semanas al año y, a veces, ni eso.

 

Lo que explica Gabriela le ha pasado a más gente antes (el año pasado, por ejemplo) y algunos se ven forzados a marchar por falta de opciones de vivienda. No obstante, al parecer, tienes que ser SUPER y, así, tú situación importa. De todas formas, intuyo tras el relato una intención que me alarma. La economía del tocho está en auge en el Prepirineo y Pirineo catalán, por y para el burgués de ciudad.

 

Abundan las viviendas vacías por reformar y las de segunda residencia, pero se construyen más y no paran con los planeamientos de viviendas públicas que es, ni más ni menos, que vaciar los bolsillos públicos para beneficiar al sector del tocho. El problema viene generado por la casta política al no querer poner orden con las viviendas disponibles, regular y prohibir lo que toque, y dejar de hacer el paripé ¿Quién pierde con estas políticas? Pierden los pueblos y pierde la gente que quiere vivir en un lugar así y contribuir a darle vida ¿Quién gana? Gana el gremio del tocho, integrado por una larga cadena de eslabones profesionales. A golpe de tocho se pierden los ambientes de fondos de valle del Prepirineo y Pirineo, tierras de cultivo y de pasto, y toda la biodiversidad asociada a ellos que ya de por si está muy amenazada. Se pierde el paisaje y se prostituye la belleza de un pueblo, a base de invadirlo con nuevas construcciones adosadas que rompen la armonía y acaban ocupando con el tiempo más espacio que el propio núcleo original.

 

¿Existen otras soluciones? A bote pronto, se me antoja razonable y viable idear fórmulas de colaboración público-privada útiles para la sociedad. Por ejemplo, se podrían articular con la finalidad de que los propietarios restauren las casas existentes y las pongan al día (aislamientos, sustitución de amianto y plomo, placas solares, etc.) a cambio de sacarlas a alquiler para vivir todo el año. Con ello ganaría el propietario al conservar y darle más valor a su patrimonio y también el que busca vivienda, el gremio del tocho, el pueblo y el paisaje y su biodiversidad.

 

Además del problema de vivienda, en Gósol, verdaderamente, existen otros. Muchas personas acuden a vivir cautivadas por este pueblo y bien poquitos se quedan más de 4 o 5 años. Al llegar, les fascina la tranquilidad, su naturaleza, el silencio por la noche (excepto cuando vienen los incívicos de vacaciones, etc.) ¿Dónde está el problema?

 

¿Por qué marcha la gente?

Podrías pensar que tal vez es por el trabajo, aunque ahora mismo hay fibra óptica desplegada en una parte del pueblo (y ya funciona) lo cual permite trabajar a distancia y esto facilita las cosas.

 

El que la gente no viva aquí no viene motivado de forma importante por la falta de trabajo. Es más, de albañil hay trabajo para rato…básicamente, en casas de segunda residencia.

 

Os explico una situación y creo que os haréis una idea de todo. Pongamos que las tuberías de la casa que tienes alquilada se hicieron fatal (ángulos de 90 grados e incluso a contracorriente, poca pendiente) y ya el primer día que llegas ves una gotera que hay que sellar. En tres años y algo se produce un atasco (sin lanzar toallitas ni otras mierdas al wáter). Llamas a diferentes empresas que se anuncian como “Urgencias de 24h en toda Cataluña” y todas te atienden muy bien hasta que oyen el nombre del pueblo, momento en que se niegan en redondo a prestar el servicio. Al cabo de 7 días sube, por fin, una cuba desde Manresa (1 hora y 10 minutos de camino; 90 Km). Mientras tanto, durante esos 7 días, los inquilinos han tenido que trasladarse a vivir temporalmente a otra casa (y sino la tienes, donde puedas) que es un lugar situado a casi dos horas del pueblo. El de la cuba advierte a la propiedad de la finca de que esas tuberías se deben arreglar y que volverá a formarse un atasco.

 

Unos dos meses después vuelve a suceder lo mismo: se produce el atasco. Los inquilinos acaban subsanándolo ellos mismos, destapando el registro que hizo el de la cuba y vaciando la suciedad a mano, acabando de mierda literalmente hasta la cabeza. Hablan con la propiedad que dice que aún no han recibido ningún presupuesto para hacer las obras…¿EN DOS MESES?

 

La propiedad encomienda a los inquilinos que busquen a alguien en el pueblo, atendiendo a que ellos viven en una ciudad a unas dos horas de distancia. Los inquilinos preguntan a 5 paletas (todos los del pueblo más dos que son de los pueblos de al lado) con el objeto de que les hagan un presupuesto. Todos rechazan el encargo, alegando que van hasta los topes. Verdaderamente, la inmensa mayoría de trabajos que tienen son de viviendas de segunda residencia (trabajos no urgentes) cuyos propietarios, a lo sumo, pasan un mes en el pueblo. Los del atasco viven en el pueblo todo el año y han acudido con una urgencia que se arreglaría en un día de trabajo. Claro, que a cuando uno no le alcanza más allá de su nariz, pues poco va a entender.

 

La búsqueda de alguien que repare las tuberías daría para una película épica. Llaman a casi todas las empresas de construcción de dos de los pueblos grandes más cercanos (Bagá y Berga). Solo cuatro de ellas les hacen algo de caso y les prometen llamarlos para quedar un día y hacer el presupuesto…¿Tal vez se refiriesen a la próxima década o el próximo siglo?

 

Las temperaturas están bajo cero, la mierda de las tuberías del sótano se congela al no circular bien, el atasco futuro es más que vaticinable y las goteras aumentan. Tras diversas peripecias, un albañil les visita y acaba arreglando el problema, implicándose con ellos al ver cómo está el patio y viniendo a trabajar en fines de semana inclusive. Eso es ser persona. El problema ha tardado en solucionarse cuatro meses ¡Cuatro meses oliendo a mierda dentro de casa! ¿Quién narices quiere vivir así en pleno siglo XXI?

 

Que acontezcan hechos insólitos cómo este no es raro. Los aborígenes (aplíquese la definición de la RAE: habitante de un lugar u originario de él) hacen desesperados llamamientos públicos para que acuda gente, familias con hijos, con el fin de que no cierren la escuela donde van sus retoños (hijos, nietos, sobrinos, etc.). Los que llegan lo hacen con muchas ganas e ilusión, con grandes dosis de ingenuidad y al principio todo va bastante bien. En unos meses, un año, dos, tres…acaban marchándose. No tardan demasiado en ver que tras el decorado mágico hay otras cosas difíciles de digerir y comprender.

 

Gósol, muy a mi pesar, se acerca a la definición de lugar inhóspito en los cánones que más de una persona con una mínima tradición cosmopolita tiene en mente. Para muestra unos posts:

 

El vertedero de Gósol (mayo de 2021)

https://perroverdeweb.blogspot.com/2021/05/el-vertedero-de-gosol.html

 

La avispa asiática en Gósol (I, II y III)

https://perroverdeweb.blogspot.com/2022/10/

https://perroverdeweb.blogspot.com/2022/11/la-avispa-asiatica-en-gosol-ii.html

https://perroverdeweb.blogspot.com/2022/11/la-avispa-asiatica-en-gosol-iii.html

 

Piromanía en Gósol (marzo de 2023)

https://perroverdeweb.blogspot.com/2023/03/piromania-en-gosol.html

 

En escasos días en este pueblo han caído dos nevadas. Una normalilla, aunque suficiente para colmar las calles de nieve a lo largo de días. Otra, la última, potente, con gruesos de nieve de 30 centímetros y más. En el pueblo existe una brigada municipal que ahora cuenta con tres personas y de medios del Ayuntamiento existe una Bobcat y un 4x4 Corvus. Lo normal es que la Bobcat no la utilicen nunca para quitar nieve. El Corvus lo compraron sin pala quitanieves y tampoco la han comprado aún. La retirada de la nieve, lo normal, es que la lleven a cabo con pala de albañil (no de quitar nieve) casualmente en algún punto muy, pero que muy concreto (algún negocio y tal, me entendéis ¿No?). A falta de medios, en un giro de humor Monty Python en alguna ocasión han hecho gala de ingenio y sofisticación abriendo caminos en la parte central del pueblo con una sopladora de hojas, haciendo pasar la nieve de una acera a la otra. Irrepetible.

 

En el resto de las calles y lugares la nieve o la quitan los habitantes o permanece durante días…a no ser que algún vecino molesto y harto se queje a un político del gobierno o a los de brigadas. El sistema es este y personas del gobierno del municipio te dicen literalmente esto: Quéjate y llama.

 

Una mayor parte de los habitantes de Gósol son mayores y no pueden manejar una pala, así que algunos acaban saliendo cómo pueden de sus domicilios, con el riesgo de caer y partirse la crisma, y otros hasta se tiran unos días en casa sin salir esperando a que la nieve se derrita por si sola. No es exageración, es la realidad.

 

El problema es que los mecanismos se vician. El colegueo entre cargos políticos y funcionarios públicos no lleva a nada bueno. La gente se relaja, se pierden las composturas y ya en esa salsa se toman ciertas libertades que dejan por tontos a los demás. Ponerse a fumar los tres de brigadas delante del ayuntamiento con toda la parsimonia es algo normal ¿Qué va a pasar? Pues nada. Y si el sábado cae una nevada colosal que estaba requeteavisada por todos los medios periodísticos de hace días, pues sacamos la Bobcat y el Corvus a las 11,30 de la mañana, cuando todo el puto pueblo está de nieve hasta las trancas. La situación era tan vergonzosamente lamentable este último fin de semana que al final unas cuantas personas salieron con su maquinaria a sacar nieve de las calles mientras otras retiraban nieve con la pala durante horas, a fin de mantener un mínimo de la movilidad con vehículos o a pie. Aclaro que no eran trabajadoras del ayuntamiento ni cargos políticos.

 

Pese a todo, unos pocos vecinos están contentos porqué al fin las calles el lunes estaban limpias de nieve y otros están cabreados porqué saben que el Ayuntamiento, una vez más, el día de la nevada no estuvo a la altura ni lo intentó siquiera con un poquito de ganas. A toro pasado (domingo y lunes), debido al cabreo generalizado, los servicios públicos acabaron retirando más nieve que en otras nevadas.

 

El núcleo urbano de Gósol se sitúa a 1.400 metros de altitud y está rodeado de montañas de 2000 metros y más. Es decir, nevar, nieva y, en ocasiones, mucho. La inmensa mayoría de los residentes son mayores (muchos jubilados) y bastantes viven en calles ombrías y estrechas con pendientes pronunciadas. De tener una urgencia de salud con esas condiciones de nieve es bastante probable que no se llegue a tiempo. Es de cajón. La retirada de nieve debiera ser una de las mayores prioridades de la política en el pueblo y, sin embargo, siempre suscita polémicas y enfados porqué no se aborda ni se quiere abordar cómo merece.

 

No es menos cierto que disponer de un gobierno municipal integrado por personas cuyo modus vivendi se basa en negocios turísticos establecidos únicamente en el mismo municipio, conlleva unas peculiaridades.

 

Separar el interés personal de la verdadera naturaleza de un cargo público (servir a la comunidad, al interés general) no siempre está al alcance de todos. Uno puede cometer el error (hasta dándose cuenta) de poner más interés, esfuerzo presupuestario y tiempo en idear fórmulas para atraer indirectamente turistas a sus negocios que en preocuparse por satisfacer las necesidades más básicas de sus habitantes ¿Tener unas Fiestas de bacanal que se alargan durante 10 días es una necesidad? ¿Por qué gente joven que no vive en el pueblo y monta los jaleos a altas horas de la noche es la que tiene un mayor peso para organizar la Fiesta? Siendo la gente mayor que reside mayoritaria, no tiene ninguna lógica democrática ¿Los festejos cumplen con toda la legalidad vigente (presencia de ambulancia, seguridad, etc.)?

 

En los pueblos de alrededor celebran su Fiesta Mayor 3 o 4 días, de forma razonable y listos. Además, muchos de los turistas que veranean en Gósol buscan tranquilidad, dormir bien por la noche…huyen del insomnio de la ciudad (calor, ruidos, etc.).

 

Pensando en más recursos públicos (personal asalariado, presupuesto y dedicación de los cargos) no dedicados a necesidades básicas de los habitantes tengo otra pregunta ¿La gente mayor o el resto de los habitantes de Gósol han pedido alguna vez un centro de alta montaña? ¿Es una necesidad de Gósol? El centro se adjudicó con un valor de 403.000 euracos:

 

https://cido.diba.cat/contractacio/16469073/obra-del-projecte-centre-dalta-muntanya-pedraforca-gocamp-ajuntament-de-gosol

 

Un centro de alta montaña sería idóneo en el Pirineo axial, pero ¿¿En el prepirineo?? Por añadidura, cabe remarcar que ya existe un albergue de montaña en Gósol ¿Por qué un centro de alta montaña?

 

Para la misma línea de ayudas (PUOSC) de la Generalitat de Catalunya otorgada para el centro de alta montaña hubo municipios que optaron por urbanizar calles (algunas de Gósol no lo están), mejorar sistemas de tuberías, alumbrado público, etc. Cualquiera que visite Gósol observará que el pavimentado de las calles deja bastante que desear y habiendo las inclemencias climáticas que hay, es bien normal que tenga necesidades regulares de mantenimiento. Existen, además, otras muchas más necesidades del pueblo. Pego el enlace a las ayudas PUOSC otorgadas durante el período 2020-2024 con el objeto de que podáis contrastar la información:

 

https://municat.gencat.cat/web/.content/03_ajuts_subvencions/puosc/resolucio_atorgament_bestreta_2023_mes_annex_signed.pdf

 

Tampoco es una necesidad de los habitantes de Gósol que se celebre la SALOMON ULTRA PIRINEU (quizás para Salomon y los que sacan cacho sí). El fin de semana de la carrera los vecinos no pueden acceder a sus casas porqué las calles estrechas del pueblo quedan monopolizadas por los miles de corredores ¿Preguntó el Ayuntamiento a sus habitantes si estaban de acuerdo en celebrarla? ¿Los organizadores o el Ayuntamiento pidieron permiso a los propietarios o ganaderos para marcar el itinerario en la zona de prados en que pastan sus vacas? Pues no. Una vez marcada y publicada la traza, otros corredores vienen a utilizar el mismo recorrido a lo largo del año y la probabilidad de que personas de fuera dejen abiertos los cercados de las vacas aumenta.

 

Esta tendencia de convertir un municipio tranquilo en un lugar en el que no puedes dar un paseo tranquilo por la montaña sin encontrarte con personas que cronometran su tiempo y arrollan a quién no se aparta de su camino, ya la he vivido antes. No es verdad que beneficie al pueblo. Beneficiara a cuatro bolsillos concretos, pero a la comunidad, no. Es más ¿Por qué no se apuesta por un turismo de calidad que no transforme el lugar? ¿Por qué no potenciar actividades tradicionales sostenibles por ejemplo? Esto sí que genera que la gente viva en el territorio y, adicionalmente, ayuda a conservar los hábitats y el paisaje de desarrollarse adecuadamente. La ganadería extensiva de vacas y ovejas está desapareciendo, puesto que los que se jubilan o abandonan no son sustituidos por otros. No llegan ni a las 10 personas el número de personas que se dedican todo el año al pastoreo en Gósol y los últimos cuatro años han abandonado dos productores.

 

Personas que desde hace décadas pasan aquí el verano, las navidades, semana santa, fines de semana, se quejan de que la tranquilidad que tenían antes ha ido desapareciendo y es una situación que se ha expandido a cada vez más meses (y se incrementa exponencialmente). Los hay que piensan en irse a otro lugar.

 

En solo cuatro años he visto cómo decenas de personas que vinieron a vivir aquí, marchaban. Quién se muda a un pueblo debe interiorizar que no dispondrá de los mismos servicios y prestaciones que en una ciudad. No obstante, un habitante rural tiene (o debiera) los mismos derechos y obligaciones que uno de ciudad. Lógicamente, la idiosincrasia de una persona de ciudad es diferente a la de las gentes de pueblo (ni mejor, ni peor, diferente).

 

Aquel que se muda a un pueblo sin tener familia o amigos allí, es bien probable que se enfrente desde el principio a un hándicap: ESTÁ SOLO. Dependiendo del nivel de sociabilidad y de abertura de los habitantes y del recién llegado, el plan tendrá un desarrollo favorable y se quedará, o fracasará.

 

Encontrarse sin acompañamiento ante cualquier dificultad en un lugar situado a 40 minutos del primer pueblo donde puedas comprar una bombilla, es sinónimo de problemas gordos, calamidades e infelicidad asegurada. El cambio de algunos aspectos de la vida en Gósol son indispensables si se quiere que la gente se quede definitivamente. Gósol se juega el seguir existiendo cómo lugar donde se VIVE y no, en esencia, cómo circo o lugar de vacaciones.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

UN DÍA CUALQUIERA

 

El genocidio siempre será algo inhumano e inaceptable.

Suena el despertador. Le duele cada centímetro del cuerpo y se siente abatido físicamente, con una rigidez generalizada, aturdido y tiene la sensación de no haber pegado ojo. Al salir de la cama el cambio de temperatura le desencadena uno de los episodios clásicos de picores de piel y junto a ello, más rigidez y más cansancio.

 

Al subir las persianas vislumbra el amanecer de un día que promete ser radiante. Abre la puerta del balcón, otea los tejados y huele el ambiente. No observa chimeneas encendidas y tampoco percibe humo en el aire. Normal, son todavía las 6 de la mañana. Podrá mantener las ventanas abiertas unos treinta o sesenta minutos antes de que la gente comience a encender las chimeneas. Es el único momento del día en el que le es factible airear la casa. Mientras ventila su hogar, mantiene la nariz alerta y ante la más mínima señal de olor o visión de columna de humo, procederá a cerrar rápidamente las ventanas y conectar los purificadores de aire.

 

Una vez resuelta esta primera tarea del día, el ritual antes de desayunar pasa por ejecutar la tabla de ejercicios de elasticidad destinados a las lesiones (rodilla, fascitis plantar, tendinitis del supraespinoso, roturas de discos vertebrales, etc.) que se le han ido acumulando y complicando desde el inicio de las manifestaciones más graves de sus patologías de base. Comenzar con los estiramientos es tortuoso hasta que el cuerpo se va calentando y entra en razón. Tras acabar la rutina se siente mejor, aunque extenuado. Ahora toca un buen desayuno. Se lo merece.

 

Finalizado el desayuno, dolor en el lavabo. No hace falta entrar en detalles.

 

Acto seguido le toca el turno al tratamiento para mantener a raya la blefaritis y la meibomitis. Antes de salir a la calle y proceder a dar la excursión matutina, se esfuerza por cambiar la cara de dolor y malestar por una máscara ficticia de normalidad. A la gente no le gusta que las personas con signos de estar sufriendo les afeen la vista y el alma. Las rechazan.

 

Sale por la puerta y piensa que cualquier pesadumbre da igual porqué la belleza de la primavera lo monopoliza todo. El campo está precioso. La vida se encuentra en su plenitud, sea en la tierra, el aire o el agua. Cómo cada día, le cuesta andar. El dolor y la rigidez muscular son una carga y hasta un robot se movería con más soltura. Le aburre corregir la postura corporal continuamente para lidiar con la intolerancia ortostática, las diferentes lesiones y las inflamaciones que le han tocado esta semana. No obstante, sigue adelante. Al cabo de unos minutos de caminar, una vez caliente, la cosa pinta mejor. Tras la lluvia de la noche el ambiente está muy limpio y se siente con energía. Nota esa rara sensación para él de cierta normalidad que le ilusiona cuando aparece.

 

Avanzan sus pasos entre golondrinas, bisbitas comunes, vencejos, y tantas y tantas aves en vuelo activo hacía el norte, luchando espartanamente contra los depredadores, las adversidades climáticas, los parques eólicos y otros artefactos humanos que matan, el hambre, la sed y la extenuación física por llegar a su lugar de reproducción, siguiendo la orden hormonal, con el fin de transmitir la mitad de su carga genética a los descendientes. Son poco más que vehículos en la transmisión de genes, pero tan exultantes de vida y belleza que engranan a la perfección en el paisaje y contribuyen a que sea ese todo que experimenta él en esos momentos a través de sus sentidos.

 

Él está inmerso en esos pensamientos cuando, de repente, el cuerpo empieza a fallarle. Sin ninguna causa aparente el arrebato de energía desaparece y vuelve el abatimiento físico. Parece que cargue con una mochila enorme, tal y como si estuviera a 4000 metros de altura. Cada paso es tan lento y pesado que solamente tiene la certeza de que nadie tira de él hacía atrás con una cuerda elástica por qué sabe que no está loco. Sólo han pasado unas tres horas desde que se levantó de la cama.

 

Por mucho que en ocasiones sucumba al autoengaño optimista es consciente de que su cuerpo no tiene más autonomía que para un paseo de dos o tres horas, parando, evitando realizar un ejercicio aeróbico mantenido de más de 20 o 30 minutos. Mantener el ritmo más de 30 minutos ha sido un error, lo sabe, pero sentía una normalidad en la respuesta física. Nunca llegará a aceptar por completo sus limitaciones ¿Quién es capaz de aceptar que habiendo sido una persona hiperactiva y deportista de la noche a la mañana se pase a esta situación irreversible? No se pueden aceptar cosas así con 20, 30, 40 o 50 años…intenta imaginarse cómo se debe sentir un niño o un adolescente con estos problemas; sabe que los hay. Eso es aún peor.

 

Ahora le queda la penosa tarea de volver a casa sufriendo minuto a minuto la falta de energía y la extenuación. De camino se encuentra con olores inesperados en el sendero: colonia, detergentes y suavizantes industriales. Es fin de semana y los típicos turistas de ciudad acuden en masa con sus malas costumbres a los pueblos de montaña ¿Existe algo más estúpido que rociarse de colonia antes de practicar senderismo en un paisaje inmaculado? En el momento en que gira en una curva, entre los claros de la masa forestal, divisa a unas decenas de metros unos colores chillones artificiales que le indican la posición de los culpables. Han dejado el aire impregnado de esas sustancias que le hacen enfermar a lo largo de todo el sendero y no sopla el aire. Tardará en limpiarse el ambiente, de forma que decide pararse abandonando el camino, lejos de esas mierdas, en la espesura del bosque, y esperar a que bufe la brisa y se disipen los olores que contaminan y enferman. No tiene prisa y tampoco el cuerpo le deja tenerla.

 

Al cabo de un buen rato, reanuda el camino y llega a las afueras del pueblo. Una vez allí, percibe un olor familiar particularmente detestado. Busca con la vista en una dirección determinada y ve ropa colgada en el balcón de unos vecinos que lavan con abundante suavizante. Se trata de uno de esos suavizantes intensos que penetra en su cuerpo y le pone enfermo al momento. Le marea olerlo, le pican los ojos, le sube una tensión por la parte superior del cuello hasta la cabeza que le deja aún más cansado, aturdido y de mal cuerpo, y la garganta se le irrita. A 200 metros ya huele la pesadilla porqué la dirección del viento la trae directo hasta él. Decide huir, dar la vuelta, evitar pasar por ese lugar y entrar en su calle desde otro extremo, rodeando el pueblo.

 

Mientras hace este camino se va encontrando con algún que otro vecino. A veces hasta mendiga conversación y con tal de no acabar loco se sacrifica exponiéndose unos minutos al suavizante o jabón menos intenso y nocivo de otras personas, a pesar de que ello signifique tener que aguantar algunos síntomas…aunque más llevaderos, menos traumáticos, más soportables que el suavizante fuerte, los ambientadores o las colonias. Le cuesta pensar y articular lo que dice…pero por no parecer descortés y antipático, intenta recomponerse y hablar con una mínima normalidad con varios conocidos del pueblo. Le es agotador seguir una conversación durante media hora con varias personas a la vez por la lentitud y la falta de agilidad mental, y se queda bloqueado, fuera de la conversación. Además, las ojeras y la cara de encontrarse mal, de abatimiento, de vencido físicamente, no se pueden disimular por mucho que uno lo intente. Y ¿Qué sentido tiene gastar el tiempo en explicarles lo que le ocurre si ya lo ha hecho tantas veces a lo largo de los años? La gente reacciona mal ante una persona con estos síntomas. Les es más cómodo pensar que la persona se encuentra mal de ánimos, que es rara o tiene un problema mental, que la culpa es suya. Suelen objetar que a ellos también les duele el cuerpo y que todo el mundo tiene problemas de salud, etc. Ellos desconocen lo que significa tener el cúmulo de síntomas, el haber olvidado lo que es encontrarse bien, sentir la glotis cerrándose en segundos ante la exposición a una fragancia artificial u otros aditivos nocivos y tener que salir por patas antes de quedarse sin poder tragar y respirar. Se niegan a entender la magnitud del problema.

 

Es más fácil pensar que la otra persona es un quejica, un vago, un cuentista, que tiene problemas de sociabilización y otras tantas autojustificaciones falsas con las que lavar su conciencia o explicarse aquello que no han querido comprender o intentar comprender.

 

La parte positiva de su vida ahora es que al menos la gente del pueblo, eso sí, no suele ponerse colonia y pocos son los que usan suavizantes y detergentes de olor radioactivo. Tampoco las tiendas usan el maldito ambientador o productos de limpieza con fragancias inmundamente insoportables. Por supuesto, el pueblo es un lugar saludable en comparación con su ciudad de origen donde la contaminación motivada por el tránsito rodado y por la industria química le hacían inviable la vida. Residir en el pueblo ha sido un verdadero salto cualitativo y cuantitativo respecto a la ciudad en la que vivía antes de enfermar tanto, cuando todavía podía vivir con plenitud y trabajar. Además, la gente en la ciudad suele tener la misma falta de empatía y comprensión hacía sus enfermedades e incluso los que le conocían bien antes de estar así se comportan de esta forma. Al final, se vaya donde se vaya, los humanos guardamos mucho parecido con las gallinas. Tenemos su síndrome. Ves una gallina con una diminuta herida en un corral y en poco tiempo la irán rodeando sus compañeras para picotearle una tras otra certeramente ese punto sanguinolento hasta convertirlo en un cráter. La solidaridad es una mentira.

 

Al pasar por la plaza del pueblo recuerda que no tiene pan y le viene de paso comprarlo allí, en la panadería habitual. Lo peor es que hay cola (es fin de semana) con turistas de ciudad embadurnados de colonia y suavizantes. El panadero, al verle y conocer su problema, sale de la panadería y le da el pan de medio que siempre compra. Una verdadera ayuda en el camino.

 

Pero dicen que el diablo está en los detalles...a nuestro protagonista le entra picor en la cara y se la toca con la mano. Inmediatamente, siente picor en los párpados y se los rasca con suavidad, y aparece un escozor y dolor intenso en los ojos. Es entonces cuando entiende que sus dedos se han impregnado de la colonia adherida en la bolsa de papel del pan y al frotarse los ojos se ha provocado una reacción. Acaba de cometer una estupidez. Sabe que sufrirá otro derrame ocular, que la blefaritis-meibomitis se le activará y hasta puede que le salga un chalazión…todo ello le obligará a vigilar aún más que nada dañe sus ojos durante los próximos días, sea viento, polvo, humo de las chimeneas o cualquier otro agente externo, hasta recuperarse.

 

Aprieta el paso y sigue con el regreso a casa para lavarse las manos, la cara y los ojos. En unos minutos se encuentra a pocos metros de la puerta ¡Maldición! . Exclama para sus adentros y acelera con las últimas energías; una de las pocas vecinas que usan una colonia tan fuerte que impregna la calle a lo largo y ancho está en el patio. No le hace falta verla porqué el olor por sí solo delata su presencia. Lo peor son esos momentos en los que se cruza con ella porqué es una mujer mayor que le cae bien y se pone a hablar lo que puede con ella, pero en esas circunstancias no sabe en qué rincón ponerse con tal de que no le lleguen los compuestos volátiles nocivos de su colonia que lo invaden todo y le destruyen. Ella conoce su problema de salud, aunque, lógicamente, él por educación nunca le ha dicho que no tolera su colonia. Sus conversaciones con ella son efímeras y poco más puede hacer.

 

Por si fuera poco, además, hoy es fin de semana, ya lo dije antes. Una chimenea de una segunda residencia encendida en las cercanías expulsa un humo denso y negro que le deja fatal. El humo se estanca en las calles estrechas y encajonadas por los edificios del barrio viejo del pueblo. Por fin, abre la puerta de su casa y cierra rápidamente, intentando que no entren en su casa las sustancias tóxicas de la colonia y el humo. Conecta inmediatamente los purificadores de aire. Extrae el pan de la bolsa de pan y lo huele con la intención de comprobar que no se haya contaminado con la colonia porqué de lo contrario no se lo podrá comer. Afortunadamente, el pan no huele a veneno y lo deposita en una bolsa de tela. Tira la bolsa de papel a la basura y la cierra herméticamente. Se lava la cara y los ojos a conciencia y los examina. Esta vez ha tenido suerte y solo se trata de un leve derrame ocular. Pese a ello, sus ojos y los párpados están enrojecidos y se han inflamado. Aún no sabe si acabará saliéndole algún chalazión que es lo que más le preocupa en esos momentos. Por si acaso, se aplica el antifaz caliente para chalaziones durante diez minutos.

 

Una vez acaba con el antifaz, se descalza, se saca los calcetines y los pone a secar junto a las botas de montaña. Es una de las formas de controlar los hongos y otras afecciones de piel que se suman al resto de problemas crónicos. No es cómo los demás ni es cómo era él antes. Ahora es otro. Es demasiado débil y reactivo ante los agentes externos y el estrés fisiológico. Su piel y su cuerpo reaccionan con exposiciones al sol que son normales para la gran mayoría de personas. Igual le ocurre con el agua, el frio, el calor, el ejercicio físico sea aeróbico o no, los cambios de temperatura y con multitud de sustancias (se encuentren en género textil, pomadas, adhesivo de las tiritas, medicamentos, etc.). Su precaria situación le obliga a llevar una disciplina férrea. De lo contrario, un problema en principio menor se complica gravemente en poco tiempo. A ti que estás leyendo, igual que a otros, te parece extraño. No entiendes nada. Lo asumo, a mí me pasaba igual; es más fácil no creérselo y pensar que son exageraciones.

 

Dan las 12 del mediodía y nuestro personaje está haciendo la comida. Es costumbre que rompa algún plato o vaso, no por pura celebración o ceremonia, sino debido al aturdimiento, a la falta de coordinación visomotora y al deterioro neurocognitivo. En su casa olvidaron lo que es un juego de vajilla doméstica intacto. La rigidez corporal y los pinchazos en los hombros, la espalda y las rodillas le complican la vida al coger ollas o sartenes llenas y eso que después del paseo siente menos dolor. Aun así, prepara la comida y la cena cada día. Es una forma de darle sentido a su existencia. Todavía sirve algo.

 

Más tarde, mientras come con su pareja, ve en la tele la entrevista que le hacen a un ciudadano con una discapacidad física visible, con un grado importante de limitación. Acabó en una silla de ruedas debido a un accidente de tráfico. Es una persona muy positiva y fuerte, un ejemplo de superación. Viaja por todo el mundo en avión, o cómo sea, y no deja que su limitación le impida hacer casi de todo, a pesar de que vivimos en una sociedad que todavía no se ha adaptado a los problemas de movilidad que sufre parte de la ciudadanía. Sólo hay que echar un vistazo a las aceras o incluso a los aparcamientos de coches destinados específicamente a personas con este problema, demasiadas veces ocupados por canallas que no sufren ninguna dolencia física incapacitante más allá de la falta de humanidad y civismo.

 

La entrevista de la tele da pie a que conversando con su pareja aterricen en su ombligo. Comparan la situación de un enfermo cómo él con la de cualquier otro enfermo. Nuestro personaje no padece una movilidad reducida físicamente visible y notoria. Paradójicamente, su libertad de movimiento está mucho más restringida. No hay color. Es un exiliado ambiental y vive excluido de la sociedad en cualquier ámbito. A él la sociedad le impide vivir en sociedad, le niega la sociabilización. Una persona discapacitada está amparada por diferentes ordenamientos jurídicos específicos. Es decir, el colectivo al que pertenece cuenta con una ley hecha a su medida, mejorable, pero destinada a ese grupo de personas. A enfermos cómo el que protagoniza la narración de este post la ley simplemente no los considera. Viven permanentemente hasta el fin de sus días con los derechos sesgados, hasta la raíz más profunda, aislados y desamparados.

 

Tras comer, revisa el correo electrónico y comprueba que no tiene mensajes, lo cual es habitual. La vida social desapareció radicalmente poco a poco, aunque sin pausa, tiempo después de recibir su diagnóstico, paulatinamente, hasta alcanzar la mínima expresión. Lentamente, todos fueron desapareciendo de su vida por la puerta de atrás. No se siente mal por ello puesto que es lo que suele pasarle a los que malviven por estas enfermedades. La culpa no es de los enfermos. Simplemente, dejan de ser útiles para otras personas, sean compañeros de trabajo, amigos, colegas o hasta familia y nadie repara en ellos. Se vuelven invisibles, inmateriales y absolutamente prescindibles. La integración en la sociedad humana se reduce a eso, a ser o no ser útil. Es una gran verdad de la vida que no se aprende hasta enfermar gravemente. Lo comprende hasta cierto punto y, sin embargo, le duele sentir esa soledad permanente que no se acaba nunca porqué la soledad impuesta es de los peores castigos que existen. Sin embargo, pese a todo, jamás se sentirá culpable de una cosa que no está en su mano cambiar.

 

Se agarra a su inquietud, a la curiosidad que le ha acompañado a lo largo de su vida. Es una herramienta con la que combatir la soledad y estimular la mente. En realidad, en cierta manera, él ha acabado viendo que es una ventaja el no tener que leer ni contestar muchos correos. Ahora gestiona ese tiempo de otra manera, invirtiéndolo en la lectura de un artículo científico o buscando información sobre un músico, o cualquier otra cosa que le interese en esos momentos. Le vuelan un par de horas de la tarde enfrascado en la lectura, aunque, por supuesto, se ve obligado a parar cada 20 o 30 minutos debido a que su capacidad de concentración no da para más. No obstante, esta tarde es diferente a otras. Mientras se entrega a la lectura va notando que su barriga comienza a estar inflamada de verdad. Se pregunta el por qué y analiza lo que ha comido durante el mediodía. Se trataba de ingredientes que tolera normalmente ¿Qué ha cambiado entonces? ¿Qué ha podido ser? De repente, recuerda que, si, la pasta era ecológica, pero no de la marca de siempre. Seguramente ese es el motivo. Ha aprendido a base de error y acierto que su cuerpo no tolera el arroz y la pasta convencionales producidos mediante la utilización de fuertes plaguicidas. Es más, sabe que no todos los arroces y pastas ecológicas le sientan bien. Con el tiempo ha encontrado unas marcas de agricultura ecológica que considera seguras puesto que al menos no le causan problemas intestinales a partir de pocos minutos después de consumirlas.

 

Bueno, al menos ahora conoce los alimentos que le sientan bien y los que no. No está perdido cómo al principio, hace cuatro años atrás. En aquel entonces siempre se encontraba fatal del intestino y no sabía discernir de entre todos los ingredientes cuales podrían ser los culpables. Nadie le aconsejó ni le orientó. Tan solo le pusieron la etiqueta de colon irritable. Adquirir ese conocimiento sobre su propio cuerpo representó un trabajo de más de un año, a base de ir reduciendo la dieta al mínimo e introducir uno a uno los ingredientes. Ensayo y error, ensayo y error…y el error lo pagaba con creces en la taza del wáter.

 

Entre estos pensamientos que ocupan a nuestro personaje, llega su pareja con la compra y él le suelta − ¡Que suerte tienen los que pueden hacer la compra! No es que me ría de vosotros, lo digo completamente en serio. Entrar en un supermercado con normalidad, pasearse por las estanterías y elegir lo que te apetecerá comer esa semana; ver a un conocido que hacía tiempo no te encontrabas, echar unas risas y explicarse la vida. Son placeres cotidianos que se dan por normales. −. −Ya, no sabes lo que te pierdes haciendo la cola y más cuando pillas a alguien que no quieres ver por en medio. −. Le contesta. Los dos sonríen.

 

La verdad es que él no puede entrar en el supermercado ni en ningún establecimiento cargado de tóxicos sin sufrir un empeoramiento importante de los síntomas. Le da mucha rabia porqué la compra es una más de las muchas cargas que tiene que asumir su pareja en solitario, el verdadero pilar que le ha permitido sobrevivir hasta ahora. Ayuda a su pareja con la descarga de las bolsas de la compra y percibe el olor a ambientador, colonia y productos de limpieza ¡Es horrible! Todos los envases hieden a enfermedad desde que los supermercados y tiendas decidieron hacer uso del marketing olfativo instalando ambientadores. Los envases de la carne huelen a un producto espantoso con el que han limpiado los cristales de las neveras. Mientras su pareja extrae uno por uno los productos de las bolsas y los envases, él instala el purificador de aire en la cocina. Su pareja limpia las botellas y otros envases con vinagre de limpieza, un método bastante eficaz con el que eliminar buena parte de esas sustancias nocivas (los compuestos orgánicos volátiles) que desprenden y hacen persistir el hedor enfermizo. Es un trabajo más, una carga física muy pesada que el resto de los ciudadanos no afrontan. Una vez acabada esta tarea, entre los dos guardan los alimentos en la nevera y los armarios y su pareja le dice – He comprado una camiseta de manga larga, pero no es de algodón orgánico y no sé si la soportarás. Si la lavamos para eliminar el apresto, los olores y las sustancias químicas, ya no la podremos descambiar y puede que al no ser de algodón orgánico te provoque igualmente un ataque de picores de piel cada vez que te la pongas.−. Él le responde que es mejor que la devuelva, porqué en caso de que le siente mal, habrán perdido el dinero comprando algo que no se va a poder poner. Prefiere la ropa de calidad que le garantiza la certeza de que no enfermará más al vestirla debido a los aditivos tóxicos que incorpora (determinados tintes sintéticos, etc.).

 

Una vez recogida la compra, los dos se preparan para ir a realizar una prueba de esfuerzo en un centro privado. Le tiene que acompañar su pareja por si acaso sufre una crisis con la exposición a algún producto. Debido a que le denegaron cualquier tipo de incapacidad, demandó a la Seguridad Social y esta prueba será crucial con el fin de acreditar una de las muchas de sus limitaciones físicas a lo largo del proceso judicial. Coge su mascarilla de filtro puesto que entrará en un centro médico al que acude gente con todo tipo de jabones, shampoos, suavizantes, colonias, after-shave, desodorantes y tantos otros productos que su organismo no tolera.

 

Antes de entrar en el centro se acomoda una mascarilla con filtros. El doctor lo conduce a la sala en la que hará la prueba y allí se quita la mascarilla. El doctor conoce su problema y es una persona sensible y empática; ha preparado una sala que no huele a productos tóxicos. Es más, la mascarilla que utilizará para la medición de los parámetros respiratorios durante el transcurso de la prueba de esfuerzo, la ha esterilizado con ozono, sin usar ningún producto higienizante ante el cual pueda reaccionar y activarse una anafilaxia. Al acabar la prueba acude agotado, tambaleándose, a recepción con la mascarilla de filtros ajustada a la cara y su pareja se dispone a pagar el servicio. Extrae los billetes de un sobre de papel sellado y la recepcionista mira a los dos extrañada, por el sobre y por la mascarilla. En nuestra casa parecemos narcotraficantes o políticos, siempre con el dinero en sobres y encima yo con la máscara de los clones de la Guerra de las Galaxias bromea él. La recepcionista se ríe y le pregunta que le pasa. Los dos se lo explican. El problema de fondo es que todo el puto dinero huele a colonias y se ven obligados a guardarlo de esta forma con el fin de que él no enferme más. Haced la prueba con cualquier moneda o billete que os den ¡Apestan todos a enfermedad por partida doble!

 

Cuando nuestra pareja llega a casa son las 19 horas y él ya no es capaz de hacer nada más. Conversar le es casi imposible. Años atrás, con 44 años, antes de enfermar con esta gravedad, a estas horas del día, después de trabajar físicamente 8 horas y pasar toda la tarde en el ordenador atendiendo llamadas, redactando, leyendo documentos técnicos, digitalizando datos, habría hecho la mochila. Si, hubiera hecho la mochila y una vez en la piscina hubiese nadado 2000 metros sin descansar. Más tarde, al llegar a casa cansado de nadar, habría ido a dar un paseo con su perra y después regaría el jardín y se iría a la cama sobre las 12 de la noche para levantarse de nuevo a las 4 o las 5 de la mañana al día siguiente cómo un ciclón.

 

Recordar todo eso ahora apenas le hace daño en comparación con años atrás. Ha sido mucho tiempo, años, aprendiendo aceptar que lo que fue antes no volverá jamás. En tres años su vida pasó a ser el 10-20% de lo que fue. No es cómo si aquella persona de entonces fuera otra ¡Es que es otra persona! Hay tantas cosas que ya no puede hacer:

  • Ir al cine, al bar, a un restaurante, a un concierto, a cualquier actividad social que os podáis imagines.
  • Viajar en avión.
  • Acudir a gimnasio, a la piscina o a la playa.
  • Relacionarse con la gente con un mínimo de normalidad sin sufrir físicamente.
  • E infinidad de actividades o situaciones de un día cualquiera para ti.

Este post basado en un caso real es un ejemplo de día cualquiera que vivirá para siempre nuestro protagonista. Os hablo de una persona enferma de sensibilidad química múltiple, síndrome de fatiga crónica y fibromialgia. Y no es de los peores casos. A otros enfermos el más mínimo contacto con cualquier tóxico (p.ej. un tubo de escape) les desencadena una crisis severa y han tenido que dejar de salir de casa. Hoy en día no son pocos los enfermos cómo él y el número de personas con los síntomas y las patologías referidas sigue escalando preocupantemente hasta haberse convertido en algo común en lugares con un alto grado de contaminación. También los hay en lugares sanos…son ciudadanos que sufrieron exposiciones a ciertos productos durante su trabajo o que se empeñan en utilizar productos cotidianos nocivos que las regulaciones hechas a medida de la industria permiten.

 

Al cabo de unas semanas, nuestro protagonista vuelve a su ciudad de origen por unos días, debido a unas de las múltiples pruebas médicas que le practicarán. Últimamente, no paran de surgirle nuevos problemas de salud y algunos de los viejos empeoran. Por la calle, un antiguo compañero de clase y de fiestas le dice al verlo − ¿Cómo estás? – Le pregunta. Él le responde – Buff, tirando −. Su antiguo colega le dice sorprendido − Pues ¡Tienes buen aspecto! −. Su antiguo compañero tal vez lo diga con la mejor intención del mundo. El problema es que no sabe de lo que está hablando. Tampoco conoce que lo que le acaba de decir, él lo escucha a menudo por parte de otras personas y le repatea. Un enfermo en su situación al escuchar expresiones de esa índole siente que, realmente, lo que le están diciendo es − Eres un cuentista porqué decías que tenías todas estas enfermedades y que estabas fatal cada día, pero salta a la vista que estás perfectamente bien −. Viéndose en tales tesituras se obliga así mismo a tener paciencia y explicar con calma que la percepción de su interlocutor se encuentra en las antípodas de ser acertada. Le cuenta que el color rojizo-rosado de su cara y cuello no es un síntoma de salud o de tomar el sol sino de que su organismo no para de liberar histamina, de reaccionar ante cualquier sustancia que los demás toleran a corto plazo. Es por esa razón que se pone cómo una zanahoria nada más llegar a la ciudad y su color se vuelve al instante más pálido una vez que se encuentra en lugares más sanos…en el pueblo, por ejemplo.

 

Nuestro enfermo conoce perfectamente que sus palabras caerán en saco roto. Todos solemos sentir estremecimiento, lástima y empatía al ver una persona con una gran herida abierta, o a otra que le falta un brazo o una pierna. Somos comprensivos con alguien que sufre un cáncer porqué a estas alturas ¿Quién es lo bastante estúpido o cruel cómo para no empatizar con la gravedad que supone padecer un cáncer? Ahora bien, nos podemos olvidar de que una buena proporción de nuestros vecinos, conocidos, familiares o amigos sepan y quieran comprender lo que significa tener una artritis reumatoide, o cualquier otra enfermedad orgánica y sistémica “invisible” que no suponga sangrar por los poros o cosas por el estilo ¿Por qué?

 

Imagino que la selección natural no provocó que la especie humana desarrollará evolutivamente ninguna adaptación innata con el fin de reaccionar con empatía, sensibilidad y solidaridad ante estos problemas de salud. Así pues, cómo la presión de la selección natural no comportó que hubiera individuos humanos con un tipo de respuesta en ese sentido, en una sociedad primitiva, ignorante sobre temas médicos, sería razonablemente comprensible una falta de empatía, sensibilidad y solidaridad ante un enfermo de esta clase. La pregunta clave es ¿Qué provoca que, en una civilización avanzada, sofisticada y compleja capaz de comunicarse a distancia con un móvil o un ordenador, o buscar y acceder a información sobre cualquier cosa (inclusive la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica u otras patologías estigmatizadas), sea común un comportamiento frívolamente cruel respecto a esta clase de enfermos?

 

En una sociedad en la que se educa primando y premiando la competencia y la individualización más radicales, resulta más cómodo para el egoísmo del individuo pensar que los enfermos que no se desangran son unos cuentistas y unos aprovechados. La gente suele enfrentarse a según que tragedias ajenas, a veces, sin pararse a pensar en su comportamiento o en lo que sienten los afectados, y responden de formas inhumanas porque la crueldad ilimitada es otro atributo más de nuestra especie (que se lo pregunten a los palestinos sino es así). Existe un tipo de persona maquiavélica que comienza la conversación con un enfermo de fibromialgia preguntando − ¿Cómo te encuentras? – y acto seguido escuchan dos palabras e interrumpen al enfermo soltando sus arengas venenosas típicas del que no sabe ni quiere saber. Hablo de la clásica respuesta indignante que sueltan: − Bueno, todo el mundo tiene algo −…¿ALGO? ¿ALGO? Desde luego, ellos lo que no tienen es materia gris.

 

La paciencia de muchos enfermos se acaba en el momento en que han contado no hasta cien sino hasta un millón. Cuando han soportado comentarios insensibles y cretinos de centenares de personas con una actitud lamentable respecto a sus problemas de salud. Quizá en ese momento, se hagan una pregunta cómo esta ¿Acaso estamos obligados a pasar por alto a seres vivos con apariencia de personas que cagan por la boca?


Este post se publica el día antes de los Santos Inocentes porqué la industria, la culpable de tragedias cómo esta, ni es santa ni inocente. Dedicado a todos los enfermos de fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, sensibilidad química múltiple, electrohipersensibilidad, artritis reumatoides y la larga lista de enfermedades invisibles.