martes, 26 de mayo de 2020

Los disruptores hormonales (VIII)


La Unión Europea y los disruptores hormonales
El Dios dinero, principio y fin para muchos.
En investigación el debate y la cooperación enriquecen, ayudan a avanzar en el conocimiento de la realidad…claro que como ocurre en todas las facetas de la vida, algunos individuos pueden primar más sus ambiciones económicas y su status quo profesional que la búsqueda de la verdad. Ese es el punto de inicio de la perversión del debate científico, cuando unos dedican su tiempo y trabajo a un amor cuyo destino no es el bienestar común.
Hoy en día uno de los bandos de la polémica científica sobre la disrupción hormonal, el más prudente en mi opinión, está integrado por científicos del más alto nivel que publican en revistas de gran prestigio, y parece que los discrepantes están en inferioridad numérica y de argumentos. Esto nos cuenta Olea (2019) en las páginas 310-311 y después de haber leído diferentes artículos científicos de revisión sobre la incidencia en la salud de los disruptores hormonales, creo que tiene toda la razón.
Cuando a la minoría ultrarica le molesta cambiar algo, se practica el juego de sembrar el más mínimo resquicio de duda y amplificarla con todos los medios posibles, aunque la duda sea representada por unos pocos y de poca entidad en comparación con las evidencias opuestas.
Existe otra técnica más, polivalente y ampliamente universal, similar a una navaja suiza que sirve para todo, pero a diferencia de esta, no arregla nada sino que lo estropea. Se trata del viejo truco del argumento económico. El inmovilismo se apoya a menudo en el impacto económico y nos convence mediante el miedo: la pérdida de puestos de trabajo, el Producto Interior Bruto (PIB) y otros macroindicadores económicos, lo habitual.
Y ¿Qué hay del impacto económico de las enfermedades?
Un prestigioso científico (Leonardo Trasande) estimó un impacto en los sistemas públicos sanitarios de la Unión Europea de 636.000-638.000 millones de euros al año por enfermedades relacionadas con la exposición a disruptores (pág. 313 en Olea 2019).
A lo largo de varias páginas, Olea (2019) sintetiza toda la evolución de la regulación de las medidas para la protección de la salud en referencia a los disruptores hormonales en la Unión Europea, otro culebrón pero a lo grande. Durante años, la Comisión Europea de Medio Ambiente, Salud y Seguridad Alimentaria no llevó a cabo la tarea encomendada a este respecto por el Parlamento Europeo. El caso fue denunciado por el mismo Parlamento y varios países “avanzados” ante el Tribunal de Estrasburgo y este se pronunció condenando a la Comisión por dejación de funciones. 
La Comisión, tras años después, todavía no ha cumplido como debe con el cometido encargado.
Llegando a un callejón sin salida, cuando el poder está acorralado sin argumentos creíbles ni ninguna vía escapatoria,  abocado a tomar una determinación en contra de sus intereses debido a que la mayoría y la razón le han derrotado, aún así, la inacción vergonzosa es otra estrategia a explotar durante unos cuantos años más.
Acabo, de nuevo, citando a Olea (2019). Me parece precisa la analogía que hace entre títeres sin cabeza (los políticos) y los titiriteros que mueven los hilos (sus amos). Sirve esta como explicación de las estupideces de nuestra democracia moderna.
La ciencia y la tecnología han de servir para vivir mejor, no como un vehículo de imposición de productos nocivos para nuestra existencia y la de las próximas generaciones.
Los Síndromes de Sensibilización Central (SSC) y su divulgación
En febrero me sorprendió una noticia que floreció en infinidad de medios de información. Hablaban de 6 millones de euros de las arcas públicas destinados a una investigación sobre el colón irritable en la que participaría el Hospital de la Vall d’Hebrón (Barcelona). Por supuesto, no se trataba de un estudio epidemiológico para intentar descubrir los desencadenantes externos de la enfermedad…no vayamos a fastidiar, eso de intentar ver la relación entre la exposición a contaminantes y la prevalencia de las enfermedades para frenar su avance, PREVENIR (PRIMUM NON PROCERE), no es un objetivo políticamente correcto.
This is Catalonia, my Friends.
Os reseño diversas noticias sobre el mismo tema seguidamente y os propongo el juego de hallar las diferencias...vosotros mismos, sacad conclusiones.
Beatriz Pérez. 11/02/2020. Vall d’Hebrón estudiará la relación entre el colon irritable y la depresión. El Periódico.
Redacción. 11/02/2020. Vall d’Hebrón lidera un estudio europeo sobre la relación entre el colon irritable y trastornos mentales. La Vanguardia.
Agència Catalana de Notícies (ACN). 11/02/2020. Vall d’Hebrón lidera un ´macroestudio europeo para investigar la relación entre el colon irritable y los trastornos mentales. Diari Més
No conozco la nota de prensa original o lo que comunicaron concretamente los "investigadores", y el palo que debe aguantar la vela es quién publica la noticia. Vayamos pues al grano, como dicen los gorriones. 
Frecuentemente veo tratamientos periodísticos en los que vislumbro una intención de flirteo, una inclinación a asociar problemas de salud graves en aumento, como lo son los Síndromes de la Sensibilización Central (SSC), con problemas psicológicos o psiquiátricos. No confundamos a la gente, que de momento no existan marcadores fidedignos incontestables no quiere decir que no haya una disfunción de origen físico. Vamos a repasar un ejemplo de lo que estoy explicando.
Nos dicen en algunos artículos periodísticos que la fibromialgia y la fatiga crónica son trastornos somáticos. Un trastorno somático es algo así como sentir unos síntomas físicos exagerados de forma regular asociados a una base psicológica…para simplificar, algo demasiado parecido a lo que entendemos como ser un hipocondríaco. Es decir, son más representativos de un tipo de periodismo de escasa calidad.
¿Por qué?
La etiología (la causa de la enfermedad) de la fibromialgia y la fatiga crónica es motivo de controversia a nivel científico mundial y un periodista nunca debe sesgar la realidad conocida, proporcionando solamente una de las explicaciones teóricas (trastorno somático). Además, resulta que esa es la explicación que cada vez se sustenta de forma menos creíble en el mundo de las ciencias de la salud.
Efectivamente, la suma de evidencias científicas publicadas apoya cada vez más robustamente un origen orgánico de esos síndromes, NO PSICOLÓGICO. Para ilustrar lo que os cuento voy a recurrir a un par de artículos científicos que no son los más recientes…pero valen para la ocasión.
Avellaneda Fernández, A., Pérez Martín, A., Izquierdo Martínez, M., Arruti Bustillo, M., Barbado Hernández, F. J., de la Cruz Labrado, J., Díaz-Delgado Peñas, R., Gutiérrez Rivas, E., Palacín Delgado, C., Rivera Redondo, J. & Ramón Giménez, J. R. 2009. Síndrome de fatiga crónica: etiología, diagnóstico y tratamiento. BMC Psychiatry, 9 (Supl. 1).
En este artículo hablan de tres teorías sobre el origen de la fatiga crónica.
  • Teoría infecciosa. Algunos virus (Epstein Barr, Candida albicans, Borrelia burgdorferi, Enterovirus, Citomegalovirus, Herpesvirus humano, Espumavirus, Retrovirus, virus Borna, virus Coxsackie B y virus de la hepatitis C (VHC) son padecidos de forma recurrente por estos enfermos y se cree que pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad.
  • Teoría inmunológica. Que exista un trastorno en el sistema inmunológico o su función.
  • Teoría neuroendocrinológica. Parece existir una base de trastorno en el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) y en la producción de hormonas relacionadas en el SFC, así como un trastorno de los mecanismos reguladores del sistema nervioso autónomo. 

Por citar otro articulo de revisión, no de investigación, el siguiente reseñado bajo estas líneas (Fernández Solà 2002) también nos menciona la teoría infecciosa (los virus como desencadenantes de la fatiga crónica) y la asociación entre la fatiga crónica y las alteraciones neurohormonales (eje adrenocortical y tiroideo).
Fernández Solà, J. 2002. El síndrome de fatiga crónica. Medicina Integral, 40 (2).
Otro trabajo (Jahan et al. 2012) apunta la regulación del sistema autónomo y neuroendocrino como la base de la fibromialgia, sugerida por las alteraciones del patrón de sueño, los cambios en los transmisores neuroendocrinos (p. ej. La serotonina), la sustancia P, la hormona del crecimiento y el cortisol. Fijaos a continuación que el artículo está publicado en una revista científica de Oman.
Jahan F, Nanji K, Qidwai W, Qasim R. 2012. Fibromyalgia syndrome: an overview of pathophysiology, diagnosis and management. Oman Med. J., 27 (3). http://omjournal.org/articleDetails.aspx?coType=1&aId=234
El COVID-19
Voy a contextualizar un poco todo esto con un tema de rabiosa actualidad, el COVID-19. Muchos hemos ido escuchando en la televisión y otros medios aquello de la respuesta descontrolada de nuestro sistema de defensas al cabo de una semana aproximadamente de la infección por COVID-19. Se sabe que se desencadena lo que llaman una tormenta de citoquinas y se produce un proceso de inflamación demasiado extremo debido a la intervención de nuestras defensas ante la infección por el virus, y eso es lo que lleva a la UCI a los enfermos.
En capítulos anteriores os mencionaba algunas de las publicaciones científicas que relacionaban la disrupción hormonal con la alteración del sistema de defensas, y el protagonismo de las citoquinas (disfunción del balance proinflamatorio/antiinflamatorio). Huele mal que en los medios de información salgan investigadores mencionando la respuesta alterada de las defensas atribuyéndola a una posible predisposición genética (el cuento habitual: funcionamos mal, somos defectuosos de serie)…¿hasta ahí pueden leer? ¿y aquello de la alteración de la expresión de los genes debida a los contaminantes (epigénetica)? ¿y los disruptores hormonales?
Bajo este parágrafo os dejo el enlace a un artículo sobre el COVID-19, de dos “valientes” que no callan la verdad incómoda. En él sugieren un asesino en serie, un grupo de disruptores hormonales (los ftalatos, bisfenol A) que alteran los niveles de citoquinas. La interleucina-6 (IL-6) es una citoquina, una proteína liberada por nuestras células que desempeña una función antiinflamatoria y proinflamatoria a la vez. Se conoce que el Bisfenol A aumenta la liberación de la IL-6 y los ftalatos son en general alteradores de los niveles de citoquinas. Pues bien, uno de los tratamientos más esperanzadores para los afectados por el COVID-19 es el tocilizumab, un fármaco que bloquea el receptor de IL-6, deteniendo así el proceso de inflamación. Es un fármaco utilizado para la artritis reumatoide.
Trasande, L. & Ghassabian, A. 29 abril 2020. The toxical chemicals in our homes could increase COVID-19 threat. The Guardian.
Todo esto lo sacaba a relucir porqué si somos un poco observadores, recurrentemente vemos el mismo reparto de actores principales (virus, sistema inmune y las hormonas). Guarda relación con el artículo sobre la fatiga crónica, donde la teoría del sistema inmune y la de los virus desencadenantes de la enfermedad vuelven a aparecer. Se hace una interpretación de este tipo:
  •     Como los enfermos suelen tener infecciones y han pasado esos virus, es que son los virus quiénes provocaron la fatiga crónica.

En realidad, los enfermos de fatiga crónica y fibromialgia son proclives a enganchar infecciones, es el hecho que se conoce sin lugar a dudas.
Entonces ¿Por qué no hacer el razonamiento deductivo inverso?
¿No será que la fatiga crónica y la fibromialgia conllevan un funcionamiento inadecuado del sistema inmune…y eso es lo que provoca que los enfermos sufran esos virus? 
Publicar este tipo de razonamientos conlleva tener conflictos profesionales.
Repito, fijaos bien en el fondo endocrino (de nuevo las hormonas) que desde diversas publicaciones se está esgrimiendo para explicar el desarrollo de la fibromialgia y la fatiga crónica.
El tema huele a disruptores hormonales, los asesinos en serie.
De las evidencias existentes que sugieren una intervención de los disruptores hormonales en los Síndromes de Sensibilización Central me ocuparé profundamente en el próximo capítulo…ahora vamos a seguir desgranando la noticia del colon irritable.
Nos cuenta la web del Hospital de Vall d’Hebron (Barcelona), uno de los pocos hospitales públicos sin concertar de la sanidad catalana, que las evidencias científicas sugieren que en el desarrollo del colon irritable figuran estos factores:
  •        Psicosociales como el estrés y la depresión
  •        Socioculturales
  •        Genéticos
  •        Dietéticos
  •        Alteraciones de la microbiota intestinal
  •        Infecciones gastrointestinales
  •        El género femenino
  •        Un aumento de la sensibilidad central y periférica al dolor visceral 

 Vaya batería ¿eh?
Quizá sea culpa nuestra (mala genética, comemos mal, problemas psicológicos, somos mujeres, etc)…lo de siempre ¿no?
Curioso, no observo ninguna mención a los contaminantes y no será que no existan evidencias científicas publicadas en esa dirección ¿Os acordáis de la entrada de este blog dedicada a las enfermedades inflamatorias intestinales? Por si hubiera algún lector que no la haya visto, es la del 19 de abril de 2020:
  •       Los disruptores hormonales (IV)

Existiendo toda la ingente cantidad de evidencias científicas publicadas en revistas de alto prestigio por diferentes investigadores que indican como culpables a las sustancias químicas artificiales con digamos “habilidades” de disrupción hormonal a las que estamos tan masiva y continuamente expuestos…me pregunto ¿Habrá sido un descuido el hecho de que no incluyan los contaminantes artificiales como un factor desencadenante de una enfermedad inflamatoria intestinal? O ¿Es que no han leído los artículos científicos de los últimos años?
¡Cuanta obstinación en resaltar los factores psicosociales (el estrés, la depresión, etc.) como explicación del desarrollo de toda esa gran familia de enfermedades emergentes asociadas al “PROGRESO”! 
¡Cuanto empeño en hacer pasar por digamos “inestables” a esos pobres enfermos y que extraño que la “inestabilidad” sea cada vez más común!
Será el estrés nos cuentan algunos señores y señoras…nuestros abuelos trabajaban de sol a sol, de lunes a domingo, sus recursos no eran predecibles (dependían del régimen de cosechas y demás), su vida estaba llena de dificultades y calamidades (incluido el hambre, el frío extremo, etc.) y la prevalencia de estos problemas era realmente muy rara.
¿Qué fue antes? ¿El huevo o la gallina?
La pregunta tiene fácil respuesta. Mucho antes que apareciera la primera ave sobre la faz de la tierra, el huevo ya formaba parte del mecanismo de reproducción de otros vertebrados.
Años atrás, previo a que se descubriera la influencia de una bacteria, el Helycobapter pilori, como mediadora de la úlcera péptica….los enfermos eran clasificados sin rubor y sistemáticamente como personalidad de tipo A (comportamiento competitivo, hostil, ambicioso, con estrés, ansiedad, frustración, etc.). La ciencia médica y por extensión, los doctores, directamente cuando un paciente sufría una úlcera lo atribuían alegremente a que era algo así como nervioso, entre otras lindezas, y por eso le había salido la úlcera.
Brillante, sin contemplaciones, sin una base científica bien fundamentada, sin respeto.
¡BRAVO!
Volviendo al tema original…evidentemente, una persona con una enfermedad crónica y diaria, incapacitante, limitante en todos los sentidos (actividad social, laboral, etc.), sin tratamiento efectivo para mejorar la calidad de vida sustancialmente, no atendido como merece por las administraciones (ni en el plano social ni en el sanitario), menospreciado…es lógico que sufra una secuela psicológica.
Me parece de Perogrullo.
¿Es que una persona con cáncer, o una persona que pierde el dedo de una mano no sufren una repercusión psicológica?
En un país teóricamente “avanzado” (hablo de España) que pretende estar en cabeza en lo de la igualdad de género, lucha contra el machismo, dado que estas enfermedades emergentes golpean con mucha mayor fuerza a las mujeres…¿A QUE VIENE TANTA TERGIVERSACIÓN Y ENREDO AL UNÍSONO POR PARTE DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y OTROS SECTORES?
El tema no queda aquí, prosigo ahora con la Sensibilidad Química Múltiple (SQM). El 20 de abril de 2020 el canal de televisión CUATRO emitió un programa (UN DOCTOR EN CASA) donde tocaba la SQM con esa tendencia asociarla a un problema psicológico sin que exista una sólida base científica en ese sentido.
Una asociación de enfermos de SQM (Asociación SQM-EHS) tuvo a bien reaccionar, emitieron un comunicado el 21 de abril que podéis leer en este enlace:
Y la rectificación fue acertada, está disponible en este otro enlace:
Por desgracia, parte importante de las asociaciones de enfermos de síndromes de sensibilización central no llevan a cabo este papel de defensa del enfermo en la medida necesaria, ni de lejos. Enfermos, asociaciones de enfermedades inflamatorias intestinales u otras, y familiares tendrían que comenzar a quejarse de forma beligerante de los ejemplos de mal periodismo.
Nos comemos los sables cual fakir…y así nos luce el pelo.
Personalmente, me cuesta creer que tantos periodistas acaben comportándose de forma poco profesional siempre en la misma dirección a lo largo de los años con la misma temática. Se supone que un periodista tiene la obligación de informarse bien, dando una adecuada visión panorámica de 360 grados. En temáticas de salud tiene que recurrir a las fuentes de donde brotan las aguas, en este caso la literatura científica, y punto. Sino están cualificados o no tienen suficiente disposición para hincar los codos, hay otros que cumplirían con el trabajo dando lugar a un resultado más óptimo.
Los enfermos de SSC tienen motivos suficientes para estar hasta las mismísimas gonadas del periodismo y la sanidad pública en este país y no me vienen a la cabeza otras patologías que estén siendo tratadas una y otra vez con esta falta de rigor y de respeto hacía los enfermos…que todo el mundo sabe que sobre todo son mujeres.
El hilo conductor de este comportamiento poco profesional, denigrante y hasta déspota que falta a la dignidad de las enfermas no pienso que esté fundamentado en una motivación machista sino en el alineamiento adecuado respecto los intereses económicos de las élites, por aquello de no molestar y quedarse sin silla.
El junco se inclina elástico ante el viento y el agua, compensa así la escasa resistencia del tallo, su fragilidad intrínseca.
Sea como fuere, este hecho acaba comportando un claro efecto colateral de connotación MACHISTA en países supuestamente avanzados y en pleno siglo XXI.
¿HASTA CUANDO?
¿HASTA CUANDO VAN A DEJAR DE MALTRATAR PROFESIONALES DE LA SALUD, ADMINISTRACIONES Y PERIODISTAS A LOS ENFERMOS?
¿QUE HAN HECHO ESOS ENFERMOS PARA MERECER ESTE TRATO DENIGRANTE?
La televisión pública y el sector petroquímico
Por suerte, abriendo bien los ojos los ciudadanos contamos con pistas que ayudan a descifrar la realidad. Os pongo un ejemplo, tenemos a TV3 que nos aclaró cuanta importancia tiene el sector petroquímico en Catalunya mediante el Telenotícies migdia del dia 19 de febrero de 2020, justo después de aquel gravísimo accidente de la Petroquímica de La Canonja al que muchos (sector público y privado) corrieron a quitar hierro…
¿Recordáis como salieron a la palestra a decir sandeces sin ningún atisbo de rubor ni desvergüenza?
¿A qué no dimitió ninguno de los trajeados?
This is Catalonia, my Friends.
Si, justo en aquel Telenotícies migdia de TV3 donde trataban la noticia de la protesta sindical por la seguridad en la petroquímica del famoso accidente, pasaban poco después (a partir del minuto 8) como quién no quiere la cosa a enumerar las bondades con las que ese tipo de industrias nos alegran la vida:
  •       10.500 puestos de trabajo directos en Tarragona.
  •       Las químicas representan 33.500 puestos de trabajo directo en Catalunya.
  •       La petroquímica de Tarragona representa el 25% del total español y el 50% de la catalana.
  •       El de Tarragona es el polo químico más importante del sur europeo y de todo el estado.
  •      Las químicas representan 17.000 millones de euros al año para Catalunya, son el 1,5% del PIB español.

¿No diréis que la noticia no contiene los ingredientes clásicos?
Periodismo público del bueno.
Que despiste que no mencionaran la incidencia del cáncer, de la SQM y otras enfermedades alrededor de las petroquímicas. Quizá es que no tocaba. Aquí os dejo con el enlace…
Muy seguramente el próximo capítulo será el último de esta serie dedicada a los disruptores. En él quería compartir algunas reflexiones sobre la investigación en cuanto a la etiología de los Síndromes de la Sensibilización Central…sobre el plausible papel desempeñado por los contaminantes y la premeditada falta de estudios epidemiológicos al respecto, la patética carencia de desarrollo de marcadores fiables o la de medios necesarios para el diagnóstico fidedigno desde la sanidad pública, etc.
Eso no es culpa de los enfermos, es culpa de la administración pública.
Los mediocres, los incapaces, se encuentran en ese lado del ring.
Realmente, hay tantos contenidos cruciales a difundir…que me falta tiempo. Por ejemplo, las recomendaciones de manejo de un médico de la sanidad pública catalana respecto a que los enfermos de SQM se expongan a tóxicos como método que da resultados, que prescindan de la mascarilla, etc.
Claro, muerto el perro, muerta la rabia, jajajajaja.
No diréis que no promete. Puede ser una buena forma de borrar pruebas vivientes incómodas respecto el impacto sobre la salud de los productos petroquímicos. Extrapolad la estrategia, en vez de tratar convenientemente a los enfermos de cáncer de pulmón, si se les recomienda fumar crack va a ser un ahorro tremendo a las arcas públicas.
¿Será ese el futuro de la sanidad pública catalana?

domingo, 10 de mayo de 2020

Los disruptores hormonales (VII)


Es hermosa pero tóxica y peligrosa. Lo reconocemos sin titubeos...nadie lo niega, nadie lo oculta.

El próximo martes día 12 de mayo se celebra el Día de los llamados Síndromes de la Sensibilización Central (SSC):
  •       Fatiga Crónica y Fibromialgia
  •       Sensibilidad Química Múltiple
  •       Electrohipersensibilidad

También es el Día Internacional de la Enfermería o Enfermera.
Cabria que estas conmemoraciones fueran divulgadas por todo tipo de webs de la administraciones locales (ayuntamientos, etc.), administraciones autonómicas y del gobierno central…al igual que se hace con el Día de la Mujer, máxime teniendo en cuenta que este tipo de enfermedades golpean, según las evidencias publicadas, con mayor incidencia en el género femenino. Se ruega no nos cuenten más mentiras ni tergiversaciones (aquello del origen psíquico y el trastorno psicosomático) y no escondan las causas físicas que disgustan a los de la industria petroquímica y de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación).
  •      Tóxicos de la limpieza del hogar (lejía, salfumán, etc.), de la higiene corporal y la cosmética (la fragancia, entre otros)
  •       Los plaguicidas
  •       Los ingredientes de la ropa creados a partir de la química de síntesis
  •       Las ondas electromagnéticas
  •       Etc.

En resumen, toda esa vorágine de contaminación masiva cotidiana constante a la que nos someten por orden y voluntad de los descerebrados de arriba (los que dirigen las marionetas).
Habréis visto la intensidad ante la más mínima oportunidad con la que nos quieren colar aplicaciones de móvil y demás ingenios de las TICs…legitimado mediante una motivación de salud (¿?).
NO, majetes, NO.
NO son los móviles los que nos van a curar.
Nuestra pasta no se la regaléis a esta industria.
Viene de paso reconocer el papel de la enfermería siempre, este año más que nunca, y con ello reivindicar un reconocimiento real (no el del aplauso) en materia de dignidad laboral, unas condiciones y un trato adecuado en el plano laboral.
¡AQUÍ ES DONDE HAY QUE INVERTIR LA PASTA PÚBLICA!
 EN SANIDAD, EN LO QUE CURA.
Ya puestos, después de dos meses y pico de aguantar burradas, conviene sacar a relucir otro de las abundantes muestras del absurdo en la gestión del COVID-19:
La desinfección masiva con lejía u otros productos ultranocivos cuando el agua oxigenada es igual de efectiva con los virus y con escasa capacidad tóxica para nuestro organismo…
Ayuntamientos y otras administraciones
¿Tomáis nota?
¿Cómo?
¿Seguís empecinados en fabricar más enfermos de SSC y otras patologías, y hacer empeorar a los que ya son afectados?
No será que no ha habido avisos y comunicados de prensa al respecto por parte de asociaciones y demás; a continuación os muestro dos:
Maria Argentina Rey Fernández (Asociación SQM-EHS Galícia; Miembro del Foro Español de Pacientes). 08-05-20. Opinión “Vidas en cuarentena”. Redacción médica.
Comunicado Asociación SFC:SQM Madrid “Lo que mata al COVID19, nos enferma a nosotros”. 07-05-20. Europa Press.
Maria Argentina Rey Fernández es Doctora, afectada de SQM…por si este detalle aporta más luz a los abogados del diablo.
Como dice aquel refrán catalán:
Ja pots xiular, si l’ase no vol beure
Ya puedes silbar, si el burro no quiere beber
Al margen de si hay o no para alquilar sillas (“Hi ha per llogar cadires”) y del si tienes burros irás a caballo (“Si tens ases aniràs a cavall”) pasamos al contenido de las alternativas para evitar los disruptores hormonales…haberlas, haylas, y no tienen que ver con las meigas.
Las alternativas
Aclarar las ideas con una zambullida en el Morning Glory Pool antes de legalizar sustancias químicas nocivas para la salud ¿por qué no?
Lo peor del panorama alternativo ofrecido por la industria química es que los nuevos productos sintéticos (no naturales, creados en laboratorio) aparecidos como sustitutos seguros también puede que sean perjudiciales para la salud. Con algunos ya se conoce que es así.
En esta línea, los sustitutos de los ftalatos, al igual que los ftalatos, pueden activar receptores (el PXR) e inducir niveles altos de lípidos en la sangre en modelos animales (DeKeyser et al. 2011; Sui et al. 2015; Takeshita et al. 2011). Respecto el sustituto del bisfenol A, el bisfenol S, también se ha descrito científicamente su capacidad como disruptor hormonal (pág. 289 en Olea 2019). Ahora es posible que os plantéis diferentes preguntas:
Después de los conocimientos y experiencias adquiridas con sustancias químicas anteriores en relación al impacto sobre la salud humana
¿No han testado esos nuevos sustitutos para comprobar con todas las garantías que no entrañan un riesgo para la salud?
Es obvio que no suficientemente.
La historia se repite en bucle, pasarán años hasta que se reúnan multitud de evidencias científicas que describan un daño claro contra la salud y muchos más antes de que se prohíban esas sustancias…significara en términos económicos que algunos habrán obtenido un alto rendimiento.
Sin embargo, para el medio ambiente y nuestra salud se traducirá en que como mínimo algunos de los nuevos tóxicos sería plausible que creen problemas de salud seguramente durante décadas incluso después de su prohibición.
Evidentemente, estas situaciones son semejantes a un callejón sin salida, en especial cuando estamos tan y tan acostumbradísimos a los derivados del petróleo y otras sustancias químicas artificiales. No nos hacemos a la idea de que no tenemos porqué depender tanto de esta gran familia de compuestos en la fase de producción de artículos, y tampoco en el día a día de nuestra vida.
Cuando escuchéis una frase del tipo “esto siempre ha existido” o “toda la vida se han utilizado productos químicos”, sabed que no es cierto cuando se trata de derivados del petróleo. El primer plástico comenzó a utilizarse hacía principios del siglo XX pero no fue hacía la segunda mitad del mismo siglo cuando la química de síntesis a partir de los derivados del petróleo comenzó a imponerse alrededor nuestro en cualquier ámbito. Esa exposición ha crecido las últimas décadas hasta lo indecente, acumulándose en la atmósfera, la tierra, el agua y los seres vivos.
 Es fácil entender que cuantos más boletos tengamos más fácil es que nos toque el premio gordo de la lotería.
Desgraciadamente, los diferentes premios sorteados (las enfermedades) no hacen ni puta gracia y además, queramos o no, participamos en el sorteo.
Un camino diferente sería el de utilizar estrictamente las sustancias que se sabe que son seguras, volver a los materiales que se utilizaron durante siglos sin consecuencias nefastas, y reducir al mínimo los que no lo son.
Esto no va a ocurrir a no ser que haya una masa social revolucionada pidiéndolo. Y todos sabemos una cosa: no tiene pinta de que las enfermedades cuyas cifras de afectados superan con creces al COVID-19 vayan a pasar a ser un tema más prioritario que el fútbol.
Como tampoco va a existir en cuanto a los tóxicos un cambio en el comportamiento político ni de los que mueven los hilos… contamos con una preocupación política por la salud quizá un pelín selectiva y caprichosa.


¿Y qué hacemos para escapar de estas amenazas y acabar con ellas?
¿Cuál es la alternativa?
No nos queda otra opción más que informarnos bien por nuestra cuenta sobre los contaminantes existentes y el como evitar la exposición en nuestro día a día, atendiendo a que estos contenidos muy DIFÍCILMENTE los encontraremos en las televisiones públicas y privadas, y menos en prime time.
Actualmente, hay diferentes fuentes fiables de información a las que podéis recurrir, entre ellas, la web Hogar sin tóxicos.
También tenéis libros recomendables en este sentido, entre ellos:
Silvestre, E. 2017. Tu casa sin tóxicos. RBA Libros S. A.
Olea, N. 2019. Libérate de tóxicos. RBA Libros, S. A. Barcelona.
Es vital informarse bien de lo que llevan los productos, apostar por el ecoetiquetado, por los productos fabricados a partir de ingredientes de origen natural y evitar, por regla general, los artificiales (entendidos como artificios de la química de síntesis).
Las fuentes de exposición son tan diversas que, a priori, nos puede parecer en conjunto surrealista. Para que captéis el meollo, los espermicidas (condones), los óvulos vaginales, los lubricantes vaginales, los diafragmas son una fuente de alquilofenoles (pág. 381 en Olea 2019). Las cremas solares y filtros UV suelen contener benzofenonas, canfenos, oxicinamatos, parabenos…llamados filtros orgánicos, así que por seguridad es mejor buscar aquellos productos con filtros inórganicos: dióxido de titanio y óxido de zinc, sin nanopartículas (pág. 381 en Olea 2019).
Sobre todo, consultad fuentes fiables, con información de calidad y rigurosa.
Lo malo de todo es que cuesta mucho tiempo aprender a buscar productos seguros. Evitar los disruptores y/o carcinógenos es altamente complicado, por muchas razones:
-Se encuentran en cualquier tipología de producto (alimentario, fitosanitario, higiene corporal, de limpieza doméstica, mobiliario, coches, ropa, etc.).
-Los etiquetados no son claros (ingredientes difíciles de leer, etc.) y tampoco incluyen todos los componentes ni de los envases ni de los productos. Efectivamente, el envase podría a veces ser más perjudicial que el contenido.
Nuestra libertad como consumidor para elegir un producto sano NO ES REAL, porqué en muchos casos no tenemos medio de conocer con concreción que ingredientes reales tiene. Os pongo un ejemplo.
  •  En una empresa fabrican tubos de plástico. Estos tubos serán vendidos a una marca de cosméticos que será la encargada de fabricar y rellenar los tubos con una crema para la piel. Antes de fabricar los tubos alguien habrá tenido que limpiar con un disolvente el interior de la extrusora, de cara a preparar la máquina para ese nuevo material plástico con la intención de evitar la aparición de las impurezas (rugosidades, granos, etc.) en la textura del envase (algo meramente ESTÉTICO). Podrían quedar algunos restos del disolvente en el plástico extruido y como consumidores el disolvente no podremos llegar a conocer cual es. El plástico puede llevar aditivos como el colorante que se habrán añadido en una tolva aparte y que no conoceremos. Luego, una vez fabricado el tubo pasará por la máquina de inyección que inyectará la cabeza (donde va alojado el tapón). Quizá en los moldes en los que se inyecta el plástico a altas temperaturas, los operarios hayan aplicado un spray de aceite o algún otro producto con el objeto de evitar que el plástico inyectado se quede adherido.
En definitiva, la presencia de sustancias tóxicas que no podremos conocer, con potencial de interacción con los químicos de la crema, del contenido en si.
Además, casi tendremos que hacer una carrera universitaria antes de ir al super si queremos cerciorarnos que los ingredientes “anunciados” de cada producto son sanos. Por último, recordad que en el caso de las colonias, los perfúmenes, algunos suavizantes y otros muchos productos, tras la palabra “FRAGANCIA” se le da opacidad a químicos no presentes en la lista de ingredientes, con toda la garantía legal y seguridad jurídica para el productor y una peineta “Bárcenas style para el consumidor.
Ya que no quieren prohibir ese gran surtido de ingredientes nocivos para la salud, al menos debiéramos disponer como ciudadanos de salidas o escapatorias a su ingesta y exposición. A mí se me ocurre una forma de acabar con las complicaciones que sufre el consumidor porqué supongo que las empresas estaban al servicio de la gente, y no la gente al servicio de las empresas. Yo lanzo la idea, igual algún político va y la propone (JAJAJAJAJA). Podrían agrupar los productos en una gran división, con el objeto de facilitar la libre elección del consumidor, optimizar su tiempo, evitarle sufrimientos y ahorrar gasto público en sanidad:
  •     Un enorme apartado de metros de estanterías con un gran cartel que diga “Productos nocivos para la salud (con carcinógenos, con disruptores hormonales, etc.)”.
  •     Un minúsculo apartado que especifique “Productos cuyos ingredientes no están considerados como nocivos para la salud (sin carcinógenos, sin disruptores hormonales, etc.)”.

Evidentemente, en tal situación plausiblemente utópica, propia de unos países responsables que cuidan del medio ambiente y la salud de sus ciudadanos, los reponedores de los supermercados y las tiendas podrían clasificarlos sin problemas porqué cada producto tendría que llevar incorporado un distintivo CLARO E INEQUÍVOCO haciendo referencia a esas dos categorías.
En un país normal, esto sería lógico…aunque ¿Existe algún país normal?
Siguiendo con la lógica, uno imagina que los productos más seguros y sostenibles debieran ser los más baratos. De nuevo otra fatalidad, no es así. Por ejemplo, un producto en un envase de vidrio va a costar mucho más que un producto en un envase de plástico. Un envase de vidrio si que es reutilizable al 100%; con una buena política detrás, imponiendo mayores impuestos a los productos que dañan más al medio ambiente y a la salud…y bajándolos en los más seguros, se contribuiría al cambio en el consumo y, consecuentemente, en la producción. Esto incluiría un ahorro desde otros puntos de vista (gasto en la salud pública, evitar un daño sobre el medio ambiente y los recursos naturales “servicios ecosistémicos”, etc.).
Y ¿por qué iban a hacer algo así desde las administraciones, cuando el bienestar, el medio ambiente y la salud del ciudadano no son los objetivos principales?
Comenzando desde la producción primaria, el inicio de la cadena de la industria agroalimentaria:
¿Se priman las prácticas ecológicas?
O
¿Las convencionales con gran aplicación de plaguicidas y fertilizantes químicos?
Lo respondo rápido. Cuando un agricultor quiere pasar de una gestión agrícola convencional a una ecológica, primero tendrá que transcurrir un período de reconversión de unos 6 años sin utilizar los plaguicidas y fertilizantes químicos convencionales. Durante ese tiempo no va a poder vender sus productos con la etiqueta de agricultura ecológica, tendrá que venderlos a precios bajos, como productos convencionales. Aún habiendo superado los 6 años aplicando correctamente la gestión ecológica de sus campos, va a tener que hacer frente regularmente a analíticas de control de las tierras por parte del ente administrativo que certifica que esa producción es ecológica…esas pruebas las debe sufragar el agricultor.
Imaginemos que el agricultor de al lado cultiva convencional y tiene un descuido, a raíz del cual su plaguicida llega a las tierras de agricultura ecológica, o que las aguas de escorrentía (las de después de las lluvias) bajan del campo de agricultura convencional hasta el de agricultura ecológica. ¿Qué pasaría? Si las analíticas demuestran una carga tóxica no permitida en cultivo ecológico, el producto no se va a certificar como ecológico. Lógicamente, quién sufragará la pérdida será el agricultor ecológico.
Claro, nadie le obligó a preocuparse por hacer las cosas mejor; eso en este país es ser un excéntrico y un extravagante.
Los precios de los productos ecológicos son prohibitivos para los pobres al menos en este país, adecuados al bolsillo de las clases medias y altas, con un salto importante respecto al producto convencional. Cuestión esta que un país avanzado se empeñaría en equilibrar en alguna medida de cara a que el consumidor elija LIBREMENTE en cuanto a su salud y no coaccionado por el tamaño de su bolsillo.
Algo que me rompe absolutamente los esquemas es cuando observo un producto ecológico en un envase de plástico. O cuando veo estos productos en el mismo aparador o refrigerador y al lado mismo de los productos convencionales…cuando es de sobras conocido que los tóxicos pueden ser volátiles y que una gran parte de las verduras, hortalizas y frutas convencionales llevan restos de plaguicidas cuando esperan a ser vendidos. En este sentido, os recomiendo leer o al menos ojear el informe de Ecologistas en Acción:
García, K., Romano, D. & Hernández, K. 2018. Directo a tus hormonas. Guia de alimentos disruptores. Residuos de plaguicidas con capacidad de alterar el sistema endocrino en los alimentos españoles.
Volviendo al tema…
¿Os imagináis a un artesano creando con suma habilidad y cuidado una frágil pieza de cristal de Bohemia y luego que el de la tienda con sus manazas la acabe vendiendo rota, en trozos?
Otras historias de consumidor tocanarices es comprobar que aproximadamente un tercio de los supermercados está destinado a productos que incorporan tóxicos volátiles (productos de limpieza, de higiene, cosmética, etc.) que viajan a través de las estanterías hasta el lugar donde se exponen la fruta, las verduras y demás…ya ni hablemos de los malditos ambientadores. Esos olores a químicos que nos tenemos que tragar obligadamente al entrar a comprar alimentos y que pueden haber contaminado los productos de alimentación…se me ocurre un buen lugar donde meterlos.
Antes, esos productos con tóxicos se vendían en establecimientos específicos donde no había comida: las DROGUERÍAS. Digo yo que si los supermercados los quieren vender, al menos lo hagan en habitáculos estancos aparte que impidan la contaminación de los alimentos.
Además, los productos más seguros debieran ser los más fáciles de encontrar en general. Evidentemente, no es así y cuando una persona quiere tener un hogar con productos seguros (mobiliario, etc.) se ve obligada a rebuscar en internet y encargarlos a la Conchinchina.
La próxima semana seguimos con los disruptores hormonales, nos acercamos al desenlace final de la serie.
Bibliografía
DeKeyser, D. J. Laurenzana, E. M., Peterson, E. C., Chen, T. & Omiecinski, C. J. 2011. Selective phtalate activation of naturally occuring constituive androstane receptor splice variants and the pregnane X receptor. 2011. Toxicol. Sci., 120.
Olea, N. 2019. Libérate de tóxicos. RBA Libros, S. A. Barcelona.

Silvestre, E. 2017. Tu casa sin tóxicos. RBA Libros S. A.
Sui, Y., Helsley, R. N., Park, S. H., Song, X., Liu, Z. & Zhou, C. 2015. Intestinal pregnance x receptor links xenobiotic exposure and hypercholesterolemia. Mol. Endocrinol, 29.
Takeshita, A., Igarashi-Migitaka, J., Nishiyama, K., Takashashi, H., Takeuchi, Y. & Koibuchi, N. 2011. Acetyl tributyl citrate, the most widely used pthalate substitute plasticizer, induces cytocrhome p450 3a through steroid and xenobiotic receptor. Toxicol. Sci., 123.