La carena de Bandolers es
una de las mejores zonas del Vallés para el descanso de las aves migratorias.
Se encuentra en el espacio de interés natural de Gallecs, un lugar que sigue
sin protegerse cómo Red Natura Europea. De esta forma, en el futuro, será más
fácil trazar las infraestructuras planeadas por la Generalitat de Catalunya o ampliar las existentes (p. ej. la AP7), al
no tener que depender del visto bueno de Europa para ello. Autor fotografía: Xesco Macià
(invierno del 2011).
Días atrás Eric Corella observo un sisón,
un ave típica de hábitats esteparios, en la carena de Bandolers, dentro del
Espacio de Interés Natural de Gallecs (Catalunya). El ave le pasó en vuelo y al
no llevar cámara fotográfica no pudo obtener una imagen con la que
documentar la cita.
En los últimos dos años es la segunda vez que Eric descubre
un ejemplar de esta especie en Gallecs. A nivel histórico, solamente existía
un dato previo, del gran ornitólogo vallesano, Josep Ribas, correspondiente al dos
de mayo de 1980 (Ribas, J. 2000. Els Ocells del Vallès Oriental) que a
su vez era la única cita conocida para la comarca del Vallès Oriental.
Al tratarse de una especie rara en este lugar y en la
región, y dado que se encuentra en peligro de extinción y, además, figura
cómo especialmente protegida en la Directiva Aves europea (en el anexo I) era
sumamente interesante documentar con pruebas fehacientes la observación, el
registro del ave. Con este afán, Eric procedió a comentar el hallazgo en un
grupo whatsapp de observadores de aves de escala comarcal, sabiendo que casi seguro
que, en breve, alguien acudiría con una cámara. En efecto, el mismo día una
persona consiguió fotografiar al sisón en Gallecs, quedando documentada la
interesante cita. Hasta aquí, perfecto.
¿Observar
o coleccionar?
En la sociedad actual las noticias vuelan inmediatamente a
través de internet y los móviles. En el caso de los aficionados a la
observación de aves existen redes sociales y portales en los que se cuelgan las
citas de aves, pudiendo añadir la geolocalización precisa y fotografías casi en el
mismo instante en que se observan. Se produce entonces un efecto llamada
entorno a las aves raras, escasas, atípicas y las más raras aún (p. ej. Las que
provienen de fuera de Europa). En ocasiones, en un mismo lugar, dependiendo
de la especie avistada, se pueden producir concentraciones de hasta más de un
centenar de personas que acuden a observar el ave. Los gregarismos de fotógrafos y observadores de aves asociados
a estas circunstancias se prolongarán a lo largo de días y semanas, en función
de la permanencia del ave en cuestión. Es un caso más de lo que en
psicología se denomina el efecto Bandwagon o, dicho sin tapujos, la
mentalidad de rebaño.
La observación de las aves ha ido evolucionando a lo
largo de la última década hacía el coleccionismo puro y duro, en paralelo a la
universalización de internet (las redes sociales y etc.). Hoy en día, lo importante
en este mundillo es el figurar en las redes y portales de internet cómo una
persona que no se pierde ninguna ave citada cómo rara, escasa, atípica. Así que
cuando una persona cita un pájaro singular en cualquier lugar de la geografía,
el personal acude allí para verlo y colgar después en internet que él también
lo ha visto. Igual podría tratarse de una especie que ya avistó previamente en
infinidad de ocasiones, pero…es vital para la persona verla de nuevo para
añadirla a su lista anual. Y es que entre los observadores se compite
también haciendo listas anuales de especies vistas en el mundo, en España, en
su comunidad autónoma, en su comarca, en su ciudad, o en su lugar preferido,
etc.
En este círculo se asume que, a mayor número de especies observadas, mayor
calidad y prestigio del observador, y a mayor número de especies raras,
atípicas o escasas, más de lo mismo. Lógicamente, esto, en realidad, no es
sinónimo de que un observador sea más o menos habilidoso o experimentado en el
campo. El mérito es de quién se pasa horas escudriñando el campo, el mar,
los ríos, las lagunas, los bosques, los cielos y tantos y tantos rincones,
dejándose la vista y el oído para detectar las aves no colgadas en internet. Por
supuesto, la valía de un observador de aves dependerá también de sus
facultades, de su habilidad y destreza, del talento necesario para encontrar
esas especies huidizas sumamente difíciles de detectar e identificar.
Visto desde fuera del círculo de los aficionados a las
aves seguramente debe parecer algo estúpido la moda de competir por ver quién
colecciona más especies diferentes al cabo del año y a lo largo de toda su vida
¿Ha sido siempre así? La respuesta es que no. En el pasado dicho comportamiento
era anecdótico e ir tras las especies raras y etc., solamente lo hacía una
pequeña proporción del colectivo. Predominaba con mucho mayor peso un
sentimiento de fascinación contemplativa, del respeto por el ave y un ansia por
aprender para conservar la naturaleza y luchar activamente por ella.
Antaño, en Catalunya, era más probable encontrarse con “amantes”
de los pájaros cuya motivación para salir al campo estaba bastante relacionada
directamente con la protección y conservación de las especies y sus hábitats.
Los protagonistas de la película eran las aves y no hacía falta alguna ir
aparentando a cualquier minuto lo bueno que se era a partir de colgar más y más
datos en internet que a la postre o no son interesantes, o son replicaciones de observaciones
de terceros.
Se inculcaba entre el colectivo, y también fuera del
mismo, el respeto por las aves, el no molestarlas durante la actividad de
observación y de fotografía. Hablo de ornitología de campo (“el estudio de las aves”
en el campo) atendiendo a que el aficionado, el amateur o el profesional,
contemplaba, pero también “estudiaba”
a las aves entonces.
Una gran proporción de los observadores de pájaros actuales
basan su actividad en la corriente frívola del competir y aparentar, del poner
la cruz al máximo de aves raras, escasas y atípicas que fueron citadas los
últimos días. Planifican sus jornadas de campo mirando en internet lo que
otros colgaron y en un mismo día habrá decenas de personas que citaran los
mismos pájaros en los mismos lugares, clonando una y otra vez datos sin ningún
tipo ya de interés científico. A esto se le está llamando ciencia ciudadana.
Por supuesto, entre los círculos (científicos incluidos) que apoyan este
tinglado no se tiene en cuenta que el uso de internet es de las cosas más contaminantes que
existe hoy en día, y hacerlo de forma tan absurda, por hedonismo puro y duro,
es altamente irresponsable (cambio climático, etc.) y afecta indirectamente a las aves.
Fijaos que cuando hablo de esta ola de personas que va con
prismáticos no hablo de “amantes” de las aves o de “ornitólogos”. Hablo
de observadores de aves y los hay que ni tan siquiera se les debiera clasificar
así porqué miran el ave lo justo para poner la cruz de vista, o bien tirar la
foto, sin prestar atención a los detalles de plumaje, a su comportamiento, a su
uso del hábitat y los recursos tróficos, etc. Una cosa es mirar y otra muy diferente, observar.
El caso es que este último año me he cruzado con viejos
conocidos, antiguos compañeros de prismáticos, que antaño fueron grandes
críticos de toda esta corriente puesto que su forma de entender la ornitología se
encauzaba de forma más clara en el respeto y la conservación, y en el estudio
de las aves. Me he dado cuenta de nuevo que la gente cambia, o sucumbe, ante las grandes olas, y de
precisarse, se traiciona la integridad de uno mismo y sus principios, porqué lo
contrario significaría ser excluido del grupo social. El rechazo social y
la pérdida del estatus son mecanismos que modifican el comportamiento de las
personas y tienen éxito cuando son impuestos desde arriba, por personas
influyentes en un determinado círculo.
Plantearse dilemas morales, ser crítico en público y
estar sensibilizado con la conservación de las aves y la naturaleza está mal
visto, en general, en el mundo de los observadores de las aves en Catalunya. Se
interpreta como una debilidad, y se critica y censura. Se estigmatiza a quién
intenta aguar la fiesta a los demás.
La
conservación de las aves en Catalunya
El chorlito carambolo se observa divinamente desde
los caminos de Gallecs, así de relajado, sin molestarle. No es necesario entrar en los campos de cultivo para
verlo posado. Autor fotografía: Xesco Macià (Gallecs, verano del 2012).
Da la casualidad de que el momento de observación del último
famoso sisón de Eric coincidió con uno de los períodos más cruciales de la vida
de las aves: la migración. A partir de agosto gran cantidad de aves
migratorias se paran en los campos de Gallecs con la intención de reponer
fuerzas y alimentarse después de centenares o miles de kilómetros volados.
Requieren de lugares cómo este porque de no existir les sería imposible
concluir sus viajes maratonianos. Entre la larga lista de aves migratorias de
Gallecs figuran otras especies amenazadas, cómo es el caso del chorlito
carambolo, que además tiene en la carena de Bandolers uno de los pocos lugares
de Catalunya en los que se para anualmente a descansar.
El chorlito carambolo es otra especie incluida en el
Anexo I de la Directiva Aves Europea. La población reproductora catalana se encuentra
amenazada, catalogada cómo VULNERABLE
por el último Atlas de aves reproductoras de Catalunya (Atles dels Ocells
Nidificants de Catalunya 2015-2018. Institut Català d’Ornitologia). Sobre
este particular, cabe clarificar que en este último Atlas se establecieron únicamente
cuatro categorías, según el estatus de conservación de cada especie, correspondiendo
dos de ellas a especies amenazadas bajo riesgo de extinción (Vulnerable; En
peligro de extinción), una tercera a las extintas y entendiéndose una cuarta
sin nombre para las especies que se valora de un plumazo que no están en ningún
tipo de riesgo ni cercanos a él. Con respecto al chorlito carambolo, la categoría VULNERABLE es
la segunda con mayor riesgo de extinción, por detrás de la de EN PELIGRO DE EXTINCIÓN.
Los dos últimos Atlas de aves reproductoras de
Catalunya.
En el Atlas del período 2015-2018 se ha estimado la
población de esta especie en de 1 a 5 machos nidificantes para toda Catalunya.
En el anterior Atlas
catalán que cubrió el período 1999-2002 las evidencias de reproducción fueron
prácticamente las mismas que durante el último atlas, estimándose una población
por debajo de las 10 parejas. Lo rimbombante es que en aquel atlas, a diferencia del último, se le
catalogó EN PELIGRO CRÍTICO, la categoría de más riesgo de extinción.
Lo que no se entiende de ninguna forma es que, siendo la situación de
amenaza actual, según los datos, prácticamente la misma que antes, se le haya
otorgado en la actualidad una categoría de amenaza inferior. Aún no he
encontrado a nadie que sepa explicar el porqué de esta incongruencia
científica.
Por otro lado, el método de categorización del último Atlas
catalán tiene escaso valor científico puesto que contiene pocas opciones y quedan
sin englobarse como amenazadas un grupo no menor de especies cuya situación no
es catastrófica, pero si preocupante. En este último Atlas, el Institut
Català d’Ornitologia (ICO) decidió basar los criterios de categorización del
estatus de conservación de las especies en el proyecto del Catálogo de la Fauna
Salvaje Autóctona Amenazada de la Generalitat, un texto meramente burocrático y no científico,
aprobado el año 2020 por POLÍTICOS y no por CIENTÍFICOS.
Viajando en el tiempo hasta el Atlas del 1999-2002 para otorgar las categorías del estatus de
conservación de cada especie se siguieron los criterios establecidos por la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN) que son los que se aplican en el
mundo entero por los CIENTÍFICOS en cualquier
ámbito faunístico (vertebrados e invertebrados). La UICN es una entidad
privada que cuenta con un prestigio internacional inconmensurable en el mundo
científico.
Así que en el Atlas del 1999-2002, siguiendo los
criterios de la UICN, se establecieron ocho categorías para el estatus de conservación y son las
siguientes (de mayor a menor gravedad): EXTINTA, EN PELIGRO CRÍTICO, EN
PELIGRO, VULNERABLE, PRÓXIMA A LA AMENAZA, PREOCUPACIÓN MENOR, DATOS
INSUFICIENTES y NO EVALUADA. Es decir, tres de las categorías correspondían
a especies amenazadas (EN PELIGRO CRÍTICO, EN PELIGRO Y VULNERABLE) y una
cuarta (PRÓXIMA A LA AMENAZA) recogía aquellas otras cuya situación era
delicada. El resultado global fue que, en ese Atlas del 1999-2002, 67
especies reproductoras se evaluaron cómo amenazadas y otras 51 estaban próximas
a la amenaza. En comparación, en el último Atlas el cómputo es de 53 especies
amenazadas y punto. Basándose
en estas cifras, un neófito juzgaría que la situación de las aves en Catalunya
entre el período 1999-2002 y el 2015-2018 ha mejorado con creces. La
realidad es todo lo contrario.
Por otro lado, una de las utilidades más importantes de los Atlas
es la de comparar entre escalas de tiempo. Al cambiar los criterios, es
imposible hacerlo. Normalmente, en ciencia, cuando se cambian criterios es
por una razón científica, en base a un avance en el conocimiento o por un
intento de mejorar científicamente algo. La categorización del último Atlas
catalán no veo que se ajuste a ninguna de estas opciones.
El por qué una asociación “privada” científica basa sus
criterios del estatus de conservación en un texto administrativo del gobierno
catalán en lugar de los que universalmente se utilizan en el mundo científico y
antes utilizaba ella también, digamos, que es un misterio. Es otro misterio más
del funcionamiento público-privado en el que las administraciones públicas
otorgan dinero a una entidad privada para que lleve a cabo las tareas que ella
misma debiera ejercer, tal y cómo dispone la ley europea. Y sale barato porqué les dan cuatro duros y la tarea
la desempeña la asociación con la ayuda principal de los
voluntarios y sus recursos (esto
es la ciencia ciudadana). Otro día hablaremos del por qué un
ciudadano aficionado a la medicina sin formación académica no puede operar de
forma altruista en un quirófano a una persona (lógicamente, lo hace un cirujano
profesional) y, en cambio, de forma habitual, personas no cualificadas ni
experimentadas llevan a cabo voluntariamente y gratis un trabajo tan técnico, complejo y científico cómo
un censo de aves.
A nivel de la preservación de las especies de aves lo que significa el cambio de
categorización en el estatus de conservación es que se baje el listón de las
aspiraciones. Es decir, menos problemas de imagen para el gobierno catalán,
atendiendo a que los Atlas son un instrumento básico en el que apoyarse de cara
a reivindicar mejoras en la gestión y llevar a cabo denuncias (divulgativas, mediáticas
y jurídicas). Por cierto, sobre aquel proyecto de catálogo de la
Generalitat del año 2020, solamente se aprobó el proyecto, pero después de la fumata blanca,
seguimos todavía sin un catálogo en firme aprobado (JAJAJAJA).
Pero, bueno, salvando detalles que ilustran lo
fenomenalmente bien que evoluciona la ornitología catalana, creo que ha quedado
explícitamente clara, una vez más, la situación extremadamente delicada del
chorlito carambolo y la importancia de conservarlo en Gallecs. Esto es lo importante.
Conseguir
el trofeo
Es ahora cuando toca volver a hablar de Eric Corella. Al
día siguiente de ver el sisón, visitó de nuevo la carena de Bandolers y allí se
encontró con un “observador” de aves que caminaba campo a través por los
rastrojos, cerca de donde Eric detectó el sisón por vez primera. El sisón es un
ave de tamaño más bien grande que en un rastrojo canta cómo una almeja. No hay
por qué entrar en un campo para hacer que salga en vuelo, sino que, a gran
distancia, desde la red de caminos, se ve perfectamente posado, sin producirle
molestias ni hacer que se sienta amenazado.
En este particular, Eric reprendió al observador su
actitud, pero aquel hizo caso omiso y siguió metiéndose en los campos ese y
otros días. Las siguientes semanas, cómo Gallecs se había puesto en el punto
de mira de los “perseguidores” de aves, fueron acudiendo más y más personajes de
ese tipo, pateando los campos. Al ser Gallecs uno de los poquísimos lugares
donde recala el chorlito carambolo de forma regular y al caer estas fechas en
su pico de parada migratoria, a la gente le ha dado por perseguir al animal por
en medio de los campos. Esto denota dos cosas:
- La falta absoluta de sensibilidad por las aves que
descansan y se alimentan en los campos. Es un acto cruel puesto que el
observador de aves que penetra en esos campos lo hace a sabiendas de que va a
provocar la huida de multitud de pájaros migratorios, que los va a molestar y
que eso va a jugar en contra de las probabilidades de supervivencia que tengan
durante su viaje migratorio. En infinidad de veces los chorlitos carambolos que
intentan descansar en Gallecs son levantados por la gente que entra en los
campos y se ven obligados a continuar la migración buscando un lugar de parada
alternativo. Una cosa es que un agricultor entre con su tractor a realizar tareas cuando le toca (unas pocas veces al año) y otra es que cada día lo hagan personas a pie por simple y puro capricho.
- La tremenda torpeza y falta de conocimientos del
observador de aves. Los chorlitos carambolos en Gallecs se ven posados, de
maravilla, desde la red de caminos. Si uno entra en los campos es bastante
probable que vuelen sin que el observador los detecte. Es más, en caso de
avistarlos, lo más probable es que el observador no los vea posados, sino que
tan solo obtenga una observación de mala calidad, fugaz y escueta de la especie
en vuelo. El observador hábil y que respeta a las aves, disfrutará con creces de
los chorlitos carambolos desde los caminos.
La historia ha llegado también al punto de que alguno que
otro circula por las pistas del espacio protegido con su coche. Hace poco
hubo un fotógrafo comportándose así. Está prohibido el tránsito de vehículos por todas las
pistas de Gallecs, exceptuando a los servicios, habitantes de Gallecs y a los
agricultores. La prohibición está señalizada de sobras y fue un gran
logro de las cuatro personas contadas que lucharon a título individual y
altruista durante este siglo para lograr avances en la conservación de Gallecs.
Es paradójico que comportamientos así se hayan
popularizado puesto que nunca existieron tantas amenazas y tan importantes para
las aves cómo ahora, hecho más que conocido en los círculos de aficionados y
entendidos de la naturaleza. Máxime en un espacio natural protegido tan
sumamente frágil y presionado por usos irregulares, ilícitos y descontrolados
cómo Gallecs. Por si fuera poco, siendo este año tan extremadamente duro para
las aves por las condiciones climáticas, con temperaturas de récord y sequía en
toda Europa a lo largo de semanas y semanas ¿El trofeo justifica cualquier cosa? Es la victoria del narcisismo sin ningún límite, del
yo desmedido por encima de la naturaleza ¿Qué les diferencia de un cazador? Un ave exhausta que
requiere el descanso y alimentarse, a la que le fallan las fuerzas para alzar el
vuelo, si es levantada una y otra vez, acabará muriendo, depredada o de
inanición.
El mundo científico describió desde hace décadas atrás la
transcendencia de que existan lugares de descanso para las aves migratorias (stop
over) y se luchó para que la legislación europea y estatal las protegiera
en sus lugares de parada migratoria y durante la migración. La Directiva
Aves Europea estipula que no se puede molestar a las especies migratorias en
sus lugares de reposo, articulación legal que recoge a su vez la Ley de
protección de los animales en Catalunya. Me pregunto si alguna vez en la
historia se ha impuesto una sola sanción a alguien por molestar a especies
migratorias en Catalunya. Las
leyes que protegen la biodiversidad en Catalunya son pura comedia.
Finalmente, es curioso cómo esos observadores de aves desconsiderados
se defienden diciendo que su actividad (la persecución en la modalidad moderna)
no afecta a las aves o señalan otras actividades que también lo hacen a modo de coartada. Entienden, o quieren entender, que al llevar
prismáticos y telescopio y ser socios de una entidad privada de aves, los
pájaros van a confiar en ellos y quedan legitimados para hacer lo que les
plazca. Contrariamente, la ciencia ha descrito en infinidad de ocasiones cómo la
observación de aves, e incluso su estudio, conlleva un impacto, una perturbación
en ellas. El año 2017, por
ejemplo, se publicó un artículo científico que concluía que las aves percibían
a los observadores de aves cómo una amenaza mayor que las personas que paseaban
sin más. Lo tenéis aquí:
Radkovic,
A. Z.; Van Dougen, W. F. D.; Kirao, L.; Guay, P-J.; Weston, M. A. 2017. Birdwatchers evoke longer distances than pedestrian in some African
birds. Journal of Ecotourism, Vol. 18.
https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/14724049.2017.1372765
En nuestro país, el ejemplo más bochornosamente famoso de
la contradictoria forma de entender la afición por las aves y la fotografía
faunística hasta la fecha que ilustra hasta qué punto se puede perder el norte,
fue la llegada de
aquellos búhos nivales de Asturias en otoño del 2021. Al saltar el
tema a los medios periodísticos a lo grande, aún se agravó más. Pocas noticias,
en cambio, pusieron de relieve el impacto negativo de la masificación y las
actitudes exentas de ética y sensibilidad. El Periódico de España recogió la
opinión crítica de un ornitólogo (Juan Carlos Vázquez) en la siguiente noticia:
Nel Oliveira. 2021. La presencia del búho de Harry
Potter en Asturias genera preocupantes aglomeraciones: “Es un área protegida”. El
Periódico de España.
https://www.epe.es/es/asturias/20211122/presencia-buho-harry-potter-asturias-12886349
Los
gurús
Estos días he mantenido largas conversaciones con Eric
sobre sus últimas experiencias. A los dos nos han sucedido cosas idénticas. Al compartir
observaciones con otras personas a través de internet u otros medios, con la
intención implícita de ayudar a conservar un paraje natural dando a conocer su
valía para las aves, hemos originado un tsunami de perseguidores de aves. A partir de
ahí acabas viviendo una situación inesperada y ves cómo el lugar se transforma
en un escenario donde se ejecutan comportamientos contraproducentes para la
conservación, cómo el asedio constante. Una vez se llega a ese punto, no es
posible parar ni revertir el problema.
Los dos hemos pasado por el mismo trance de darnos cuenta
de que fue un error comunicar el avistamiento de determinadas aves. Se acaba
sufriendo, te sientes impotente y frustrado, y hasta culpable.
En el momento en que alguien comparte una observación o una
foto con otro en privado, o en portales de internet o en redes sociales, la
capacidad de convocatoria de personas con prismáticos y/o cámaras es,
sencillamente, inestimable. No va a cuestionarse el impacto de las molestias
humanas que le supone a ese pájaro raro cuyo infortunio empezó en el momento en
que una persona lo descubrió, ni tampoco la perturbación que se creará al resto
de las aves del lugar. Lo importante es que los humanos le tiren fotos para
publicarlas en su instagram, cuanto más cerca y más bonitas mejor. Lo importante es que se apunten la cita en su maldita lista del
ego desmedido. Lo de menos es si el pájaro se ve acosado y perseguido,
fracasa la reproducción o se ve obligado a dejar de descansar en el lugar de
reposo y tiene que continuar la migración en malas condiciones. Se ha llegado a
ese punto. Hay amores
que matan ¿No lo sabíamos ya?
El contrapunto del debate radica en que más de uno se
agarra a que al difundir una cita de una especie interesante, en teoría, se
proporciona otro argumento más que juega a favor de reclamar la conservación de
un espacio natural determinado. Es una falacia. Sería un argumento serio
sino fuera porqué, por desgracia, reivindicar, luchar contra la administración
pública con el fin de conservar dejó de ser costumbre entre los aficionados a
las aves hace décadas. Además, a la Generalitat le da absolutamente igual si
hay 40 o cuarenta mil citas de especies amenazadas en un lugar puesto que no va
a cambiar su gestión y las medidas de protección sobre el terreno. Así entonces, el ser
extraño que observa a las aves y está, además, interesado en protegerlas se
encuentra ante el dilema una y otra vez ¿Lo doy a conocer o no? Además, sabe que tiene colegas a los que haría muy felices comunicándoles un
lugar en el que ver a esa preciada ave. Ahora bien ¿Son de confianza?
La solución intermedia suele ser la mejor. Tratándose de
lugares sensibles respecto las molestias humanas, lo mejor es no comunicar la
cita más que a personas de estricta confianza (una o dos), haciéndoles
comprometerse a no decir ni pio a otros. Respecto a colgar la cita,
considero que lo mejor es llevarlo a cabo semanas o meses después de que el
animal se deje de ver. Dicha conducta acarrea perder la simpatía del grueso del
colectivo de la observación naíf. Pero, al fin y al cabo, los pájaros no los esperan.
Sobre el tema del chorlito carambolo en Gallecs, al ser
una especie que recala anualmente en las mismas fechas, lo mejor es no fomentar
las visitas colgando nuevas citas. Al final es contribuir a que un lugar
tan frágil se ponga de moda y acudan hordas de personajes que hacen un flaco
favor a la conservación de las aves. No está hecha la miel para la boca del
asno.
De todas formas, la obsesión enfermiza de colgar citas en
grupos whatsapp y demás, a quién favorece sobremanera es a los que ejercen
de gurús en esos grupos y mueven sus intereses profesionales así, directa o
indirectamente. En este mundillo, la imagen juega un papel importante. Brillan
las personas que nunca
critican en público los comportamientos inadecuados, pero, en cambio,
enseguida dan a conocer citas que debieran guardarse con discreción, fomentando
así las congregaciones multitudinarias de observadores de aves en su propio beneficio (el estatus social).
La pasada primavera, Eric y yo nos lamentamos de la
difusión de la nidificación de la graja en Sta. Perpetua de Mogoda a través de
un grupo whatsapp comarcal de observadores de aves y nos temimos lo
peor. Era la primera cita histórica de cría en el Vallès Occidental y una
de las pocas conocidas en Catalunya. Ese minúsculo núcleo reproductor formaba
parte de la avanzadilla de la graja en el noreste del mediterráneo ibérico, de
la expansión de la colonización iniciada desde Francia. Una vez que se difundió
la noticia, cada día hubo gente en la zona, con sus telescopios y sus cámaras. La graja fracasó.
Los que pensamos y hablamos críticamente de temas cómo estos seguimos estupefactos
ante la pasividad de las entidades privadas del mundo de la naturaleza y/o la
ornitología en particular. Debieran estar dedicando grandes esfuerzos en
revertir la situación, en educar a sus socios y simpatizantes por los menos. Pero no es así,
sino que se escoraron en el lado contrario y se afanan más en crear tendencia
entre la gente (cómo el sector textil) que en mirar por los intereses de las
aves ¿Hay peor cosa que
zozobrar y naufragar en el lodazal? Que desaparezca la razón de la existencia misma.