martes, 18 de agosto de 2020

COVID-19 (Spain tour 2020) II

 

Este paisaje está libre de COVID-19 turistas de ciudad, hasta que venís. Sed conscientes de ello.

Este virus permite comprobar la calidad de la sociedad moderna a escala mundial, su grado de miseria ética e intelectual. De fuera de nuestras fronteras nos llegan muchos comportamientos reprobables por parte de líderes mundiales, entre ellos despuntan los de Trump, por ser un líder de una gran potencia occidental muy avanzada. Los comportamientos de los gobiernos de los países en desarrollo o poco avanzados no han salido de lo habitual.

¿Importaron en algún momento de la historia las vidas de sus ciudadanos?

Entre reinados caciquiles impuestos a dedo y repúblicas bananeras, España (incluida Catalunya) se desmarca de Europa, dando ejemplo de que cuando se trata de hacerlo mal, no tenemos rival. Dando ejemplo al mundo, en Madrid se organizó una manifestación contra el uso de la mascarilla, con eslogans rollo “el virus es una farsa” y tal. Durante la manifestación, los participantes no llevaron mascarilla, un espectáculo más de la bochornosa actitud de las administraciones públicas que deben velar por la seguridad de los ciudadanos, por el derecho a la salud y por el cumplimiento de las normas.

En Bruselas se celebró otra manifestación con el mismo objetivo (también de 4 gatos) pero los participantes respetaron la norma de llevar mascarilla. Esa es la diferencia entre países europeos donde sus ciudadanos son cívicos, uno de los pilares de una democracia seria, y un país como el nuestro aún en plena era postfranquista.

De todo lo que está ocurriendo a tenor de esta nueva onda de comportamiento ciudadano y de creencias metafísicas, podemos hacer lecturas con diferentes enfoques. Voy a ello en este contenido e intento dar una visión más amplia con alguna reflexión genérica sobre la evolución de la actitud de políticos y periodistas entre marzo y ahora.

El civismo

Las diferentes definiciones de Civismo hacen alusión al respeto de los ciudadanos por las normas de convivencia pública, algo que es básico para que podamos vivir en sociedad, compartir espacios públicos y privados.

Un individuo o un colectivo pueden estar de acuerdo o en desacuerdo con normas y leyes pero eso no le exime de cumplirlas y acatarlas. En una democracia es lícito luchar para cambiarlas, se tiene el derecho de hacerlo. Lo que no se tiene es el derecho de pasárselas por alto a voluntad propia y a cualquier precio.

¿A qué responde el incivismo?

Básicamente a que el individuo piensa que está por encima de los demás y además los menosprecia. El incívico se pasa el semáforo en rojo porqué piensa que controla y tiene derecho a hacerlo. No recoge las cacas de su perro o tira papeles en la calzada porqué para eso paga impuestos. No para en el paso de cebra porqué él tiene más prisa y es más importante que la anciana que quiere cruzar. No respeta los límites de velocidad porqué son para torpes con coches cutres y les pita, los amenaza y presiona para que lo dejen adelantar aun habiendo línea continua y una curva sin visibilidad. Y etc.

Ser incívico es una condición que acompaña en una gran diversidad de comportamientos y actos a lo largo de toda la vida.

Quizá responda a una falta de fuerza de voluntad pero también es un defecto derivado de su educación cultural. Sea como fuere, hay un esquema compartido bastante común: esos individuos tienen una habilidad extrema en la búsqueda de autoexcusas y pretextos que justifiquen su comportamiento vergonzoso, su falta de respeto por los demás.

La culpa nunca es de ellos, se lían la manta a la cabeza como un niño y de esa actitud infantiloide no van a moverse.

Con el drama que hemos vivido y vivimos, con todas las muertes y enfermos graves con secuelas, estas actitudes me resultan absolutamente inhumanitarias. Una falta de respeto abyecta a personas que son colectivo de riesgo, personas vulnerables (enfermos de pulmón, ancianos, bebés, etc.) y a los sanitarios que han lidiado y lidian con el dramón.

Algunos ya pensamos que quizá devolverles la moneda a los incívicos sería un trato equilibrado y justo. Si niegan la existencia del COVID-19 y el peligro que conlleva y se niegan a llevar mascarilla…

¿Por qué no firman una declaración voluntaria conforme se niegan a recibir tratamiento en caso de contagio?

Se les registra en una base de datos sanitaria y listos.

La ciencia y la involución

La ciencia moderna en cuanto a la verdad tiene dos tendencias:

  •     La ciencia que sirve como vehículo de descubrimiento de la realidad, la verdad. Nos sirve como método de sustentación del bienestar social y hasta de ayudar a mantener el nivel democrático de una sociedad. Es la ciencia la que en infinidad de ocasiones posibilita desenmascarar al culpable, al poderoso. Se utiliza en peritajes, en denuncias contra productos contaminantes que dañan al medio ambiente y nuestra salud, e infinidad de actos cotidianos.

  •     La ciencia utilizada como instrumento de defensa del poder en mayúsculas. Los científicos que defienden directa o indirectamente los productos que nos dañan cada día, los que defienden los intereses de las grandes corporaciones en detrimento de los de la mayoría de la población. Esta ciencia no busca la verdad, sino crear dudas acerca sobre ella, y es esa confusión la que beneficia al poderoso.

De científicos que luchan por la verdad, entregados que hacen activismo con las herramientas científicas y se enfrentan a poderes enormes, que viven por y para ello, hubo y hay muchos. Su sacrificio es férreo y desconocido por la sociedad.

Tenemos casos muy sonados de personas con talento y valor que hicieron grandes descubrimientos y tuvieron que enfrentarse marginados y solos a los círculos de prestigio formados por otros científicos que defendían justo lo contrario, lo que al poder le interesaba.

Uno de los ejemplos históricos más célebres fue Charles Darwin, quién propuso la teoría de la evolución biológica por selección natural, chocando ni más ni menos que con la Iglesia del siglo XIX. Aquello de decir que la especie humana provenía de la evolución del mono (una especie inferior, según la Iglesia) contradecía todos los cánones del conocimiento científico y a la Biblia en sí misma. Como ha ocurrido tantas y tantas veces en la ciencia, finalmente la verdad triunfó por perseverancia, porqué a partir de todas las evidencias científicas publicadas y defendidas por medios científicos (no en panfletos ni periódicos) se acabó demostrando que Darwin tenía razón. Sus teorías y descubrimientos fueron validados universalmente por la ciencia…la evolución y selección natural de las especies son reales.

Aun así, en pleno siglo XX, cuando la teoría de la evolución y la selección natural estaban aceptadas por la ciencia en todo el mundo, todavía en los Estados Unidos de América, superpotencia a nivel científico, hubo un altercado mediático, social y político potente. En 1925 se juzgó a John Thomas Scopes en Tenessee (un estado no caracterizado por el nivel de ilustración, libertad y progresismo) por enseñar la teoría de la evolución en la escuela. En aquel entonces existía la Ley Butler que prohibía enseñar contenidos que contradijeran la Divina Creación de la Biblia y que dieran crédito a que la especie humana descendía de animales inferiores.

Así funciona el fanatismo, el por qué si o el por qué no, sin argumentos técnicos ¡Por cojones! En España ganamos olimpiadas de esto.

Esta historia de cuestionar, desprestigiar a la ciencia y negarla nunca ha acabado, el gran poder siempre lo ha hecho servir cuando le ha interesado. Pero hoy en día la religión no es lo suficientemente influyente en la sociedad y se ponen en marcha otros mecanismos, otras estrategias, otro discurso.

El origen de la demagogia

En cuanto al COVID-19 todos tenemos claro que económicamente ha sido la ruina y muchas grandes fortunas lo han notado y lo notan. Paralelamente, es una realidad incontestable que donde más muertos y enfermos graves ha habido es entre los pobres.

¿Habéis visto algún político importante ingresado en la UCI o muerto?

Evidentemente que no, ellos tienen las mejores medidas sanitarias desde el principio.

Lo que no interesa de ninguna manera a las empresas del IBEX ni a ninguna otra importante (no hablo de autónomos ni pequeñas empresas) es que vuelva a existir un confinamiento total, un estado de alarma. No van a permitir que los curritos vuelvan a quedarse en casa a salvo, ellos son y serán siempre carne de cañón. De ninguna manera consentirán que exista cualquier impedimento que obstaculice seguir sacando pasta.

¿Que ha hecho Trump en USA a lo largo de meses de muertos y enfermos? Adoptar el discurso del negacionismo y soltar burradas de demente. Y hablamos del campeón del supercapitalismo salvaje, del que mira por el dólar (el suyo y de sus colegas) con un discurso demagógico y populista en su máximo esplendor. En España, vemos personajes escorados en el negacionismo del COVID-19, dándole auge, divulgándolo, que están asociados a la derecha.

¿Cómo la gente de clases sociales pobres o medias no se da cuenta del juego?

No me extraña que los periodistas estén prestando atención a la manifestación marginal de Madrid y a los demagogos sin base científica alguna y, en cambio, con otras manifestaciones más importantes y que atacan al poder establecido de verdad, no hayan tenido apenas o ninguna deferencia.

Realmente, todo este movimiento de Médicos por la Verdad y etc. a quién puede beneficiar es al rico, al que necesita que sus esclavos vayan a currar y pongan su vida en riesgo. Él rico va a estar seguro siempre, no necesita exponerse cuando quiere sacar pasta y si se expone va a ser tratado con los mejores medios sanitarios.

Hoy en día, el poder cuestiona la ciencia que no le interesa elaborando un discurso cínico, apoyándose en la corriente de que el COVID-19 es una farsa inventada por los grandes ricos, creando dudas sobre TODA LA COMUNIDAD CIENTÍFICA A ESCALA UNIVERSAL. Con tintes anti-sistema bien cocinados, con el uso de la tecnología de las redes sociales, lo hacen una y otra vez, difunden la mentira y la población cae y vuelve a caer, se lo traga enterito.

Su éxito es bien normal. A un ciudadano medio el sistema de educación público no le dotó de un nivel aceptable de cultura que le posibilitara saber buscar información técnica fiable sobre ciencia, y tampoco tiene la paciencia o la concentración suficiente como para buscarla, leerla y entenderla.

Nos han acostumbrado a digerir información basura en redes sociales, en medios periodísticos, rumorología sin fuentes fiables, sin base. Somos fieles a la inmediatez sin fundamento y nos la cuelan siempre que quieren. Todo lo que sea pensar, razonar con calma y base, no nos interesa. Nos interesan las hamburguesas de información hechas con restos de comida y otros materiales insanos.

Ahora es el círculo de la ciencia al completo el culpable de todo de nuevo, lástima de materia gris. Paradójicamente, mientras algunos piensan así, siguen utilizando masivamente las aplicaciones tecnológicas del móvil que hacen posible que nuestra subyugación crezca y crezca…

¿La tecnología no es ciencia?

La anterior guerra fría entre potencias, la que lideraron a lo largo de décadas USA y la URSS, tuvo la carrera armamentística nuclear como actor fundamental. Era un terror a algo visible, palpable y de lo que la sociedad mundial tenía pruebas de todo tipo por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. En el transcurso de esa guerra fría, los ciudadanos, la sociedad a escala mundial participó oponiéndose a ese enorme peligro para la vida humana. Hubo movimientos a favor del desarme nuclear, por la paz (manifestaciones, conciertos, etc.) en todo el mundo, fue masivo.

Aquella guerra fría acabó como tal, ganó la razón durante un tiempo.

El llamado bloque del Este hizo aguas y eso relajó las cosas en el mundo.

Nuestra modernidad nos ha traído otra guerra fría, fundamentada en el poder de las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (las TICs). Ya sabéis, el internet, el 5G, etc. Tenemos la lucha por el poder de este control escenificado en las tensiones entre USA, Europa y China. Quién domina la información y la tecnología, domina el mundo, la historia de la humanidad. Y, en la actualidad, el poder de almacenar información precisa mediante internet y la telefonía móvil es desorbitado, los llamados Big Data.

¿Qué podemos sacar de reflexión si comparamos esta guerra fría con la anterior?

¿Somos peores individuos ahora?

¿Somos más irreflexivos, menos conscientes?

No luchamos ni nos oponemos a aquello que atenta contra nuestra salud o contra nuestro modo de vida, nuestro bienestar social o nuestra salud, sino que colaboramos para que sea aún peor, para que crezca exponencialmente.

El móvil es la nueva iglesia, ahí confesamos y por él lo damos todo, hasta la salud de nuestros niños. Amén.

El maloliente mundo de la política

Digo yo que una de las cosas más chocantes es que la manifestación anti-mascarillas y anti-ciencia de Madrid no cumpliera con las medidas y normas, y que las administraciones no pusieran en marcha ningún mecanismo para evitarlo.

¿No era previsible?

Por comentarios en las redes sociales y la propia idiosincrasia del país, se veía venir.

No era difícil de controlar puesto que se trataba de menos de 5000 manifestantes. Aún me llama más la atención otra cosa ¿Nadie va a pringar por ello?

Se ha puesto en riesgo la salud de muchos (incluso la vida), se han pasado la ley por el arco de triunfo, y la persona que pidió la autorización ¿No tiene ninguna responsabilidad? ¿Quién fue?

Habitualmente, la carga de sanción (no pequeña) si se producen hechos ilegales cae sobre el que pide la autorización de la manifestación. La excepción es que esa persona no tenga responsabilidad alguna.

¿Los políticos y la administración protegen al organizador?

Ya veremos.

Gracias a la connivencia con la ilegalidad, esta se normaliza, se populariza y abunda. Los ciudadanos incívicos se sienten legitimados, protegidos y actúan en consecuencia, negándose a poner la mascarilla en espacios públicos y privados. Es por eso que ahora mismo cada vez es más común, aunque lo nieguen los tertulianos y periodistas mentirosos, ver a gente sin mascarilla a todas horas y hasta masivamente. Es lo más normal, vayas donde vayas.

Evolución política en la gestión del COVID-19

Haré un repaso de estos últimos meses, desde marzo hasta ahora. Los políticos nos mantuvieron en régimen dictatorial, sin respirar, sin ninguna distinción hacía enfermos que necesitaban imperativamente salir cada día de casa por su salud, durante meses.

Perdieron el sentido de la medida y lo llamaron estado de alarma.

Los gobernantes, los de las comunidades autónomas y los del gobierno central, quizá hicieran números, estimaran lo que deberían invertir en medios sanitarios y los pusieran en un lado de la balanza, y al otro lado pusieran las muertes y personas con secuelas graves que se podrían ahorrar.

Eligieron no invertir suficiente en medios sanitarios (pruebas, personal, material) ni en medidas preventivas (de control REAL del incivismo, pedagogía, etc.).

Continuaron con el espectáculo de desprestigio de la administración pública apedreándose entre ellos, con su trayectoria descendiente como colectivo, regodeándose en la pocilga tal cual cochinos (disculpas a los animalicos).

A medida que nos acercábamos a junio, en la tele y otros medios de adoctrinamiento fueron vendiendo la idea al unísono de que con el Sol, el COVID-19 iría a menos…sin que les importase la coherencia cuando en los mismos espacios informativos reflejaban los muertos y el avance de la epidemia en países de la América tropical, a temperaturas altas.

Milagrosamente, justo en el momento en que llegó el inicio de la temporada alta del turismo, nuestros políticos abrieron el cofre. Desconfinaron, dejaron que la gente se moviera por toda la geografía, de núcleos metropolitanos como Barcelona incluso hasta lugares recónditos del Prepirineo y Pirineo catalán donde no se había registrado ni siquiera un caso de COVID-19. Este ejemplo es extrapolable al resto de España, a la serranía de Madrid y un sinfín de lugares repartidos por este triste y decrépito país. Al mismo tiempo, los agentes de la autoridad desaparecieron durante meses de la calle, ese dominio exclusivo de libre circulación que tomaron prestado en la época del estado de alarma.

¿Están confinados?

Todos sabíamos que pasaría, una gran proporción de ciudadanos no tiene respeto por nada ni nadie, se saltarían cualquier norma respecto el COVID-19. Pero en temporada alta de turismo convenía no molestar a los consumidores, que gastaran, y mayormente, dar esa imagen de NUEVA NORMALIDAD (o SUB-NORMALIDAD) en el exterior, a los países avanzados y así ganar en reservas hoteleras por guiris y etc.

Estábamos de nuevo en la España de las competencias autonómicas, en ese momento el mando quedaba redistribuido otra vez entre infinidad de políticos de diferentes marcas manejando sus cotarros autonómicos, sus reinos de Taifas, en una loca carrera hacía el despropósito. En biología es lo que se llama evolución convergente, organismos diferentes procedentes de diferentes ramas de la evolución acaban desarrollando respuestas similares para un problema parecido o idéntico.

Los osos hormigueros y el cerdo hormiguero, unos en América y otro en África…son equivalentes en su medio natural, desarrollaron habilidades y partes de su cuerpo especializadas para alimentarse de hormigas y termitas. 

A los políticos les pasó igual en España, evolucionaron para mentir y trincar.

Este verano, los políticos autonómicos se defendían diciendo que no se podían imponer sanciones a los incívicos que ponían en riesgo la vida de los demás por qué no estaba legislado. Y dejaron pasar el tiempo, ellos lo saben hacer muy bien. Hacía el final de la temporada alta de turismo previeron en la normativa una sanción imponible, una sanción que da risa (100 euros) en comparación con los multones del estado de alarma.

¡Bravo!

Y ahora que lo tienen todo orquestado…el número de sanciones impuestas es un insulto a la inteligencia.

Nos muestran imágenes de las grandes medidas que han tomado en Barcelona (agentes cívicos para disolver botellones y demás) en La Sexta y otras televisiones, los tertulianos quitan hierro a las actitudes de jóvenes y no tan jóvenes, falta sensibilización, divulgación y cosas por el estilo, nos cuentan. De multas los tertulianos no dicen nada o casi nada ¿a qué no? Por esa misma regla de tres, podríamos ir a robar bancos y que el poli no nos detenga, sino que venga un agente cívico a decirnos que eso no está permitido por ley y nos deje ir sin ninguna consecuencia administrativa o jurídica.

¿No es lo mismo?

Claro que no ¡Es peor poner en riesgo la vida de muchos ciudadanos!

Se trataba de relajar el ambiente, de hablar mal del ciudadano que increpa a los demás para que se comporten de forma cívica…ese que ahora algún tertuliano de La Sexta llama “poli de balcón”. Así cuajó el clima idóneo de recibida del turista. Hemos captado que el turismo a cualquier precio es más importante que la vida ¡El turista del país o de fuera puede hacer lo que le salga de las narices!

Hemos observado como los brotes (no los verdes) han ido creciendo, esparciéndose por toda la geografía, alcanzando ciudades y lugares recónditos ya desde pocos días después del fin del estado de alarma. Ese ha sido el gran logro de los ciudadanos incívicos, de los políticos de todos los colores, de los periodistas y tertulianos, todos juntos, todos a una, lo habéis conseguido.

¡Gracias por remar juntos hacía la catarata!

¡Sois unos patriotas!

No quiero olvidarme del gobierno central, ellos ni siquiera parecen saber poner orden en cuanto a los datos epidemiológicos. No impusieron PCRs obligatorios en los turistas extranjeros en los países de origen y tantas otras cosas más que no hicieron o hicieron mal...y el desastre sigue.

La causa del absurdo

En junio, los que somos desconfiados, gracias a este país que nos enseñó a serlo hace décadas, intuimos que el fin del estado de alarma se debía a las presiones económicas de los que mandan, los grandes ricos. Sabíamos que el desastre llegaría en breve.

El sector del turismo tiene un poderío económico enorme debido al Sol, la paella, la sangría, la relajación en el cumplimiento de normativas de las autoridades, etc. El “todo vale” se lo debemos al franquismo y al continuismo del régimen en plan descafeinado que llega hasta nuestros días…en eso, los catalanes compartimos identidad con el resto de España.

A pesar del creciente número de casos de COVID-19 en Catalunya, este verano no hemos visto aparecer por la TV3 al Conseller Miquel Buch con semblante amenazante y solemne lanzando aquellos sermones de regañina que soltaba casi diariamente en el período del confinamiento.

¿Dónde olvidó aquel discurso sobre los ciudadanos irresponsables e incívicos, de las actuaciones implacables que realizarían contra ellos los Mossos d’Esquadra sino respetaban las normas del estado de alarma?

¿Dónde estaba Miquel Buch este verano?

 

¿De vacaciones?

Sí que son largas.

Tampoco somos tan diferentes en Catalunya del resto de España, aquí la cagamos en grande igual. Como prueba de ello, muchos Mossos d’Esquadra están de vacaciones ahora, cuando más personal descontrolado hay. Efectivamente, ellos tienen derecho a vacaciones, como todos, pero en agosto, en comarcas como el Berguedà, los Mossos no pueden con la situación, no tienen medios humanos suficientes que puedan abarcar la masiva afluencia de turistas metropolitanos que no hacen caso de ninguna norma.

¿No previó Miquel Buch este escenario?

A lo largo del confinamiento tuvimos patrullas de Guardia Civil, Agentes Rurales y Mossos d’Esquadra cada semana persiguiendo absurdidades en pueblos de un centenar de habitantes del Prepirineo catalán, imponiendo sanciones desorbitadas. Pueblos donde no entraba ni salía nadie…los que tenían más probabilidades de ser el vector de transmisión entonces, precisamente, eran los agentes de la autoridad que venían de ciudades alejadas de esos pueblos, otra paradoja más. Además salían de su coche y hasta paseaban por callejuelas desiertas, ellos podían.

Y nada, este veranito hemos tenido pueblecitos que han multiplicado probablemente por 10 su población en el Prepirineo y Pirineo catalán. A los turistas ocasionales y a los de segunda residencia los vemos haciendo deporte o caminando por callejones estrechos sin mascarilla, en grupo, y eso que tienen decenas de kilómetros cuadrados fuera del núcleo urbano en los que no pondrán en riesgo a nadie. Vemos que el mercado ambulante en plena plaza del pueblo, donde está el ayuntamiento, se llena de vendedores sin mascarilla, hablando con vecinos mayores que sí que la llevan a un metro de distancia a lo sumo. Las terrazas de bares petadas y sin medidas…y no pasa nada.

Todo ello en un pueblo donde veranea usted, señor Torra.

¿Es eso patriotismo? 

Con solamente echar un ojo al mapa de riesgo de rebrotes que nos ofrece Nació Digital tendremos una idea de cómo está afectando la desgestión a que el COVID gane terreno en comarcas invadidas por el turismo, como lo son las del Prepirineo y Pirineo. Claro que es necesario el turismo ¡Para todos! ¡PERO NO ASÍ!

Como resultado, la mayor parte de Catalunya se encuentra en situación de riesgo alto, incluidas las comarcas de Alt Urgell, Garrotxa, Osona, Pallars Jussà…y otras que, por el momento, se encuentran en riesgo moderado-alto, como el Alt Empordà o el Berguedà.

Mapa publicado en NacióBerguedà. Roger Tugas Vilardell. 18 agosto de 2020. El risc de rebrot

al Berguedà segueix moderat-alt. Consultable en:

https://www.naciodigital.cat/bergueda/noticia/21282/mapes/risc/rebrot/al/bergueda/segueix/moderat-alt


Tenemos que soportar que jueguen con nuestra vida y las de nuestros seres queridos, aunque sean colectivo de riesgo, con muchas posibilidades de entrar en UCI si pillan el COVID, y de salir en caja de madera.

¿Cuándo saldrán en tromba la Guardia Urbana, la Guardia Civil, los Agentes Rurales, los Mossos d’Esquadra, la Policía Nacional a sancionar a los incívicos en todos los pueblos y ciudades? 

Cuándo acabe la temporada alta de turismo

¿A que sí?

Descubrimos que el ocio nocturno es una necesidad de interés general, más importante que el derecho a la salud, que la vida misma. Se puede interpretar esta máxima a través de algún pronunciamiento jurídico y la actuación de la tele pública o privada que cede buenos momentos a los representantes del lobby. Efectivamente, ahora resulta que son los empresarios del ocio nocturno los salvadores; gracias a ellos no hay botellones, ellos mantienen el orden ¿No eran los agentes de la autoridad los encargados? Por supuesto, no hay nadie que salga a replicar sus palabras en esos espacios informativos de la televisión.

El principio de precaución a la basura, otra vez, y el de la coherencia.

La pasta tiene la razón y el micro.

Juegan con nuestra inteligencia. La diversión no es una necesidad importante ahora mismo y la sociedad no tiene por qué correr ningún riesgo de salud para garantizar esta actividad económica ahora. Hablar de prestaciones sociales, de compensaciones y etc., ese es otro tema, eso requiere soluciones…pero lo primero ahora es LA SALUD.

 

El o los comités de expertos ¿Democracia o Dictadura?

O mejor aún, tendríamos que hablar quizás en plural, de comités de expertos ¿No existen? Los políticos tuvieron asesores científicos a nivel estatal y autonómico. Otra cosa es que les hicieran caso.

O ¿No los asesoró nadie? ¿Se sacaron todo de la chistera?

Pensemos en una situación hipotética. Somos políticos y necesitamos justificar que la gestión del COVID-19 es correcta de cara al público. Necesitamos unos asesores y estos nos dictan unas recomendaciones técnicas que en buena parte no queremos cumplir por qué:

  •  No estamos dispuestos a gastarnos esa pasta en la gente.
  •  Los lobbies económicos nos presionan.


Eso es un problema de verdad ¿Qué podemos hacer? Es sencillo, que el público no sepa quiénes son los asesores y además ponemos unas cláusulas de confidencialidad por en medio, con el objeto de que el asesor no pueda revelar cuales son las recomendaciones dictadas por él. De esta manera saldremos en la tele a decir que estamos asesorados por expertos, legitimando nuestra gestión por terceros, y haciendo caso omiso de los consejos técnicos que no nos interesan personalmente.

El alcance de todo no lo podremos conocer jamás, aunque si algunas piezas con las que montar el puzzle.

Recuerdo un programa de TV3, FAQS Preguntes freqüents, en pleno confinamiento. Entrevistaban a Antoni Trilla, epidemiólogo del Hospital Clínic, y ante unas preguntas determinadas de la presentadora, acabó rebelando que existían unas cláusulas de confidencialidad, por las cuales no podía proporcionar según qué tipo de información a la luz pública.

¿Es esta información algo confidencial por motivos de la seguridad del Estado?

No, es información referente a la salud y de interés de primer orden en momentos de pánico. Los ciudadanos tenemos todo el derecho a conocer los nombres de los asesores, el contenido de las reuniones, las recomendaciones y quiénes las dieron. Pero no lo vamos a conseguir saber y no pasa nada, los periodistas ni hablan de ello, ni los políticos (se protegen mutuamente) y no importa a nadie.

Dice la “Carta de Santo Domingo por el Libre Acceso a la Información Pública” del año 2002 (Unesco):

“el libre acceso de las personas a las fuentes de información pública es un derecho humano universal y un principio democrático inherente al derecho a la información, a la libertad de expresión y de prensa”.

Las verdaderas democracias se caracterizan por un profundo respeto hacía el acceso a la información pública por parte de sus ciudadanos, facilitan este derecho, no ponen trabas, publican la información íntegramente por medios telemáticos, son transparentes. Al mismo tiempo, un régimen democrático vela exquisitamente por la privacidad del ciudadano.

Por el contrario, una dictadura se define por la falta de información ofrecida a los ciudadanos, se les niega. Una dictadura es opaca por naturaleza en aras del interés de unos pocos privilegiados. Otro rasgo es que el estado desprecia sistemáticamente el derecho a la privacidad del ciudadano, se inmiscuye como, cuando y donde quiere en su vida íntima.

Al retrato que podemos dibujar sobre la acción de gobierno de las diferentes administraciones públicas españolas, cabe añadir el bombo de los medios periodísticos sobre la puesta en marcha de las aplicaciones de móvil para el seguimiento de los ciudadanos con motivo del COVID-19.

Quizá les vaya bien a algunos que el COVID-19 siga incrementándose, porqué se van a ver legitimados para tomar las decisiones que quieran y esto beneficiará a unos cuantos, al grupito habitual. Tanto da si guardan, o no, algún tipo de coherencia con su gestión de junio, julio y agosto.

Durante más de una década el argumento de la crisis económica ha sido universal en todo tipo de recortes, atropellos e inhumanidades. Todos los colores políticos en España han mojado pan en ese plato y no ha importado que la gente se enterara que la crisis era un fraude perpetrado por las élites financieras…élites financieras de las cuales provenían muchos de nuestros principales dirigentes políticos. Fueron los salvadores de la patria quiénes recortaron la sanidad, la educación, el medio ambiente, fuera desde el Estado o desde las comunidades autónomas.

Hoy tienen algo más real, un virus, con el que excusar sus políticas de maltrato asistencial sanitario y el continuismo del resto de las políticas oligarcas en comunidades autonómicas como Catalunya y en global, toda España.

Por aquello de la mala memoria, toca recordar que quién gestiona desde hace años la sanidad pública en Catalunya es ERC, de izquierdas y patriotas…aplicando el continuismo a las políticas ultraliberales de sus socios de gobierno en Catalunya. 

También en esto observo similitudes con los patriotas del bando opuesto que han gobernado en la Comunidad de Madrid y aplicado el mismo esquema: privatización de la sanidad pública y recorte en la asistencia sanitaria.

¿Forma parte este comportamiento del rasgo diferencial catalán que nos diferencia culturalmente de España?

Los verdaderos patriotas, los que lo sienten y sustentan el país, son los ciudadanos de a pie y no los cuenta-cuentos profesionales.

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