domingo, 27 de diciembre de 2020

Hospital Clínic (la lista del Doctor X (II))

 


Continuo donde lo deje en el anterior post. En la lista bibliográfica del Doctor X figuran cosas que socavan la credibilidad y dignidad de los enfermos. Es el caso de Staudenmayer & Phillips (2007) que publicaron en una revista científica indexada lo siguiente:

Los litigantes de intolerancia ambiental idiopática ( a ) son más defensivos al expresar psicopatología, ( ) expresan angustia a través de la somatización, ( c ) utilizan una tergiversación egoísta de preocupaciones de salud exageradas y ( d ) pueden exagerar síntomas no autenticados que sugieren una simulación.

¿Con que método llegaron a esas conclusiones?

Adivinadlo…¡CON CUESTIONARIOS!

Salvaggio (1991) en una onda parecida arremete contra enfermos y juristas: En el clima social litigioso en el que vivimos, el número cada vez mayor de demandas por discapacidad y lesiones personales y la postura ambigua de la profesión jurídica a menudo dictan un nuevo conjunto de reglas y normas de diagnóstico. Estos deben ser considerados por los alergólogos y otros profesionales al evaluar a los pacientes con molestias polisomáticas supuestamente debidas a trazas de contaminantes ambientales y con poca o ninguna patología identificable por examen macroscópico o microscópico de tejidos o datos de laboratorio. Estos pacientes pueden haber sido declarados totalmente discapacitados y pueden estar buscando o recibiendo grandes cantidades de compensación por lesiones personales. 

A tenor de lo que he ido leyendo de los trabajos de la lista del Doctor X, los enfermos de SQM son catalogados así: egoístas, hipocondriacos, farsantes, vagos fraudulentos y sufren de patologías psicológicas. Me resulta inaudito que semejantes textos subjetivos emitiendo juicios de valor hasta ofensivos hacía los enfermos y fundamentados en la mera especulación, hayan sido publicados por revistas científicas. El Hospital Clínic se autodefine al emplear estos trabajos cómo bibliografía de referencia.

 

Hay quién se salva

Una psiquiatra estadounidense, Iris R. Bell, participó en un libro sobre la SQM en el que explicaba y puntualizaba conceptos esclarecedores que ponían en evidencia los trabajos de investigación publicados por los negacionistas. El libro es una de las pocas referencias dignas de ser leída dentro de la lista del Doctor X.

Decía Bell (1992) que por acuerdo consensuado dentro de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (Manual diagnóstico y estadístico III-revisado, 1987), los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas descriptivas solo para la fenomenología, no explicaciones etiológicas o mecanicistas de los síndromes. Así, un diagnóstico psiquiátrico etiqueta un patrón de signos y síntomas, pero no ofrece hipótesis sobre el mecanismo o mecanismos de los fenómenos clínicos (Davidoff et al., 1991)

Es decir, suponiendo que sea así, la existencia de esos signos y síntomas en una proporción de los enfermos de SQM u otros de los SSC, no sustenta ni prueba en ningún modo el origen psicogénico de la enfermedad. Ante la falta de argumentación científica plausible ¿Por qué los negacionistas y sus colegas crearon esa hipótesis? ¿Por qué se ha divulgado tanto en el mundo de la ciencia y la sociedad, en general?

Se agarran a los pretendidos diagnósticos psiquiátricos y lo convierten en un vehículo con el que desacreditar la hipótesis del origen orgánico. Pese a ello, en realidad no tienen base para hablar de la etiología (la causa, el origen de la enfermedad) y lo que hacen finalmente es especular a ciegas y confundir, crear dudas. La gravedad del asunto es la cantidad de artículos científicos publicados en revistas científicas indexadas que entran de lleno en este juego. Los artículos fueron sometidos a revisiones por pares antes de ser aceptados por dichas revistas y esa es la parte que más me chirria.

La revisión por pares es un proceso en el que otros científicos examinan el artículo escrupulosamente, en teoría, y proponen correcciones o no, y finalmente lo aceptan o lo rechazan para su publicación. Quizá algún día la transparencia de la ciencia sea la idónea y los lectores veamos el nombre y apellidos de los revisores en cada artículo publicado.

En cuanto a la metodología de los trabajos publicados, Bell (1992) hace una crítica profunda en varios sentidos en lo referido a la muestra. Voy a ello.

 

La muestra

Bell (1992) argumenta que los estudios que encontraron diagnósticos psiquiátricos en pacientes con SQM han utilizado muestras no aleatorias de la población potencialmente sensible a los químicos. La selección de sujetos de pacientes con SQM para investigación (Simon et al., 1990) y series clínicas (Terr, 1986) a menudo se ha derivado de submuestras de discapacitados con indemnización laboral y otros reclamos de litigios, aquellos que se autoidentificaron con el campo de la ecología clínica (Doty et al., 1988; Black et al., 1990), o incluso a los atendidos en clínicas psiquiátricas (Black et al., 1990). El descubrimiento de problemas psiquiátricos en una muestra extraída en parte de los enfermos visitados en una clínica psiquiátrica (Black et al., 1990) es claramente una representación sesgada de la verdadera prevalencia de problemas psiquiátricos en la población general de SQM. 

Básicamente

¿Jugar con cartas marcadas o con dados trucados?

Donald W. Black es psiquiatra y uno de los autores que más veces aparece en las referencias de la lista del Doctor X ¡Nada más y nada menos que en 11! Sus trabajos abogan por asignar problemas mentales a los enfermos de SQM y barrer la hipótesis del desencadenante orgánico. Entre los méritos de Donald W. Black, para jolgorio y regocijo de la industria, destaca que también se ha dedicado a demostrar que los trabajadores afectados por el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE) tienen un problema psicológico (ver Black et al. 2014). La lipoatrofia semicircular es una de las múltiples manifestaciones que se presentan en los enfermos del SEE. La lipoatrofia es una clara depresión del tejido adiposo que salta a la vista y coincide físicamente con la presencia de campos electromagnéticos (situación del cableado, etc.). La lipoatrofia afecta típicamente a las mujeres. El SEE fue reconocido hace décadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) pero no ha recibido demasiada atención divulgativa y muchísima gente no sabe que es, a pesar de ser relativamente común.

¿No habías oído hablar de ello?

¿No sabes bien, bien que es?

¿Por qué?

No es nada fácil encontrar una noticia periodística que trate el SEE con un mínimo de objetividad y rigor, debido a que choca de frente con los macrointereses económicos habituales (construcción, corporaciones de empresas, petroquímicas, etc.). Pero, pesándole a los malvados, ni siquiera el gran esfuerzo invertido ha podido soterrar la SEE del todo y, sin duda, su impacto en los edificios emblemáticos (p. ej. La Torre Agbar de Barcelona) ha cobrado su peso mediático en los medios periodísticos que han querido reflejar esta realidad. Voy a dejaros un artículo periodístico que, en mi opinión, no está nada mal:

Pedro Gargantilla. 05-08-2019. «Síndrome del edificio enfermo»: cuando el foco de la infección es el trabajo. ABC.

https://www.abc.es/ciencia/abci-sindrome-edificio-enfermo-cuando-foco-infeccion-trabajo-201908050147_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F

 

El breve vistazo a las hazañas de Black acaba con un artículo (Black 2002) de la lista del Doctor X en el que apoyaba el uso de la paroxetina en enfermos de SQM. La paroxetina es un medicamento utilizado para la depresión, trastornos de ansiedad y etc. Sus efectos secundarios son una lista de síntomas que los enfermos de SQM ya suelen sufrir comúnmente, así que más que contribuir a su mejora, aún les puede perjudicar más.

Frente a un negativo siempre surgirá un positivo, así que otros trabajos arrojaron datos diferentes a los de Black y sus colegas negacionistas. Partiendo de una base de 1166 pacientes (eso es una buena muestra) Kutsogiannis & Davidoff (2001) describieron que la mayoría (60-79%) de los enfermos que cumplían con los criterios de SQM no habían estado tratados de ansiedad, depresión u otros problemas psicológicos o mentales, y que el 73% de ellos tuvieron una buena o excelente salud a lo largo de sus primeros 30 años de vida. Claro que si los profesionales de la medicina se entestan en enviarlos al psicólogo o psiquiatra…de cajón, que al final viendo lo que hay, aumenta el riesgo de diagnóstico erróneo en el historial de cada paciente.

Entre la bibliografía aportada por el Doctor X había alguna otra perla, que basaba su investigación en el efecto de la sugestión. Poonai et al. (2000) hicieron un trabajo basado en la exposición a CO2 y a un placebo, y el típico cuestionario posterior. Habían centrado el estudio en 104 personas (según ellos, con SQM) de las que descartaron 68 por trastorno de ansiedad, por migrañas, etc. Ah, también habían excluido personas con asma o problemas respiratorios, convulsiones, etc.

El tamaño de muestra utilizado finalmente fue de broma.

Y además ¿Era heterogénea y representativa la muestra?

Las convulsiones, los problemas respiratorios, las migrañas que yo sepa…forman parte del patrón de la SQM.

El tiempo de exposición al CO2 fue bastante pobre, hecho que observo en todos los trabajos similares que he leído hasta ahora. Poonai et al. (2000) antes de exponer a los participantes al experimento les sugestionaron contándoles que la inhalación podía producir cierto nivel de ansiedad. Y al final concluyeron su trabajo explicando que los resultados obtenidos sobre la exposición y el cuestionario de los enfermos de SQM eran similares a los pacientes con trastorno de pánico. 

¡¡Olé!! ¡¡Bravo!!

Desde luego, la idiosincrasia de una facción de los científicos que se dedican a los Síndromes de la Sensibilización Central no deja de fascinarme. Hannonen et al (1998) aplicaron experimentalmente dos fármacos utilizados para la depresión en mujeres con fibromialgia sin problemas psiquiátricos. Según el estudio, durante el experimento, las pacientes mejoraron en dolor, calidad y cantidad de sueño y salud en general. El estudio fue financiado por Roche Oy, una de las superempresas que engloba 592 empresas en su familia corporativa, dedicada, entre otros, al comercio al por mayor de productos farmacéuticos. El período del estudio es muy, muy cortito (3 meses), aspecto que resulta extraño puesto que en una enfermedad crónica, grave, invalidante y extendida cómo la fibromialgia, y contando los autores con un apoyo corporativo tan potente detrás, no se entiende el por qué no hicieron un trabajo exhaustivo. Por cierto, si buscáis los efectos secundarios de la amitriptilina, no os causarán simpatía. Erróneamente, la lista del Doctor X incluyó este artículo que no trata la SQM, sino la fibromialgia…en efecto, se trata de la misma estrategia para unos y otros.

Después del largo viaje por la angustiosa oscuridad, vuelvo a la luz. Continua Bell (1992) con sus comentarios en relación con la muestra en las investigaciones de SQM: Si los efectos se limitan a un subconjunto de una población, la menor certeza que tenemos para identificar estos casos a tener en cuenta en el estudio requiere el uso de tamaños de muestra más grandes para evitar el error de Tipo H (perder un efecto que realmente está presente al no elegir suficientes personas para la muestra).

En el mundo científico es un error clásico entre los pardillos.

O tal vez un sesgo premeditado en el caso de gente experimentada entregada a una intencionalidad no convergente con la búsqueda de la verdad.

Referente a la muestra, Goudsmit & Howes (2008) hicieron una gran revisión de los experimentos de provocación publicados y entre los muchos puntos críticos que revelaron, dieron especial relevancia al reducido tamaño de la muestra “Quizás la mayor debilidad que no se abordó es el tamaño de la muestra. De los 34 estudios incluidos en la revisión, 19 (56%) involucraron a 20 sujetos o menos. Las limitaciones de las muestras pequeñas son analizadas por Davidoff & Fogarty (1994). Dado que muy pocos de los participantes fueron diagnosticados utilizando los criterios disponibles para SQM, se trata de un defecto grave que dificulta aún más sacar conclusiones firmes sobre los mecanismos subyacentes a este trastorno (Bartha et al. 1999, Graveling et al. 1999)”. La crítica de Goudsmit & Howes (2008) abarcaba unos cuantos de los autores negacionistas incluidos en la lista del Doctor X. Goudsmit & Howes (2008), Davidoff & Fogarty (1994), Bartha (et al. 1999) y Graveling et al. (1999) tampoco están en dicha lista.

Otro fragmento clave de Bell (1992) es el siguiente: También está claro que el cegamiento y la selección de las condiciones de placebo son cuestiones difíciles en una muestra de sujetos muy sensible. Desafortunadamente, sería fácil generar un placebo que fuera fisiológicamente activo, aunque por lo demás indistinguible del agente activo pretendido. La investigación de Lorig en sujetos humanos normales sugiere una posible estrategia, que implica un procedimiento de dos pasos: (i) determinación de los umbrales olfativos para cada sustancia de prueba en los sujetos de estudio, (ii) experimentos que utilizan concentraciones por debajo del umbral del agente de prueba (Lorig et al., 1990, 1991). Este enfoque evita la conciencia sensorial y las expectativas, así como la complicación de una posible reactividad biológica a los olores enmascaradores añadidos que pretenden estar inactivos mientras se oculta el agente de prueba activo real.

Con el ruido de fondo de la sintomatología crónica y las exposiciones químicas diarias crónicas, el enfoque experimental en SQM también sugiere formas de maximizar la aparición de reacciones de prueba en condiciones de investigación. Es decir, los investigadores necesitan (a) utilizar múltiples desafíos repetidos durante períodos prolongados de tiempo en lugar de un solo desafío en un día (Kahn et al., 1988, 1989; Kaplan et al., 1989); y (b) emplear agentes químicos múltiples en lugar de uno solo para las pruebas (Kaplan et al., 1989).

Yo que no he participado jamás en investigación en ciencias de la salud había llegado a las mismas conclusiones que Bell, sin ser ningún cerebrito. Los métodos de estas investigaciones se basan en exposiciones de unos pocos minutos a cantidades muy pequeñas de un producto. Los enfermos de SQM más graves si reaccionarán quizás en estas circunstancias de forma visible a ese producto, pero no todos. Es más, es conocido que no todos los enfermos reaccionan negativamente ante los mismos productos y no se hizo ningún trabajo previo para adaptar el experimento de exposición a las particularidades de la muestra de enfermos. Al menos en los estudios que he podido leer no se utilizan colonias ni ambientadores potentes con derivados del petróleo como sustancia de exposición, cuando este grupo de productos acostumbran a inducir, generalmente, los síntomas a los enfermos de SQM. Por otro lado, no se considera el efecto de la mezcla de contaminantes durante la exposición, algo que se aleja del día a día del mundo real.

Un patrón repetido en esta clase de experimentos publicados es que tampoco se proporciona ningún detalle en cuanto a varios aspectos cruciales acerca del control ambiental:

  • ¿El laboratorio donde se hicieron las pruebas estaba completamente libre de sustancias químicas que pudieran ejercer un efecto sobre los participantes de la prueba? Esto incluye los productos de limpieza.
  • ¿Los investigadores o el personal que los ayudó estaban libres de productos químicos en su cuerpo o ropa (detergentes, after-shave, colonias, desodorantes, suavizantes, maquillaje, etc.)?
  • ¿Estuvieron los investigados en ambientes neutros, controlados ambientalmente los días anteriores?
  • ¿Tuvieron que trasladarse en transporte público, o en sus vehículos, etc.?

En definitiva, no me explican detalles esenciales que me hagan sentir seguro de que el experimento no estuvo sesgado desde el principio por fuentes diversas de exposición no controlada.

Cómo ninguno de los estudios que he consultado me explica que tomaron en cuenta estas precauciones tan sumamente importantes, interpreto que no lo hicieron. De forma que los resultados provendrían de un método mal diseñado, debido a una falta de habilidad.

¿Por qué iba a creer en sus resultados y menos aún en sus conclusiones, entonces?

Antes de llevar a cabo un estudio, cualquier investigador está obligado a pensar detenidamente durante mucho tiempo en el diseño del método, corregir los detalles que puedan sesgar el estudio, tomar precauciones, etc. Eso ocupa en ocasiones meses de trabajo, basados en la lectura de bibliografía, en la consulta a gente experta, y requiere disponer de un equipo multidisciplinar y pensar y pensar, día y noche. El que quiera publicar chapuzas tiene opciones, sí, pero tarde o temprano, su trabajo va a quedar obsoleto, y a ser pasto de la crítica feroz.

Los referees (los revisores) que tuvieron que revisar los artículos, los editores de las revistas, los propios investigadores

¿No es su función la de advertir los tremendos errores de diseño de los experimentos?

El día en que todas las revistas científicas publiquen los referees que han revisado cada artículo, la ciencia ganará buena parte de la transparencia que necesita.

Los negacionistas están obcecados en tomar en cuenta el olor y el problema respiratorio, los neurocognitivos o el del pulso, pero no se ocupan del problema de la piel, de los oculares y muchos otros constatables físicamente, etc. Enfocan la argumentación en que es el olor lo que hace empeorar a un enfermo de SQM.

La realidad es que no son sensibles a cualquier olor dulzón. Por ejemplo, suelen empeorar por productos con tóxicos derivados del petróleo, pero pueden tolerar el de ciertas sustancias naturales sin problemas. Hay flores que durante la floración pueden estar liberando compuestos orgánicos volátiles, cómo los terpenos (p. ej., las lavandas) y estas son potencialmente capaces de desencadenar los síntomas del enfermo en su etapa intensa de floración en lugares donde sean abundantes. Pero, sin embargo, otras flores que huelen de forma penetrante no les van a empeorar. Y existen diferencias de unos enfermos a otros, un componente individual.

Probablemente, el trasfondo de la cuestión no sea la percepción sensorial superficial del olor, si les molesta o desagrada el olor en sí, sino las propiedades de la sustancia en sí, la capacidad del compuesto orgánico volátil (natural o químico) en provocar una respuesta física del organismo en ese enfermo. De hecho, existen muchos enfermos a los que les siguen agradando los olores de productos químicos, y los acaban evitando porqué les desencadenan síntomas inmediatos, y a medio y largo alcance.

Una vez que un enfermo desarrolla la patología, su sensibilidad también puede abarcar los compuestos orgánicos volátiles de origen natural. El mecanismo de evitación de las exposiciones aparece cuando el enfermo ha comprobado una y otra vez conscientemente que enferma con el contacto y mejora sin él, y eso significará que la enfermedad está ya en un estado avanzado. Con frecuencia, esa persona se habrá tirado años sin saber por qué se siente mal y cómo es que sufre tantos problemas físicos dispares (derrames oculares, reacciones cutáneas potentes, etc.) a los que los doctores no otorgan explicación alguna que los relacione.

Existen experimentos publicados en revistas científicas en los que se tapó la nariz a los enfermos de SQM y se aseguró que el olor del desodorante (producto de la exposición en el experimento) no pasara al epitelio nasal (Joffres et al., 2005; Millqvist & Lowhagen, 1996; Millqvist et al., 1999). Los enfermos en esos trabajos reaccionaron de todas formas a la exposición química.

Acabo comentando que la profunda crítica de Bell (1992) hacía la metodología de los experimentos que relacionan la SQM con un origen psicológico es demasiado larga. La publicación entera está disponible gratuitamente en internet, con este enlace:

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK234798/


En la próxima entrega de la Lista del Doctor X os hablaré de los contaminantes artificiales y la SQM, además de su prevalencia, proporcionando para ello datos de países avanzados.

Bibliografía

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