domingo, 20 de diciembre de 2020

Hospital Clínic (La lista del Doctor X (I))

 


Leo artículos científicos desde principios de la década de los 90s. Sorpresas desagradables había tenido y me equivocaba cuando creía que estaba curado de espanto. No era así. Hasta finales del 2019 no había topado con una temática tan vergonzosamente tratada cómo los conocidos en el mundo de la ciencia cómo Síndromes de la Sensibilización Central (SSC): Fibromialgia (FM), Síndrome de la Fatiga Crónica/Encefalomielitis miálgica (SFC/EM), Sensibilidad Química Múltiple (SQM) y Electrohipersensibilidda (EHS).

Ciertamente, leyendo literatura científica sobre otras ramas del conocimiento científico se intuyen y ven los tentáculos de lobbies del poder económico y quién los abraza amorosamente. Todo y esto, la costumbre es guardar ciertas formas y hay más o menos un equilibrio de fuerzas, entre los que se juegan el físico defendiendo digamos el interés general y los que no.

A guardar las formas me refiero al estilo en el redactado de un artículo, al diseño del método, a la muestra utilizada, etc. Primeramente, en ciencia la moderación, la prudencia y el rigor son esenciales. Esto es así porqué es mayor el tamaño de lo desconocido que lo que se conoce, y a medida que se avanza en investigación lo que años atrás parecía cercano a la certeza se acaba viendo que era erróneo, o sólo parcialmente cierto. La historia de la ciencia está repleta de ejemplos que lo atestiguan. Por esto mismo, una vez que uno o varios científicos publican un trabajo en el que han llegado a unas conclusiones estadísticas, el lenguaje que se emplea se caracteriza por ser conservador y prudente. Es poco elegante y desaconsejable emitir conclusiones rotundas que en unos años podrían ser el hazmerreír y acabar con el prestigio de los autores. Por ejemplo, en ciencia es habitual construir frases de este tipo:

“La asociación que hemos encontrado en nuestra investigación entre los enfermos y su ocupación profesional sugiere que el síndrome de la sensibilidad química múltiple (SQM) podría estar relacionado con la exposición laboral reiterada a productos derivados del petróleo”

“La prevalencia de enfermos de SQM, según nuestro estudio, se asocia a regiones donde los niveles de contaminación atmosférica son mayores y, en particular, a las inmediaciones de las industrias petroquímicas. Todo ello sería consistente con un origen orgánico de la enfermedad.”

Daos cuenta del empleo de verbos en modo condicional, y los verbos utilizados, etc. Eso es ser un científico prudente y RIGUROSO, máxime especialmente en temáticas polémicas en las que existen muchos interrogantes y se carece de un consenso basado en una colección de evidencias concluyentes en la misma dirección. Pues respecto a trabajos de investigación de los SSC, lo que he observado frecuentemente después de revisar más de 100 artículos es justamente lo contrario: sentencias rotundas sin base científica sólida, especulaciones y hasta juicios de valor vergonzosos. Justamente, se suelen prodigar en ello los que niegan una base orgánica de los síndromes y apuntan a un trastorno mental en calidad de desencadenante y/o mediador.

 

La lista del Doctor X

En el post del 28 de noviembre (Hospital Clínic (VI)) colgué la lista de referencias que un doctor del Hospital Clínic adjuntaba a la respuesta dirigida a la reclamación de FXMV en relación con el informe diagnóstico de SQM redactado por el mismo doctor. De aquí en adelante me referiré a la lista con el nombre de lista del Doctor X.

Llega el momento de hablar de esos trabajos citados en la lista. En total eran 105 referencias, 95 artículos científicos de 45 revistas diferentes. Entre los artículos había algunos que no trataban la SQM y 6 referencias más que tampoco lo hacían. El resto eran unos pocos libros.

De los 95 artículos científicos, en 76 (el 80% del total) hay autores que son psicólogos o psiquiatras, y en algunos hasta están presentes ambos. Es digno de estudio el cómo un profesional de un Hospital público de referencia (Hospital Clínic) que está destinado a la Unidad de toxicología, centra su atención casi exclusivamente en literatura de SQM cuyos autores pertenecen a las especialidades de psicología y psiquiatría. Así no me extrañan sus recomendaciones, informes de diagnóstico, etc. Imaginemos a un oncólogo (cáncer) que focaliza su atención en leer artículos de investigación sobre el cáncer que hacen los psicólogos y psiquiatras …nos causaría estupor, desconfianza y escalofríos.

En cambio, en cuanto al manejo y abordaje de la SQM hemos normalizado este comportamiento.

Este es el tipo de cosas que uno espera que despierten indignación y crítica feroz en las redes sociales. Sin embargo, en nuestra frívola sociedad andamos obsesionados por el continente y dejamos en el olvido al contenido.

De los 95 artículos de la lista del Doctor X, solamente 84 (88%) tratan puramente la SQM y 14 (17%) de ellos se publicaron en revistas de psicología/psiquiatría. A continuación, os muestro una tabla donde encontraréis un listado de todas las revistas, el número de artículos por revista y el factor de impacto científico de cada revista para el 2019 (según Scijournal). El factor de impacto científico es un indicador que mide la importancia de cada revista, cuanto mayor es, mayor es su prestigio científico.

 


A partir de esta tabla he calculado la proporción de artículos, según diferentes categorías del impacto científico de las revistas donde fueron publicados (ver tabla siguiente). Se aprecia que 56 (el 67%) de los artículos fueron publicados en revistas con un factor de impacto más bien bajo (inferior a 5), 26 (el 31%) en revistas de impacto inferior a 3. Un 33% se publicaron en revistas con un impacto entre 5 y 12. Ninguno de ellos se publicó en revistas que superaran el factor 12.


Cuando la ciencia hace trampas (una mirada en profundidad sobre esos trabajos)

Leyendo diferentes trabajos encuentras datos abrumadores que apuntan hacía un origen orgánico de la SQM y otros graves problemas de salud crónicos que se engloban en los Síndromes de la Sensibilización Central. Thomas et al. (2006) hicieron un trabajo centrado en los veteranos de la Guerra del Golfo y encontraron que eran aproximadamente tres veces y media más propensos que lo veteranos que no fueron a esa guerra a informar SQM o una enfermedad crónica de síntomas múltiples.

La Guerra del Golfo se caracterizó por la megaexposición a derivados del petróleo y otras sustancias tóxicas.

Afortunadamente, dentro de la bibliografía que aportaba el Doctor X algún trabajillo había, casi excepcionalmente, que mostraba datos sugiriendo un origen orgánico o la necesidad de investigar en esa línea. Megs et al. (1996) encuestaron a 1027 personas elegidas al azar en Carolina del Norte, 336 individuos (el 33%) informaron sensibilidad química. Los síntomas de sensibilidad química que ocurrieron diariamente fueron reportados por 3,9% de la población total. Finalmente, Megs et al. (1996) razonaban que si la prevalencia de la sensibilidad a los irritantes químicos, tal y como corroboraba el estudio, era equivalente a la de la alergia, esto apoyaba el estudio científico de la sensibilidad química.

Un hecho que huele asquerosamente mal es el cómo un problema de salud tan grave y emergente apenas ha recibido atención científica de calidad, buenas fuentes de inversión con las que profundizar en aspectos moleculares y parámetros físico-químicos. Ese es el camino adecuado, los métodos objetivos, con el que identificar los mecanismos fisiológicos que median esta enfermedad y los desencadenantes.

¿La SQM es una patología nueva? No, fue el año 1956 cuando el concepto de SQM fue introducido por primera vez en una revista científica (Randolph 1956). Posteriormente, Cullen Randolph ya lo definió como un problema adquirido, con síntomas que afectaban a varios sistemas de órganos, promoviendo la idea del origen debido a la exposición a una sustancia tóxica y cuyos síntomas eran provocados por dosis muy bajas de ciertas sustancias. Fijaos que la fecha del 1956 es algo posterior a la del inicio creciente y generalizado del uso de derivados del petróleo en la vida cotidiana y su fabricación a gran escala, con el aumento de la exposición a sustancias de esa tipología.

 

Negar y desacreditar

Entre los artículos que abogan por el negacionismo del origen orgánico de la SQM, hay un artículo del listado del Doctor X que incluso duda de la relación entre los síntomas de algunos enfermos y las amalgamas bucales de mercurio (Bornschein et al. 2001). Antes del 2001 era de común conocimiento que el mercurio poseía una capacidad tóxica bestial…pero esos autores dudaban de la relación.

Hay un matiz que los negacionistas olvidan. Es bien conocido que muchas sustancias tienen potencial para desencadenar ciertos síntomas psicológicos y neurocognitivos en caso de intoxicación. Cómo muestra un botón:

¿Quién no ha experimentado lo que ocasiona el alcohol en el momento de la ingesta abusiva y al día siguiente?

Los síntomas psiquiátricos en los pacientes con SQM, que algunos autores se empeñan en resaltar con tanto afecto, son considerados por otros investigadores como signos directos de los efectos tóxicos de las sustancias químicas ambientales (Adamec 1994, Bell 1994, Bell et al. 1997; ninguno de estos trabajos aparece en el listado del Doctor X). De hecho, se conoce comúnmente que las exposiciones a sustancias químicas neurotóxicas como pesticidas, pegamentos, disolventes, etc. inducen sintomatología neurológica y psiquiátrica, y se ha demostrado que la exposición a pesticidas y solventes puede provocar Flujo Sanguíneo Cerebral disminuido (Heuser et al. 1994).

En la literatura técnica se encuentran artículos científicos focalizando la atención en los efectos neuronales y conductuales derivados de la exposición a insecticidas y la relación entre ello y la SQM (Davidoff & Keyl 1996) ¡Vaya! Este artículo tampoco estaba en la lista del Doctor X. Un estudio de SQM (Andersson et al. 2016), realizado por suecos y daneses, concluía que los enfermos de SQM diferían de las personas no enfermas en cuanto a respuestas del sistema nervioso autónomo (respuestas no conscientes ni voluntarias), síntomas y percepción quimiosensorial durante la exposición a sustancias químicas. Ósea, aquello de la sugestión y los problemas psicológicos cómo desencadenantes, pues cómo que no.

Por otro lado, incluso entre el colectivo de psicólogos/psiquiatras se han publicado artículos científicos que plantean un factor orgánico para la SQM (Bell et al. 1995; ¡Este trabajo estaba en la lista del Doctor X!). Otras investigaciones de psicólogos/psiquiatras arrojan unos resultados que contradicen la hipótesis hiperfamosa de la experiencia traumática cómo desencadenante de la SQM. Así, Bailer et al. (2007) compararon 54 personas con IEI (Intolerancia Ambiental Idiopática, una etiqueta eufemística de los negacionistas para la SQM), 44 personas con SFD (Trastornos Somatomorfos, ídem que el anterior) y 54 sin estos problemas. No encontraron evidencia clara de mayores tasas de experiencia traumática en IEI y SF.

Adicionalmente, cabe interiorizar que la frontera entre lo que es un síntoma psiquiátrico y lo que no, acostumbra a ser muy ambigua y no existe ningún marcador fiable, ninguna prueba objetiva indiscutible que sirva en el diagnóstico certero de una depresión, por ejemplo. Un enfermo de SSC con un problema neurocognitivo importante y con una crisis de dolores, de falta de energía, etc., puede ser diagnosticado erróneamente cómo paciente con depresión debido a la similitud superficial entre su estado y el de una depresión. Un buen y experimentado profesional tiene que saber distinguir una cosa de la otra, igual que harían si tienen delante un enfermo de cualquier otra enfermedad crónica que provoque dolor y le deje en un estado similar.

Una persona con cáncer que reciba un duro tratamiento de quimioterapia estará fatal y tendrá problemas neurocognitivos por su estado. 

¿Será etiquetada de depresiva?

Este comportamiento, en cambio, se aplica frecuentemente a los enfermos de SSC. Por este motivo, cuando leo un artículo científico en el que me cuentan que una alta proporción de pacientes con SQM tenían antecedentes de enfermedad mental, directamente lo pongo en tela de juicio. Los enfermos de SSC que conozco no me cuadran con ese patrón: tienen ganas de hacer cosas, pero su dolor, su falta REAL de energía, su estado neurocognitivo y otros muchos síntomas y patologías asociadas, les dejan KO. Sin embargo, siguen peleando.

Otro empeño de los negacionistas que me llama mucho la atención es la fijación por intentar cambiarle el nombre a la SQM. Al leer a esos autores uno percibe el fastidio que les provoca el nombre de SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE porqué ellos niegan un origen orgánico de los síntomas basado en la exposición a sustancias artificiales. Es solamente una hipótesis (no está demostrado) pero ellos defienden categóricamente que la SQM está desencadenada por desórdenes mentales, sugestión, etc.; es la hipótesis psicógena. Una de las explicaciones que esgrimen es la quimiofobia: la percepción del olor a químico desencadena una reacción de pánico, de ansiedad en los enfermos de SQM, algo así como simple sugestión.

Voy a hacer de tripas corazón, a imaginar que tengan razón. Aun así, estaríamos delante de un problema de salud ocasionado por unas sustancias químicas artificiales, al margen de si el desencadenante es psicológico o no. Tenga un origen orgánico o psicogénico la SQM, los enfermos sufren una sensibilidad a una gran diversidad de sustancias químicas y de ahí que el término de SQM sería acertado. Pero no les gusta, le tienen manía.

Sea como sea, el listado del Doctor X es casi un compendio de trabajos que te los lees y acabas convencido de que es bueno rodearse de tóxicos. La industria se sentirá comodísima. Con tozudez inusitada, los doctores se empecinan en que los enfermos de SQM tienen que entrar en contacto con las sustancias químicas artificiales…cómo si esto fuera bueno para alguien. Lo llaman terapia cognitivo-conductual.

Ciertos trabajos, informes y recomendaciones se me asemejan a un alegato de defensa de la contaminación masiva de químicos, invitan a que no seamos cautos ¡Y se dedican a la salud humana! Según determinados profesionales de la salud, está mal comer alimentos ecológicos, vivir en una vivienda sin pinturas tóxicas, sin productos cotidianos que contengan derivados del petróleo (detergentes, suavizantes, colonias, ambientadores con carcinógenos o provocadores de problemas respiratorios, etc.).

Está mal intentar vivir sano, no comprar esos productos.

La industria puede estar tranquila.

 

Tengo una inquietud ¿Está descrita en psicología/psiquiatría la adoración, la filia, por los productos químicos artificiales?

Décadas atrás, en los círculos académicos de psicología estadounidenses, corría toda aquella onda de divulgación y experimentación de los supuestos beneficios del ácido lisérgico (p. ej. Timothy Francis Leary).

¿Sigue alguno con esto de los estados alterados de conciencia?

Ahora lo que rompe son las drogas de farmacia.

Gots (1996) aboga para que a los afectados de SQM se les considere enfermos de trastornos psicogénicos (artículo de la lista del Doctor X). Quizá interese saber que Gots es el director del International Center for Toxicology and Medicine (ICTM). El ICTM ya quedó claro que desarrolló un papel importante en el apoyo a la industria del tabaco en lo relativo a los litigios de los demandantes por daños en la salud a principios de los 90s. Otros clientes del ICTM son industrias petroquímicas por ejemplo. El enlace:

https://www.sourcewatch.org/index.php/International_Center_for_Toxicology_%26_Medicine

La desconfianza con según qué resultados es ampliable a otros artículos al averiguar quién está detrás. Por ejemplo, Dalton (1999) encontró, atención, que muchos de los efectos sobre la salud de la exposición a los olores no eran motivados por estos mismos, sino por una subjetivación mental. Es decir, algo así como que no es físico, es imaginado. Evidentemente, el estudio se basó en cuestionarios y es importante saber que Dalton es una psicóloga que llevó a cabo el estudio para Monell Chemical Senses Center. Monell Chemical Senses Center es un centro privado que recibe un gran apoyo económico por parte de la industria (hasta un 22%) y otras ayudas privadas (39%). Aquí lo podéis ver:

https://monell.org/corporate-partners/

https://monell.org/financials/

No me he dedicado a escarbar detrás de cada cita bibliográfica, no pretendo desperdiciar mi tiempo en algo que me resulta de Perogrullo. El que sea tan malpensado cómo yo recordará aquello de la ciencia zombie impulsada por la industrias tabacalera, con el ánimo de salir indemne de las denuncias de la sociedad civil americana. Este tema salió a relucir en la queja de 16 páginas presentada a la Generalitat por FXMV y publicada en Perro Verde el día 17 de junio de 2020 (Hospital Clínic (IV)):

https://perroverdeweb.blogspot.com/2020/06/hospital-clinic-iv.html

La industria tabacalera americana perdió la guerra, en parte, pese a todo su esfuerzo y poder. Pero si la industria tabacalera era un gigante, imaginemos la fuerza que puede desarrollar la industria de la guerra (armamento, equipamiento, etc.) cuando le salen unos forúnculos en el culo cómo lo puedan ser los soldados que regresaron enfermos de la Guerra del Golfo. Ahora añadamos a las petroquímicas, entre las que se incluyen empresas que también se dedican al sector farmacéutico (buscad cómo acabó el caso de las indemnizaciones por glifosato de Bayer; pagaron y no hubo sentencia, ni admitieron el problema). Y después interioricemos que todas las ramas industriales existentes utilizan de forma regular una enorme lista de sustancias derivadas del petróleo. Hablamos de miles y miles de sustancias que nos golpean, cifras de dinero inimaginables y un poder sin control.

En el mundo de la ciencia hubo autores que alertaron de que la ausencia de pruebas y hallazgos consistentes establecidos por la ciencia con el objeto de probar la enfermedad de SQM, podía implicar la suposición de la etiología psicógena y que este camino fuese favorecido por la industria, las aseguradoras y las administraciones públicas (Ziem 1992; Spencer & Schur 2008).

¿Por qué nos extraña que no haya apenas investigación de calidad respecto la SQM en cerca de 70 años?

¿Por qué tenemos que creernos esa larga lista de trabajos científicos publicados por psicólogos y psiquiatras que argumentan un origen psicogénico de la SQM sin tener una base sólida ni demostrar el mecanismo fisiológico desencadenante?

¿A quién le parece extraño que los enfermos de SQM sean tratados vilmente por la medicina y las administraciones públicas?

Algunos trabajos me parecen tan sumamente indecentes que no entiendo cómo una revista científica indexada accedió a publicarlos. Staudenmayer et al. (1993), agarraos bien fuerte a la silla, concluyeron que la prevalencia de abuso infantil físico y sexual fue significativamente mayor (p <0,05) entre la cohorte de mujeres que atribuyeron sus síntomas a enfermedades ambientales o relacionadas con productos químicos. Pues este es otro de los trabajos que el Doctor X añadió en su lista de referencias bibliográficas sobre SQM.

Parte de los síntomas de la neurastenia guardan semejanza con los SSC y lo más intrigante es que los que la diagnosticaban (psiquiatras y psicólogos) se basaban en criterios subjetivos. La neurastenia se catalogaba cómo enfermedad con entidad propia pero ante la falta de evidencias fundamentadas, desapareció del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-II)…pero se ha mantenido en el CIE-10 de la OMS.

Más que una enfermedad, la neurastenia es un conjunto de síntomas típicos de algunas enfermedades, cómo los SSC. Si buscáis “neurastenia” en Google, todavía encontraréis páginas de psiquiatría y psicología en las que dan la brasa con que el que tiene estos síntomas puede verse mejorado ingiriendo esos fármacos legales de la farmacia utilizados por psiquiatras y psicólogos. En algunos de los artículos negacionistas de la lista del doctor X se asigna la neurastenia cómo posible diagnóstico a los enfermos de SQM.

Los negacionistas coinciden en darle una identidad psicológica/psiquiátrica a la SQM, ya que para ellos los pacientes cumplen con criterios de diferentes trastornos mentales. Ellos que cargan contra el origen orgánico de la enfermedad atendiendo a que no hay una prueba diagnóstica objetiva validada científicamente, se basan precisamente en un criterio subjetivo no fundamentado en ninguna prueba de parámetros físico-químicos, sino alcanzado mediante cuestionarios o especulaciones, con un alto grado de subjetividad pura y dura. No disponen de prueba objetiva alguna que demuestre un origen psicogénico de la SQM y apuestan sin rubor por esta explicación, y las revistas publican sus elucubraciones en esa dirección.

Al meditar profundamente me asusta una pregunta:

¿Cuántos enfermos con patologías de origen orgánico han sido diagnosticados errónea e injustamente como enfermos psiquiátricos o con trastornos psicológicos por profesionales incompetentes y de bajo perfil ético?

El negacionismo proviene mayormente de psiquiatras, psicólogos y...toxicólogos.

Recordad lo que expliqué en los posts de los disruptores endocrinos sobre la deficiente evaluación toxicológica de las sustancias antes de ser aprobadas para su uso.

Dan por sentado en sus publicaciones que lo conocen todo, porqué las pruebas convencionales a las que someten a los enfermos no arrojan un resultado irrefutable. Realizan la asunción barata y sin base de que conocen todos los mecanismos del sistema inmune y endocrino, todos los mecanismos bioquímicos existentes. Cualquier persona que lea ciencia sabe que se están descubriendo cosas increíbles, inimaginables y novedosas cada año, porqué los medios tecnológicos existentes hoy en día hacen posible un avance sin precedentes…es cuestión de invertir de buenas dosis de dinero y esfuerzo. 

Tenemos individuos del mundo de la ciencia que negaron, niegan y negaran la relación no monotónica entre dosis y efecto de los disruptores hormonales (derivados del petróleo) sobre nuestro organismo, el daño que causan en nuestro sistema hormonal, su asociación a enfermedades emergentes del mundo occidental (Alzheimer, diabetes, enfermedad inflamatoria intestinal, cáncer, etc.). A pesar de tantos y tantos estudios publicados en revistas de alto impacto científico, de tantos y tantos investigadores repartidos por el mundo que están llegando a conclusiones en la misma dirección…lo negaran y renegaran.

¿Avanzará la ciencia cuando los negacionistas sufran en su propio cuerpo los SSC con su máxima crudeza?

Os esperan diversos posts que se ocuparan de discutir el contenido de la lista del Doctor X paso a paso y contrastarlo con otras publicaciones. Hay para rato...

Bibliografía

Adamec R. 1994. Modelling anxiety disorders following chemical exposures. Toxicol Ind Health, 10.

Bailer J, Witthöft M, Bayerl C, Rist F. 2007. Trauma experience in individuals with idiopathic environmental intolerance and individuals with somatoform disorders. J Psychosom Res, 63(6).

Bell IR. 1994. White paper: Neuropsychiatric aspects of sensitivity to low-level chemicals: a neural sensitization model. Toxicol Ind Health, 10.

Bell IR, Peterson JM, Schwartz GE. 1995. Medical histories and psychological profiles of middle-aged women with and without self-reported illness from environmental chemicals. J Clin Psychiatry, 56.

Bell IR, Miller CS, Schwartz GE. 1997. An olfactory limbic model of multiple chemical sensitivity syndrome: possible relationships to kindling and affective spectrum disorders. Biol Psychiatry, 32.

Bornschein S, Förstl H, Zilker T. 2001. Idiopathic environmental intolerances (formerly multiple chemical sensitivity) psychiatric perspectives. J Intern Med, 250.

Dalton P. 1999. Cognitive influences on health symptoms from acute chemical exposure. Health Psychol, 18.

Davidoff AL, Keyl PM. 1996. Symptoms and health status in individuals with multiple chemical sensitivities síndrome from four reported sensitizing exposures and a general population comparison group. Arch Environ Health, 51.

Gots RE. 1996. Multiple chemical sensitivities: distinguishing between psychogenic and toxicodynamic. Regul Toxicol Pharmacol, 24.

Heuser G, Mena I, Alamos F. 1994. NeuroSPECT findings in patients exposed to neurotoxic chemicals. Toxicol Ind Health, 10(4-5).

Meggs WJ, Dunn KA, Bloch Rm, et al. 1996. Prevalence and nature of allergy and chemical sensitivity in a general population. Arch Environ Health, 51.

Randolph TG. 1956. The specific adaptation syndrome. J Lab Clin Med, 48. 

Spencer TR, Schur PM. 2008. The challenge of multiple chemical sensitivity. J Environ Health, 70(10).

Staudenmayer H, Selner ME, Selner JC. 1993. Adult sequelae of chilhood abuse presenting as environmental illness. Ann Allergy, 71.

Thomas HV, Stimpson NJ, Weightman AL, et al. 2006. Systematic review of multisystem conditions in Gulf War veterans. Psychol Med, 36.

Ziem G. 1992. Multiple chemical sensitivity: Treatment and follow up with avoidance and control of chemical exposures, Toxicol Ind Health, 8(4).


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