Escasos días atrás se produjo un incendio químico más en el Vallés. Las consecuencias fueron las mismas de siempre:
- Acabar con la fauna del rio Besós (y en este caso, también con la de la riera Seca).
- Poner en peligro a las personas y dañar su salud.
Entre principios
de la década pasada y la actualidad estos episodios han sido recurrentes hasta
un grado en que es imposible pensar en el azar cómo causante principal. Por cierto, uno de los episodios
potentes se divulgó en este blog:
Desastre ecológico en el rio Besós (15
de diciembre de 2019)
https://perroverdeweb.blogspot.com/2019/12/desastre-ecologico-en-el-rio-besos.html
Y aquí
tenéis una retrospectiva (del año 2022 hacía atrás):
Ariadna Comas.
19 de marzo del 2022. Peixos morts, escuma i una forta olor al riu Besòs
després de l’incendi en una nau de Montornés. Betevé.
https://beteve.cat/medi-ambient/peixos-morts-escuma-riu-besos-incendi-montornes/
Pero ¿Cuál es
la causa que se esconde tras todos estos siniestros?
La causa
Para
conocerla nos tenemos que remontar al principio del gobierno de Artur Mas
(CIU) en la Generalitat de Catalunya, etapa en que se modificaron “A SACO” las
regulaciones ambientales catalanas (¿Les suena aquello de la Ley Ómnibus?) con el
fin (a la práctica) de facilitar la actividad empresarial y de acabar con los
sueños de que Cataluña pudiera ser un país normal.
Obviamente,
después han existido cambios políticos en el gobierno de la Generalitat sin que
nadie haya querido ni tan solo mostrar una voluntad de corrección de estas
regulaciones. De hecho ¿Alguien escuchó algo más sobre el tema?
Una vez
establecida la barra libre y la manga ancha para las empresas, ha habido una
carrera por ver qué administración pública (local versus autonómica) lo hacía
mejor (atraer inversiones que le llaman).
A parte de
las tan amablemente facilidades jurídicas y administrativas proporcionadas a las
empresas a través de los cambios normativos ambientales, hubo otras “mejoras”.
Por ejemplo, prácticas que antes se permitían excepcionalmente (p. ej. Almacenar
residuos peligrosos en el exterior, en los patios) durante un corto período de
tiempo en base a unas razones de peso, han pasado los últimos años a tener una voluble cotidianidad. A todo
ello cabría añadir el más que posible incumplimiento (¿os acordáis de los antecedentes
de incumplimientos previos al desastre de DITECSA?) de las pobres normas
ambientales que quedaron después del temporal de la Ley Ómnibus. Tengo que aclarar,
que ya de por sí, antes de esta regulación, las normativas y la labor de velar porqué se cumplieran tampoco eran un ejemplo a escala
europea. De hecho ¿Cuándo hemos sido un ejemplo en alguna cosa fuera de dar puntapiés
y cabezazos a un balón?
Adicionalmente, me gustaría lanzar unas preguntas al aire:
- ¿Se cumplen las inspecciones ambientales?
- ¿Operan las empresas con todos los permisos y licencias? O ¿Se tiran funcionando meses (o años) sin cumplir con la legalidad?
La fórmula que nos queda tras describir el escenario es muy sencilla:
- La suma de factores nos da que es difícil que no se lie parda.
En
definitiva, la causa principal de esta serie anormal de catástrofes es que la
clase política trabaja para el bienestar del empresario, cueste lo que cueste.
Lógicamente, la psicopatía es compartida por todo aquel que antepone los
beneficios económicos inmorales ante cualquier otra consideración (sea el riesgo
para la vida humana y/o el atentado ecológico).
Después solo
cabe aderezar la historia con las excusas de siempre que dan miedo: pérdida de puestos
de trabajo, etc.
La vida en peligro
En nuestro
país, al ciudadano le puede importar más o menos esto de que haya mortalidad de
peces, tortugas, anfibios y aves en un rio, pero una cosa está clara, en dos o
tres semanas se habrá olvidado del tema. Existen cosas más importantes: las
olimpiadas, la próxima liga, etc.
Tal vez el
no explicar la verdad contribuya a la pérdida de memoria. La verdad es que los
incendios de sustancias tóxicas, dependiendo de a cuanta distancia te pillen, cuanto
humo tragues (denso o disperso) y a tus complicaciones de salud, te podrán
provocar problemas de salud a corto, medio y largo alcance más o menos graves (difícilmente
relacionables con la causa). Después hay que tener en cuenta que hoy en
día, en virtud de la desgraciada gestión pública del agua, se consume “agua regenerada”
que si o si, va a contener muchos contaminantes…y contra más contaminantes haya
en los ríos, más vamos a consumir, sean cuales sean las pretendidamente
excelentes formas de depurar las aguas, que nunca van a ser totales y seguras
al 100%, por mucho que diferentes personajes nos lo defiendan públicamente.
Luego,
pensemos en que cualquier cosa que acabe en el rio, nos la vamos a encontrar en
la playa y el mar. El Mediterráneo es un mar muy pequeño y densamente poblado,
y los contaminantes no desaparecen por arte de magia. Los vamos a tener con
nosotros durante el baño de verano y también en el plato a lo largo de todo el
año.
Respecto a los impactos sobre la salud de esta serie de desastres ambientales, tengo algunas preguntas que me rondan la cabeza desde hace días:
- ¿Cuántos urgencias se tuvieron que atender por causa respiratoria desde el día en que se produjeron los incendios de los últimos años hasta unos días después en los municipios de alrededor? ¿El número de estas urgencias superaron la media de los últimos años en las mismas fechas?
Sin duda,
daría para un trabajo científico de resultados sorprendentes.
Un grito en el desierto
Este último apartado responde a la crítica final del anterior post. Después del último incendio químico de Polinyà, Ecologistas en Acción ha presentado una denuncia en la Fiscalía, hecho que este post aplaude.
Os dejo con enlaces
a las noticias que os recomiendo especialmente, ya que en alguna de ellas se sintetiza
cronológicamente los sucesos. Fijaos que nos cuentan que aquel tristemente
incendio de DITECSA se encuentra todavía en fase de instrucción penal…cómo se
entrevé, las administraciones públicas de nuestro país modélico engranan los diferentes eslabones casi a la perfección con tal de que la
salud, el medio ambiente u otras consideraciones frívolas y caprichosas (p. ej.
Las 4 alcachofas del Delta del Llobregat) no obstaculicen el progreso y el buen avance de la industria
(osease, de los ricos).
Jessica Moreno Cusac.
26 de juliol de 2024. Ecologistes en Acció porta a la fiscalia “el desastre
ecològic” al Besòs per l’incendi de Polinyà. Betevé.
30 de juliol de 2024. Una vintena d’incidents
provoquen abocaments al Besòs en els últims 5 anys. SomMontornès (Diari de
Montornès i Baix Vallès).
Finalizo el
post promoviendo una reflexión. El éxito y el incremento de las industrias químicas
se deben, al menos en gran parte, a que el consumo de sus productos ha ido a
más. Por ejemplo, cada vez utilizamos más y más productos (perfumes,
colonias, ambientadores, productos de limpieza del hogar y de higiene personal,
etc.) con fragancias creadas a través de la química de síntesis del petróleo. Os
nombro uno de los ingredientes: el etileno.
No solo esto, igualmente, recurrimos alegremente a infinidad de productos repelentes de insectos u otros destinados para el control de plagas derivados de la química de síntesis, que pueden ocasionar problemas mayores que el que pretendidamente quieren tratar. Cómo consumidores deberíamos plantearnos:
- ¿Realmente, necesito este u otro producto? ¿No hay otras opciones (incluidos los productos orgánicos)?
Los
consumidores jugamos un papel importante al alimentar desmesuradamente a industrias
que contaminan a un nivel insostenible, que pueden ocasionar un riesgo o unos
problemas de salud a las personas (trabajadoras, vecinas o consumidoras) o al
medio ambiente. Mí intención no es recriminar, sino hacer reflexionar sobre
nuestra parte de responsabilidad en toda la historia.
Tengo amigos
y compañeros naturalistas con una profunda sensibilidad ambiental que se
indignan ante sucesos cómo el de Polinyà, pero les cuesta interiorizar que el
hecho de consumir según qué productos no necesarios y con un más que posible potencial de
peligrosidad, contribuye al desastre ambiental. De hecho, su fabricación o, simplemente, su uso de por
si significa una contaminación preocupante de los ecosistemas acuáticos, sí o sí.
Es
complicado ser coherente en una sociedad basada en el consumo y todos tenemos
nuestras contradicciones, pero con según que cosas, hay que sumar la fuerza de
voluntad necesaria para dar el paso definitivo y cambiar. Sino lo ves claro,
haz el siguiente ejercicio: cuando veas cualquier ave acuática, pez, anfibio,
tortuga, plantéate con que inmundicias le estás contaminando su hábitat.
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